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El Madrid de Mourinho

El Madrid de Mourinho

Escrito por: Andrés Torres28 marzo, 2020
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Mi Real Madrid favorito

El Real Madrid de Mourinho

 

“Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”. Parece apropiado iniciar un ensayo sobre el Real Madrid de José dos Santos Mourinho Felix con una cita que se atribuye a Napoleón Bonaparte. Efectivamente así eran las cosas entonces si tenemos en cuenta dónde íbamos y de dónde veníamos antes de la llegada de The Special One a ese corredor de la muerte que es el túnel de vestuarios del Santiago Bernabéu.

Veníamos de seis años consecutivos palmando en los octavos de final de la Champions, que se dice pronto. Un sexenio bochornoso que provocaría convulsiones y espasmos cerebrales en la generación Z de madridistas hípsters y millenials que creen que las Copas de Europa son tan accesibles como los berberechos en oferta del Mercadona.

Veníamos de seis años consecutivos palmando en los octavos de final de la Champions. Un sexenio bochornoso que provocaría convulsiones y espasmos cerebrales en la generación Z de madridistas hípsters y millenials

Fue una era oscura de Ligas castizas, sí, un par, con un par, pero también fueron eones de baños sin masaje del culerío, de Nanines en asambleas y Calderones enajenados sin corbata dando campeonatos por ganados antes de tiempo en la Romareda. Seis años, seis, en los que se encadenó una eliminación en una desangelada prórroga en Delle Alpi, un meneíto bávaro como los de antaño, el milagro de ver al Arsenal eliminar a un grande de Europa -o a alguien en general- una palmatoria ante la Roma en el Bernabéu, el memorable y boludo chorreo del Liverpool en Anfield y una nueva cantada en casa ante el todopoderoso Olympique como colofón a esta serie de catastróficas desdichas.

El miedo escénico era entonces la verbena de la Paloma.

En los días de Lyon se sentaba El Ingeniero Pellegrini en el banquillo, el hombre que susurraba a los puntajes. A su lado, de segundo técnico, teníamos al señor Rubén con sus Cousillas. Básicamente una especie de rosario tribal que mediante el conjuro Kiricocho, Kiricocho ahuyentaba a todo mal espíritu. ¿Sistema? ¿Estrategia? ¿Proyecto?  La táctica era el Kiricocho.

Era la temporada 2009-10 y había vuelto la ilusión de la mano del segundo advenimiento del Ser Superior al palco del Bernabéu. SuperFloper se había gastado una millonada en CR7, Benzema, Kaká y compañía y resulta que al amiguete de Valdano lo sacan de la Copa de Su Majestad alcorconazo mediante.

Pudo ser aún peor de no mediar la noche de los aspersores en el Camp Nou y la elevación de Mourinho al altar de héroes extemporáneos del madridismo. Aquel Internazionale Calcio de picapedreros del fútbol, liderado por el de Setúbal, nos evitó el trago de padecer a una legión de culés ufanos en Madrid para jugar la final de la Champions en nuestro hogar.

“Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”, decía Napoleón. “Y el señorío del Madrid es ganar”, diría siglos después don José Mourinho, el Denostado.

Él, entre todas las plañideras que le precedieron y alguna incluso que le ha sucedido, entendió rápido cuál es la esencia del merengue.

Es el verano de 2010. Llega Mourinho a la Casa Blanca y las tropas estadounidenses salen corriendo del país del Tigris y el Éufrates. Es llegar The Special One y a los PIGS de la UE (Portugal, Italy, Greece and Spain) les falta el canto de un ¿euro? para salir tarifando de la Europa de los mercaderes.

El caso es que Mou llegó. Y llegó para sacarnos de las tinieblas, de la oscuridad de la que salieron aquel verano los mineros chilenos de Copiapó después de 70 días atrapados en una mina. Aterrizó en tiempos del Waka-Waka que nos atronaba aquel verano de tiki-taka glorioso, que acabó tornando viscoso, para salvarnos con un poco de Mou&Roll.

Mourinho llegó en mayo para suplir a otra estrella de los banquillos, el juez Garzón, al que le dio por investigar los crímenes franquistas por si Franco levantara la cabeza y, fíjense ustedes amigos galernautas, que al final veinte años después la levantó.

El caso es que Mou llegó.

Y no lo hizo con presentaciones florentinas de pompa y boato y una lluvia de estrellas como con la que se agasajó al Ingeniero y a Kiricocho. No.

