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Carlos Espinosa de los Monteros: “Florentino conjuga éxito deportivo y económico”

Carlos Espinosa de los Monteros: “Florentino conjuga éxito deportivo y económico”

Escrito por: Jesús Bengoechea15 diciembre, 2022
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Cuando alguien acuñó el concepto “peso específico”, seguramente estaba pensando en nuestro invitado de hoy. Empresario de dilatada experiencia en la empresa pública y privada (desde Iberia al INI, pasando por Mercedes-Benz o el Círculo de Empresarios), pertenece a esa élite de curriculum abrumador que con tanta frecuencia suele asociarse al Real Madrid. Se revela desde el primer momento como eso que nuestras madres llamarían “un caballero de los que ya no hay”, lo que para el entrevistador se traduce en una mezcla de distancia solo aparente y gran amabilidad. Impone algo, seduce más.

Muchos le recordarán por su cargo como Alto Comisionado para la Marca España durante el gobierno de Rajoy. De la marca España, pero sobre todo de la marca Real Madrid, charlamos a continuación.

Carlos Espinosa de los Monteros

Ha dado usted muchas entrevistas para hablar en su momento de la Marca España, o de su tremendo currículum empresarial, pero ¿es esta la primera entrevista que concede para hablar de su madridismo?

Sí.

Antonio Escohotado decía que el Real Madrid es la mejor empresa de España. ¿Está usted de acuerdo?

Hace unos años habría dicho que de forma indiscutible. Ahora está también Inditex como aspirante. Lo que sucede es que, así como no todo el mundo fuera de nuestras fronteras sabe que Inditex (o la marca Zara) es española, en el caso del Real Madrid sí que se sabe.

¿Hace el Real Madrid suficiente gala de españolidad, sea lo que sea “suficiente”?

Sí. Sin duda. Yo fui Presidente de otra empresa que también era emblema de españolidad, como Iberia, quizá la compañía más distintiva de nuestro país fuera de nuestras fronteras. Esto era así sobre todo en Hispanoamérica, pero más allá del ámbito hispanohablante, en Asía o África, la máxima representatividad de España la tenía y la tiene el Real Madrid. Tengo muchos recuerdos que refrendan esto. Por ejemplo, puedo retrotraerme a un pequeño pueblo de Marruecos y a un grupo de niños con sus camisetas del Madrid, recuerdo que se sabían la alineación de memoria: “Buyo, Chendo, etcétera”. Me impresionó mucho.

Bueno, me habla usted de los ochenta. Si vamos ahora al mismo pueblo y preguntamos, seguro que se saben la alineación actual mejor aún.

Claro, porque con la televisión la cosa se ha extendido. Y no hay que perder de vista tampoco el impresionante trabajo de la Fundación Real Madrid, que ha universalizado todavía más el nombre del equipo. He tenido el placer de visitar algunas de las academias de la Fundación en países como México o Guatemala, y su labor es muy encomiable. Son niños desfavorecidos a los que se ofrece la posibilidad de jugar con la camiseta del Madrid, pero a cambio tienen que perseverar en un buen rendimiento en sus estudios. La labor no es, pues, solo de divulgación de la marca Real Madrid, sino de potenciación del potencial académico y humano de los niños.

Hace algún tiempo entrevisté a Emilio Butragueño para hablar de la Fundación y nos contó historias conmovedoras, como la de aquella niña que se le acercó en México para darle las gracias “porque gracias a ustedes no he caído en la prostitución”.

Es impresionante y hay miles de historias así, no es cuestión solo de unos pocos casos. Y todo esto no se sabe. Me asombra que no se publicite más, por ejemplo, por parte de los diplomáticos que están en todos esos países. Cuando yo era Alto Comisionado de la Marca España, sacaba esos ejemplos a relucir cada dos por tres. La aportación socioeconómica del Real Madrid en países en vías de desarrollo es muy importante.

Para cuando se canse Florentino, un muy buen sucesor sería Rafa Nadal. Tiene un prestigio internacional acorde con el del club

Siguiendo con lo institucional, pero más en la esfera deportiva, ¿cómo valora el modo en que el Madrid no solo compite, sino que gana, en un contexto de petroclubes que invierten en jugadores sin ningún freno?

Ese es el contexto, sí, al que parece que se unirá el Liverpool, que está a la venta, y el dinero al que aspiran los dueños americanos actuales solo puede salir de un petroestado. Es un contexto que va contra las leyes de la competencia. Los grandes clubes tradicionales tienen dinero gracias a su buena gestión. El que de repente haya quien no necesite gestionar bien para tener dinero representa una perturbación brutal, porque para ellos la cuenta de resultados no importa. La UEFA además no ha impuesto normas claras de fair play financiero.

