Ya llevábamos tres. Eso hacía que todos lo rivales aspiraran a derribar al campeón como una ambición irrenunciable. El Stade Reims (que ya había sido rival en la Primera, antes de que les “quitáramos” a Kopa) se presentaba como un adversario de entidad. Todos querían ganar al ogro, siendo el ogro nosotros.
Pero volvimos a conjurarnos en torno al espíritu ganador de un equipo que además había contagiado en esa pasión ganadora a la directiva y la masa social. Cada uno velaba por su misión, si bien todos tenían siempre presente que debían ayudar al compañero en el cumplimiento de la suya.
El partido fue difícil pero nos impusimos con dos goles de Mateos y Di Stéfano. Logramos mantener la puerta a cero, lo cual me complació mucho. Nuestro objetivo siempre, en la defensa, era lograr que no nos generaran más de diez llegadas, a ser posible con poco peligro. Aunque Domínguez tuvo que intervenir en un par de ocasiones, con sendas buenas manos, logramos cumplir ese cometido.
La anécdota más comentada del partido fue el penalti de Mateos. Acababa contrato y se estaba jugando su continuidad. A pesar de que ya había marcado el primer gol en una jugada espléndida, cuando el árbitro pitó penalti pidió ejecutarlo. Alfredo era el lanzador habitual pero, consciente de las circunstancias, dejó que fuese Mateos quien tirara, con la mala fortuna que el arquero francés adivinó la trayectoria y atajó la pelota. Creo que fueron los nervios, pues estaba en entredicho su continuidad.
Mateos quedó destrozado. Todos tratábamos de animarlo porque lloraba como un niño. Al final, tras la victoria, con todo, se alegró vivamente.
Otra anécdota fue la lesión del propio Kopa. Era un partido muy especial para él por jugar contra su ex-equipo. Era un futbolista extraordinario y un caballero. Jugó gran parte del partido lesionado, dado que no por entonces aún no se podían hacer cambios. El entrenador, Carniglia, nos indicó que cargáramos el juego hacia el otro lado, aunque aun así Kopa tuvo que intervenir con lesión y todo.
Claro que pensábamos en ir a por la Quinta en cuánto ganamos la Cuarta. Pero éramos muy conscientes de que el camino era muy difícil aunque nuestro exitoso recorrido en los años previos lo hiciera parecer fácil. Primero había que ganar la Liga local y después superar cinco eliminatorias antes de la Final. Pero por supuesto que no sólo llegaríamos a disputar una quinta Final consecutiva y a ganarla, sino que aquel partido en Glasgow, el de la Quinta, aquel 7-3, fue algo realmente especial. Todas las Copas de Europa fueron especiales, pero ninguna tuvo la euforia de la Quinta, que yo también tendría la suerte de vivir un año más tarde.
Así viví la Primera: Paco Gento
Así viví la Segunda: Andrés Amorós
Así viví la Tercera: José Emilio Santamaría
Así viví la Cuarta: José Emilio Santamaría
Así viví la Quinta: Luis Miguel Beneyto
Así viví la Sexta: “Pirri”
Así viví la Sexta: José Araquistain
Así viví la Séptima: Pedja Mijatovic
Así viví la Octava: Steve McManaman
Así viví la Novena: Roberto Carlos
Así viví la Novena: Luís Alberto de Cuenca
Así viví la Décima: Juanma Rodríguez
Así viví la Décima: Vicente Ruiz
Así viví la Undécima: Álvaro Arbeloa
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos
Os descubrí hace muy poco, pero jamás soñé leer una página tan maravillosa como ésta. Un abrazo y HALA MADRID.
¿Ganar 4 seguidas copas seguidas y con un jugador lesionado? Imposible. No lo conseguireis nunca. Nadie podría.
Permítame que me ría. Jaja. ¿Y por que no cinco seguidas? Usted sueña. Sólo un equipo de leyenda podría hacer algo así.
Anónimo culé. 1959.