Las mejores firmas madridistas del planeta

La vida del gran futbolista brasileño alcanza tintes delibesianos

No parecía haber en el Ronaldo Nazario de los inicios asomo de carnavalismo. Como espectador, yo lo recuerdo en Eindhoven casi como si fuera un oriundo. Luego fue al Barsa, donde puso a punto la locomotora y pudimos ver cosas como aquel gol al Compostela, que fue como ver al Eugene Gant de Thomas Wolfe llegar a la Universidad en treinta segundos. Él no estaba bien allí porque era madridista, aunque puede que entonces no lo supiera. Algo así como ser un artista contenido. Con un runrún interno, un no sé qué como de estar dentro de un armario.

Ronaldo salió de allí para Milán y en el ínterin se perdió. La gran e incierta aventura de la maduración. El tendón rotuliano lo bajó de su propio tren, por dos veces (en realidad descarriló violentamente), y pareció que allí, por aquellos suelos, se quedaría la antigua y poderosa locomotora que podría haber parado en los bosques de Varykino para llevarse al Doctor Zhivago lejos de su esposa y de Lara. No se fue Ronaldo precisamente a penar por toda Rusia (aunque penaría, ¡y cómo! con esos dos raíles por soldar) hasta que llegó el Madrid para hacerse inesperadamente con la máquina usada.

Ronaldo fue jugador del Madrid de madrugada, como si hubiera sido un parto sobrevenido y difícil

Fue aquel un ejercicio de audacia del que Jorge Valdano, por entonces el hombre fuerte del Real Madrid, presumió (probablemente con razón) tras horas de intensas negociaciones. Ronaldo fue jugador del Madrid de madrugada, como si hubiera sido un parto sobrevenido y difícil y Valdano el henchido y agotado doctor feliz que ha conseguido llevarlo a cabo y anunciarlo. Era la época del nacimiento de la galaxia, que parecía no tener fin por unos y otros medios. Aquel Ronaldo renqueante, aunque sano, era la esperanza y el miedo en todas sus acepciones.

Y aquel Ronaldo, además, ya venía de vivir la vida, el sufrimiento y también el carnavalismo, lejos ya de Eindhoven y Barcelona. Tenía ya instalada la sonrisa en el rostro anchuroso como una llanura castellana donde caben los páramos y los bosques y los cerros. Era Ronaldo hecho y derecho. Era el Ronaldo que prometía ser, aunque no lo parecía. Vestido de blanco, de pesadilla azulgrana, Ronaldo llevaba orgulloso su nueva complexión que siempre fue más mental que física.

A Ronaldo le llamaban “el gordo” cuando tuvieron que llamarle “el completo”. La completitud de Ronaldo ya era definitiva, y aquellos años madridistas fueron lo mejor de su vida deportiva. Lo que necesitaba. Lo que buscaba. Esa combinación de ciudad y equipo perfectos a la que se refería en la entrevista que precisamente le hizo Valdano, fue la culminación de sus deseos esenciales y la confirmación de su destino y el del Real Madrid como el Equipo Prometido.

Ronaldo Nazario, quién lo diría, es una gran novela castellana en construcción

La sabiduría del gran Nazario así lo dice. El talento inconmensurable llevado a las llanuras holandesas, casi como King Kong a Nueva York. Un King Kong bueno, aplicado. El joven e inexperto prodigio que tenía que ver y vivir fuera de la aldea y descubrir el mundo por sí mismo para llegar a Madrid y luego vivir ya para siempre con Madrid y con el Madrid metido en el cuerpo y en el espíritu. Un espíritu que iba a hacerse como el de Delibes, quién lo diría, dirigiendo el Valladolid como dirigió el escritor El Norte de Castilla, esa antesala de la gran ciudad que fue para tantos, como para Umbral.

Ronaldo Nazario se ha ido a los orígenes de Madrid, se ha ido a Castilla para seguir siendo, para acabar siendo el Ronaldo Nazario que le falta con toda esa sonrisa imborrable y con todo el carnavalismo y la alegría y la historia y el madridismo bulléndole por dentro. Una gran novela castellana en construcción (un Work in Progress Joyceano), El Camino (de Ronaldo), cuyo penúltimo capítulo, quién sabe, pudiera ser la inesperada presidencia del club de su vida, tan inesperado y rutilante como fue su fichaje estelar y después su gloria.

 

Fotografías Getty Images.

 

Galácticos. Mi Real Madrid favorito

El Real Madrid de Los Galácticos

 

Domingo. 16 de julio 2000. 8:35 de la mañana. Casa de Florentino Pérez

Florentino saboreaba el café mientras leía con media sonrisa el titular que avanzaba El Mundo: “Pérez afronta las elecciones al Real Madrid de hoy con más votos por correo que Sanz”.