Llegó flanqueado de un Valdanágoras peripatético con cara de circunstancias postsocráticas, y se trajo a un veterano de cien batallas como Carvalho, un prometedor Fideo, un Mesut llamado Ozil que nunca jamás volvió a rendir como entonces y un TronKhedira, robusto cual alcornoque, de los que le gustan al luso. Porque de Sergio Canales y Pedro León -que no es Maradona, como subrayó precisamente el portugués- mejor no hablamos.

Mención aparte merece Manolito (Emmanuelle) Adebayor, el largo togolés que se nos coló en Navidad entre gato (Karim) y perro (Pipita) , para seguir la estela de Mortadelo (el serbio Mirosavljević) en el Cádiz o Mari Paqui (el griego Marinakis) en el Sevilla.

Mou mandó a Guti al Gran Bazar, a Raúl y Metzelder a la cuenca del Rürh, a Royston a protagonizar AcciDrenthes a Alicante y a Lass Diarrá al Principado. La reggaetonera Danza Kuduro fue una de las canciones del verano, pero ya decíamos que don José venía a practicar el Mou&Roll.

Así lo afirmaba Xabier Alonso Jauna: “El Bayern de Múnich es jazz, pero el Madrid es Rock&Roll”

Sobre el escenario, Iker Casillas, Marcelo, Ramos, Pepe, Arbeloa, Alonso, Khedira, Ozil, Di Maria e Higuaín; un Highway to hell en toda regla que efectivamente desembocó en el averno cuando el Barcelona de Pep Guardiola nos enchufó una sonora manita y nos hizo recordar de súbito a todos los Luxemburgos, Juandes Ramos y López Caros de nuestras vidas.

Vimos cositas, sí, pero llegamos a una final de Copa en Valencia contra el mismo Barcelona que hace unos meses nos había realizado un tacto rectal con cinco supositorios sin anestesia. Fue la horterada aquella que se llamó “Tormenta de Clásicos”. Liga, Copa, Shempions y Supercopa.

El clásico cagómetro culé se había instalado en la Castellana. Todos pensábamos que nos iba a caer la de Puigdemont.

Así me aspen, jamás lo reconoceré fuera de aquí, pero cagat  me senté a ver la final del Torneo de Su Majestad en un cubil blaugrana tras la consabida comida de las directivas con mis amigos/enemigos culés.

Difícil olvidar aquellos primeros 45 minutos en Mestalla porque precisamente lo único que no Mestalló en aquel primer tiempo fue el corazón. Mou tuvo la genialidad de soltar a Pepe en la medular y el mediocampo de figurines culé sólo rascó tarascadas.

Nos fuimos al vestuario al descanso sin recibir ni un tiro ¡Ni un tiro! Ni a puerta, ni a fuera, ni al Oceanogràfic ¡Ni un puto tiro del Barça! Con perdón, pero ni un tiro. Incluso Pepe remató con violencia -como no podía ser de otra manera- al travesaño de un actor porno que defendía la portería azulgrana. Pinto creo que se llamaba.

El segundo tiempo ya fue otra cosa, pero la primera piedra de la Iglesia Mourinhiana había sido colocada. El Fideo centró en la prórroga y nuestro Adonis de Madeira voló para birlar el primer título que perdió el Barcelona de Pep, El libertador de orín perfumado.

Esa Copa valió la pena porque era necesaria para estar contigo, amor. Y porque fue antesala de la mejor rueda de prensa de todos los tiempos. Porque en esas cuatro paredes forradas de sponsors, también Mourinho creo escuela. Hubo un tiempo en que los partidos del Real Madrid tenían un tercer tiempo sin necesidad de balón ovalado y fornidos jugadores de rugby. Y aquel tercer tiempo lo jugaba Mourinho solo. Desde enero los españoles ya no podían fumar en bares, restaurantes, metros, aviones ni autobuses, pero Mou seguía echando humo. Los pitis ya los pondría Fabio Coentrao como flamante fichaje de la próxima temporada.

Hubo un tiempo en que los partidos del Real Madrid tenían un tercer tiempo sin necesidad de balón ovalado y fornidos jugadores de rugby. Y aquel tercer tiempo lo jugaba Mourinho solo.

