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Rubia y Centella viajan a Barcelona para ser entrenadoras del Barça

Rubia y Centella, las vacas de Setién, llevaban dos horas acicalándose, se habían probado media docena de vestidos, cuatro sombras de ojos diferentes, dos pintalabios Le Rouge Sparkling Lily Nº7 de Givenchy y unos atrevidos sujetadores push-up “diseñados para presumir de escote realzando las ubres”. Querían causar muy buena impresión, no todos los días un par de vacas pasiegas tenían la oportunidad de cumplir sus sueños.

En Liencres cogieron un taxi y se encaminaron hacia la estación de autobuses de Santander. Al llegar, se tomaron un té, media docena de Corbatas de Unquera y un pincho de tortilla. Mientras esperaban a que llegase la hora de salida del autobús con destino a Barcelona, volvieron a leer detenidamente el comunicado que había publicado Setién. Ya lo habían hecho tantas veces que se lo sabían de memoria, sí, no había ninguna duda, se referían a ellas, estaba clarísimo, seguro que Setién había presumido delante de algún directivo de sus récord de pases, de sus conocimientos de fútbol y de su inmaculado estilo basado en la ortodoxia de la posesión y tan alejado de algunas herejías como el doble pivote o el contraataque.

Mientras esperaban a que llegase la hora de salida del autobús con destino a Barcelona, volvieron a leer detenidamente el comunicado que había publicado Setién

Media hora más tarde, con la sonrisa en el hocico y contoneándose como un flan de gelatina, enfilaron, entre silbidos de admiración y algún que otro piropo subido de tono, el pasillo del autobús en busca de sus asientos. Estaban acostumbradas, se sabían bellas y deseadas, lanzaron un par de guiños a sus admiradores y al sentarse, de forma tan estudiada como casual, dejaron que sus largas patas sobresaliesen por la abertura de sus vestidos.

Antes de llegar a Bilbao, con la cabeza apoyada contra el cristal y uno de sus pequeños cuernos repiqueteando, Centella, tan ensimismada como Celia Johnson en Breve encuentro, no pudo aguantar más:

—¿Tienes el comunicado de Setién? Estoy deseando volver a leerlo.

—Y yo —contestó Rubia moviendo la pezuña en el pasillo con picardía a la vez que sacaba el comunicado del escote.

Comunicado de Setién.

 

 

 

—Estoy atacada, Rubia, nerviosísima. Cuanto más lo leo más me convenzo de que esa frase de la "futura reubicación" la han escrito pensando en nosotras: ¿Hay un cuerpo técnico con mejor cuerpo y más experiencia que el nuestro? Nos necesitan, Rubia, nos necesitan, están en una situación desesperada y han pensado en nosotras. ¿Dónde crees que nos reubicarán? ¿AIC oficiales del Club? ¿Encargadas de la Masía? ¿Ayudantes de Koeman?

—Calla, calla, con lo buenorro que está, si parece un toro.

Las dos vacas mugieron entre risas. Poco a poco, soñando con céspedes cortados al milímetro, los kilómetros fueron pasando. Al llegar a Zaragoza vieron circular, paralelo a la carretera, un tren más o menos a la misma velocidad que el autobús, las vacas lo miraron y, antes de que se diesen cuenta, cayeron dormidas.

Ronald Koeman.

Se despertaron justo al llegar a Barcelona, se lamieron un poco entre ellas para perfilar sus pestañas y diez minutos más tarde bajaron del autobús y cogieron un taxi hasta la calle Arístides Maillol. Entraron en las oficinas del Barcelona haciendo sonar sus cencerros y se dirigieron al mostrador de información.

—Hola, somos las vacas de Setién, venimos a reubicarnos.

—¿A reubicarse?

—Sí, mire, aquí tenemos la citación —dijo Rubia sacando el comunicado y dejándolo encima del mostrador—, le hemos subrayado la frase en la que se requieren nuestros servicios.

—Lo siento, pero aquí solo habla del cuerpo técnico de Setién.

—Pues claro, ¿¡y qué somos nosotras!? A ver, ricura, no me hagas enfadar, ¿tú sabes con quién estás hablando? Mira, si no quieres que montemos un escándalo y te dejemos el suelo lleno de plastas, ya estás llamando al Presidente.

