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Elton John en el nuevo Bernabéu

Elton John en el nuevo Bernabéu

Escrito por: Jesús Bengoechea17 agosto, 2021
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El Real Madrid anunció que Alejandro Sanz inauguraría el nuevo estadio Santiago Bernabéu. Se trata de un músico de gran trayectoria y reconocimiento internacional, pero, por lo que sea, la elección del club no fue acogida con demasiado alborozo en la redacción de La Galerna.

Varios colaboradores se sublevaron e intentaron convencer a Florentino para que otro artista o grupo fuese el encargado de estrenar musicalmente el nuevo templo blanco. Ante el fracaso de dichas tentativas, iniciamos esta sección en la que cada articulista rebelde propondrá su opción musical para inaugurar el nuevo Bernabéu. Al finalizar, podréis votar por vuestro artista favorito para que sea propuesto formalmente al club.

 

Quien un día fue el jefe de mi mujer es uno de los hombres de negocio más importantes del Reino Unido, y los grandes hombres de negocio tienen por costumbre celebrar por todo lo alto las grandes ocasiones. Era el 35 aniversario de su boda y la pareja había decidido fletar un avión con más de cien amigos para festejar bajo una hermosa carpa junto a un castillo en el valle del Loire. Era una noche estrellada y cálida de junio, el castillo contiguo (sabiamente iluminado) brindaba solemnidad al evento, y corrían el buen vino y el mejor paté. Presidiendo la escena había un escenario con un piano. Nadie podía sospecharlo. Era inimaginable.

Elton John

En un momento dado, y desde dicho escenario, el anfitrión tomó la palabra y agradeció a los presentes el desplazamiento y el afecto, anunciando una sorpresa. Llevaban, dijo, meses pensando qué podían hacer para lograr que ninguno de los invitados olvidara jamás aquella noche. Cuando pronunció el nombre en cuestión, poca gente reaccionó de inmediato. Piensas en una broma, en un imitador, y ni siquiera la irrupción de un sujeto bajito y rechoncho, embutido en lentejuelas con unas gafas imposibles, que enseguida se sienta al piano para ensayar los inconfundibles primeros acordes de Bennie and the jets te hace esbozar más allá de una mueca de cachondeo, que poco a poco pasa a ser de confusión y después de incredulidad. Los imitadores, al fin y al cabo y por definición, simulan muy bien ser quienes imitan. De manera que tienes que llevar a cabo dos tareas a la vez, y no están hechas la una para la otra: levantarte y correr hacia el escenario para hacerte con el mejor sitio y decidir si esto está ocurriendo de verdad.

Cuando pronunció el nombre en cuestión, poca gente reaccionó de inmediato. Piensas en una broma, en un imitador, y ni siquiera la irrupción de un sujeto bajito y rechoncho, embutido en lentejuelas con unas gafas imposibles, que enseguida se sienta al piano para ensayar los inconfundibles primeros acordes de Bennie and the jets te hace esbozar más allá de una mueca de cachondeo, que poco a poco pasa a ser de confusión y después de incredulidad

Coges un buen sitio en medio de los discretos codazos, y mientras escuchas Crocodile rock, Someone saved my life tonight o Candle in the wind (la versión canónica de Marilyn, la de Lady Di fue de un único uso), solo una sensación supera el placer electrizante del momento: los nervios. Nervios por lo que está pasando y, sobre todo, por lo que podría pasar. Es un concierto privado —para ti y algunas decenas más—, por lo que no sabes cómo va a acabar eso. ¿Y si termina de tocar y decide dejarse llevar por la intimidad del momento, bajar un escalón y compartir unas copas contigo? Por desgracia, la profesionalidad se impone a la magia del instante y, tras tocar hora y media y cerrar los bises con Sad songs (say so much) y I guess that’s why they call it the blues, desaparece por el mismo rincón por el que se adentró en el escenario.

