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Zidane y el hombre del traje negro

Zidane y el hombre del traje negro

Escrito por: Fred Gwynne23 enero, 2021
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Han pasado más de cuarenta años desde que lo leí y todavía no he olvidado aquel relato. Creo recordar que se incluía en una recopilación de historias de terror y misterio con un prólogo de Alfred Hitchcock. A veces pienso que el libro nunca existió, que todo es producto de mi imaginación, un simple ensueño que los años han ido puliendo a mi antojo, como si yo fuese un personaje de ficción y todo lo que les voy a narrar fuese una historia más de aquellas que supuestamente el libro contenía.

Eran veinte o treinta historias, de diferentes extensiones y autores, algunas no ocupaban más de un par de páginas y otras sobrepasaban las cuarenta. El relato del que les hablo era corto, no tendría más de cuatro o cinco. En él, un misterioso hombre, alto, enjuto, vestido elegantemente con un traje negro, sombrero a juego y un maletín en la mano, se presentaba una calurosa mañana, densa, sudorosa, de esas que hace que la camisa se te pegue al cuerpo, caminando con parsimonia, como si en lugar de desplazarse sobre sus pies le empujase lentamente el aire de un ventilador, en la oficina o en la casa del director de una empresa (ya les digo que mis recuerdos son muy borrosos), y le decía al dueño del negocio:

Hombre de negro

—He venido a ofrecerle mis servicios.

El dueño, un avaro explotador, jefe de una gran multinacional, que trataba a sus miles de empleados como esclavos (esto es posible que también me lo esté inventando), al ver el extraño aspecto del hombre que tenía delante, tan alejado del perfil de los comerciales a los que estaba acostumbrado a tratar y despachar sin miramientos, le preguntó, con una mezcla de desasosiego y curiosidad, por la naturaleza de esos servicios.

—Pertenezco a una empresa, digamos, un tanto particular —contestó el hombre del traje negro dejando el maletín sobre la mesa-. Aunque contamos con miles de socios distribuidos alrededor de todo el mundo, trabajando sin descanso y con una eficacia, como usted pronto podrá comprobar, cercana al cien por cien, nunca nadie ha oído hablar de nosotros, nuestros servicios son tan discretos como eficaces: nos dedicamos a acabar, literalmente, con sus competidores.

lo conseguimos exclusivamente con la mente y el resultado es, como usted mismo podrá verificar, igual de expeditivo

Aquellas palabras, sumadas a la forma en la que había pronunciado “literalmente”, separando las sílabas, remarcándolas, intrigaron todavía más al dueño. Sus competidores eran muchos, cada día más fuertes y despiadados, el mercado no daba tregua y su empresa llevaba varios años sufriendo continuas bajadas de ventas y beneficios.

—Continúe, continúe —dijo acercando un poco más la silla a la mesa.

—Nosotros nos dedicamos a eliminar personas, acabamos con ellas. Y lo hacemos sin usar la violencia, simplemente con la fuerza de la mente.

¡Acabáramos, loco, le había tocado un loco! Aquel hombre no regía, estuvo a punto de despacharlo en aquel mismo momento, pero la curiosidad, sumada a cierto magnetismo que irradiaba el extraño personaje, se impuso a la cautela.

—¿Sin violencia?

—Sí, no usamos ninguna violencia, no lo necesitamos, lo conseguimos exclusivamente con la mente y el resultado es, como usted mismo podrá verificar, igual de expeditivo. Nuestro protocolo es muy sencillo: una empresa o un particular, siempre con gran solvencia ya que tanto nuestras tarifas como nuestros servicios están únicamente al alcance de un selecto y limitado grupo de personas, nos contrata y nos da un nombre y una foto. Eso es suficiente para nosotros, no necesitamos nada más. A partir de ese momento, todos y cada uno de nuestros trabajadores, seleccionados bajo unos estrictos parámetros alejados de los convencionalismos de cualquier otro tipo de empresa, desean todos los días, de forma regular, estructurada, como cualquier otro trabajo al que hay que prestar la atención necesaria para que dé sus frutos, que esa persona desaparezca, le desean todo tipo de desgracias y enfermedades, en pocas palabras, le desean el mal. Y lo hacen con todas sus fuerzas. Aunque a usted le parezca increíble esta historia, nuestra fiabilidad es máxima. Atendemos un máximo de seis contratos al año, sabemos gracias a la experiencia acumulada, que dos meses es un plazo más que suficiente para cumplir con el encargo. En el último lustro nuestro porcentaje de éxito es altísimo, superior al 97 por ciento. Digamos, y perdone que sea tan explícito, que donde ponemos la mente, ponemos la bala.