Habían visto a Bartomeu en la televisión muchas veces, pero en persona era un bellezón, aquellas gafitas le hacían interesantísimo

—El Presidente está muy ocupado. Si quieren que les atienda tendrán que rellenar una solicitud.

—¿Solicitud? ¡MIRA MI SOLICITUD! —dijo Rubia soltando una coz y haciendo añicos el cristal de la puerta de entrada. O viene Bartomeu en cinco minutos o te dejo esto hecho una escombrera, tengo mala leche de sobra para inundar medio estadio.

—Y yo el otro medio —replicó Centella cogiendo carrerilla, golpeando con sus cuernos el mostrador y persiguiendo a la recepcionista por toda la estancia.

Dos minutos más tarde, alertado por el escándalo, apareció Bartomeu:

—¿Qué está pasando aquí?

Rubia y Centella, al escuchar aquella voz tan familiar, dejaron de acosar a la recepcionista y se miraron sorprendidas. Habían visto a Bartomeu en la televisión muchas veces, pero en persona era un bellezón, aquellas gafitas le hacían interesantísimo. Empezaron a mugir.

Josep María Bartomeu.

—Señor Presidente, encantadas de conocerle, esta es Centella, mi amiga, y yo soy Rubia, somos las vacas de Setién. Hemos venido a reubicarnos.

—¿Que han venido a qué?

—A reubicarnos, nos han llamado y aquí estamos. ¿Por dónde empezamos?

—Creo que ha habido un malentendido. Nosotros solo vamos a reubicar al cuerpo técnico de Setién.

—No empiece, Presidente, no empiece, mírenos, ¿acaso ve un cuerpo mejor y más técnico que el nuestro? —dijo Centella girando sobre sí misma como una peonza y dejando al aire sus nervudas patas.

—Pues no, la verdad es que no, pero no podemos reubicarlas, tenemos ciertas limitaciones económicas que nos están constriñendo.

—Escuche, señor presidente, si es por dinero somos las vacas indicadas, estamos dispuestas a hacer cualquier cosa, lo que sea, con tal de ayudar al Club a salir de esta crisis, somos muy baratas, nos conformamos con pastar un poco del césped del Nou Camp y de paso lo abonamos. Le recuerdo que todo lo que sabe Setién de fútbol lo aprendió gracias a nosotras. Era un niño y ya jugaba con nosotras en el prado: pase p’aquí, pase p’allá. Hasta un tatuaje de Xavi Hernández nos hicimos los tres en un arrebato. Si nos da diez minutitos para hablar con usted, creo que podemos convencerle de que somos las indicadas.

“El FC Barcelona y las Vacas de Setién han llegado a un acuerdo para su incorporación como entrenadoras del primer equipo de fútbol hasta el 30 de junio de 2022..."

Media hora más tarde, Bartomeu salió de su despacho, seguido de Centella y Rubia, sonriente y convencido de lo que iba a hacer. Hacía mucho tiempo que no pasaba un rato tan divertido y agradable. Centella y Rubia le habían proporcionado una ilusión que que no sentía desde hacía muchos años. Tanto estrés iba a terminar con él. Encendió un Montecristo, aspiró y dejó que las volutas envolviesen las largas pestañas de Centella y Rubia, con sus ojos color carbón. Dio otra calada al puro y dijo:

—¿Sabéis una cosa?, voy a nombraros entrenadoras del Fútbol Club Barcelona. Os quiero tener a mi lado estos últimos meses, que le den a la moción de censura, no pienso dimitir. Si quieren ganarme tendrán que hacerlo en las urnas. Y a vosotras también, os voy a hacer un contrato por un par de años y que salga el sol por Antequera.

Josep María Bartomeu.

El domingo, a primera hora de la mañana, la supuesta noticia de la destitución de Ronald Koeman rebotó de medio en medio como una pelota sin dueño ni control. Nadie daba crédito y nadie se atrevía a publicar algo tan disparatado. Muchos pensaron que se trataba de una broma hasta que un tuit en la cuenta oficial del F.C. Barcelona y un escueto comunicado confirmaron lo que hasta ese momento no era más que un rumor:

"El club expresa públicamente su agradecimiento a Ronald Koeman por la profesionalidad, el compromiso, la dedicación y el trato siempre positivo y cercano que ha mostrado hacia todos los estamentos que conforman la familia azulgrana, y le desea suerte y muchos éxitos".