Venía de perder las anteriores elecciones contra Mendoza por 600 votos y estaba dolido. Para un ingeniero de caminos como él, no haber tenido controlado todo fue un varapalo importante. Así que se presentó a estos nuevos comicios con los 2 cabos que 5 años atrás había dejado sueltos, bien atados: el voto por correo y el populismo: “O viene Figo o me haré cargo personalmente de todas las cuotas de socio del año que viene.”

Sabía que aquello sería demasiado argumento para una afición acostumbrada a tenerlo todo menos una cosa: el capitán del Barça.

Domingo. 16 de julio 2000. 9:55 de la mañana. Casa de Lorenzo Sanz

-Lorenzo, son casi las 10 de la mañana y aún sin duchar. ¿Es que no piensas ir a votarte hoy? - Le espetaba a Sanz su mujer mientras subía las persianas del dormitorio.

-Mari Luz, somos los actuales campeones de Europa. Con todo lo que les he dado, no hay nada que temer. Tómate el café tranquila, que ahora voy yo.

“Me he quedado dormido”, dijo a los periodistas cuando pasadas las 12:30 llegaba al estadio a votar. Muchos le esperaban allí desde las 10:00. Sanz, para esas horas, ya conocía que el día se le haría muy largo. Y se le notaba en la cara.

Mientras todo el planeta pensaba que la entrada 2000 supondría un cambio en el funcionamiento de la mayoría de aparatos electrónicos, lo que de verdad cambió fue algo que llevaba siglos sin tocarse: la forma de gestionar un club de fútbol.

La llegada de Florentino al Real Madrid derivó en una de las etapas más disruptivas que se conocen en cualquier deporte. Solo la penetración de internet en prácticamente todos los hogares y el auge, por tanto, de las rrss y las plataformas digitales provocaron el siguiente movimiento relevante dentro del mundo del fútbol.

“Soy un pecho frío, no me dejo llevar por las emociones.” contestaba Florentino cada vez que le tachaban de soso en alguna entrevista. Esa fue su carta de presentación en un entorno acostumbrado a ver cómo dos presidentes de clubes rivales se jugaban la recaudación del día de partido al tute y celebrarlo cuando ganaba el tuyo.

Creo que algún artículo anterior ya lo he contado: la primera vez que cambié mi forma de ver el fútbol fue tras aquel 0-2 que nos metió el Ajax de Van Gaal en el 95. Hasta ese día yo entendía la figura del entrenador como mero alineador que trataba de preparar bien físicamente a los jugadores y poco más. Entendía que los resultados dependían en gran parte de la calidad de los jugadores y que solo la suerte (o el árbitro) podría equilibrar un partido entre dos equipos de diferente nivel.

Veía los partidos como el que se sienta a ver la fórmula 1: al terminar la primera vuelta ya sabes quién va a ganar la carrera.

La segunda vez que cambió fue durante la era galáctica.

De un plumazo, toda esa racionalidad que me había envuelto tras ver jugar al equipo de Van Gaal, me la quitó un ingeniero de caminos, qué paradoja, para hacerme sentir como un niño otra vez.

Canal + ya acaparaba casi todos los programas de deporte y habían convencido a casi todos los aficionados de que sin un modelo de juego como el del Barça no eras nada.

De hecho, ya nos pasó antes. En 1991 comienza en Canal+ El día después” de la mano de Nacho Lewin y Michael Robinson y, con ellos, los resúmenes de fútbol internacional y el concepto de “fútbol caviar” se empezaron a colar en los salones de nuestras casas. Fue entrar Michael Robinson en pantalla y salir Radomir Antic del banquillo madridista siendo campeón de invierno y acumulando récords que tardarían 20 años en superarse. ¡Solo porque no daba espectáculo! Habían fabricado en el ambiente un problema que no existía.

Tras dos Copas de Europa casi seguidas, el nuevo mantra del momento era que el Madrid no tenía modelo de juego.

“El Modelo será traer los mejores jugadores del planeta al Real Madrid” ¡Pam!

“Joder con el Ingeniero” se oiría decir por los pasillos de La Ser. Allí estaba por aquel entonces Paco González, que días antes había pronosticado que Florentino había lanzado lo de Figo porque sabía que no iba a ganar.

Porque eso fue aquella maravillosa etapa: una serie de noticias encadenadas que sonaban tan increíbles que solo los que volvíamos a mirar el fútbol con ojos de niño podríamos creer.

eso fue aquella maravillosa etapa: una serie de noticias encadenadas que sonaban tan increíbles que solo los que volvíamos a mirar el fútbol con ojos de niño podríamos creer.