Mente concentración

El dueño de la empresa se revolvió nervioso en su asiento. Aquella historia parecía una locura, algo que solo podía surgir de la enajenación de un demente. Respiró hondo y miró fijamente a los ojos del hombre del traje negro buscando algún resquicio de trastorno. El brillo que emanaban, tan familiar y conocido, le dio la respuesta. No era un demente, no, no lo era, había en sus palabras y gestos algo perturbador, pero despedía determinación, una seguridad, una fuerza que él, por su carácter, conocía perfectamente. Aquel no era un loco con una historia descabellada, no, estaba seguro de ello. Notó cómo le sudaban las manos. ¿Y si aquella supuesta locura no lo era tanto? ¿Y si realmente la empresa existía y se dedicaban a eliminar personas?

—Perdone, pero su historia me parece increíble.

—Es tan increíble como cierta. Comprenderá que nuestra discreción sea máxima, lo único que le puedo garantizar, y puedo hacerlo con nombres y apellidos de todos las personas a las que hemos ido sacando de la partida en los últimos años, es que somos tremendamente eficaces. En el mundo hay cerca de 8.000 millones de personas. No todos somos iguales, algunos poseemos habilidades especiales, poco comunes. Entre todos esos millones hemos seleccionado, por métodos poco ortodoxos pero muy fiables, a unos pocos miles capaces, por la fuerza de su mente, de derrocar gobiernos, eliminar a papas o hacer que multimillonarios con una salud de hierro y una vida plácida y armoniosa, se suiciden. ¿Recuerda a…? Fuimos nosotros.

Sí, lo recordaba perfectamente, incluso había comido con él en un par de ocasiones. Dueño de uno de los bancos y de las fortunas más importantes del país. La noticia de su extraño suicidio había aparecido en todas las cadenas de televisión.

Notó cómo una gota de sudor le resbalaba por la espalda. Sin buscarlo un nombre vino a su mente. Era su máximo competidor, llevaba años luchando contra él y estaba perdiendo. Lo había intentado todo.

Sacudió levemente la cabeza, intentado quitarse aquella loca idea de la mente. No lo consiguió.

—Lo que no entiendo —dijo dispuesto a seguir adelante con la peregrina idea de contratar a la empresa y dar el nombre de su competidor— es cómo puede ser efectivo su método cuando esa persona desconoce lo que está sucediendo, no sé si me explico.

—Sí, sí, se explica usted perfectamente —dijo abriendo el maletín. La persona elegida sabe lo que le va a suceder, conoce, porque nuestra empresa así se lo comunica, que miles de personas, hora a hora, día a día, tienen como único objetivo en sus vidas desearle todo tipo de males. Y eso, precisamente eso, es lo que desencadena el proceso de desgaste, de caída a los infiernos.

—Vale —dijo tragando saliva y decidido a dar el paso—, en ese caso me gustaría contratarles.

—Creo que no me ha entendido bien —contestó el hombre del traje negro sacando del maletín una foto, poniéndola encima de la mesa y acercándola lentamente hasta que el empresario se vio a sí mismo en un retrato reciente. Nuestros servicios ya están en marcha, mi cometido es comunicarle que a partir de este momento usted es el objetivo de nuestra organización.

Objetivo diana

Naturalmente el magnifico relato, o al menos la remembranza que de él me ha quedado, estaba infinitamente mejor escrito que este que acaban de leer. Es posible que mi vano intento no refleje nada del original o lo transcriba fielmente; ya les he dicho que mi memoria puede que lo haya idealizado o incluso que nunca haya existido y que yo mismo sea parte de una de sus historias.

El mismo día de la vergonzosa debacle contra el Alcoyano, horas antes, cuando el tema de la salida de Ødegaard empezó a poner en cuestión la capacidad de Zidane para ser el entrenador adecuado para trabajar con el talento joven, yo ya intuía, porque todos los indicios así lo indicaban, que el Madrid iba a ser eliminado. Había demasiada gente deseando, igual que en el relato, que eso terminase de esa manera, con el equipo haciendo un ridículo histórico. Uno no es el supersticioso de guardia de La Galerna si no atesora un gran currículum que lo avale. El equilibrio, porque tanto el chamán de Zidane como yo sabemos que en las victorias hay un equilibrio muy frágil y quebradizo, se había roto, miles de antimadridistas, ayudados por una gran cantidad de ¿madridistas? que, incomprensiblemente, deseaban una derrota del Real Madrid para que cesaran a Zidane, no podían augurar nada bueno. Las Cuatro de Cinco, que empezaron en el 92,48 y terminaron con el doloroso gol del Alcoyano, solo fueron posibles en una especie de trance colectivo, en un equilibrio difícilmente irrepetible.

