Las mejores firmas madridistas del planeta

Hace pocos días que Pablo Laso accedió con amabilidad a hacer una pausa en su dedicación al Real Madrid y a conversar con La Galerna antes de un entrenamiento. Aunque nos hubiera encantado compartir sus conocimientos y experiencias en el mundo material, la evolución de la pandemia en España aconsejaba que el cara a cara fuera a través de una de las plataformas que consiguen que las personas hablemos desde el lugar que nos encontramos, sin que importe nuestra dispersión: Pablo Laso en la Ciudad de Valdebebas, Jesús Bengoechea en Cardiff y Emilio Dumas y José Luis Llorente en el domicilio de este último.  

La entrevista pronto se convirtió en una charla con anécdotas sabrosas salpicadas por risas sinceras y abiertas, que se mezclaban con lecciones de sabiduría baloncestística y de la vida. En cada una de sus respuestas, Laso desgranó su madera de líder sin pretenderlo, las razones por las que el Real Madrid de baloncesto continúa con una racha insólita en el deporte moderno y los principios de su equipo en tiempos convulsos. Una lección magistral acerca de las actitudes y comportamientos que deben regir y pervivir en un grupo de deportistas de élite. Una delicia para los que estuvimos; un lujo para los lectores de La Galerna. Muchas gracias, Pablo. 

 

-Enhorabuena por la Supercopa, Pablo. Es tu título número 20 y arroja cifras difícilmente igualables: todos los años, desde hace 9, ha habido algún título y la media ya se aproxima a los dos por temporada. ¿Qué fue lo mejor de este último trofeo: el título en sí, o el golpe encima de la mesa que supuso ante la amenaza del nuevo proyecto del Barça? 

-Es verdad que el Barça presentaba de algún modo su nuevo proyecto, nuevo entrenador, nuevas expectativas, etcétera, pero sinceramente no pensábamos en eso. Pensábamos primordialmente en la necesidad de recuperar la dinámica competitiva que habíamos perdido, y en este sentido la Supercopa fue una excelente piedra de toque para confirmarnos a nosotros mismos que podíamos volver a ganar. 

-¿Cuál fue la clave de la victoria en esa Supercopa? 

-La recuperación previa de una dinámica de trabajo normal. Hay que tener en cuenta que el 12 de marzo nos mandaron a todos para casa por la pandemia. Fue una situación difícil para el planeta entero pero también para el baloncesto: partidos a puerta cerrada, competiciones canceladas... Sin embargo, todo se había tranquilizado para cuando comenzó la pretemporada, y eso nos permitió entrenar con una normalidad de la que antes no habíamos disfrutado. Y ese mes de trabajo normal podemos decir que nos “lució”. 

Real Madrid Campeón Supercopa baloncesto 2020

-Retrocedamos en el tiempo. Creces en Vitoria pero tu padre, Pepe Laso, madrileño, jugó en el Madrid. En diciembre veníais a la capital con la ilusión de ver el Torneo de Navidad en el viejo pabellón. ¿Qué recuerdas de aquello? 

-Supongo que muchos niños se quejan cuando los mueven de un lado para otro, pero para mí era un chollo. No solo veía el Torneo sino que, al haber jugado mi padre en el club, teníamos buenas relaciones con los jugadores, tú incluido (Joe), y podíamos pasar algún rato con ellos. Los jugadores del Madrid me conocíais tan bien que a lo mejor te acuerdas de lo que me pasó ya jugando en el Baskonia. 

-Claro que me acuerdo. (Risas). Yo estaba allí...

-Yo ya jugaba en el Baskonia y vinimos a jugar un play-off a Madrid. Perderíamos los siguientes dos partidos, pero aquel primero lo ganamos gracias a una canasta mía, un triple, en el último segundo. O lo sentenció mi triple, mejor dicho, porque ya íbamos ganando. Fue un churro tremendo, contra el tablero. Y todo el banquillo blanco se levantó gritando: “¡Pero Pablito, no me jodas! ¡Vaya churro!” 

-Me acuerdo muy bien. Yo también te lo gritaba. (Risas). 