Luego aquello se estudiaría en Harvard, claro, pero antes aquí, por seguir de cerca la actualidad del Real Madrid te convalidaban un año de Económicas. Los periodistas, principalmente, empezaron a entender las diferencia entre lo que es inversión y lo que es gasto. Aprendieron que aquello de “lo importante es vender camisetas” era un eufemismo ¿cómo iba a pagar el Madrid el fichaje de Zidane vendiendo solo sus camisetas, almas de cántaro?

Florentino cogió un club que cobraba 500.000 euros por un amistoso y tres años después su caché no bajaba de los 3 millones.

Se multiplicaron por seis los ingresos por publicidad y patrocinios y se duplicaron los obtenidos por taquilla. En poco tiempo el Madrid pasó de ser un club cuyo candidato a la presidencia aspiraba a traer a Diego Tristán, a ser el club más rico del mundo con Figo, Zidane, Ronaldo, Beckham y Raúl como imagen de marca. ESO, y no hacer cola en la tienda de Adidas, era vender camisetas.

Y no solo aprendieron de economía, también empezaron a conocer mundo. Porque otra de las incorporaciones que trajo aquel ingeniero al fútbol fueron las giras por los continentes asiático y americano. “Queremos evangelizar el mundo con la marca Real Madrid”

“Queremos evangelizar el mundo con la marca Real Madrid”

Un movimiento que también puso a prueba la fe de los propios aficionados españoles, a los que nos hizo madrugar por primera vez en pleno agosto para ver jugar a nuestro equipo. Cambiamos las tristes imágenes con neblinas de los entrenamientos en Lausanne por campos gigantescos llenos de aficionados de todos los colores (valga la literalidad) y baños de masas al bajar del avión.

Parecíamos Los Beatles. Y aunque ganar dejó incluso de ser lo importante, aquella etapa nos dejó siete grandes títulos: dos Ligas, una Copa de Europa, una Copa Intercontinental, dos Supercopas de España y una Supercopa de Europa. El Barça, que ya solo dominaba las noches de Canal + y era ejemplo de historiadores y analistas de lo que era hacer bien las cosas, entró en un periodo de penumbra entre 2000 y 2005 que casi se lleva a Xavi Hernández por delante.

Economía, viajes por el mundo y fiscalidad. Porque ¿quién sabía hasta entonces lo que eran los derechos de imagen? Si hasta el gobierno sacó una ley que acabó también asociándose a la marca Real Madrid: Ley Beckham.

El Madrid,y su mensaje, inundaba ya a toda las áreas de la sociedad. Los hombres ya no solo querían aparentar ser tipos duros. “Mamá, yo quiero ser metrosexual”. No tengo el dato, pero no tengo duda que el paso de Beckham por el Real Madrid supuso, en paralelo, un aumento de ventas de las cremas faciales para hombres, de los tintes de pelo, de los tatuajes… Depilarse el pecho empezó a ser tendencia.

Todo esto solo lo consiguió parar, años después, Leonardo Di Caprio saliendo en bañador y con una tripa del tamaño del gemelo de Roberto Carlos. El Fofisano se acabaría imponiendo dando fin a una etapa inolvidable.

La ciudad de Madrid también cambió su fisonomía. En aquella parcela del Paseo de la Castellana a la que hasta entonces solo podían acceder los socios del Madrid y en la que apenas trabajaban 200 personas, se construyeron 4 torres. Unos rascacielos que pronto albergaron más de 2000 trabajadores y provocaron una proliferación de nuevos negocios de hostelería y servicios en la zona. Se revalorizó exponencialmente todo su entorno. Y aunque, como todo, fue criticado por los de siempre, la realidad es que aquel movimiento la convirtió en una zona mejor, más próspera y con la que todos los madrileños, fueran del equipo que fueran, salieron ganando.

Se cometieron errores, claro. Aquella salida de Redondo o el no apostar por Eto’o fueron dos decisiones muy duras para el madridismo. Pero visto en perspectiva, a mí sólo me quedan buenos recuerdos de aquello. Durante 5 años fuimos los reyes del planeta. Tanto deportiva, como económica y socialmente. Se crearon multitud de escuelas y se impulsaron obras sociales por todo el planeta, haciendo del Real Madrid una marca global cuyo objetivo principal trascendía ya lo meramente deportivo.

“El propósito de esta organización es ganar y hacer el bien en el mundo. Hay algunas organizaciones deportivas cuyo propósito es hacer que un hombre rico sea aún más rico” contaba recientemente un fascinado David Hopkinson, el hombre que gestiona el área de patrocinios y que venía con un amplio bagaje de éxitos en clubes de la NBA, NFL o NHL “Esto no es lo que hacemos aquí” sentenciaba al terminar lo que él consideraba una etapa de aprendizaje y asimilación de la cultura del club. Todas estas bases se pusieron en aquella etapa impulsando las tareas de la Fundación Real Madrid.