Dos horas más tarde el Club lanzó un nuevo tuit y un comunicado de bienvenida:

“El FC Barcelona y las Vacas de Setién han llegado a un acuerdo para su incorporación como entrenadoras del primer equipo de fútbol hasta el 30 de junio de 2022. El acto de presentación y posterior rueda de prensa de las nuevas técnicas azulgranas se celebrará hoy a partir de las 18.00 horas en el césped del Nou Camp. Se ruega etiqueta y albarcas”.

“Las leyendas azulgranas, Rubia y Centella, defensoras de la ortodoxia culé de la posesión, vuelven al Camp Nou. Las vacas cántabras suman ya una gran veteranía como técnicas con más de 15 años de experiencia dirigiendo a equipos juveniles de terneras y después de pasar por varias Ligas tan competitivas como la Rumier, la Santoñana, la Bustamante, además de la selección oficial de Toros bravos de Cantabria”.

Cuatro meses más tarde, un 21 de enero, con el equipo en puestos de descenso, un motín en el vestuario, Messi desaparecido y el equipo totalmente arruinado, la votación de la moción de censura acabó con el mandato de Bartomeu y las Vacas de Setién fueron inmediatamente despedidas.

Esa misma noche, Rubia, Centella y la familia de Bartomeu cogieron un avión rumbo a Cantabria. A la mañana siguiente, fueron todos juntos a pasear por la playa desierta.

Bartomeu, feliz con Rubia y Centella a su lado, cerró los ojos frente al Cantábrico y gritó, por fin, aquello que tanto tiempo había mantenido oculto.

¡HALA MADRID!

—Estás como un cencerro —dijeron las dos vacas a la vez.

Un segundo después, las carcajadas de Bartomeu, Rubia y Centella resonaron por toda la bahía de Santander.

 

Fotografías Getty Images.

 

 

 

Dos hombres se miden en el duelo final por la Liga. Los dos son exfutbolistas, pero ahí se acaban las semejanzas. Uno tiene 61 años, el otro, 48. Cuando el primero empezó a entrenar, en 2002, es decir, hace casi veinte años, el segundo ganaba la Copa de Europa de clubes siendo el príncipe del torneo. Uno fue un jornalero del balompié mientras que el otro trascendió más allá del fútbol, convertido en icono mundial. Como entrenadores, uno ha sido despedido de varios equipos de segunda fila; el otro, como un torero, acudió, inexperto, al rescate, en medio de un terremoto y reventó la Historia del fútbol europeo. Luego se fue porque quiso y volvió, porque se lo pidieron, a hacerse cargo de un circo. Abocados ambos individuos a un pulso agónico por el campeonato más extraño en 91 años (la Liga del Coronavirus, como dice, con precisión bautismal de conquistador, o de misionero, Sergio Ramos), los dos hombres están revelando en sus últimas comparecencias públicas varias facetas de su carácter. Las grandes ocasiones sacan la verdad de los individuos, se suele pensar. Recuerdo una frase de Ancelotti en la rueda de prensa previa a la final de Lisboa, en la que decía que la línea que separaba la obsesión por la Décima del sueño por la Décima, era finísima. Y que él prefería considerarla un sueño.

“Aquí no disfruta nadie, estamos todo el día con la soga al cuello”, dijo Setién el otro día, antes de que su equipo empatara contra el Celta y completase el giro de 180 grados con que ha vuelto a la Liga tras el confinamiento: de irse en marzo dos puntos arriba del Madrid, a llegar a finales de junio, cinco partidos después, dos por debajo. Lo del giro no es baladí, Abidal reconoció que habían decidido cambiar de montura en mitad del río para dar un giro al equipo, “había que tomar una decisión” porque “los jugadores no trabajaban” a pesar de que el equipo iba primero. La cara de Setién mientras hablaba con la prensa, airpods en las orejas como tapones para dormir (la sensación al verlo era la misma, como si no quisiera que lo molestaran), era un réquiem. Hay que ver la captura, es demoledora, el retrato de un hombre que sufre. Contrastaba llamativamente con el Setién sonriente que asumió el cargo en enero, después de que el Barcelona despidiera a Valverde. "Ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar estar aquí”, exclamó entonces.