-Al final el Madrid nos eliminó, pero siempre recordaré la familiaridad con la que me chillabais que cómo os hacía eso y que menuda potra había tenido con ese tiro. Luego, claro, terminaría siendo jugador y después entrenador de la sección, pero toda mi vida he estado ligado al Madrid, incluso siendo un niño vitoriano. ¡Pero ese triple no tuve más remedio que metéroslo! (Risas). 

terminaría siendo jugador y después entrenador de la sección, pero toda mi vida he estado ligado al Madrid, incluso siendo un niño vitoriano

-Ya que hablamos del pasado de la sección, mucha gente te declara heredero de ese baloncesto espectacular que jugaba el Madrid en los 70 y 80: rapidez, contraataques fulgurantes... ¿Has buscado deliberadamente recuperar eso que los viejos consideramos un Madrid reconocible? 

-Es muy difícil disociarte de lo que has visto y admirado, y en efecto ese es el baloncesto con el que crecí. Aquel Madrid no solo ganaba sino que enamoraba. Veías la posición de base: Corbalán, Vicente Ramos, tú mismo (Joe)... Había una línea muy distintiva. Grandes bases que jugaban deprisa, dando vistosidad al equipo. Había pívots dominantes como Clifford, grandes tiradores... Había un estilo. Los estilos muchas veces pasan porque pasan los jugadores que hicieron gala de ellos y no se encuentran los relevos, otras veces cambian por la necesidad de ganar... Pero yo siempre supe que el Madrid debía recuperar una forma de jugar que es la que tradicionalmente gusta al madridista. Claro que hay cosas que no puedes replicar porque los tiempos cambian. A veces me preguntan: “¿Tú ves a Pablo Laso jugando ahora en este equipo?” Y yo digo: ¡imposible! No puedes jugar como entonces, o no tal cual, pero sí ser fiel a un estilo del cual la afición se siente generalmente orgullosa. 

Entrevista Pablo Laso La Galerna

-¿Y no es ese tu mayor éxito, aparte de los títulos? Conseguir que la gente vuelva al palacio. Que lo llene (ojalá pronto pueda volver a hacerlo). Esa ilusión. El baloncesto ha vuelto a estar de moda en Madrid. ¿Por qué engancha a la gente este equipo? ¿Qué habéis hecho para ello tus jugadores y tú? 

-Ante todo, siempre he querido que fuéramos un equipo rápido. Es una palabra muy amplia, lo sé. Pero quiero que tomemos decisiones rápidas. Tanto ofensiva como defensivamente. A lo mejor el purista del baloncesto puede pensar que una decisión rápida como jugarte un triple en un contragolpe no está bien, pero puede que ese triple esté mejor ahí que con veintitantos segundos de posesión. También he intentado tener capacidad para adaptarme. No puedes ser estático. 

Ante todo, siempre he querido que fuéramos un equipo rápido. Es una palabra muy amplia, lo sé. Pero quiero que tomemos decisiones rápidas. Tanto ofensiva como defensivamente.

-Ponnos algún ejemplo de esa adaptación a las circunstancias.

-Un buen ejemplo es Tavares. Cuando lo fichamos, la gente decía “Tavares no mezcla bien con Laso”. Y fíjate lo que está dando. Él se ha adaptado al equipo, de igual modo que el equipo se ha adaptado a él. Yo tengo mi librillo de entrenador y no renuncio a él, pero me adapto a mis jugadores, sobre todo si tengo a un gran fichaje del club como es Edy. Sucede lo mismo cuando, en lugar de ganar un gran jugador, lo pierdes. Cuando perdimos a Chacho, habría sido absurdo tratar de encontrar otro Chacho para jugar exactamente igual que con él. No puedes decir: “pues vamos a traer otro Luka Doncic”. No, porque Luka Doncic no hay más que uno. Sin cambiar mis ideas, me voy amoldando a los jugadores que tengo. 

-En el deporte moderno el éxito prolongado es cada vez más anómalo. ¿Cómo lo haces tú para que se sostenga en el tiempo? 

-Es anómalo porque los equipos están muy sujetos a los resultados, y eso a veces es muy injusto. Pero yo tengo la suerte de tener jugadores que saben lo que es estar en el Real Madrid, son conscientes de lo que eso significa. He tenido a veces conversaciones en la línea de “mira, es que estás en el Real Madrid y lo que haces no es suficiente”. Yo mismo, mirando atrás, pienso que como jugador pude tener alguna autocomplacencia, pude haber dado más, y esta autocrítica se la transmito a veces a los jugadores para que aprendan. Pero ellos son muy autoexigentes, desde el más joven al más veterano. En la cena tras la Supercopa, algunos me decían: “es que aquí entrena a tope hasta Reyes”. Pues claro. ¡Por eso es Felipe Reyes! Siempre quieren dar más. He tenido la suerte de contar con jugadores que portan ese espíritu.