El propósito de esta organización es ganar y hacer el bien en el mundo

La volea (eterna) de Zidane, la exhibición de Ronaldo en Old Trafford, las faltas de Beckham o la chamartinización de Figo, cochinillo mediante, son imágenes al alcance de todos en internet, pero yo hoy quería dejar constancia de estos detalles que hicieron que para mí la era galáctica no fuera solo una etapa dentro de la historia del Real Madrid, sino una de las etapas más brillantes e inspiradoras que ha protagonizado un club en la historia de cualquier deporte.

 

Mi Real Madrid favorito

1-El Real Madrid de Capello

2-El Real Madrid de Di Stéfano (años 50)

3-El Real Madrid de Mourinho

4-El Real Madrid de Zamora

5-El Real Madrid de la Quinta del Buitre

6-El Real Madrid de los Galácticos

7-El Real Madrid de Miljanić

8-El Real Madrid de la Quinta del Ferrari

9-El Real Madrid de la posguerra (años 40)

10-El Real Madrid de los García

11-El Real Madrid de Valdano

12-El Real Madrid Ye-yé

13-El Real Madrid primigenio (1902-1924)

14-El Real Madrid del "4 de 5"

 

 

Hoy cumple 50 años Fernando Ruiz Hierro, uno de los mejores jugadores que ha tenido el Real Madrid a lo largo de su historia y, además, el zaguero más goleador hasta la fecha de la entidad blanca con 127 dianas.

Nacido el 23 de marzo de 1968 en Vélez (Málaga), se podía desempeñar como centrocampista o como defensa central, puesto que ocupó la mayor parte de su carrera. En el mediocampo destacó como un fenomenal llegador al área contraria con una enorme eficacia de cara a puerta. Mientras que en la defensa brillaba por su salida limpia de balón, su zancada poderosa, su sentido táctico, su gran jerarquía y su extraordinario dominio del juego aéreo. Además, tenía un impresionante y duro golpeo de balón y era un especialista tanto en los lanzamientos de falta como de penalti. Su fuerte personalidad le hizo ser un líder en el terreno de juego, aunque a veces su visceralidad le llevó a ser expulsado en numerosas ocasiones.

Empezó a jugar en el Vélez infantil de su localidad natal y posteriormente también en el juvenil del Málaga hasta 1984. Sin embargo, poco después la secretaría técnica malacitana no le vio con nivel para el profesionalismo y tuvo que regresar al Vélez. Su carrera se tambaleó hasta que su hermano Manolo (también su otro hermano Antonio jugó al fútbol en el Málaga o Hércules) se lo llevó al Real Valladolid de Vicente Cantatore. Tras militar en el segundo equipo ascendió con los mayores para la temporada 1987-1988. Debutó en Primera en la jornada 6 contra el Espanyol y aquella campaña también se estrenó como goleador con un tanto en casa ante el Mallorca. Fijo ese año para el técnico argentino y también la temporada posterior, donde jugó la final de Copa ante el Madrid, pronto los equipos grandes se interesaron por sus servicios. En el verano de 1989 Jesús Gil lo tenía prácticamente cerrado para el Atlético de Madrid, pero unos flecos sin resolver con su representante los aprovechó Ramón Mendoza para llevárselo al club merengue por casi 200 millones (más otros 100 millones que tuvo que pagar en 1990 por ir el malagueño al Mundial). La opinión de Hierro contó mucho en la operación, puesto que prefería ir al equipo madridista (“el equipo que le hacía llorar con sus derrotas cuando era pequeño”) antes que al cuadro colchonero.

fernando hierro debutó en primera división con el real valladolid

El aterrizaje del andaluz coincidió con la llegada como técnico de John Benjamin Toshack y los fichajes también del argentino Ruggeri y Parra, procedente del Atlético de Madrid. Además regresó Lopetegui, que se había formado en el Castilla, pero jugó con la UD Las Palmas en Segunda División. El entrenador galés vio a Hierro con grandes características para la defensa y le ubicó como central en una defensa de cinco junto a Chendo, Sanchís, Ruggeri y Gordillo. Debutó en la primera jornada contra el Sporting de Gijón en el Bernabéu y disputó 37 choques ligueros ese curso, anotando siete dianas, la primera frente al Rayo Vallecano en Vallecas. Esa campaña 1989-1990 fue la de los 107 goles y un paseo militar en el campeonato doméstico que suponía la quinta Liga consecutiva de la ‘Quinta del Buitre’ y que apenas se celebró el día del alirón ante el Real Valladolid.

