Los estadounidenses que llegaban en los años 70 y 80 a nuestro baloncesto eran como melones, que hasta que no se abren no puedes comprobar su calidad. Incluso fue una novedad que la primera vez que viera a Johnny Rogers fuera en fotografía, pues ni un papel gráfico teníamos como referencia. Este humilde cronista estaba con la selección en los juegos de Seúl y la revista Gigantes hizo un reportaje a los madridistas que estaban haciendo la pretemporada. Me sorprendieron su estatura – era más alto que Fernando Martín - y sus bíceps - estaba bastante mazado. Luego comprobé que era un jugador extraordinario y una persona recta y profunda.
Entonces, Lolo Sainz no permitía que habláramos inglés con los extranjeros. Algunos aprendían rápido y otros sudaban más para aprenderlo. Johnny fue de los primeros, pues estuvo dispuesto desde el primer momento a facilitar la comunicación y a adaptarse a la ciudad y al equipo. Y sobre la voluntad de su aprendizaje fuimos componiendo una amistad que llega hasta hoy.
Suficiente para dejar un recuerdo indeleble, sólo estuvo un año en el Real Madrid, una decisión que nadie entendió en su día. En aquellos años, la sección estaba, digamos, alborotada. Luego, Johnny haría una gran carrera en Europa, y aunque el destino estuvo a punto de acercarnos, finalmente no se decidió. Después nos hemos visto en infinidad de ocasiones: en Grecia, en California, en Valencia, y donde quiera que hubiera una Fase Final de la Copa del Rey o de la Euroliga. Y, sobre todo, hemos compartido comida y fiesta en muchas navidades.
Johnny nos recibe con su amabilidad proverbial y sin límite de tiempo. Habla con la prudencia que le otorgó su educación y con una tranquilidad no exenta de picardía, siempre la voz templada. Así como lo lean, así es al natural. Abierto, sencillo, amable y cariñoso. Querido Johnny, tienes para siempre el agradecimiento de La Galerna por tu siempre encomiable consideración.
-Empezamos con la pregunta obligatoria en estos casos, querido Johnny. Tú y yo seguimos en contacto pero el lector no. ¿Qué fue de Johnny Rogers?
-Soy vicepresident of pro personnel de los Washington Wizards, de manera que paso la mitad del tiempo entre Washington y Newport Beach, un pequeño paraíso californiano. Bueno, eso era en tiempos normales. Ahora todo ha cambiado, claro, por efecto del Covid. Casi no veo a mis jugadores, prácticamente solo tengo acceso a imágenes de los entrenamientos a través de vídeo.
-El Covid lo ha puesto todo patas arriba. Esta es una publicación eminentemente madridista, por lo que nos vas a permitir que comencemos reposando tu única pero muy intensa temporada en el club blanco. Llegas en el 88, procedente de Cleveland Cavaliers. Imagino que no suponías que te esperaban tantas emociones fuertes. ¿Qué recuerdo tienes?
-Muy, muy buenos recuerdos. Pasaron tantas cosas que me sigue pareciendo que fue más de una temporada. De hecho, diez o quince años después, y a pesar de que luego pasaría por otros muchos equipos del baloncesto europeo, muchísima gente me seguía recordando sobre todo por el año que pasé en el Madrid. Todo fue impresionante. No solo fue el club que me permitió aterrizar en Europa. Es que además te das cuenta de la dimensión galáctica que tiene. Formábamos un equipo muy fuerte y muy unido, no solamente entonces sino a partir de entonces también. ¿Cuántas veces he estado en tu casa en Navidad, Joe, con tu familia?
-¡Muchas! Y, cuando no has podido estar, en Navidad me has llamado por teléfono siempre.
-Así es. Hicimos un grupo humano sensacional. Me encantaba jugar contigo, Joe. Cómo pasabas el balón, la velocidad que imprimías al juego. Todo...
-Está bien que lo digas para que dejen de meterse conmigo estos cabrones que me acompañan en la entrevista. Por cierto, me dicen que te pregunte si nos robaron aquella Liga...
-Bueno, fue muy duro. Para empezar, no llegamos bien a la Final. Teníamos mejor equipo que el Barça, de forma que en condiciones normales creo que habríamos ganado. Pero no estábamos finos físicamente. Fernando (Martín) no jugó un buen último partido. Yo estaba fatal de la rodilla. Antonio (Martín) tampoco estaba bien. Recuerdo que teníamos muchísimos problemas físicos. Por si esto fuera poco, acabamos aquel partido con solo cuatro jugadores sobre la cancha, algo que parece imposible. Pero así fue.
-¿Y el arbitraje evidentemente tuvo algo que ver?