Ten cuidado con lo que deseas. Desde luego, a estas alturas Quique Setién no parece un hombre que esté disfrutando del sueño, más bien lo contrario, parece habitar ese otro lado de la delgada línea roja que describió Ancelotti en Lisboa, el lado oscuro, la obsesión. Sin embargo, nada hay perdido todavía para él. Si el Tata Martino superó en Liga al Madrid, cualquiera puede hacerlo. Quedan seis partidos y del liderato le separa una derrota, o dos empates, del Madrid. Nada que no haya ocurrido ya esta misma temporada, y además en el momento más imprevisto. Trabajar más, no se sabe que lo estén haciendo; lo que sí tiene toda la pinta es que, mientras que a Ernesto Valverde sus jugadores lo respetaban, a Setién (y a su equipo técnico) le tienen tanta admiración como la que la plantilla del Madrid le demostró a Benítez. Habría que preguntarse si esta diferencia entre la filiación que a Zidane le muestran sus futbolistas y la que recibe Setién de los suyos está solo en las diferencias en el pasado de ambos como futbolistas, o en otras cosas.

Enfrente de Setién está Zidane. No me interesa aquí el entrenador, sino el hombre. Más o menos sobre los mismos días en los que Setién certificaba su spleen, el periodista Hermel lanzaba su biografía de Zidane. Un titular me conmocionó. Zidane le confesó una vez que, por el amor de su mujer, de Veronique, se habría tirado al vacío desde un quinto piso. Al hombre tímido y humilde, carismático, inteligente y compañero, se le unió el hombre apasionado. ¿Sería capaz Setién de tirarse por un barranco por amor? Es un buen ejercicio ese de fabulación. Lo que no hay que fabular es el respeto hacia los rivales, algo patente y demostrado en una leyenda del juego como Zidane, y totalmente ausente en un entrenador de talento vaporoso que fue futbolista del montón. Esto habría que subrayarlo, habría que incidir en esto mucho más, quizá ahí esté una de las claves en torno a lo que los hechos recientes nos están contando de la idea de la auctorictas en los dos grandes banquillos del fútbol español. La sonrisa de Zidane es un género en sí mismo, describe al genio con la misma plasticidad que uno de sus controles en carrera de cuando era futbolista, o que una de sus direcciones de campo en cualquiera de las tres finales consecutivas de la Copa de Europa que ha ganado como entrenador. Lo contrario de esa sonrisa es el ceño adusto de Setién, que transmite, si acaso, ganas de morirse. Es el ceño de un catequista enfadado. Algo psicosomático, visto desde fuera, se desprende de ambos, de Setién y Zidane, a sus equipos, sobre todo tras el largo parón obligado. No hay más que ver jugar al Barcelona y ver jugar al Madrid. No hablo de calidad técnica (¡qué nadería!), o de esquema táctico, sino de otra cosa. Como si ver a Zidane sonriendo en la banda galvanizara las energías de sus futbolistas y, en cambio, girar la cabeza hacia su banquillo deprimiera profundamente a los jugadores del Barcelona. Esa laxitud tan cercana a la muerte que se esconde en el trote cansado de Messi, ese brío poderoso de un Ramos cada vez más joven.

Se puede pensar que es algo casual, una impresión exagerada o coyuntural. Es posible. Pero me interesa la leyenda que precede al entrenador Setién porque qué duda cabe, fue esa mitología, extraña, ridícula si uno no pertenece al universo mediático barcelonés, la que lo puso en el banquillo del Barcelona en mitad de una temporada, con todo en juego. Esa idea que de sí mismo tiene Setién, a quien le dijeron que podía ser Napoleón y se lo creyó, está en la base de todo.

Setién llegó a Barcelona con fama de “morir con sus ideas” y de ser un “cruyffista”, además con la cualidad exótica de no haber tenido nunca nada que ver con La Masía. Si uno se asoma a ese dogma del cruyffismo puede llevarse tremendas sorpresas: es lo más parecido a abrir una puerta dimensional y aparecer en el Concilio de Nicea y darse de boca con la teoría del Filioque. El cruyffista no conjuga el verbo renunciar, ya se sabe, eso es anatema. Sólo renuncia a la vergüenza, pero por defecto. El cruyffista lleva dentro un pequeño Lenin, un demonio totalitario que le impele a cambiar el mundo a base de juzgarlo y condenarlo: no le gusta como es, así que precisa fusilar, fusilar y fusilar, no pequeños burgueses y capitalistas, como en Rusia, sino a los execrables defensores de otras teorías acerca del juego del fútbol. Ya lo demostró entrenando al Lugo, con Bordalás, o al Betis, con Pellegrino: con las ínfulas de un Dios del juego, se permitió el lujo de descalificar a profesionales e instituciones, con esa chulería que alguien sabio y viejo podría preguntar de dónde sale, si no hay de qué. Al fin y al cabo, el propio Cruyff podía ser chulo, pues ahí estaba su legado como futbolista, por ejemplo. Sus acólitos, como reza el dicho, suelen ser más papistas del papa, o más belmontistas que Belmonte, al que uno de sus incondicionales quiso un día en la puerta de un hotel, en Madrid, enseñar a dar un pase de pecho según el canon que él mismo había inventado.