La temporada posterior las tornas cambiaron radicalmente y, salvo la Supercopa de España, no se obtuvo ningún trofeo de importancia. Tras ser destituido Toshack, entrenaron al equipo Di Stéfano, Grosso una jornada y finalmente Radomir Antic. El yugoslavo decidió cambiar la posición de Hierro y le adelantó a la media para aprovechar su potencia, su fuerza y su peligro en el área contraria gracias a su enorme llegada. Así se pudo ver a un Hierro excelso goleador en el curso 1991-1992. Fueron 23 los tantos del malagueño, distribuidos en 21 en Liga (a dos del Pichichi Manolo), con un póker en la jornada 31 contra el Espanyol (lució el dorsal 9 en la camiseta), y dos en la Copa de la UEFA frente al Sigma Olomuc y el Torino. También abrió la cuenta madridista en la última jornada contra el Tenerife en la tarde de infausto recuerdo donde se perdió la Liga tras una labor arbitral lamentable por parte de García de Loza.

En 1992-1993, a vueltas con la renovación por el club merengue, la historia se repite en Tenerife y se pierde la Liga. Se encuentra Floro en el banquillo, que aún confía en Hierro para el centro del campo con unos resultados magníficos. Afortunadamente concluye el año con dos alegrías al levantar el equipo la Copa del Rey contra el Zaragoza y lograr un acuerdo el malacitano con Ramón Mendoza para ampliar su contrato. En el camino muchos rumores de una marcha al Barça y una gran oferta del Torino que, según palabras del propio Hierro, “era mejor económicamente que la que tenía en el Madrid, pero me pudo el corazón”.

A mediados de la década de los 90, el conjunto blanco vuelve a resurgir tras una etapa de dominio del ‘Dream Team’ y, con Valdano al frente, recupera el título de Liga. Fue en el año 1995, con Hierro formando una zaga magnífica con Sanchís y con el debut de Raúl o el dúo estelar Amavisca-Zamorano rindiendo a un nivel sobresaliente. Dos años más tarde, después de una temporada 1995-1996 nefasta y con Lorenzo Sanz en la presidencia, se realiza una operación renove profunda en la plantilla que ilusiona a toda la afición. Fabio Capello toma los mandos del equipo y se firma a Roberto Carlos, Mijatovic, Suker, Illgner o Seedorf. Hierro se asienta ya como central, aunque en esa temporada tiene como socio a Alkorta. Los dos cumplen con nota y también son fundamentales para conseguir la Liga.

Y es en 1998 cuando Fernando Hierro ve colmado uno de sus sueños: conquistar la Copa de Europa. También es el inicio de seis años extraordinarios en cuanto a títulos que vuelven a situar al Real Madrid en el sitio que le corresponde del panorama futbolístico mundial. La ‘Séptima’, con Heynckes como patrón de la nave, llega en Ámsterdam contra la Juve y con un partido gigante de Fernando Hierro. El central hace pareja con Sanchís y se come a la gran estrella italiana Del Piero y al siempre astuto e incómodo Pippo Inzaghi. La temporada siguiente se levanta la Copa Intercontinental en Tokio contra el Vasco de Gama y en el año 2000 se alcanza la ‘Octava’ en París.

Hierro ha superado la treintena y sus problemas físicos comenzaron a mermarle progresivamente. Empieza a tener diferentes lesiones musculares O una pubalgia dolorosa que le impiden tener continuidad. Del Bosque reinventa la defensa esa temporada y coloca a tres centrales, pero ninguno de ellos es Hierro ni Sanchís. Sitúa a Helguera y a su lado Iván Campo y Karanka y con ellos el equipo es otro en la Copa de Europa. En la final de París se doblega al Valencia, pero el técnico salmantino, con el choque finiquitado, tiene un gran detalle con el malagueño y con Sanchís y los saca en los últimos minutos para que participen del éxito.

El último trienio del andaluz con la casaca blanca no puede ser más fascinante. En el verano del 2000 y con el fichaje de Figo se forma un cuadro potentísimo que vuelve a dominar en la Liga tras cuatro años de sequía. A Hierro le respetan las lesiones y, junto a Karanka, forma un binomio magnífico en el centro de la zaga para aventajar en siete puntos al Deportivo de la Coruña, que termina como segundo clasificado. Un año más tarde, y ya con Zidane en el plantel, el objetivo es otra Copa de Europa tras ser eliminado el año antes por el Bayern. Al lado de Hierro se encuentra esta vez Helguera formando una defensa dura, inexpugnable por alto y con enorme categoría para sacar el balón jugado. Camino de la novena hincan la rodilla el Bayern de Munich y el F.C. Barcelona y en Glasgow se derrota por 2-1 al Bayer Leverkusen en un final de infarto. El zaguero de Vélez es capitán del equipo tras la retirada de Sanchís y es el hombre encargado de levantar la ‘Novena’ orejona.

Su último curso es en 2002-2003 cuando cuenta con 34 años. Ese verano se firma a Ronaldo, que se hace dueño y señor de la Liga. Hierro sigue con Helguera como pareja y además de la competición doméstica se alzan la Supercopa de Europa y la Copa Intercontinental en una campaña con un juego brillante, de ataque y muy eficaz.

