Habíamos hecho un mal año en la Liga. Las causas fueron varias pero una de ellas fue que tuvimos que irnos a Brasil en enero para jugar el Mundial de clubes, y este hecho supuso un incordio en medio de nuestra campaña. A la vuelta de Brasil teníamos cuatro o cinco encuentros menos que el resto y no teníamos más remedio que disputar un montón de partidos en breve espacio de tiempo para recuperar el tiempo perdido, con la presión añadida de que nos habíamos quedado en la parte baja de la tabla.
En liga no estuvimos bien, pero cuando retomamos la Champions, en torno a febrero, recuperamos el buen tono. Vicente (Del Bosque) nos hizo formar con una defensa de cinco, con tres centrales y dos carrileros, y la cosa funcionó. Tuvimos aquel partido histórico en Manchester usando ese sistema, así como otra eliminatoria memorable contra el Bayern de Múnich.
El giro táctico de Vicente (con otros miembros de su staff, como Toni Grande o Javi Miñano) fue absolutamente crucial para la consecución de la Octava. Es un técnico que conoce muy bien a sus jugadores. Gracias a esta nueva estrategia, y a que hablaba continuamente con nosotros, consiguió que recuperáramos la autoestima y la confianza, y que diéramos lo mejor de nosotros mismos.
Por otro lado, también gestionó brillantemente el asunto Anelka. Nicolás había tenido una mala campaña, con problemas de disciplina y quejas a la prensa que habían terminado por conducirle a ser apartado del equipo. Cuando acabó su sanción, sin embargo, Vicente habló con él y le hizo entrar en la dinámica. Lo hizo muy bien, sabedor de que el francés tenía una enorme calidad, como demostraría precisamente en aquella semifinal ante el Bayern. Vicente obró con mucha sabiduría. Anelka marcó dos goles en aquella eliminatoria, uno en casa y otro fuera, goles que serían decisivos. El alinear a Anelka obligó a llevar a cabo más cambios tácticos: Raúl se vino al medio campo conmigo y con Fernando Redondo. Todo valió la pena. El Bayern nos había ganado con mucha holgura en la fase de grupos, pero en las semifinales nos las apañamos para dejarlos en la cuneta.
En la Final jugamos de un modo muy sólido. La cosa estuvo igualada en el primer tiempo, con pocas ocasiones para ambos equipos, aunque Morientes se las arregló para marcar con un gran cabezazo, lo que nos condujo a llegar al descanso con ventaja.
El segundo tiempo siguió estando nivelado en cuanto a juego, pero nos sentimos muy muy cómodos, casi sin sentir la presión derivada de la importancia del momento. Fue muy diferente a la otra Final que disputaría con el Madrid dos años más tarde, ante el Bayer Leverkusen, la Novena: ahí sí que hubo presión. Pero no en la Octava ante el Valencia. Estábamos convencidos de nuestras fuerzas.
Cuando marqué el segundo gol con aquella volea, la tranquilidad se acrecentó. Con una renta de dos goles, podíamos tomarlo aún con mayor tranquilidad. Nunca tuvimos dudas de que ganaríamos. Fue una Final extraordinariamente cómoda, lo que es raro en una cita de esta magnitud, donde los nervios están a flor de piel.
Mi gol fue importante, aunque por supuesto marcar un gol no sirve absolutamente de nada si no ganas el partido. Había logrado goles importantes con el Liverpool, pero no hay nada como marcar en una Final de Champions. Era mi primer año en el Madrid y mi madre había fallecido tan sólo diez meses antes. El hecho de marcar, pero sobre todo el hecho de levantar la Copa, estando como estaba mi padre en el estadio, fue algo increíblemente emotivo para mí. Es un momento que vivirá conmigo para siempre. Por razones futbolísticas, claro, pero también por estas.
La fiesta en Madrid fue extraordinaria, tanto en Cibeles como al día siguiente en los actos oficiales en la Catedral y el Ayuntamiento. Por otro lado, yo no pude relajarme y disfrutarlo mucho porque la Euro 2000 se venía encima y estaba convocado con Inglaterra, de manera que tuve que dejar Madrid enseguida para unirme a mis compañeros en el equipo nacional. ¡Las celebraciones me duraron demasiado poco!