Elton John

Aunque siempre le he admirado, y a pesar de que algunas de sus discos más célebres me han acompañado y emocionado toda la vida, Sir Reginald Dwight nunca ha ascendido al podio definitivo de mis afectos. Tampoco tras aquel concierto sorpresa en el Loire. Sin embargo, puesto ahora en la tesitura de apostar por un grupo o artista concreto para la inauguración del Bernabéu, comprendo que aquella hora y media bajo aquella carpa nigromántica me une a él para siempre. Bien es cierto que podía haberme unido más. Con lo fácil que habría sido para él saltar desde el escenario, al final, y compartir un rato de libaciones con una interesantísima pareja de españoles (He says Spain is pretty, though I’ve never been) a la luz de la luna veraniega.

La pandemia, una década después, le cayó encima a Sir Regi cuando estaba en medio de su gira mundial de despedida, porque ya sabéis que anda por ahí diciendo que lo deja. De eso nada, digo yo. Que espere un poquito más, y que lo deje con una actuación postrera en el nuevo estadio del mejor equipo del mundo. Será su último concierto, y el primero de muchos en ese majestuoso recinto multiusos que acabaremos de desprecintar. No hay una forma mejor de simbolizar pasado y presente dándose la mano. ¿No se trata de eso?

Que Elton John espere un poquito para retirarse, y que lo deje con una actuación postrera en el nuevo estadio del mejor equipo del mundo. Será su último concierto, y el primero de muchos en ese majestuoso recinto multiusos que acabaremos de desprecintar. No hay una forma mejor de simbolizar pasado y presente dándose la mano. ¿No se trata de eso?

Menos mal que el reciente y estimable biopic Rocket man ha puesto donde corresponde, en el inconsciente colectivo, a Bernie Taupin, porque sin las letras de Bernie, tantas veces extraordinarias, no habríamos conocido el fenómeno Elton John. Bernie Taupin/Elton John conforman un dúo sólo comparable al que en el terreno futbolístico representaron Bernabéu y Saporta, o el que a día de hoy componen Florentino y JAS. Los presidentes (Regi, D. Santiago, Tito Floren) se llevan el oropel, la fama, el aplauso a la luz de las candilejas; pero sin el abnegado trabajo en la sombra de Bernie, de D. Raimundo, de José Ángel, el mundo se habría quedado sin ver la luz.

Bernie Taupin Elton John

Tiene que ser Elton. Para empezar, la canción más madridista de todos los tiempos es, con permiso del No surrender de Springsteen, I’m still standing. Es una reivindicación de tal enjundia a los ojos del antimadridismo sarraceno que debe ser lo primero que suene esa noche.

 

I’m still standing

better than I ever did.

 

Sigo en pie, pero no en pie como siempre sino en pie como nunca, desafiando al mundo con la megamole más futurista que jamás se haya erguido en el mismísimo corazón financiero de una capital europea. O sea, físicamente, inmobiliariamente en pie, pero en el plano deportivo también, a despecho de petrodólares consentidos, hostilidades tebáceas y temporadas enteras sin más penaltis a favor que tres condescendencias del VAR. Para entonces ya tendremos a Kylian y a Erling y quién sabe a quiénes más, y los tendremos gracias al prestigio que ninguna de esas circunstancias habrá podido horadar. El Madrid es el anciano respondón de Europa, es la clase, el dinero viejo, también el superviviente y el niño eternamente renacido.

 

Looking like a true survivor,

feeling like a little kid.

 

The bitch is back puede ser un buen tema para seguir con la gloriosa apertura del espectáculo. Rock puro y duro con un riff de guitarra irresistible, que no solo de piano vive el hombre. No disparen al pianista, disparen si acaso a la puta. Ha vuelto la puta para escándalo de la nueva mojigatería mundial, la que abraza la hipocresía del falso “fútbol para todos” y solo se escandaliza cuando el dispendio lo señala un obispo catalán.

 

I can bitch, I can bitch ‘cause I’m better than you,

It’s the way that I move, the things that I do, oh-oh-oh.