Sin embargo, y a pesar de los triunfos, el club decide no renovar su contrato ni el de Vicente del Bosque y abandona la entidad de Chamartín con mal sabor de boca. Para el recuerdo deja unas estadísticas colosales de 601 partidos, 127 tantos, tres Copas de Europa, cinco Ligas, dos Copas Intercontinentales o una Copa del Rey y una gran opinión entre compañeros y rivales. De él por ejemplo dijo Butragueño que “Hierro siempre ha demostrado que es un futbolista de talla mundial”, y contrincantes de la talla de Maradona que “Hierro es el mejor jugador de España sin discusión. Tiene calidad, fuerza y hasta gol”. O un adversario como Stoichkov apuntó que el malagueño “tiene calidad de sobra para ser uno de los grandes de España”.

Tras dejar la capital de España se marchó a Qatar para enrolarse en las filas del Al-Rayyan durante una temporada y posteriormente hizo las maletas con destino Inglaterra para jugar en el Bolton un año. En la Premier actuó en 29 encuentros y anotó un gol ante el Norwich antes de poner punto final a su carrera al finalizar el curso 2004-2005 con 36 años.

fernando hierro se retiró a los 36 años

Con la selección española también tuvo una larga y brillante carrera internacional. Disputó un total de 89 encuentros y logró 29 tantos. Su debut se produjo en 1989 con 21 años de edad en un amistoso frente a Polonia en Riazor en el que vencieron por la mínima. Luis Suárez le convocó para el Mundial de Italia, aunque no disfrutó de minutos, y a finales de 1990 consiguió su primer gol con España en la goleada a Albania por 9-0 en un duelo de clasificación para la Eurocopa de 1992.

Con Javier Clemente en la parcela técnica Hierro se hizo indiscutible en la selección, alternando encuentros como centrocampista y defensa. Tras no acudir al torneo europeo de Suecia en 1992 la selección española se centró en asistir al Mundial de USA 1994, donde tuvo como rival precisamente al campeón europeo dos años antes, una sorprendente Dinamarca. Hierro anotó dos tantos importantes en la calificación ante Albania e Irlanda del Norte, pero el decisivo lo hizo el 17 de noviembre de 1993. En el Ramón Sánchez Pizjuán se midieron las dos selecciones que se batían por un billete mundialista. Sin embargo, para España las cosas se complicaron tras ser expulsado Zubizarreta. El empate se mantuvo hasta que en un córner Hierro remató de cabeza y superó a Schmeichel para dar el pase al Mundial con extrema agonía.

En tierras estadounidenses Hierro hizo un buen papel y su mejor duelo lo completó en octavos ante Suiza, donde anotaría un bello gol tras una arrancada desde el centro del campo, superando con un autopase a cuatro defensas antes de marcar por bajo frente a Pascolo. La decepción llegaría en cuartos con la eliminación contra Italia. Dos años más tarde, en este caso en la Eurocopa de Inglaterra, también en esa ronda se quedaría la selección al caer por penaltis contra los anfitriones tras errar Nadal y el propio Hierro (disparó al larguero) en uno de sus peores momentos con la camiseta del equipo nacional.

El tercer Mundial del malagueño tuvo lugar en Francia 98, donde llegó en un gran estado de forma después de ser campeón de Europa con el Real Madrid, pero en el que, tras la liguilla, el combinado hispano hizo las maletas. Hierro anotó de falta el primer gol de España en el torneo ante Nigeria y minutos después asistió a Raúl para el 2-1, sin embargo España perdió aquel partido por 2-3 y no pudo enderezar el rumbo. Para el siguiente gran evento internacional ya estaba José Antonio Camacho como seleccionador. Fue la Eurocopa de Países Bajos y Bélgica en el año 2000, donde Hierro empezó como titular ante Noruega y Eslovenia en la fase de grupos, pero una lesión en los abductores le impidió jugar el mítico partido ante Yugoslavia y luego en la posterior eliminación en cuartos de final contra la Francia de Zidane.

El último Mundial y los últimos coletazos de Hierro con la selección se produjeron en el Mundial de Japón y Corea del Sur. Camacho le confió la zaga junto a Nadal y los dos rindieron a buen nivel. El de Vélez marcó, además, dos dianas en la fase de grupos desde los once metros contra Eslovenia y Paraguay y también anotó en la taquicárdica tanda de octavos frente a Eire. Sin embargo, y al igual que ocurrió en 1996, en cuartos y contra los anfitriones, el pase a semifinales se esfumó en los penaltis. Hierro se despidió aquel día del equipo nacional con tristeza por eliminación y rabia por un execrable arbitraje en el que se vio muy perjudicado el conjunto español.