Pablo Laso entrevista Joe Llorente Jesús Bengoechea 

-Has mencionado la pandemia. ¿Cómo estás viviendo esta situación tan terrible y surrealista? 

-Tenemos que vivir con esto. El otro día acabó el entrenamiento y me dijeron que el Valencia-Andorra se había cancelado porque había casos. Si juego el viernes la primera pregunta ya no es “¿cómo juego?” sino “¿juego?” Lo peor es la incertidumbre, pero hay que combatirla. Debemos intentar abstraernos de esta incertidumbre, aunque no es nada fácil. Lo de jugar sin publico me violenta. No creo que pueda ser una solución a largo plazo. El deporte necesita a la afición. Yo, saliendo del vestuario, solía preguntar: “¿Cómo vamos hoy de gente? ¿Vamos a llenar?” El público es fundamental. Espero que en algún momento estemos en situación de empezar a pensar, poco a poco, en protocolos que permitan la vuelta de gente para conquistar cierta normalidad. 

-¿Hasta qué punto pudo afectar la situación del Covid en la eliminación de la ACB en Valencia? 

-Hay algo clarísimo. El 12 de marzo estoy en el Palacio y nos mandan para casa. Ahí empieza una incertidumbre tremenda: no sabemos si se va a jugar la ACB, la Euroliga... Esta última se cancela, aunque afortunadamente la ACB hizo un gran trabajo logrando que la competición finalizara con la “burbuja” de Valencia. Pero para nosotros no era el momento. Estuvimos parados dos o tres meses. Nos costó recuperar. Las situaciones médicas hicieron que el cuerpo técnico tuviera que estar apartado en los entrenamientos. El Real Madrid como club se comportó excepcionalmente en el cumplimiento de los protocolos. Pero yo no puedo estar contento de cómo llegamos a esa fase final. No competimos como yo hubiera querido pero tampoco quisiera excusarme en la situación que se vivió. Sin embargo, es cierto que había variables que no estaba en nuestra mano controlar.

No competimos como yo hubiera querido pero tampoco quisiera excusarme en la situación que se vivió. Sin embargo, es cierto que había variables que no estaba en nuestra mano controlar.

-Ahora tendré el atrevimiento de hacerte una pregunta técnica, como si yo entendiera algo de lo que pasa en el baloncesto. (Risas). Otros entrenadores, como Obradovic, rotan menos cuando llegan los partidos decisivos, pero Laso sigue en sus trece con una política de mucha rotación, incluso en esas citas trascendentales. ¿Por qué? 

-La respuesta en sencilla y difícil a la vez. El partido aparentemente menos trascendental en el fondo es tan importante como el otro, porque a lo mejor si no ganas ese partido de diciembre no podrás jugar esa final. De modo que no veo el sentido en cambiar una dinámica de hacer las cosas a cuenta de la altura del campeonato en que te encuentres. No soy de los que dice: “esta final me la tiene que ganar este jugador”. ¿Y sí ese jugador coge gripe la noche antes? Tenemos que ser fieles a nuestra idea como equipo, no voy a variar eso de noviembre a junio. Nosotros apostamos siempre por un estilo que implica a todos los jugadores. Todos aportan, aunque a veces sea en labores menos brillantes. Eso nos da nuestra fortaleza. 

Entrevista Pablo Laso entrenador Real Madrid

-Una sobre Carroll. ¿Puede ser que no se pondere suficientemente su impacto cada vez que entra en cancha, como tal vez sí suceda en cambio con otros como Tavares, Llull o ahora Campazzo? 

-En el equipo intentamos que todos tengan su impacto. El impacto defensivo de Taylor, por ejemplo, es clave para nosotros. Jaycee tiene un tipo de impacto muy claro. Es un metepuntos. Ahora mismo, si en el vestuario planteas la situación hipotética de un partido de Final Four en la que hay que jugarse el último tiro en el último segundo, todo el mundo se la daría a Jaycee. Él se lo ha ganado. Intentamos que genere atracción en nuestro juego, pero eso no significa que tenga que meter 20 puntos para poder decir que ha jugado bien. A veces ha jugado muy bien sin haber tirado a canasta. ¿Nos “obliga” a jugar para él cuando está en la cancha? Lógicamente. Lo sacamos para que haga lo que mejor sabe haber. No lo sacamos específicamente para postear o defender, sería absurdo. Tenerle como referencia ofensiva es algo de gran impacto. Él asume esa responsabilidad, y creo que ese es el secreto de que siga con un papel muy importante en el club después de todos estos años. 