Setién anunció que llegaba al Barcelona “sin un currículum extenso” ni tampoco, “títulos”, pero, y esto lo dijo así, “he demostrado que su filosofía me encanta y que, conmigo, el Betis, Las Palmas y el Lugo han jugado muy bien al fútbol”. El jugar bien como medida y como fin, apartado el resultadismo como una reminiscencia prácticamente fascista de concebir la realidad y el mundo. En Setién, el salto tan asombroso que suponía pasar de entrenar a equipos de la pequeña burguesía de la Liga (Betis) o de la clase trabajadora (Las Palmas) a entrenar a uno de la aristocracia, era soslayado con intenciones, mucho más válidas que las evidencias tangibles que ofrecía el entrenador despedido, Valverde, apenas tres de cuatro grandes títulos nacionales disputados. Valverde, que se hartó de ganar ligas en Atenas, por ejemplo, con el Olympiakos, era poca cosa para el cruyffismo, que, convertido en doctrina de Fe, gobierna el entorno sentimental de ese club con mano de hierro. No se permiten herejías e incluso Luis Enrique, que ganó un triplete, es considerado página menor en la Historia azulgrana. Valverde no jugaba bien. Setién aseguraba que se haría, sin apartarse de la Biblia cruyffista. Suficiente.

El escaso currículum, en cambio, de Setién, era parecido al de Zidane antes de que a éste le dieran la oportunidad de entrenar al Madrid por primera vez. Pero lo importante hay que ir a buscarlo más adelante. Cuando Zidane regresó en marzo del año pasado a un Madrid que era una ruina, lo hizo, dijo porque Florentino lo había llamado y él amaba el Madrid. Prometiendo, sólo, trabajo y ganas de estar a la altura no de una idea, sino de una realidad, el club. A lo mejor ahí radica la diferencia esencial entre Madrid y Barcelona. La idea, como la Razón pura, produce monstruos, ya los vio Goya: al lado de Zidane hay otros dos calvos carismáticos sin pasado en España ni, por ello, facturas pendientes; al lado de Setién, el del buen juego, hay un saltimbanqui vocinglero al que no puede ver nadie en el vestuario.

 

Fotografías Getty Images.

 

El comentario apareció en el Portanálisis de ayer sábado. A mí me pilló sudando, en la sauna del polideportivo, sin móvil. No me enteré de nada hasta que vi las cuatro llamadas perdidas del Redactor Jefe.

-Dime, Pepe.

-¿Has leído el PA de hoy?

-No, todavía no.

-Hazlo, y vete a los comentarios, busca el de las vacas de Setién.

-¿El de las vacas?

-Sí, léelo, y llámame después.

Cinco minutos más tarde lo tenía delante:

“La Asociación de Vacas Cruyffistas de Cantabria (A.V.C.C) quiere expresar su más enérgica repulsa por las continuas faltas de respeto que diariamente sufren sus integrantes en todos los medios de comunicación de este país.

Creíamos que La Galerna, un espacio de convivencia donde tienen cabida todas las sensibilidades animales, iba a permanecer ajena a esta cacería, pero ya hemos comprobado, como demuestran en estas mismas líneas con sus desacertados chascarrillos, que no es así.

El desconocimiento de nuestro trabajo con Setién, con el que en los verdes campos de nuestra tierruca hemos llevado a cabo infinidad de novedosas tácticas, ha propiciado que multitud de tertulianos, periodistas y aficionados nos infieran agresiones verbales desproporcionadas, desmedidas y sin atisbo alguno de racionalidad, más propias de épocas que creíamos ya felizmente superadas, que de estos tiempos de respeto y convivencia entre animales y humanos.