En su etapa posterior al césped fue nombrado Director Deportivo de la Real Federación Española de Fútbol en 2007, puesto en el que se mantuvo hasta 2011, viviendo de este modo la conquista de la Eurocopa de 2008 y el Mundial de Sudáfrica 2010. Luego firmó como Mánager General del Málaga CF, en el que permaneció casi un año.

A continuación su vida tomó el camino de los banquillos, primero en el Real Madrid y después en el Real Oviedo. En el conjunto blanco fue entrenador adjunto de Carlo Ancelotti para el curso 2014-2015, donde conquistaron la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. Sin embargo, la destitución del italiano le hizo abandonar la entidad merengue en el verano de 2015. Un año después, el cuadro ovetense anunció su fichaje por una campaña como técnico jefe. Hierro situó al Real Oviedo en octava posición del Campeonato de Segunda División, pero no fue suficiente para que la directiva carbayona hiciese efectiva la cláusula para prolongar su contrato un curso más.

En la actualidad, y desde noviembre de 2017, vuelve a ocupar el cargo de Director Deportivo de la Real Federación Española de Fútbol.

El Real Madrid ya está en Japón con el objetivo de regresar con una nueva copa para sus repletas vitrinas, la del Mundial de Clubes de la FIFA. Sería la segunda de esta competición tras la lograda hace dos años en Marruecos, aunque del antecedente de este torneo, la Copa Intercontinental, tiene tres trofeos, los conquistados en 1960, 1998 y 2002.

El Real Madrid fue además el encargado de inaugurar la Copa Intercontinental en un duelo contra Peñarol. La UEFA y la CONMEBOL se pusieron de acuerdo con sus secretarios generales al frente, Delauney en la Europea y de Freitas en la Sudamericana para retar a los campeones de sus torneos en una doble eliminatoria a partir de 1960. Los merengues habían arrasado al Eintracht de Frankfurt en la mejor final de Copa de Europa de la historia y los carboneros, por su parte, derrotaron en la final de la Libertadores a Olimpia de Asunción.

La ida se celebró en Montevideo un 3 de julio en un Centenario embarrado por las lluvias. El estado del terreno de juego no favoreció al Madrid, que sufrió para mantener a cero su marco. El argentino Rogelio Domínguez cuajó una actuación soberbia y fue clave para mantener el empate sin goles, que daba un gran favoritismo a los madrileños para la vuelta.

Dos meses más tarde, en septiembre, los manyas visitaron la capital española, donde fueron enormemente agasajados. Se fueron de compras, visitaron Chicote y les llevaron a contemplar una corrida de toros en Las Ventas. Sin embargo, en los genes uruguayos va a competir al máximo siempre y así lo hicieron cuando saltaron al coliseo blanco. Pero enfrente estaba el plantel dirigido por Muñoz, en un año extraordinario con todas las figuras en perfecta forma. A los Santamaría, Gento, Di Stéfano o Puskas se iba a sumar un protagonista inesperado: Chus Herrera. Hijo de Herrerita, gran interior del Oviedo de antes de la Guerra y sobrino de Chus Alonso, exjugador blanco en los 40, el extremo, que falleció joven a los 24 años en 1962 por un cáncer, realizaría un partido soberbio ante Peñarol.

La táctica aurinegra fue detener la velocidad de Gento descuidando el carril diestro, lo que aprovechó Herrera. El vendaval de juego blanco no tardó en iniciarse y a los tres minutos Puskas, tras servicio de Del Sol, hace el primero. No se habían sentado muchos aficionados aún cuando Di Stéfano desvía un tiro de Puskas para marcar el segundo. El magiar en el minuto 10 firma el tercero con un fenomenal tiro libre y el cuarto lleva la rúbrica de Herrera al aprovechar un fallo de la zaga visitante. En el quinto el protagonista fue Gento, que se escapó de la vigilancia a la que estaba sometido e hizo bueno un pase en largo de Puskas para fusilar a Maidana. El tanto del honor de Peñarol lo anotó el potente ariete ecuatoriano Alberto Spencer. De esta forma el Madrid se proclamaba de forma oficial como el mejor equipo del mundo y Zárraga recogía el trofeo rodeado por la muchedumbre que había invadido el césped.

Tuvieron que pasar 38 años para que el conjunto blanco volviese a cosechar otra Intercontinental. El sistema de competición era distinto y se jugaba un único partido en terreno neutral con Japón como sede. Seis meses antes los merengues levantaron la 7ª en Ámsterdam y en Sudamérica Vasco de Gama se impuso al Barcelona ecuatoriano. En el estadio Nacional de Tokio el 1 de diciembre Raúl impresionó al mundo del fútbol con un regate para la historia llamado el ‘aguanís’. El equipo dirigido por el neerlandés Hiddink no atravesaba un buen momento distanciado de la cabeza en la Liga y con algún problema interno (Iván Campo y Seedorf llegaron a las manos unos días antes).