¿Es la Superliga la salida a esta situación?

Es una idea buena que fue mal presentada. Admiro mucho a Florentino pero es así. Debería haberse hecho una presentación multitudinaria, con todos los clubes implicados y la presencia de grandes medios audiovisuales. Pero la Superliga tiene sentido y acabará saliendo.

¿Lo tiene claro?

Sí. Se ve en la Euroliga de baloncesto. ¿Hay alguien que querría volver a las competiciones tradicionales?

Sin embargo, hay una muy fuerte resistencia a la Superliga. Ceferin, Tebas…

A todos esos hay que cogerlos con pinzas. Como Blatter, que hace poco decía que la elección de Catar había sido un error porque era un país demasiado pequeño para organizar un Mundial. Sí, sí, un país demasiado pequeño pero que le forró a él y a Platini de qué manera.

Nos parece bien que reconozca el error pero que devuelva el dinero, ¿no?

Exactamente.

Carlos Espinosa de los Monteros

Volviendo al Madrid, ¿es odiado por ser envidiado o hay alguna otra clave?

Es eso. El Real Madrid es una institución que está por encima de todas las demás. La Premier se ha proyectado al exterior con mucha anticipación con respecto a otras ligas, estás en Hong Kong y en cualquier bar están poniendo el Chelsea contra el Blackburn, cosa que no pasa con la Liga española. Pero, si uno mira a la historia deportiva, económica y social, no hay ningún club comparable al Real Madrid. Sin el apoyo tradicional de más patrocinios que los derivados de ropa deportiva y poco más (hasta Gómez Pintado, que en paz descanse, puso su concesionario en las camisetas), se aupó a lo más alto del éxito financiero y deportivo. Esto genera envidias, indudablemente.

¿Y de cuándo viene su madridismo?

De los quince años o así. Antes fui del Barça.

Tremenda confesión.

Sí. Es que mis padres se postularon para acoger niños húngaros. Con la revolución, muchos niños magiares quedaron sometidos a la caridad de otros países. En España se hizo una lista de enganche y mis padres se apuntaron. Nos prepararon para la llegada del “hermano” húngaro. Así llegaron a mis manos folletos ilustrativos sobre el país, y así me hice también seguidor de Kubala, que en seguida llegaría a España. La paradoja es que luego ni siquiera nos dieron el niño…

Pero usted tampoco veía jugar a Kubala. No había televisión en directo por entonces.

Ya, pero estaba la radio.

Florentino ha sabido conjugar éxito deportivo y económico, una difícil combinación. Y lo ha hecho consagrando una máxima: ningún jugador está por encima del club

Mejor aún entonces. Se imaginaba jugar a Kubala.

Claro, era un mundo de imaginación. Matías Prats y Enrique Mariñas nos hacían soñar. “La posición teórica de medio centro y tal…”. Había una colección de cromos también. Yo, más que del Barça, era de Kubala. Pero luego empecé a ir al fútbol de verdad, presencialmente, en Chamartín, y se me pasó.

Como para no pasársele. Di Stéfano, Gento, Puskas…

Gento era un fenómeno. Y a Di Stéfano no encuentro palabras para calificarlo.

¿Era el mejor?

Con todos los reparos que supone comparar épocas tan distintas, te diría que sin duda. Yo le he visto coger el balón en el área propia, apoyarse en Marquitos y acabar metiendo gol en la otra después de dejar a cuatro atrás y tras pared con Joseíto o el que fuera. Él decía: “Les mando el balón redondo y me lo devuelven cuadrado”. Era de pocas palabras pero ingenioso.

¿Era entonces mejor que, por ejemplo, Messi?

Di Stéfano hacía jugar al equipo. Messi, o en general estos cracks más recientes, necesitan que el equipo juegue para ellos. He visto jugadores extraordinarios. Puskas lo era, aun con su barriguita. Pero Di Stéfano ha sido el más completo.

¿Aquel Madrid era franquista?

No. Todos los equipos de España le pusieron alguna medalla o distinción al caudillo. Hay una excepción: el Barça, que le puso tres. (Risas). El Madrid nunca le condecoró. Y la relación de Bernabéu con Franco era tirante. Era una relación de no sumisión. Los vencedores de la guerra estaban en el Atlético Aviación, aunque sólo mantuviera ese nombre durante dos años. Barroso, el presidente, era el hermano del Ministro del Ejército. Todo se degenera. Luego llega Gil.

Carlos Espinosa de los Monteros

Seguro que usted trató a Gil.