Asimismo, queremos mostrar nuestro más categórico rechazo a las acusaciones de falta de profundidad con el balón, basadas en argumentos falsos, de patapum pa’arriba, intoxicados o manipulados que, incluso por parte de personas que manejan la información cierta y acreditada, principalmente madridistas, han sido difundidos con la finalidad de poner en solfa el esfuerzo, el criterio y la profesionalidad de todos los jugadores del Barcelona y de todas las vacas cruyffistas de Cantabria.

Por último, queremos manifestar nuestro apoyo unánime y sin fisuras a nuestras compañeras de Liencres, poseedoras del récord mundial de pases vacunos.”

Me costó cerrar la boca, pero en cuanto lo hice llamé por teléfono.

-Ya lo he leído, Pepe, y tampoco es para tanto. Lo del PA es un pellizquito de monja, no entiendo su cabreo.

-No, ni yo, pero para eso te he llamado, he hablado con ellas y les he pedido una entrevista. Han aceptado, te recibirán hoy mismo, a las siete de la tarde, en Liencres. En La Galerna tenemos que ser punteros, ir más allá, alcanzar lo imposible.

-¿A las vacas? ¿ENTREVISTAR A LAS VACAS? ¿YO?

-Sí, que nos den sus argumentos, que te digan por qué se sienten ninguneadas. Además, hablan de tácticas y tú de eso sabes un rato. Creo que puede ser una buena entrevista. Todo el mundo habla de las vacas pero nadie les ha pedido su opinión. Necesito la entrevista para mañana mismo.

-Pero, pero, PERO, ¡QUÉ ILUSIÓN! Siempre quise hacer una entrevista, siempre, pero nunca te había dicho nada, me daba vergüenza. Y encima a las vacas, joder, A LAS VACAS. Me has hecho el hombre más feliz del mundo.

Dos horas más tarde estaba en la estación de autobuses de Donosti. Cogí un billete para ir hasta Torrelavega, allí tenía que coger otro autobús para llegar hasta Liencres. Entre uno y otro tenía tiempo suficiente para visitar los nuevos “Supermercados Mercado”. Había oído hablar muy bien de sus embutidos y quería comprar un poco de chorizo de jabalí.

Por el camino empecé a repasar las grandes entrevistas de La Galerna: Gento, Corbalán, Karanka, Agustín, Butragueño, Mijatovic, Luis Alberto de Cuenca, Javier Marías, Nacho

Había decenas, a cual más interesante: periodistas, artistas, políticos, cineastas, cantantes, leyendas del Madrid, y yo había tenido la suerte de poder hacer la mejor de todas, la de las vacas de Setién. No me lo creía. A veces la suerte te sonríe cuando menos te lo esperas.

La entrevista, a pesar de mi inexperiencia, fue mucho mejor de lo esperado. Las vacas eran encantadoras y respondieron a todas mis preguntas con amabilidad. Aquí la tienen.

Por causas ajenas a mi voluntad no he podido reproducirla entera.

Espero que les guste:

Rubia y Centella: “Nosotras somos cruyffistas desde terneras”

Rubia y Centella viven en uno de los mejores prados de Liencres. Es un prado alejado del bullicio del Restaurante Casa Carlos en el que hemos quedado para cenar y hacer la entrevista. Cuando llegan no puedo dejar de admirar su planta, son pasiegas, tienen el pelo muy bien cuidado, lustroso, avellanado, tirando a rojizo, los cuernos son de tamaño medio, con color crema sobre las puntas negras, las articulaciones largas, estilizadas, con pezuñas duras. Entran al restaurante caminando como solo saben caminar las vacas, moviendo las ubres con tanta coquetería como Gilda al quitarse los guantes. El resto de los comensales se giran a su paso y cuando llegan a mi mesa y se sientan no puedo evitar sonreír como un idiota.

P: ¿Desde cuándo sois cruyffistas?

Rubia: Yo soy cruyffista desde ternera. Mi padre me lo inculcó desde que nací. Mira si sería cruyffista que mi madre me cuenta que de pequeña ya me quedaba embobaba viendo al Lobo Carrasco en el Chiringuito.

Centella: Es que las cruyffistas somos así, tenemos algo especial, nos reconocemos a distancia, yo todavía no daba leche y ya sabía que el Lobo Carrasco era uno de los nuestros. Y eso que para nosotras no hay animal peor, el lobo nos da tanto pavor que a veces le llamamos Toro Carrasco. (Risas).