planteas la situación hipotética de un partido de Final Four en la que hay que jugarse el último tiro en el último segundo, todo el mundo se la daría a Jaycee

-Una cosa muy llamativa es la piña que aparentemente formáis todos en la sección. Desde Juan Carlos Sánchez a Alberto Herreros, pasando por Angulo con la cantera, o personas tan importantes como Chus Mateo, Paco Redondo, Trapero, Isidoro...  ¿Hasta qué punto esto es parte fundamental del éxito?

-Hoy me entrevistáis a mí. Estoy muy contento y muy orgulloso por ello. Pero somos muchos los que trabajamos muchas horas para que esto salga adelante. Yo a lo mejor soy el que tiene que tomar las decisiones finales en cuanto al juego. Pero no voy a ir al fisio a decirle cómo tiene que vendar un tobillo, por muy jefe que sea. 

-No serías el primer entrenador que lo hace. (Risas). 

-Vale. Yo no. Intento que todo el mundo tenga importancia en su trabajo. Tengo el mejor equipo de profesionales. Al equipo de entrenadores de la cantera, que manejan Angulo y Sañudo, yo les puedo dar ideas, pero ellos pueden aceptarlas o ignorarlas. No voy donde el utillero a decirle que ponga verdes las camisetas reversibles. Todo el mundo debe sentirse importante, muy especialmente los jugadores, claro. Jugamos 80 partidos al año. Nos vemos entre nosotros más de lo que vemos a nuestras familias. Es esencial que todos se sientan necesarios, pero no ya en los partidos, que por supuesto también, sino en los entrenamientos. Es fundamental que cada jugador aporte lo preciso para que cada entrenamiento salga bien. Todos debemos ser partícipes de nuestro crecimiento como equipo, desde el presidente hasta el utillero. 

Pablo Laso y cuerpo técnico Real Madrid

-Estás ya en el Olimpo de los más grandes entrenadores de la historia de la sección. Has alcanzado ya la cifra de 20 títulos. Ferrándiz logró 25. Lolo Sainz 22. ¿Qué se siente ahí arriba? 

-(Risas). Hombre, a mí compararme con Pedro Ferrándiz... Lo que consiguió Ferrándiz en la sección no tiene parangón, no sólo por todos los títulos que mencionas. Es que esos títulos no hacen más que refrendar su enorme trabajo. Y de Lolo qué decirte. Pues precisamente que fue capaz de asumir todo ese “post-ferrandismo” sin que nadie le sacara los colores, trazando un recorrido impresionante pese a lo alto que tenía el listón. Yo no puedo compararme con ellos.  

-Siendo muy meritorio lo de Lolo, es decir, seguir sin desentonar la estela de éxito de Ferrándiz, ¿no tiene al menos el mismo mérito lo tuyo, que fuiste capaz de ayudar decisivamente a revitalizar una sección que estaba en muy mala situación? 

-(Se ríe con timidez). No lo sé. Son cosas diferentes. Ahora todo se magnifica más porque hay muchos canales de información y opinión, pero imagínate cuánto se habría hablado de Lolo o de Ferrándiz si en su época hubieran existido esos canales. Y de mí, pues qué decirte... Siempre cuento que cuando llegué se decía que no llegaba a Navidad

imagínate cuánto se habría hablado de Lolo o de Ferrándiz si en su época hubieran existido esos canales. Y de mí, pues qué decirte... Siempre cuento que cuando llegué se decía que no llegaba a Navidad.

-(Risas): ¿Ya has deshecho la maleta? 

-¡Igual no llego a esta Navidad, yo qué sé! Yo ante la frase de “este entrenador no se come el turrón” siempre respondo lo mismo: “no, oiga, turrón va a comer, otra cosa es si se lo come de entrenador. Pero se lo va a comer. Siempre y cuando le guste el turrón, claro”. (Risas). No, en serio. Tengo la suerte de que mi carácter me permite vivir el momento y disfrutarlo, sin dar demasiadas vueltas a todas esas cosas. Y en cuanto a lo de Lolo y Pedro, siento muchísimo respeto por ellos. Esta época es muy diferente. No miro adelante ni atrás, solo procuro que mis jugadores den lo mejor. 