-Hombre, si piensas que Petrovic fue uno de los expulsados con cinco faltas... ¡Petrovic! Que no había hecho cinco faltas en su vida porque, la verdad, era buenísimo pero defender, lo que se dice defender, no defendía demasiado fuerte. (Risas). A pesar de que en aquellos tiempos cada jugador solía jugar los 40 minutos completos o casi completos, Drazen no solía finalizar con más de dos o tres faltas como mucho. No me entiendas mal, el Barcelona tenía un gran equipo. Pero no es normal acabar el partido con solo cuatro sobre la pista, y que uno de los expulsados sea Drazen.
si piensas que Petrovic fue uno de los expulsados con cinco faltas... ¡Petrovic! Que no había hecho cinco faltas en su vida porque, la verdad, era buenísimo pero defender, lo que se dice defender, no defendía demasiado fuerte.
-Cuando llegaste al equipo, recuerdo que no te conocíamos mucho. No era como ahora, donde enseguida tienes acceso a vídeos. El primer mes estábamos algo despistados pese a tu bondad natural. De repente llegó aquel amistoso contra los Boston Celtics, que se presentaron Madrid en loor de multitudes. Tú te saliste en aquel encuentro, te revelaste como un baloncestista muy completo. Yo pensé: “este tío es bueno, pero bueno de verdad”...
-Muchas gracias. Es que yo jugué con muchas ganas ese partido, que efectivamente fue al poco tiempo de mi llegada. Había una expectación enorme. A la gente en España le gustaban los Celtics más que los Lakers. Yo soy californiano, así que le tenia muchas ganas a los Celtics (risas), aunque con el tiempo por supuesto llegué a considerar un mito a Larry Bird y a otros.
-A Larry le defendiste en aquel partido...
-He jugado bastantes veces contra él, y solían emparejarnos nuestros entrenadores. No era muy fuerte defendiendo, solía dejar bastante espacio, así que en ese aspecto nunca se me dio mal. ¡Lo que era completamente imposible era defenderle a él! De ese partido en Madrid recuerdo que Pep Cargol me sustituyó algunos ratos, y también jugó muy bien. Fue un partidazo. Tú dices que ahí te diste cuenta de que yo era bueno, pero también puedo decir a la inversa: ahí tomé conciencia del equipazo en el que yo había recalado. Jugasteis de miedo ante los mismísimos campeones de la NBA (porque eso eran los Celtics, no eran un equipo cualquiera), y demostrasteis, o demostramos, que no teníamos tanto que envidiarles.
-Fue un partido histórico. La expectación era brutal, tal como comentas. Fernández Trigo, el gerente, me dijo que tenían peticiones de entradas como para llenar cinco o seis veces el pabellón. Se podía haber jugado en el Bernabéu. Pero otro gran partido tuyo, que también tuvo lugar relativamente pronto en la temporada, fue la Final de la Copa del Rey. ¿Qué recuerdo albergas de ese momento?
-Un recuerdo imborrable. Llegamos a Coruña, que era la sede, y estaba todo abarrotado de autobuses de aficionados que habían venido a vernos. Yo decía: “¿pero esto qué es?” Ahí me di cuenta de la importancia del partido, que fue muy duro, como lo eran siempre los choques contra el Barcelona. Lolo (Sainz) me dijo: “tienes que marcar a Andrés Jiménez y no dejarle ni respirar”. Tenia sentido, porque yo era un 3 alto, que esa fuera mi tarea principal, pero además me las apañé para generar algunas superioridades en ataque. Así pude meter unos cuantos puntos.
Contra los Celtics tomé conciencia del equipazo en el que yo había recalado. Jugasteis de miedo ante los mismísimos campeones de la NBA
-No seas modesto. ¡26 puntos! Lograste compensar el mal día que tuvo Drazen, sobre todo en el primer tiempo.
-Las cosas salieron muy bien.
-También salieron muy bien en la Recopa, si bien aquella Final ante el Snaidero de Caserta (117-113) no estuvo exenta de polémica. Yo (Joe) fui muy feliz ganándola, pero se habló mucho del presunto disgusto de Fernando (Martín) ante el modo en que Drazen acaparó el ataque del Madrid con 62 puntos.