P: Pertenecéis a la Asociación de Vacas Cruyffistas de Cantabria. ¿Podéis explicar a nuestros lectores a qué se dedica exactamente vuestra asociación?

Centella: Inicialmente era un lugar de encuentro para ver partidos del Barcelona, una especie de peña bovina. Últimamente, sobre todo a raíz del nombramiento de Setién, eso ha cambiado. Ahora es más una asociación de autodefensa. Intentamos sacar comunicados, manifestarnos, tener visibilidad.

Nos insultan en todos lados, nos vejan. Creen que por ser vacas sabemos menos de fútbol. Y no es así.

P: ¿Es cierto que habéis probado diferentes tácticas con Setién?

Rubia: Claro. No presumimos de ello, pero casi todo lo que sabe de fútbol se lo hemos enseñado nosotras.

Centella: Con decirte que en Liencres tenemos el récord de pases vacunos en un partido te lo digo todo. Hicimos 8714. Hubo hasta varios espectadores que se marearon. Fue un éxito completo. Se habló de ello en toda la cabaña ganadera de Cantabria. ¡Hasta Xavi Hernández nos pidió un vídeo con los mejores pases!

Rubia: Setién siempre viene a vernos, no se pierde un partido. Se sienta bajo un nogal cercano y se queda embobado. Pase va, pase viene, pase viene, pase va. 1000, 2000, 4000, 8000… Los cuenta uno a uno. Siempre ha sido un fanático. Jugamos con albarcas, se adaptan de maravilla a nuestras pezuñas y podemos darle muy bien con el exterior. Me consta que Setién ha intentado hacer lo mismo en el Barcelona, pero hubo un conato de rebelión y han vuelto a las botas de toda la vida.

"A SETIÉN LE HEMOS ENSEÑADO TODO LO QUE SABE DE FÚTBOL"

Llega la camarera, paro la grabadora. Nos entrega la carta del restaurante. Rubia y Centella le echan un breve vistazo, cuchichean algo entre ellas y piden exactamente lo mismo: ensalada, menestra y arroz con leche. Estoy a punto de pedir un chuletón, pero me corto y pido lo mismo que ellas.

Me sonríen.

Cuando terminamos de cenar toman dos cafés solos. Me dicen que en Cantabria hay muy buen orujo, que me anime. Les hago caso. Es orujo blanco, fuerte, casero. Baja por mi garganta como si fuese lava ardiendo. Después de unos chupitos vuelvo a encender la grabadora. Estoy un poco mareado.

P: En La Galerna solemos pedir a nuestros entrevistados que nos hagan un once histórico del Madrid. ¿Podríais hacer vuestro once histórico cruyffista?

Centella: Lo hemos traído hecho. Sabíamos que nos lo ibas a pedir.

Mientras rebuscan en el bolso la alineación, paro la grabadora y me tomo un chupito. Enciendo la grabadora.

P: Veamos. Cruyff, Cruyff, Cruyff, Cruyff, Xavi, Xavi, Lobo Carrasco, Toro Carrasco, Cristobal Soria, Guardiola y Setién. ¿No queda un poco coja la defensa?

Rubia: Nosotras defendemos con balón. La posesión es nuestro credo. A la familia de Setién la conocemos en el pueblo por “La familia del exorcista”. Lo llevamos en la sangre.

Centella: Y si hay que entrar fuerte, se hace, tenemos muy mala leche. (Risas).

La grabadora se para. (Más risas). Se ha quedado sin pilas. Me tomo un par de chupitos para celebrarlo. Decido improvisar y tomar notas, como los entrevistadores de raza, los pioneros.

En ese momento noto una pezuña que roza mi tobillo y sube lentamente por mi pierna. Rubia y Centella se miran.

Vuelven a sonreír. Están más guapas que nunca.

P: ¿Habéis pensado en cambiar de equipo? Yo os veo muy madridistas.

Rubia: Hombre…

Centella: Todo puede ser.

Tomo otro chupito.

Tienen unos ojos tan grandes que me veo reflejado en ellos como en un espejo.

A partir de aquí no recuerdo nada más. Lo siento. Amanecí en un prado, desnudo y aterido.

Espero que en La Galerna puedan aprovechar algo de la entrevista.

Me hacía mucha ilusión.

 

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