Pero antes llegó la Shempions, volvieron los de Pep y una vez más jugamos con 10 por un triple Axel con tirabuzón y doble mortal de Dani Alves ante Pepe. Acabamos palmando, claro, pero Mou dejó una comparecencia épica, una melodía desencadenada de sopapos para la historia. Una soflama que redujo a un picnic de Pocoyó con Pato aquella comparecencia precedente de Pep y el consabido “puto amo”. Es difícil repartir más leña en quince minutos, cuarenta y ocho segundos. Éste es sólo un extracto:

  • Si le digo a UEFA lo que pienso y lo que siento termina mi carrera hoy, y como no puedo decir lo que siento dejo solo una pregunta que espero un día conseguir la respuesta, que es ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué Ovrebo? ¿Por qué Busacca? ¿Por qué De Bekleere? ¿Por qué Stark? ¿Por qué? ¿Por qué? (…) No sé si es la publicidad de Unicef en la camiseta, no sé si es el poder del Señor Villar en UEFA, no sé si son muy simpáticos, no sé, no entiendo (…..)  Josep Guardiola es un entrenador fantástico de fútbol, repito un entrenador fantástico de fútbol, pero ha ganado una Shempions que a mí me daría vergüenza de ganar porque la ganó con el escándalo de Stamford Bridge

 

Fíjense si la rueda de prensa de Mou a pecho descubierto sigue vigente que aquellos por qué aristotélicos de don José siguen siendo un Santo Grial madridista a descubrir en el VARbaro templo maldito de Tebas, Rubiales e Infantino. Es difícil entender por qué esta gloriosa andanada verbal no se expone en el Museo Bernabéu junto al primer contrato de don Alfredo di Stefano y el mostacho disecado del guatemalteco Federico Revuelto.

La Farsa ganaría esa Shempions, pero la próxima Liga iba a ser la mejor Liga de nuestras vidas. Antes, eso sí, el dedo de Mou nos señalaría el camino en una de las tanganas más memorables de todos los tiempos cuando tras perder la Supercopa en Barcelona con un gol de Messi en el 88, una entrada alevosa de Marcelo desató una trifulca que convirtió a Josep Satorra en un ícono pop contemporáneo. The Observer, entre el dedo de Jose y el ojo de Tito, dio la vuelta al mundo mientras el orbe periodístico – que jamás se planteó qué desató el dedazo- clamaba por unas disculpas que Mourinho solo concedió al madridismo.

Por aquí seguimos esperando, dicho sea de paso, los descargos culés por lanzamiento de cochinillo o balonazo de argentino menudo a la grada del Bernabéu.

Aquel año, Mou consolidó la Primavera Árabe en el Bernabéu contra la megalómana dictadura sátrapa de un pequeño país norteafricano si, como dicen los franceses, tenemos en cuenta aquello de que África comienza en los Pirineos.

Y llegó la Liga de los Récords, la denostada Liga de los Récords, la que nadie valora, quizás porque 2011 fue el Año del Conejo chino y esas cosas influyen.

Aquellos días Portugal pidió el rescate bancario al tiempo que un portugués consumó nuestra operación de extracción de la mediocridad. Los Cantajuegos, como don José, se consolidaron aquel mismo verano. Chuchuwa, chuchuwa, que no es como Kiricocho pero casi.

Lo que en todo caso resultó absolutamente paranormal fue el campeonato de Liga que protagonizó nuestro querido Real Madrid bajo la batuta de Mourinho. Nadie hizo jamás más puntos, 100, nadie marco jamás más goles, 121. Nadie jamás sacó 50 puntos a domicilio. Cristiano enchufó 46 goles, el Pipita 22 y Benzema, 21.

Y así nos las tuvimos que gastar para que el Villarato no se saliera con la suya.

El año que ganamos la Liga de los récords vencimos en estadios como Mestalla (2-3), Sánchez Pizjuán (2-6), Calderón (1-4), San Mamés (0-3) o Camp Nou (1-2).

Quién te ha visto y quién te ve, Real Madrid.

No sólo fue ganar la Liga en Bilbao ante un montón de vascos iracundos ajustándose la txapela, fue sentenciar el campeonato en Barcelona con un gol con el juanete de Khedira y otro fugaz de CR7 a pase milimétrico de Ozil, inmediatamente después de sacar desde el centro del campo tras encajar el empate del Barcelona. Eso sí que fue el #IceBucketChallenge para el culerío. Mientras tanto, nosotros nos reservábamos para las semifinales europeas nuestro castizo jarro de agua fría ante un enemigo íntimo como los bávaros de München.

Astrofísicos de la NASA han reconocido off the record que el robot Curiosity, ese que andaba haciendo turismo por Marte, tuvo que volver a Houston por tener un problema derivado del balonazo de Ramos en aquella malograda tanda de penaltis.

Por tanto, la felicidad no fue completa, pero qué Liga, damas y caballeros, qué Liga. Fue tal exhibición que Pep el libertador se tomó un año sabático antes de fichar por dos clubes del montón como el Bayern y el City para seguir engordando palmarés.