-Yo también fui inmensamente feliz ganándola. Fue un partido espectacular de ataque. Mi primer tiempo fue bueno, me entraba casi todo. Pero los árbitros señalaron muchas faltas, demasiadas. Yo defendía a Oscar Schmidt. Cada vez que él lanzaba, yo levantaba el brazo para molestarle, y él aprovechaba para hacer chocar su mano con la mía, con lo que los árbitros me pitaban personal. Yo decía: “¿cómo es posible?” Me cargué de faltas rápidamente y enseguida llegué a cinco. Pero ahí Drazen hizo exactamente lo que tenía que hacer. Metió 62 puntos porque podía meterlos y porque tenia que meterlos. Era un ganador. Fernando tenía un dedo roto. Chechu (Biriukov) también llegó pronto a las cinco faltas. ¡Estábamos muy mermados! Drazen emergió ahí y cumplió con su deber. Me hizo muy feliz esa victoria por mucho que Drazen la acaparara. ¡Como si mete 100 puntos! ¡Como si tira 300 veces!
-He visto el partido hace poco, donde yo jugué la prórroga precisamente en sustitución de Chechu. Fernando estaba fallón en el segundo tiempo, y el resultado de eso fue que Drazen dejó de pasársela. En cambio el propio Drazen las metía todas. Y, oye, si las metes todas ¿para qué se la vas a dar a otro que además ha fallado las anteriores?
-Por eso te digo que Drazen hizo lo que tenía que hacer. Jugaba para ganar. Antes hablabas de la Final de Copa, y de que Drazen no estuvo muy acertado en ella. Es verdad, pero eso no le impedía celebrar como un loco cada vez que cualquiera de nosotros metía una canasta. “¡Bravo! ¡Vamos!” Hizo lo mejor para el equipo, que en ese momento era que él encestara una tras otra. Sobre el posible enfado de Fernando después, yo, la verdad, estaba tan exultante que me daba igual.
-También es normal que Fernando se enfadara porque Drazen no se la pasara. Pero es que es normal que Drazen le ignorase si estaba en racha. ¡Todo fue normal!
-Exacto. Todo el mundo, polémicas aparte, hizo lo que tenía que hacer.
-Ellos dos estaban un poco enfadados, pero entre todos logramos limar las asperezas. Lolo (Sainz) intervino también... ¿Eran (Fernando y Drazen) dos caracteres destinados a chocar?
-Fernando tenía un orgullo enorme. Era un triunfador. Tenía un corazón descomunal. La gente no puede ni imaginarse lo cariñoso que era Fernando Martín. Drazen era otro ganador. No había ningún conflicto obvio entre ellos. Yo no presencié ninguna discusión entre ambos. Había buena convivencia entre los dos.
Fernando tenía un orgullo enorme. Era un triunfador. Tenía un corazón descomunal. La gente no puede ni imaginarse lo cariñoso que era Fernando Martín. Drazen era otro ganador. No había ningún conflicto obvio entre ellos.
-Estoy de acuerdo, Johnny. Es verdad que a Fernando no le gustaba mucho cómo jugaba Drazen. Su individualismo le encrespaba. No entendía cómo a veces, pudiendo pasarla a un compañero, no lo hiciera. Pero la relación era muy tranquila. Se ha escrito y se ha exagerado mucho. Fue un año sin grandes tensiones.
-Pasábamos mucho tiempo juntos: los viajes, los entrenamientos... De manera que si realmente hubiera habido una tensión fuerte entre Fernando y Drazen se habría notado. Y no fue así. Por otro lado yo creo que tú, Joe, tenias que haber estado en pista con Drazen durante más tiempo. El problema es que entonces no se llevaba jugar con dos bases. Es verdad que compartisteis cancha a veces, pero generalmente jugabas para sustituirle. Y era una pena. Habríamos sido aún mejores con los dos juntos.
-Gracias, amigo. Te fuiste al término de tu primera temporada. ¿Por qué no renovó Johnny Rogers? ¿Por qué solo estuviste un año en el Madrid?
-Hubo un cambio de entrenador. Pero lo cierto es que yo había estado muy cuestionado también. Ya durante el torneo de Navidad se habló de que podia venir Volkov en mi lugar. Siempre se manejaron sustitutos para mí. Pero yo habría seguido en el Madrid, estaba encantado. Sin embargo vino George Karl, que buscaba otro tipo de jugadores.
-Cierto. Jugadores con un perfil más defensivo. Pero creo que fue un error del club dejarte ir. Tu caso es similar al de Brian Jackson, extranjeros que encajaban espléndidamente en el equipo y en la filosofía de club, y que nadie entiende muy bien por qué tuvieron que irse. Tu trayectoria posterior prueba lo extraordinario jugador que eras.
-No sé... Lo que te puedo decir es que yo lloré al irme del Madrid. Fue una despedida durísima. Fue muy triste.