Así viví la Primera: Paco Gento
Así viví la Segunda: Andrés Amorós
Así viví la Tercera: José Emilio Santamaría
Así viví la Cuarta: José Emilio Santamaría
Así viví la Quinta: Luis Miguel Beneyto
Así viví la Sexta: “Pirri”
Así viví la Sexta: José Araquistain
Así viví la Séptima: Pedja Mijatovic
Así viví la Octava: Steve McManaman
Así viví la Novena: Roberto Carlos
Así viví la Novena: Luís Alberto de Cuenca
Así viví la Décima: Juanma Rodríguez
Así viví la Décima: Vicente Ruiz
Así viví la Undécima: Álvaro Arbeloa
Así viví la Duodécima: Antonio Esteva
Así viví la Decimotercera: Jesús Bengoechea
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Grandioso recuerdo de aquel partido. El favorito , según muchos, era el València. Recuerdo que junto a un amigo perico fuimos a ver la final en una peña barcelonista , aunque en la práctica resultaba ser más un bareto que una peña ... El caso es que allí vimos la final. Recuerdo especialmente mi celebración, que quedó grabada para los presentes, mayoría culer, la del tercer y definitivo gol marcado por Raul; la sentencia . Cuando me dí cuenta estaba de rodillas resbalando por el suelo, con los brazos en alto, festejando el gol. Ya , luego, todo fue felicidad, placer y éxtasis. Me acuerdo que fuimos a un garito, regentado por unos hermanos madridistas , donde me recibió , con una enorme sonrisa y un abrazo, uno de ellos ataviado con la camiseta “taronga” del equipo ché. El personal pedía “agua de Valencia”...Al día siguiente no fui a currar, jesjes.
...”taronja”.
Yo vi la final dando la cena a mi hijo Álvaro de 14 meses. Lleve la trona al salón, delante del televisor y empecé a darle la papilla. Tuve que ser comedido en la celebración de los goles para no asustar al niño. Yo creo que en ese momento empezó a entrarle el madridismo en el cuerpo, aunque él no lo notara aún. Ahora es más madridista que yo.
Fijaos si era tan favorito el Valencia que fui a El Corte Inglés a comprarme la camiseta específica de la final y "apenas" costaba 3.000 pesetas. Al día siguiente costaba 9.000.
Creo que en estas ediciones de UCL, había dos liguillas y no una. Donde el Bayern nos había pintado la cara fue en esa segunda liguilla, que daba acceso a semifinales. Pasamos segundos de grupo y nadie daba un duro por nosotros ante ManU. El resto es historia.
El recuerdo del partido: Considero que fue menos reñido de lo que Macca nos comenta. Al Valencia se le notó poco experimentado para este tipo de finales (le pasó nuevamente al año siguiente)
Lo mejor fue la carrera de Raúl en el tercerGol. Mi compadre Richard y yo nos pre-abrazamos durante la jugada, y cuando todo terminó, cerramos el abrazo. Estabamos en la Cervecería el Diario, en Huertas. Todavía nos tomamos cerves allí.
Abrazos madridistas.
De todas las finales que he vivido (la 7ª en adelante, ya que la perdida con el Liverpool era muy niño y apenas tengo memoria), es la que menos nervioso he estado.
PD: Grande Macca
nunca se me olvidara esa noche en paris fue grandiosa lo que mas recuerdo de ella el partidazo de don fernando redondo que se las trajo tiesas con mendieta ir a ver una final es la leche pero traertela y de esa manera con ese partidazo nunca la olvidare gracias real por tantos momentos como ese son tantos recuerdos y tan buenos que por eso te queremos tanto hala madrid
Decir que una final de la Copa de Europa fue "cómoda" parece mucho decir, pero esa es la sensación que nos queda a muchos. Gran alegría, aunque no la explosión de Amsterdaam.
Gran jugador McManaman. Extraodinaria operación su venida a Madrid. Dejó un gran recuerdo.
Grande Macca, un jugador que si bien nunca fue indiscutible siempre puso su granito de arena y se las arregló para aparecer en todos los "highlights" de aquellos maravillosos años en los que muchos transitábamos por la dulce inconsciencia de la juventud.
La final es la única de las siete que he visto que se ganó cómodamente. Sí, contra la Juve también fue una goleada impresionante, pero en el primer tiempo no lo teníamos nada claro. Aquí el rival nunca dio la sensación de poder ganar el partido. Si hasta un protagonista del mismo como McManaman reconoce que ganaron, parafraseando a D. Benitop Floro "Con El Pito", es que no hubo mucha oposición.
Aquí aprendí también a no fiarme de los "ejpertos" en fútbol, que consideraban favorito al Valencia. Nada más lejos.