-¿Este año entrarán en las rotaciones los Tisma, Núñez, Spagnolo...? 

-Boris ya está en el primer equipo, como Matteo. Juan estuvo en la fase final de Valencia. Tristan Vukcevic está entrenando con nosotros todos los días. En una temporada tan larga, sería idiota si te dijera que no contaré con ellos. Lo que no quiero bajo ningún concepto es que pierdan el tiempo, sino que deben aprovecharlo. ¿Van a jugar? Pues seguramente sí. Tendrán su oportunidad y siempre les vamos a considerar como uno más. A Tristan le debo tratar en situación de igualdad respecto a Felipe Reyes. Tristan va a hacer mejor a Felipe y viceversa. 

 

Entrevista José Luis Llorente, Athos Dumas, Jesús Bengoechea.

La profecía del Real Madrid de baloncesto

Se han escrito ríos de carísima tinta de impresora analizando al Real Madrid de baloncesto de los últimos tiempos. Un equipo de leyenda que, a los ojos del mundo, surgió casi por sorpresa. Y eso, exactamente, es lo que vengo a desmentir con pruebas.

Yo ya sabía lo que iba a suceder. Al menos lo conocía a grandes rasgos. Y lo sabía porque acudí al afluente mismo de las profecías: Nostradamus.

Relájense. Es sólo magia. No hay nada que temer.

 

La cuarteta que me puso sobre aviso es la siguiente: la IX, 61. Lean con atención:

Profecía Nostradamus

La cuarteta es, como se ve, transparente. Nostradamus no se corta al poner nombre y apellido. La dimisión del entrenador Ettore Messina ("el hecho de Mesina") infunde ardor guerrero a los jugadores ("muchos de Malta", en referencia a la Orden militar de Malta). El equipo consigue un gran logro en Valencia, clasificándose para la Final-Four de la Euroliga ("pillaje hecho en costa marina") y, sobre todo, en esas fechas se produce la llegada a la sección de Juan Carlos Sánchez y Alberto Angulo ("nuevos impulsos y padres traen").

La precisión de Nostradamus es asombrosa, incluso cuando esboza al entrenador elegido en la centuria VIII, cuarteta 57.

Profecía Nostradamus

La capacidad para condensarlo todo en cuatro versos es magnífica. Allí tenemos al jugador que termina convertido en entrenador del Real Madrid ("de simple soldado llegará a un imperio" / "de ropa corta llegará a la larga"). Pablo Laso acepta el reto ("valiente en las armas") lo que molestará a los expertos, a los que Michel de Nostradamus equipara con sacerdotes que se mojan en la polémica ("como el agua empapa la esponja").

El vidente insiste en la reacción del mundillo del basket en esta otra cuarteta.

Profecía Nostradamus

La elección de Laso (“testa sin pelo”) será difícil. Habrá ruido y críticas (“tan gran furor y rabia hará decir”), que luego dejarán a muchos en evidencia (“que a fuego y sangre todo sexo cortará”).

Se preguntarán, ¿de verdad le gustaba a Nostradamus el baloncesto? Pues al parecer sí. Uno puede aficionarse a un deporte que ni siquiera se ha inventado; siempre y cuando vea el futuro.

Les invito a que comprueben cómo en la cuarteta III, 99 habla de "monte Lebron", en clara alusión al célebre jugador de Ohio. En clave madridista, se leen referencias a Chacho Rodríguez ("Barba de bronce" en la centuria I, cuarteta 74), a las apariciones fulgurantes de Jaycee Carroll en la cuarteta I, 84 ("El gran escondido largo tiempo bajo tinieblas, / Entibiará hierro en la presa sanguina”) o incluso a Felipe Reyes, directamente en la IX, 89.

Profecía Nostradamus

Felipe (“Philipp”), tras siete años de relativa fortuna en el Madrid, coincide con el recién llegado y consigue ayudarle para que su arranque sea más sencillo (aquí “Arabes” no tiene el sentido literal, sino que se refiere a “alavés”, de Araba, es decir, Pablo Laso). Cuando empiece el declive de Felipe (“tras su mediodía”) sorprenderá a todos como un “joven ogmión”. Aquí se luce Nostradamus, porque Ogmión es el dios galo de la elocuencia, representado por un anciano decrépito por la edad. Es un “perplejo asunto”; este viejo parece eternamente joven.