Más de lo que hubiera querido. Era un buen cliente de Mercedes, empresa que presidí en España. Siempre quería cambiar el coche por la vía de que se lo regaláramos. “A ver si me entiendes” (Imita a Gil bastante convincentemente). “Que quiero un 500 pero a buen precio, a ver si me entiendes. Que voy a hacer mucha propaganda vuestra en Marbella”. Y sí, le entendía perfectamente. (Risas). Un día estaba yo en San Pedro de Alcántara y vi bastante lío en la calle. Era un mitin de Gil, que se presentaba por primera vez a las municipales marbellíes. Estaba subido a un escenario y debajo estaba el Mercedes. “Que yo no vengo a robar aquí”, decía. “Que yo ya tengo el Mercedes”.

¿Y era el Mercedes que al final ustedes le habían regalado, o lo pagó religiosamente?

Religiosamente no. Malamente. Pero lo pagó. Era un personaje.

A Mendoza seguro que también lo trató.

Mucho. Soy técnico comercial del estado y trabajaba en el Ministerio de Comercio. Mendoza venía mucho por ahí a plantear operaciones que al principio eran de petróleo. Necesitaba licencias para importar petróleo de Rusia.

¿Era agente de la KGB, como se decía?

Es posible. Era próximo al Partido Comunista ruso y tuvo en sus oficinas a los hijos de los líderes del PCE, como el hijo de Carrillo. Para tener más licencias del petróleo, empezó a favorecer exportaciones españolas, entrando en el sector vinícola, en el aceite de oliva… Así que venía todos los meses por el ministerio. Era un fantasmón. “Vamos a tomar una copa, que pago yo.” No pagaba ni pa’atrás. “Vamos a pedir un poco de jamón”. Luego alegaba tener mucha prisa y dejaba la cuenta pendiente. (Risas). Iba siempre a cortarse el pelo a Parra, en la calle Juan Ramón Jiménez. Coincidíamos allí también. El peluquero le decía: “Deme la chaqueta que se la cuelgo, Don Ramón”. “No hace falta”, decía él. “Sí, hombre, sí”. Luego me enteraba de que, en la maniobra de colgarle la chaqueta, el peluquero le sacaba cien pesetas del bolsillo de la misma, porque sabía que si no lo hacía no cobraba.

¿Florentino ha sido el mejor presidente de Bernabéu para acá?

Sin duda ninguna, porque ha combinado el éxito deportivo y el empresarial. Lograr ambas cosas a la vez es muy difícil, y Florentino lo ha conseguido en condiciones complicadas, en medio de cosas que se pueden llevar una sociedad por delante, como una pandemia. Y, dentro de lo que cabe en ese mundo, lo ha hecho todo con bastante modestia y sin prepotencia. Ha mantenido siempre el principio de que el club está por encima de los jugadores, y ahí están los ejemplos de Hierro, Raúl, Casillas, Ramos o Cristiano para atestiguarlo. Lo fácil es ceder a los caprichos de los cracks, como ha hecho el Barcelona con los resultados ya conocidos. Ha aguantado esos pulsos, que en algunos casos estaban sostenidos por un apoyo mediático enorme, sobre todo en el caso de los españoles. “El Madrid tiene que demostrar su señorío”. No, el Madrid tiene que comportarse como una sociedad responsable.

De la importancia de una victoria en Champions a una en Liga, la proporción es de 6 a 1

El equipo parecía que se iba a venir abajo con la salida de Cristiano, pero llegaron entre otras cosas dos ligas y la Catorce. ¿Cómo vivió la temporada pasada?

Lo pasé muy bien. Soy hombre de Champions. De la importancia de una victoria en Champions a una en Liga, la relación es de 6 a 1. Si la perspectiva de uno no es localista sino internacional, esto es incuestionable. El palmarés en Champions es lo que define la categoría de un club. Así que imagínate cómo lo pasé. Como soy muy optimista, siempre creía que pasábamos. Vi el partido del City al lado de Carlos Sainz, que en el minuto 87 me dice “yo me voy, no aguanto esto”. Y yo: “Que no, hombre, quédate, que quedan cuatro minutos y ahí el Madrid se viene arriba”. Pues se marchó. Pero volvió corriendo, claro, porque justo en ese momento marcó Rodrygo. Y al final estaba encantadísimo, por supuesto.

¿Es usted de los que van a las Finales de la Champions?

He ido a las ultimas ocho con la excepción de Kiev, ahí no pude por un tema familiar. Mi recuerdo de la Décima es inolvidable. Estábamos detrás de los banquillos, y no sé si esto ha sido contado, pero yo vi claramente cómo, justo cuando Modric iba a tirar el célebre córner, los jugadores del banquillo rojiblanco abrían unas bolsas enormes y empezaban a extraer unas sudaderas que decían “Campeones de la Champions League 2014”, y a pasárselas unos a otros.