Odegaard

A Zidane, el mejor entrenador de la historia del fútbol, a pesar de haber conseguido encadenar tres Champions seguidas o ganar en una temporada cinco títulos, algo que nadie, en los más de cien años de historia del Real Madrid, había conseguido, le han puesto un retrato delante y ya es, oficialmente, el nuevo objetivo. Zidane es el entrenador que ha terminado su ciclo sin terminar su ciclo. Hay millones de personas, muchas de ellas madridistas, deseando que abandone el puesto y están, a no ser que Florentino me llame y me tranquilice, a un par de derrotas de conseguirlo. La paciencia dejó paso a la intolerancia, bienvenidos sean los clickbait de entrenadores, los piperos digitales y los zidaplanistas: este vale, este no, este sí, este no, hay que deshojar la margarita, vendrá un nuevo entrenador que hará que todos los jóvenes vuelen hasta que sea cesado para que pidan un nuevo entrenador que hará que todos los jóvenes vuelen hasta que sea cesado…

Florentino Zidane

Ah, olvidaba decirles que acabo de recordar cómo acaba el relato realmente: Zidane, que no es ni empresario, ni avaro, ni trata a sus jugadores como esclavos, coge el retrato, lo rompe en pedazos, se levanta, toma impulso, le da un cabezazo en el pecho al gilipollas del traje negro y cuando lo tiene en el suelo, doliéndose del golpe, le dice sonriendo:

—Paparruchas a mí, entérate bien, desgraciado, dile al que te ha contratado y a todos los idiotas que quieren mi destitución, que voy a ganar más títulos que fotos has repartido en toda tu puñetera vida. Y los voy a ganar porque yo soy el entrenador del Real Madrid, el mejor equipo de la historia, soy el puto Zinedine Zidane y bailaré sobre tu tumba.

 

Fotografías: Getty Images

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Soy un hombre hecho a mí mismo. El problema es que me sobraron algunas piezas. SOL O CONTIGO. Persigo playas.

10 comentarios en: Zidane y el hombre del traje negro

  1. Igualito hoy que ayer. Menuda diferencia entre el portanálisis y los artículos de hoy y los de ayer.
    Fred es de lo mejor. Y Zidane de lo mejor, y no habrá quien le supere. Hay que dejarle trabajar, y a los hombres de negro que les den.

  2. Ojalá. Hasta hace poco pensaba que la prensa ( el famoso relato) era lo peor y nuestro más cruel enemigo, pero sinceramente, hay muchos, muchos madridistas ( y no dudo de que lo sean) que a la hora de destruir, hacer sangre y meter mierda, son mucho más eficaces que los medios de comunicación. Yo hace tiempo que me refugie en La Galerna para poder oxigenarme de toda la podredumbre que tenía que oír desde los medios de comunicación, pero he llegado a la conclusión de que los propios madridistas son mucho peores y más eficaces que los creadores del RELATO a la hora de destruir a nuestro club. Crítica SI, pero señores, un poco de sentido común...
    En fin, ojalá siga Zidane, pero no creo, cuando cambiemos de técnico 3 o 4 veces en los próximos 3 años, echaremos de menos al calvo, nuestro calvo.

  3. Buen artículo, bien escrito, pero no deja de obviar (como a menudo en la galerna) el gran elefante en la habitación, que es el juego pésimo, de lo peor visto en años.
    En este caso el regate se centra en culpar a los críticos y rememorar como a menudo sus éxitos pasados. Bendito 2017.
    Al final los piperos digitales le señalan por el juego pésimo que antes comentaba y porque el entrenador no confía en los jugadores que se le proporcionan y es incapaz de mejorarles.
    Un amigo extranjero me preguntó por una buena web para leer artículos sobre el Madrid. Sin duda la recomendaré y la citaré también como un claro ejemplo de oficialismo puro y duro

  4. Excelente artículo, cuando entiendan que no es normal lo que gano Zidane y que es la excepción a toda regla a lo mejor lo valoran, cada vez me doy cuenta que el fanatismo no es por el Madrid lo es por jugadores, Ø Se quiere ir por qué quiere ser titular no importa el nivel que están jugando Modric Y Kroos que es de escándalo lo que desean es que igual los siente porque quieren ver jugar a Ø y Jovic que siendo titular, suplente, jugando 10 minutos en año y medio marco solo 2 goles en el Madrid y todavía dicen que el Culpable es Zidane.

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