¿Y de Luka Doncic dice algo Nostradamus? Claro. Quizás nos encontremos ante el mayor fan de Doncic de la antigüedad.

Profecía Nostradamus

Está claro quién es ese emperador nacido cerca de Italia (Ljubliana está a 85 Km de la frontera italiana). Será vendido muy caro al imperio (la NBA). No sólo se alía con todos sus compañeros en la cancha, sino que hace honor al tercer verso con su contrato de 100 millones de dólares con una famosa marca de ropa deportiva. Y no falta la pulla a David Carnicero, el comentarista de baloncesto televisivo.

Pero hay más. Nostradamus llegará a ver y a describir la irrupción de la estrella eslovena con pelos y señales.

Profecía Nostradamus

No hay duda, el nuevo monarca será promocionado desde la cantera (“de abajo a arriba”) para ser tercer base ("tercer dedo del pie"). Al menos eso parecerá al principio. Porque Luka (al que se refiere como la ciudad italiana homófona: “Lucca”) corregirá rápido sus defectos y de esa forma "pisa" como un verdadero "tirano" las canchas.

Ya sabemos por pluma de Nostradamus que el momento clave fue la elección de Pablo Laso. De alguna forma, la rueda del destino estaba en marcha.

Profecía Nostradamus

El Real Madrid ("Le Royal") está obligado a tomar el cetro, siguiendo la estela de su historia. ¿Pero cuál es ese palacio que ha de empezar a saquear?

No está claro, pero apuesto por el Palau Blaugrana (obvio) o mejor, el Palau Sant Jordi, donde el lasismo se presentará al mundo ganando la Copa del Rey de 2012.

Profecía Nostradamus

Nostradamus se recrea en las metáforas. La bruma en Montserrat es la derrota del Barça. El Madrid (“grande que tiene no tiene”) ávido de títulos desafía a Navarro ("querrá Pamplona").

Y Nostradamus se pone algo faltón con el equipo culé, pero lo hace con notable sutileza al decir "De Catón se encuentran en Barcelona".  Un contemporáneo suyo, el escritor Jacques Amyot, dejó escrito que en el siglo XVI, y como burla, se llamaba "catones" a quienes se mostraban graves y severos en palabras y desordenados y viciosos en los hechos.

Profeta, poeta y cirujano del insulto.

¿Y se despreocupó ya Nostradamus? ¿No escribió sobre la Copa de Europa? Sí, sobre las finales perdidas en Londres y Milán, pero no quiero agitar ese mal recuerdo; y por supuesto escribió sobre las victorias en Madrid y Belgrado. Atención:

Profecía Nostradamus

Final de la Euroliga (“dos cautivos, el uno al otro comerá”). Con un equipo “de la ciudad”, precisamente “el de mayor extensión”; es decir, el mayor equipo jugando la final en casa. Se refiere a la Final-Four de 2015 en Madrid.

En el momento en el que todo se complica, el “ejercito” (el equipo) nadará. Traducimos “classe” del latín “classis”: ejército, flota. Si optamos por una traducción más moderna, podríamos decir que en la situación adversa "classe nagera": la clase sale a flote.

Precisamente ese será el "rayo en el arco" del primer verso. Un símbolo preciso, aunque críptico: "oro y plata fundidos". ¿A quién se refiere? A Andrés Nocioni, el MVP de aquella final. Él es la plata ("argent", argentino) y el oro (campeón olímpico en Atenas 2004). Como veis, Michel de Nostradamus no daba puntada sin hilo.

Y viajemos a 2018.

Profecía Nostradamus

Lo de las "ranas de sangre preparadas en Dalmacia" es una forma muy original de referirse a la Final-Four de Belgrado. La leche, en su blancura, es el Real Madrid, aunque también es otro guiño a Belgrado (la ciudad blanca). Nostradamus se centra en los 3 conflictos principales de aquella final. Las lesiones de la temporada en el Real Madrid ("peste"), personalizadas en Rudy y, sobre todo, en Llull, con una epéntesis sobre la etimología griega "ballein" que da nombre a las Islas Baleares (“Balennes”).

El siguiente pliegue de esa final es el grito grande en “Esclavonia” (Se refiere a Eslovenia, cuyo nombre viene del pueblo sármata y del término griego “sklabenoi”). Esta final será el canto del cisne de Doncic en el baloncesto europeo.