Nos ha jodido, Pep. Ganar Shempions con el Oporto y el Inter da mucha pereza.

pero qué Liga, damas y caballeros, qué Liga. Fue tal exhibición que Pep el libertador se tomó un año sabático

 

En la 2012-2013 eso sí llegó el acabose, el canto del cisne, la tierra quemada, la conjura de los necios, el motín de Esquilache en Valdebebas. Los jugadores decidieron que ganar en espinosos berenjenales como los de la pasada temporada era harto cansado. Para Navidades ya teníamos media Liga perdida y eso que habíamos arrancado la temporada con un gol supercopero del Fideo en el 90 cuando palmábamos 3-1 en el partido de ida en el Camp Nou. Valdés Eurovisión ¿Recuerdan? Qué tiempos aquellos. Ganar Supercopas ante el Barcelona y no perderlas ante el Atlético sabe mejor. Ni qué decir tiene, Julen.

Pero todo se torció y Mourinho enfrentado a su sombra por entonces decidió quemarse a lo bonzo y convertir la Casa Blanca en el Coloso en Llamas. Se atrevió con Pep, con Tito, con el Cholo, con el Barça, con la Federación, con la Liga, con los árbitros, con la UEFA, con la FIFA y, sin lugar a duda lo más peligroso, se enfrentó a los piperos del Bernabéu y a su ídolo pagano, Iker Casillas.

El Santo, no tan santo aquellos días, andaba haciendo genuflexiones con cierto jardinero catarí por el bien de Ejpaña. Mou responsabilizó a Iker del pecado original y apostó por Adán en un partido desastroso en Málaga donde, además de la manzana, se comió tres goles como tres soles con boquerones. Fue la venganza del Pellegrini y el principio del fin de Mou en Concha Espina.

Tocar al Santo levantó a la Inquisición mediática y se ordenó quemar a Mou en la hoguera por hereje. Ya nadie en aquel vestuario formaba parte de su aquelarre. Salvo Don Álvaro Arbeloa de Coca y Xabi Alonso Jauna, el único que bailaba en taparrabos en Zugarramurdi para invocarse a sí mismo era Mourinho.

Y así nos fue, cuesta abajo y sin frenos, con Pepe clavando cuchillos por la espalda y Ramos pensando en la vida padre que se iba a dar con Ancelotti tomando txuletones en el Txistu. Tan descalabrado fue todo que volvimos a perder una final de Copa en el Bernabéu contra el Atleti. Un dislate sí, que sin embargo puede enmarcarse dentro de las acciones de responsabilidad social corporativa que obligan al Real Madrid para con sus desgraciados vecinos. Mou fue expulsado, claro. Genio y figura hasta la sepultura.

Tocar al Santo levantó a la Inquisición mediática y se ordenó quemar a Mou en la hoguera por hereje

Aun así, vivimos buenos momentos. Perdimos esa final de Copa, sí, en un ambiente irrespirable, pero hasta hoy Puyol anda buscando su rotula perdida después del roto del Fideo en las semifinales coperas en Barcelona. Incluso tocamos la final de la Shempions con una cuasi remontada heroica por una mala tarde en el Westfallen Stadion.

Joder, con ese nombre, cualquiera no tiene allí malas tardes.

Se fue Mou, pero aquel año nos dejó a Lukita porque fue Mou quien nos trajo a Modric, “Peluka” Modric para algún sabio del fútbol que pulula por las páginas del diario Sport.

Y es que Mou nos trajo muchas cosas buenas. Otras malas. Pero nos devolvió el orgullo y puso la primera piedra de la Décima y de todo lo que vino después.

El que no lo quiere ver se refugia en zarandajas varias que tienen que ver con el protocolo, la urbanidad y los buenos modales, como si antaño no se recibiera al autobús del Real Madrid a pedradas en los campos del norte.

Mou sacó las garras y el Madrid volvió a lucir colmillo.

Es shimple.

Mi Real Madrid favorito

1-El Real Madrid de Capello

2-El Real Madrid de Di Stéfano (años 50)

3-El Real Madrid de Mourinho

4-El Real Madrid de Zamora

5-El Real Madrid de la Quinta del Buitre

6-El Real Madrid de los Galácticos

7-El Real Madrid de Miljanić

8-El Real Madrid de la Quinta del Ferrari

9-El Real Madrid de la posguerra (años 40)

10-El Real Madrid de los García

11-El Real Madrid de Valdano

12-El Real Madrid Ye-yé

13-El Real Madrid primigenio (1902-1924)

14-El Real Madrid del "4 de 5"

 

 

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Fugitivo catódico y periodista de fortuna, perpetrador de LaTiradeAndrésTorres.com. Polivalente como Arbeloa, elegante como Modric, apolíneo como Cristiano y leñero como Benito. Señorío a medida.

