Buenos días. Pau Gasol y la selección española de baloncesto ocupan hoy (con mayor o menor espacio y en diferente tipografía y espíritu, pero de forma destacada siempre y con toda justicia) las portadas nuestras de cada día. La Galerna aspira a abrazar el espíritu de universalidad del Real Madrid y va por tanto dirigida -así es ya- a una audiencia variopinta en lo geográfico, con creciente interés por parte del mundo iberoamericano, pero no deja de ser cierto que somos españoles y que, incluso si no lo fuéramos, comentamos cada día portadas de periódicos que se imprimen (sí, hablamos del maravillosamente obsoleto PAPEL aquí) en el Reino de España. Por ello nos hacemos eco (véase el gran artículo de Mario de las Heras) de la explosión de entusiasmo por la selección y, qué carajo, nos unimos fervientemente a ella. Nuestro corazón está con España, y deseamos con ardor que esta tarde se culmine la gesta.
Por lo demás, hay un elemento diferenciador entre la selección española de fútbol y la de baloncesto que incrementa el entusiasmo con el cual nos unimos a esta corriente imparable. Mientras la selección de fútbol se ha convertido en un coto de impunidad para según qué jugadores impresentables pero intocables, y uno tiene que recordarse permanentemente que esa selección es la propia para no darle la espalda (tan permanentemente que a muchos la espalda nos ha cobrado vida propia y no obedece a los designios de un cerebro que por lo demás nunca será quien mande en esto), con la selección de baloncesto ocurre lo contrario: ni el cerebro más recalcitrante en su escepticismo es capaz de sustraerse al flujo de lucha sin descanso, calidad al servicio de una causa y genuina nobleza que define a Pau y sus chicos.
Vamos, España.
Qué pena, qué inmensa pena que haya quien no sea capaz de evitar la tentación de llevar a su terreno esta corriente de ilusión colectiva. Aparte de las más obvias, que convierten casi en un chiste involuntario lo de "Sois los más GRANDES", se nos ocurren entre Messi y Gasol unas siete mil quinientas diferencias (así, a bote pronto, o más bien habría que decir a rebote pronto, tanto por la cuestión baloncestística como por los sentimientos que nos produce esta portada).
Casi dan ganas de jugar a uno de esos entretenimientos: encuentre el lector las casi imperceptibles diferencias entre estas dos fotos aparentemente idénticas. A bote (o rebote) pronto, nos vienen a la mente algunas minucias fiscales de las que no se habla nunca, pues no en vano los gestos de CR cuando no le dan un pase superan claramente en importancia a estas fruslerías.
Y lo sentimos, pero es inevitable: el afán por llevar a terreno culé la gloria de la selección española, en épocas donde el club que desacomplejadamente apoya Sport apoya a su vez (no menos desacomplejadamente) el llamado proceso de construcción nacional catalán, constituye un sarcasmo de proporciones hercúleas, en línea con la desfachatez de los aplausos a quien convoca ruedas de prensa para insistir en sus insultos al buen gusto y el fair play.
No podemos pasar por alto el recuadro inferior izquierdo, redactado por un viejo forofo de Casteldefells a su salida del bar, tras su cuarto carajillo. El alcohol, especialmente el consumido en la tercera edad, es lo que tiene: te impide ver, por ejemplo, los (dos) penaltis birlados al Madrid.
Mundo Deportivo, al menos, no comete la indecencia de intentar apropiarse de las gestas de España para mayor gloria de las causas separatistas en el seno de España. A cambio, le da a Pau un recuadro pequeñito y se centra en la diarrea de goles que presuntamente se le avecina hoy al Levante. Si esta portada ( casi dando por hecho una hipotética goleada al rival) la llegan a sacar As o Marca refiriéndose al Madrid, tenemos prepotencia y Central Lechera hasta el día del juicio final, and beyond.
Y ya que hablamos de Central Lechera, ¿qué nos decís de los términos en los que el Diario de la Ouija se refiere a la (deslucida) victoria del Madrid ayer? A Alfredo tampoco le dio la cosa para apercibirse de los dos penaltis no pitados al Madrid, aunque en este caso no nos consta que el carajillo tenga nada que ver en el asunto. De hecho, sería casi mejor que sí lo tuviera.
Marca nos solivianta legítimamente con la espectacular foto de portada (nos gusta, sí), y nos gusta también que quiera compartir parte de esa gloria con el enorme (cada día más) Keylor Navas. "Vamos, España" y "Vamos, Keylor" son dos gritos que pocos de los (generalmente muy) chauvinistas plumíferos deportivos españoles habrían sido capaz de proferir uno tras otro hasta hace muy poco. Hasta ese milagro está siendo capaz de obrar el increíble Keylor, cuya clase y discreta perseverancia en el afán de triunfo son puro Real Madrid. Nos enorgullece el poder decir que siempre, absolutamente siempre, creímos en él.