Pero el equipo sacó su carácter y obtuvo el triunfo por 2-1 en un partido de alternativas. Los brasileños que practicaban un juego muy europeo contaban con Juninho Pernambucano, Felipe o el veterano zaguero Galvão como jugadores más reconocidos. Fue Roberto Carlos el que abrió la lata con la colaboración del defensa Nasa que desvió a las mallas con la cabeza un disparo del lateral izquierdo. El Madrid que jugó con defensa de tres centrales (Sanz, Hierro y Sanchís) repelía los intentos regatistas hasta que un zambombazo de Juninho entró por la escuadra de Illgner en el minuto 57. El gol dio un impulso a los brasileños que estaban mejor hasta que apareció Raúl. En el 83 Seedorf vio el desmarque del punta y le puso un balón en largo perfecto. El 7 la pinchó, vio que llegaba Vitor y le hizo un ‘dribbling’ manteniendo el balón pegado a su bota en un escorzo hacia la izquierda, en ese momento pensó en disparar pero Odvan apareció en la cobertura para comerse otro amago del delantero blanco que ya con Germano medio caído le pegó con la diestra para anotar un gol mítico. Fernando Sanz sacó bajó palos el esférico en los instantes finales y el Madrid “volvió al lugar en que lo llevaron Di Stéfano y Gento” en palabras de Roberto Carlos.

Tras la decepción del año 2000, donde se perdió con Boca, en 2002 el cuadro merengue aterrizó en Yokohama para volver a ser el mejor equipo del mundo. Era el Madrid de los ‘Galácticos’, que en mayo doblegó con angustia al Bayer Leverkusen en Glasgow en el día de la volea de Zidane. A una plantilla extraordinaria le faltaba la guinda que se produjo el último día del mercado en forma de fichaje fantástico: Ronaldo Nazario, recuperado de su lesión de rodilla y héroe brasileño en el Mundial de Japón y Corea del Sur. Enfrente estaba el Olimpia de Asunción que había vencido en la final de la Libertadores al São Caetano pero que hincaría la rodilla en la ciudad nipona.

Figo con un partido excelente y Ronaldo lideraron al Real Madrid en la victoria por 2-0 ante unos guaraníes que jamás se rindieron y pudieron marcar en alguna ocasión. Los pupilos de Del Bosque salieron al campo con el gol entre ceja y ceja y este llegó en el minuto 14 por mediación del ‘Fenómeno’ que en su estadio mágico (la final del Mundial fue allí) batió por bajo a Tavarelli. El marcador pese a las oportunidades se mantuvo inalterable hasta las postrimerías del choque cuando Guti que había sustituido al delantero carioca remató con la testa un perfecto centro de Figo desde la diestra. El Madrid levantaba su tercera Intercontinental y ponía el broche de oro a su Centenario.

El primer Mundialito de Clubes en el palmarés de la entidad de Chamartín tuvo lugar hace dos años en Marruecos. La ‘Décima’ había caído en Lisboa y tras vencer también en la Copa del Rey y la Supercopa de Europa solo restaba este torneo para coleccionar un magnífico póker de entorchados. La competición en sistema de partido único reúne a los campeones de África, Asia, Centroamérica, Sudamérica, Europa, Oceanía y al campeón de la Liga local. Los dos vencedores de la Champions y la Libertadores entran directamente en semifinales donde se ven las caras con los ganadores de las eliminatorias de cuartos.

El Real Madrid tuvo como primer rival a los mexicanos de Cruz Azul en Marrakech que recibieron un castigo de 0-4. Sergio Ramos anotó el primer tanto de cabeza a la salida de una falta botada por Kroos y Benzema aumentó distancias antes de que Torrado errase un penalti para los aztecas que paró Casillas. En la segunda mitad Bale e Isco certificaron el pase a la final para los chicos entrenados por Carlo Ancelotti.

Por el otro lado del cuadro San Lorenzo sufrió para ganar los neozelandeses de Auckland City en la prórroga. La contienda por el título se celebró el 20 de diciembre en Marrakech con casi 40.000 almas en las gradas del campo marroquí. El único cambio en el once del técnico italiano fue la inclusión de James Rodríguez en lugar de Illarramendi. La dureza y continuas interrupciones del juego por parte de los cuervos impidieron la fluidez blanca que de nuevo anotó su primer tanto en jugada a pelota parada. Y el protagonista fue el mismo que en Lisboa y ante Cruz Azul, Sergio Ramos. El de Camas en un córner introdujo el cuero en la red al rematar solo en el área pequeña. Al poco de iniciarse la segunda mitad el galés Bale superó a Torrico en un grave fallo del arquero argentino y el Real Madrid volvió a reinar en el mundo futbolístico.

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