Y el último verso afronta la gran dificultad del encuentro. ¿Quién es el monstruo que nació “cerca y dentro de Rávena”? Cualquiera que viera aquella final sabrá que se refiere a Nicolo Melli (nacido en Reggio Emilia, a tiro de piedra de Rávena) y que fue el máximo anotador del partido con 28 puntos (“Rávena”, además, es anagrama de “Averna”: relativa al infierno).

No hay duda de que Nostradamus disfrutaba y sufría el baloncesto con la máxima intensidad. Por eso creo que su videncia era de esas en las que uno ve cada acontecimiento en tiempo real, sin que le cuenten el final antes de tiempo, que es, en mi opinión, la mejor forma de ver el futuro. Nostradamus lo vio antes que nadie, y sin suscribirse a ninguna plataforma digital.

 

Déjenme que concluya este texto revelando que el futuro próximo del Real Madrid de Laso también está escrito. Pero si lo descifrara ahora se perdería el encanto y el factor sorpresa.

Venga, les doy a ustedes un pequeño adelanto: menos mal que hay obras en el Bernabéu ahora mismo, porque vamos a tener que hacer la sala de trofeos mucho más grande.

Los dos entrenadores del Real Madrid comparten camino e identidad

Dos hombres y un destino (Butch Cassidy and the Sundance Kid en su título original) es un western cuya trama, junto con otras circunstancias, trata sobre todo de la aventura común de dos tipos. En el asunto que nos ocupa hoy, los dos tipos sobre los que les escribo son muy parecidos a la vez que diferentes. En lo físico, Zidane se caracteriza por su elegancia, por sus modos templados y por no dar una voz más alta que otra. Laso parece una cama sin hacer, vehemente y gritón; muy gritón, pero en el que se adivina una bondad fuera de lo común cuando la tormenta finaliza y el ser humano aparece.

Zinedine Zidane.

En lo profesional es donde empezamos a encontrar similitudes: ninguno de los dos está capacitado para el puesto que ostenta. Y aquí podríamos terminar este artículo, pero como la dirección de este medio me obliga a alargarme, vamos a proceder a ello. Para los más despistados, les estoy escribiendo hoy sobre Zidane y Laso, tanto monta, que aparecieron en la dirección del Real Madrid por similares y catastróficas razones. Cuando Laso se hizo cargo del Real Madrid, junio de 2011, aquello era un erial. Un erial y un caos en el que el bueno de Pablo aterrizó y nueve años después ha convertido en un vergel.

Laso, del que se dijo que no tenía carisma ni experiencia, del que se sigue diciendo que carece de conocimientos tácticos, ha impuesto en la sección de baloncesto un camino y una identidad que han encajado a la perfección con la filosofía del club. Un juego brillante, eléctrico, atractivo al espectador y alejado de aquel infame basket control de los años 90, que capitaneó el Limoges francés. Cuando Zidane se encargó del Real Madrid también se habló de su falta de experiencia para denostarlo y a día de hoy se le sigue reprochando que su equipo “no juega a nada”, que sus éxitos son fruto de la suerte, que no es más que un mero gestor de egos.

Recuerden la mítica portada de Mundo Deportivo con el titular de “Parche Zidane”. Laso y Zidane han aportado al Real Madrid 31 títulos desde que son los directores de orquesta de sus secciones, cada uno con su diferente estilo, pero con un camino y una identidad común: el espectáculo, el esfuerzo y la unión del equipo por encima de cualquier individualidad. La entrega es innegociable en este Real Madrid, y por mucho que técnicamente los jugadores sean de los mejores en sus puestos, el sacrificio es lo que acaba convirtiendo el trabajo en éxitos, o lo que en el Real Madrid es lo mismo: títulos.

Pablo Laso.

La culminación del destino de estos dos hombres se produjo en 2018 cuando, el uno en Belgrado y el otro en Kiev, hicieron campeones de Europa a la sección de baloncesto y fútbol respectivamente. Dos divinos calvos con unas mentes inescrutables que se enfrentan casi a diario a críticas vacías por parte de determinados sectores periodísticos, a mantras absurdos, a afirmaciones dañinas sobre su capacidad profesional. Dos incapaces que siguen sin hacer caso a ese ruido externo que trata de minarles mientras en sus cabezas no deja de sonar Raindrops keep falling on my head y se lanzan a lo único que en el Real Madrid importa: ganar. Y lo consiguen.

 

Fotografías Getty Images.

