La gran clave para ganar la Octava fue el modo en que nos había preparado para esa final el haber ganado la Séptima dos años antes.
En Ámsterdam habíamos jugado contra el claro favorito y sin embargo nos las habíamos apañado para ganar. Eso nos hizo crecer enormemente en experiencia y en responsabilidad para este tipo de partidos. En la Séptima muchos aprendimos a conocer este escudo, porque era nuestro primer o segundo año y antes no podíamos decir que lo conociéramos. Es increíble cómo esa noche el gol de Pedja forjó en nosotros una competitividad extraordinaria para ese tipo de partidos. Teníamos que romper una sequía de 32 años sin ganar la competición más importante, y teníamos que hacerlo ante un equipo fortísimo como era la Juve. El conseguirlo nos hizo comprender que no teníamos límites, y el logro de la Octava viene en gran parte propiciado por ese convencimiento.
Después hay que hablar de Del Bosque. Otras victorias no están tan vinculadas al entrenador que está ahí en ese momento, pero la Octava está marcada por el modo en que preparó la final y las semifinales. Hay que tener en cuenta lo que siempre transmite y que tanto ayudó al futbolista: paz. Del Bosque transmite tranquilidad, y eso es vital para el jugador.
Hay que valorar cómo manejó la situación de Anelka, un buen chico que no terminaba de encajar en la plantilla. Vicente le dijo: “Sé lo que estás pasando. Ven conmigo, que yo te voy a ayudar. Demuestra al mundo de lo que eres capaz”. Y Nicolás hizo exactamente lo que le dijo el míster. Nada importaba ya lo anterior. Quedaban tres partidos vitales (las semifinales contra el Bayern y la final contra el Valencia). Nicolás fue decisivo en cada uno de los partidos contra los alemanes, marcando en ambos. En la final hizo un gran trabajo de equipo.
Es verdad que entre Nicolás y la plantilla había habido una relación un poco rara, pero es muy buen chico. No era muy hablador. Era introvertido. Hay que entenderle, llegó muy joven al mejor club del mundo y cualquiera se sentiría sobrepasado por las circunstancias. Estaba un poco en su mundo. Pero una vez que ves que el míster ha puesto su sombre en la pizarra, Nicolás es tu compañero, tu amigo. Un abrazo, suerte y para adelante. Sabíamos exactamente de lo que era capaz.
No fue la única decisión valiente de Del Bosque. Además, situó a Helguera, Karanka e Iván Campo como centrales, dejándonos a Míchel Salgado y a mí como carrileros. Fue un auténtico hallazgo y otra de las claves de la victoria.
Todos aportamos, por supuesto, pero hay que resaltar la gran importancia de Vicente del Bosque en la Octava.
Así viví la Primera: Paco Gento
Así viví la Segunda: Andrés Amorós
Así viví la Tercera: José Emilio Santamaría
Así viví la Cuarta: José Emilio Santamaría
Así viví la Quinta: Luis Miguel Beneyto
Así viví la Sexta: “Pirri”
Así viví la Sexta: José Araquistain
Así viví la Séptima: Pedja Mijatovic
Así viví la Octava: Steve McManaman
Así viví la Novena: Roberto Carlos
Así viví la Novena: Luís Alberto de Cuenca
Así viví la Décima: Juanma Rodríguez
Así viví la Décima: Vicente Ruiz
Así viví la Undécima: Álvaro Arbeloa
Así viví la Duodécima: Antonio Esteva
Así viví la Decimotercera: Jesús Bengoechea
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Q interesante
Admirado Roberto Carlos: para lo que te gusta hablar, qué poco has escrito.
Un tipo genial, siempre con la sonrisa en la cara y con una simpatía fuera de lo común. Pero es que lo que mejor hacía era jugar. ¡Dios, cómo jugaba Roberto Carlos!
Vaya trío de laterales izquierdos hemos tenido con Camacho, Roberto Carlos y Marcelo. Tela marinera