21 comentarios en: El Madrid de Mourinho

  1. Fenomenal, fenomenal, Sr. Torres. No espero más. A Mourinho ni en pintura. Si hay alguna Vergüenza en una final de Champions, esa la protagonizó el con su equipo en el Camp Nou. Mira que soy madridista. Mira que disfrute ese día. Pero ver a 11 en el área chica me produce desconsuelo.
    Ese día el Barca reinventó la paciencia. De nada sirvió. El estratega redujo a su buen equipo a un coro ridículo con un solo objetivo. Que el contrario no marque. O sea, la mitad del fútbol. La otra mitad no existió.

    1. No eran 11, eran 10 desde el minuto 28, amigo, que se dice pronto, en el Camp Nou, con ese Inter, y Pandev lesionado en el calentamiento.
      Y encerrarse fue el mejor favor que nos pudo hacer a los madridistas, pues así evitó que jugaran la final en el Bernabéu.
      Debería estar usted agradecido.

  2. Vaya,parece que ,a alguno,se le olvida como contragolpeaba el Madrid de Mou y también se le olvida que en aquella semifinal del Ínter,el culegiado de turno había expulsado a un jugador italiano tras vergonzosa simulación de Busquets.Todavia colean ,por lo que leo,las teorías del “buen juego”y el soporífero tiki taka guardiolesco.Vamos que al fútbol sólo jugaba el Farsa.Diez años después!!.Pena,pepita,pena.

  3. Mourinho es un animal competitivo pero sus métodos provocaban la autodestrucción... No es capaz de ver que hay que ser constructivo para no dividir a la parroquia. Antípodas de ZZ.

  4. El artículo está bien y describe muy bien una era, la del Rock´n roll de Mou.
    Pero permítame una precisión. Lo que tenía perfumado el santón de Sampedor era la orina, no el orín.
    Saludos.

  5. JMTR. Ojalá vuelva algún día, él puso los cimientos de las 4 de 5, igual que Capello puso los cimientos de las 3 de 5 y de nuestro último doblete ligero.

  6. Buen artículo y ,además, con retranca. Mou es un entrenador que te gusta a muerte o todo lo contrario. Y eso pasó en el Madrid. Yo creo que el fútbol actual necesita de gente nueva en todos los órdenes, y el tiempo de Mou ya es el pasado. No digo que no sea un entrenador para el fútbol de hoy día, quizás algunos lo vean como uno de los mejores, por el contrario yo lo veo inadaptado para el fútbol actual. Tuvo su momento.

  7. Tremendo entrenador, de lo mejorcito que ha pasado, una pena que no llegara a ganar esa Copa de Europa que tanto merecia y tan cerca estuvimos sobre todo el año que nos elimina el Bayern, aunque quien sabe si el primer año que nos elimina el Barca con el robo de la expulsion a Pepe nos la podriamos haber llevado..
    Si he de reconocer que quizas el fallo que tuvo fue que era un poco o demasiado incendiario tanto de puertas para fuera como de puertas para dentro.
    Para mi el Mohu perfecto seria el que de puertas para fuera defienda como hizo a muerte al Real Madrid y diga las cosas como son ( arbitrajes, federacion, prensa..) y de puertas para dentro algo mas calmado y sobre todo haciendo mas piña en el equipo como por ejemplo con el Inter.
    Con esto no digo que no tuviera razon pero lamentablemente los jugadores son como son ( aqui los habia que telita ) y esta claro que si te enfrentas a la mayoria sales perdiendo.

  8. En mi opinión, Mou fue fundamental en la construcción del campeón de Europa 4 veces en 5 años, nos devolvió el orgullo, y que coño, me encantaba verle repartir estopa a la mafia federativa, culé, y prensa. Que estoy harto de ver a Sor butragueno y su corrección política. Hala Madrid

    1. Opino igual. Su genial frase, diciendo que no sabía si era Unicef, o Villar....por Dios, si es que era eso precisamente lo que pasaba...que hombre. Hay cosas que hizo que no me gustaron pero fueron las menos. Adoro a Mou.

  9. Siempre agradecido a Mou gracias a él se ganaron las cuatro, le traicionaron los jugadores el primero Pepe y el segundo el hermano de René que desde entonces tiene voz y voto decisivo para escoger entrenador que primero tiene que ganarse su respeto y pronto filtrará que tiene una oferta del varsa para ampliar contrato queriendo ganar por lo hecho no por lo que va a hacer, pero Mou siempre, cómo decía el señorío se demuestra en el campo ganando

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