 

Cayó la vigésima copa en la prolífica “era Laso”. En 9 años. A más de dos trofeos de media por año. Cifras colosales que colocan el palmarés a tiro de piedra del de Lolo Sainz (22) y ya nada lejos de los 25 títulos de Pedro Ferrándiz.

Nadie podía pensar estas estadísticas de locura en 2011, cuando Pablo Laso, antiguo jugador de la casa (como su padre Pepe), aterrizaba en una sección a la que medio madridismo daba por medio enterrada.

No ha habido ni una sola temporada sin alzar trofeo desde entonces. Y la 2020-21 no será una excepción ya que la Supercopa de este año vuela a estas horas desde Tenerife con rumbo a las pobladas vitrinas del Paseo de la Castellana.

No fue fácil. Ningún triunfo lo suele ser. Tras la intensidad que puso el equipo el sábado noche ante los anfitriones, tocaba vérselas con el nuevo proyecto del Barça, liderado por Saras Jasikevicius, y con la reciente incorporación del base Calathes para formar una plantilla temible, al menos en cuando a nombres y a ceros en las fichas.

Pese a las bajas de Higgins y de Kuric, los madridistas no conseguían despegarse en el marcador, y eso que Deck cargó de personales pronto a Mirotic y le aburrió con una defensa limpia pero aguerrida, anteponiendo siempre su dinamismo e intensidad a la envergadura del ex-madridista.

Los primeros dos cuartos nos ofrecieron la mejor versión del fichaje Alberto Abalde, que acompañó a los argentinos Deck y Campazzo en el liderazgo del equipo, junto a buenos momentos de Trey Thompkins. El gallego se ha revelado como un jugador versátil, capaz de hacer de todo: rebotear, defender, penetrar, asistir y tirar y siempre sin complicarse la vida. Si la marcha de Campazzo, al banquillo, conllevó a un descenso del ritmo del equipo, la ausencia de Deck supuso el momento estelar de Nikola Mirotic, que junto al buen hacer de Calathes y de Davis, lograron que su equipo se fuese al descanso con su primera ventaja en todo el partido, 31-32.

En un terrible duelo de defensas, los de Saras llegaron a ponerse 5 arriba en el tercer cuarto. Pero los nuestros no bajaron los brazos y tras un festival de triples fallidos por ambas partes, voltearon el marcador, de nuevo con un brillante Alberto Abalde al frente, acabando 50-49 a falta del último cuarto y con todo por decidir.

El 0-7 de parcial que nos infligieron los azulgranas , en el último cuarto, pudo haber resultado decisivo ya que costaba un mundo anotar. Pero Facundo Campazzo, otra vez él, sin descansar tan solo un momento en el segundo tiempo - Laprovittola no volvió a aparecer en cancha desde los minutos jugados en el segundo cuarto y Llull parece asentarse como escolta - se echó todo el equipo a su mochila y los 6 puntos de diferencia desaparecieron del marcador por obra y gracia del argentino. Los últimos minutos fueron agónicos, con multitud de tiros libres fallados por ambas partes - Mirotic falló de nuevo en un momento crucial uno de dichos lanzamientos - hasta que llegó la hora en la que deciden los más grandes y, cómo no, volvió a emerger la figura gigantesca de Rudy Fernández que, con un par de acciones defensivas extraordinarias, de nivel NBA, contrarrestó los últimos intentos ofensivos azulgranas culminados con un robo espectacular a Ádám Hanga.

72-67 finalmente, un tanteo exiguo para un partido inusualmente intenso para la altura de (pre)temporada en la que estamos, pero que refleja que el equipo que más apretó y que más creyó en la victoria se la pudo llevar finalmente.

Enhorabuena por los 20 títulos de Pablo, que también son los 20 de Rudy, sin duda el jugador más importante del siglo - junto con Llull - de nuestro club. Las llegadas de Laso y de Rudy cambiaron la tendencia de nuestra gloriosa sección, que sigue siendo tan abrumadoramente dominadora como aquellas de los años 60 y 70 del anterior siglo. Queda trabajo por hacer y adversidades futuras que resolver, sin duda, pero este equipo ha demostrado que un espíritu ganador no se basa solo en la calidad de los jugadores sino en una gestión y un trabajo que ha ido calando durante más de una década y que ya forma parte de ese vestuario, siempre, hasta las últimas consecuencias. Con esa certeza siempre creeremos en ellos.

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