 

No faltarán otros guiños al malaje, dado que ni siquiera ellos podrán mantenerse al margen del show. Sorry seems to be the hardest word, como probó Messi despidiéndose de la Liga española sin haber pedido jamás perdón al señor de la tribuna baja al que voló la cabeza de un balonazo, o Busquets eternizándose en la misma sin haberse disculpado aún por sus insultos racistas a Marcelo. I don’t wanna go on with you like that se convertiría en el perfecto statement antiCeferin. Así no queremos seguir, Aleksander, don’t wanna be a feather in your cap, just wanna tell you, honey, I ain’t mad, and I don’t wanna go on with you like that.

Pinball Wizard

Tras la inevitable interpretación de grandes himnos como Don’t let the sun go down on me o Don’t go breaking my heart, el show podría deslizarse al momento mágico de los invitados estelares, sus amigos Roger Daltrey y Pete Townshend de los Who, madridistas de cuna como el propio Regi, lo sepan ellos o no. No me consta que hayan replicado nunca en directo el glorioso momento de la película Tommy, cuando Elton se les une para interpretar Pinball wizard, y qué mejor momento que este para llevar a efecto el sueño. No quiero ni pensar cómo resonará entre los vomitorios del nuevo templo la estrofa que mejor representa el grito exasperado que el universo anti lleva clamando décadas ante la inmensidad del cosmos.

 

How do you think he does it?

(I don’t know)

What makes him so good?

 

Ya puestos, por qué no desencadenar también juntos —Regi, Roger y Pete, junto a la excelente banda de acompañamiento del primero— el rock irreverente, incorrecto, de Saturday night’s all right for fighting, que los propios Who versionaron acojonantemente en aquel álbum de homenaje a Elton y Bernie llamado Two rooms. Si se admiten peticiones, solicitaríamos que el snippet de Take me to the pilot deslizado en aquella versión suene también aquí y ahora. La noche del sábado (y la del domingo) está bien para luchar contra todo y contra todos, que es como más gusta ganar, sin que por ello se nos niegue el derecho a pedir que, además de jugar, se responda a tanto fuego enemigo como llega por doquier, como a buen seguro seguirá llegando por entonces.

Elton John George Best

En fin. Ha de ser Sir Reginald. No cabe otra opción. Sobre todo porque me sigue debiendo el rato de copas postconcierto que no quiso darme en aquella mágica noche en El Valle del Loire. Espero que en esta ocasión, dada la magnitud del evento, no se me resista como entonces. Quedamos en cuanto acabe el show en el José Luis de Rafael Salgado, Elton. Cerveza fría y canapés de cangrejo o tortilla de patata. Tenemos mucho que hablar.

 

Fotografías Imago.

 

Anteriores capítulos de la serie:

-Julio Iglesias en el nuevo Bernabéu

-Queen en el Bernabéu (One vision)

-The Rolling Stones en el nuevo Bernabéu

-Plácido Domingo en el nuevo Bernabéu

-Muse en el nuevo Bernabéu

-Lady Gaga en el nuevo Bernabéu

-Los Van Van en el nuevo Bernabéu

-Hombres G en el nuevo Bernabéu

-Paul McCartney en el nuevo Bernabéu

-AC/DC en el nuevo Bernabéu

-Bob Dylan en el Nuevo Bernabéu

-Metallica en el nuevo Bernabéu

-Springsteen en el nuevo Bernabéu

-Paul Simon en el nuevo Bernabéu

Fundador y editor de La Galerna (@lagalerna_). Autor de Alada y Riente (Ed. Armaenia), La Forja de la Gloria (con Antonio Escohotado, Ed. Espasa) y Madridismo y Sintaxis (Ed. Roca). @jesusbengoechea

5 comentarios en: Elton John en el nuevo Bernabéu

  1. Sería maravilloso que pudiera venir Dimash Qudaibergen. Es el mejor cantante que he oído jamás. Me gustaría pedir que lo traigáis. No os ibais a arrepentir. Es una experiencia increíble escucharlo

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Vía @lagalerna_

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