Qué me dice.

Así fue. Dando por hecho que ganaban. Yo estaba tras el banquillo y lo vi. Y claro, en ese momento se lanza el córner y llega el remate de Ramos.

¿Prefiere la Décima a la Séptima?

(Se lo piensa). No. Creo que la Séptima es todavía más especial. Además es la primera a la que fui. Bueno, miento. La primera fue en el Bernabéu, contra la Fiorentina.

¿Estuvo usted allí?

Sí, señor. Con diez años. 2-0, Di Stéfano de penalti y Gento. Para entonces ya me había convertido al madridismo. Mi barcelonismo anterior era por Kubala, como he explicado. Por cierto, luego le vería jugar en el Bernabéu. Recuerdo que entró en el campo dando toques a uno de esos balones de cuero de la época. Empeine. Hombro. Cabeza. Hombro. Rodilla. No se me olvidará.

Carlos Espinosa de los Monteros

Me consta que usted jugó al fútbol, no sé si empezó por aquella época.

Llegué a ser subcampeón universitario de España. Jugaba en el equipo de la Facultad de Derecho. Julio Iglesias venía por ahí.

¿Jugó usted con Julio Iglesias?

Bueno, él pasaba por allí. Julio jugó menos de lo que cuenta. Era un portero un poco palomitero. Su ídolo era un gallego de la época que se llamaba Pazos. Julio llevaba siempre unos jerséis de colores chillones.

¿Era un buen guardameta?

Digamos que salió ganando la música. (Risas). La final del torneo la jugamos contra la universidad de Zaragoza, que tenía a unos tíos buenísimos, ni más ni menos que los hermanos Lapetra. Después jugué en el Valdepeñas. Jugaba con el número 4. Era una especie de Pirri. Íbamos por esos campos de tierra de España en los que no te podías acercar a la banda porque unos señores del público te hacían zancadillas con sus cachavas y ni se notaba, “sigan, sigan”. Algunas veces teníamos que salir corriendo.

“El Madrid tiene que demostrar su señorío”. No, el Madrid tiene que comportarse como una sociedad responsable

Volviendo al club en su apartado más institucional: ¿hasta cuándo podrá el Madrid seguir siendo de sus socios?

Florentino —por cierto, hace bien poco estuve con él, después ya de la última intervención médica, y está estupendo— no tiene la menor intención de cambiar eso. Es cierto que algún día, lógicamente, eso tendrá que finalizar, porque es una anomalía. Pero Florentino no está en ese proceso, y diría que le quedan unos cuantos años en el puesto. Algún día se cansará, eso sí.

Y cuando lo deje, ¿qué?

A mí me gustaría que su sucesor fuera Rafa Nadal, y lo digo por supuesto sin la menor presión para Florentino. Porque Florentino debe quedarse todo el tiempo que quiera. Es solo por si decide dejarlo. Partiendo de que lo ideal es que siga, hay que estar preparados para el post, porque algún día se cansará. Nadal se identifica perfectamente con los valores del Madrid, y tiene una proyección internacional a la altura del club.

Y a usted, ¿nunca le tentó presentarse?

(Taxativo). No. Y eso que estuve en la construcción de la candidatura de Florentino cuando nos enfrentamos a Sanz, que dejó un legado estupendo en lo deportivo pero deficiente en otros aspectos. Pero finalmente no entré en la junta directiva. Vi que eso no era para mí. Pero sigo manteniendo una estupenda relación con Florentino.

Penúltima pregunta, que es más una curiosidad. Hace algún tiempo entrevisté a Íñigo Errejón, que es muy madridista. Le pregunté si abrazaría a su hijo (Iván Espinosa de los Monteros, VOX), muy madridista también, caso de estar juntos viendo un partido importante del Madrid y marcar Vinicius.

¿Y qué contestó?

Que, para evitar el riesgo de ese abrazo espontáneo, nunca vería un partido al lado de su hijo.

(Sonríe). Yo creo que mi hijo Iván abrazaría a Errejón en esas circunstancias.

Quizá algún día se lo podremos preguntar al propio Iván. Por último. ¿El Madrid puede seguir siendo grande en la actual coyuntura?

Sin duda. Tiene la arquitectura institucional. Tiene la valía de las personas. Y, sobre todo, tiene lo más importante: el espíritu.

 

 

Entrevista: Jesús Bengoechea

Fotos: Pablo Estellés

Fundador y editor de La Galerna (@lagalerna_). Autor de Alada y Riente (Ed. Armaenia), La Forja de la Gloria (con Antonio Escohotado, Ed. Espasa) y Madridismo y Sintaxis (Ed. Roca). @jesusbengoechea

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Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
¡VAMOS REAL!

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