-Yo también lamenté mucho que te fueras, en lo humano y en lo deportivo. Siempre sabía dónde te ibas a colocar para darte el pase, ¿te acuerdas? Sabías buscarte el espacio, pero incluso cuando no lo lograbas te las apañabas para sacar el tiro. Pero dejemos de lado tu etapa madridista. Algún tiempo después de marchar del club, ganaste dos Copas de Europa en el Panathinaikos bajo la dirección de Obradovic. ¿Cómo era trabajar con quien sigue siendo el técnico más laureado de Europa?
-Yo ya había jugado contra su Partizan, estando yo en el Phillips Milán. Tuvimos que jugar en Fuenlabrada porque no se podía jugar en Belgrado por culpa de la guerra. Me daba mucha pena la situación. Pero los tíos nos dieron un poco menos de pena cuando, en Fuenlabrada, nos ganaron de 30 o algo así. (Risas). “¿Quiénes son estos?” Tenían una sistema de bloqueos increíbles en ese momento, el último era un bloqueo ciego al cinco. Me quedé muy impresionado. Era fruto de la estrategia de un genio como Obradovic, claro. Después jugamos contra ellos en Milán y perdimos de dos. Yo me daba cuenta de que era un genio. En ese momento no podía imaginar que años después estaría a sus órdenes y que me haría ganar dos Copas de Europa. Nunca he tenido un entrenador tan bueno durante los partidos. Leía los encuentros como nadie, pero además estaba su modo de cambiar el desarrollo de un choque en los tiempos muertos. Hacía cosas asombrosas. En su primer año con nosotros en Panathinaikos, ganamos veinte partidos seguidos. Pero era octubre-noviembre, cuando ganar no sirve para mucho. De repente nos da una semana de vacaciones totales. “No quiero que nadie venga a entrenar”. Le preocupaba que el ver estábamos demasiado en forma. Dijimos “qué raro”, y de hecho a la vuelta de aquellas vacaciones nos costó coger el ritmo y perdimos varios partidos. Pero sabía perfectamente lo que hacía, porque logró que estuviéramos bien cuando había que estar bien, en el tramo final y decisivo de la temporada. Y así nos hizo dos veces campeones de Europa. Obradovic era el mejor.
Lo que te puedo decir es que yo lloré al irme del Madrid. Fue una despedida durísima. Fue muy triste.
-No solo jugaste en Panathinaikos sino también en Olympiakos. Es una rivalidad muy caliente. ¿Más que la que existe en España entre Madrid y Barcelona?
-Los griegos lo viven más, aunque te parezca mentira. (Risas).
-Ya que hablamos de entrenadores, ¿qué recuerdo tienes de Lolo Sainz?
-Comunicaba mejor que nadie. Muy bueno psicológicamente. Nos transmitía su intensidad. Sabía cómo manejar un grupo. Muy, muy buen entrenador también.
-¿Sigues al Madrid de baloncesto ahora?
-Claro. Han perdido a Campazzo, que no es poca cosa. Pero siguen compitiendo. Sucede una cosa: que llevan el escudo del Real Madrid en la camiseta. Eso ya es mucho. En mi época yo ya me sentía así. Sentía que al pisar la pista ya tenía ventaja por ser Real Madrid. Los hombres de Laso, además, tiene un núcleo de jugadores que lleva mucho tiempo juntos. Han ganado mucho y su mentalidad es la de los grandes campeones. Porque no es que cada uno haya ganado muchas cosas en equipos diferentes. No. Las han ganado juntos.
-Los aquí presentes entrevistamos también a Pablo Laso hace poco, y todo indica que está de acuerdo contigo. Nos dijo: “tengo un grupo de jugadores que son muy conscientes de lo que representa jugar en este equipo”.
-Es que esos intangibles son tremendamente importantes.
Entrevista: Joe Llorente, J. Bengoechea, Athos Dumas
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Lástima que solo estuviera un año con nosotros. Un jugador extraordinario, y por lo que se deduce de la entrevista, un gran tipo.
Buena entrevista y de acuerdo totalmente en la visión que tienen de lo que fue la relación entre Fernando y Drazen. Y el bueno de Johnny Rogers está en lo cierto cuando dice que Petrovic metió 62 puntos porque tenía que meterlos. &2 puntos en el mejor partido de baloncesto que se ha jugado nunca en el Viejo Continente (14 de marzo de 1989)
Gran entrevista!!
Gran jugador. Los madridistas nunca entendimos su marcha, al igual que la de Brian Jackson. Magnífica entrevista. Hermosos recuerdos de un gran Real Madrid, antes de la travesía por el desierto.
El bueno de Johnny al inicio de la temporada estuvo un poco cuestionado por una mecánica de tiro un tanto peculiar... que luego resultó ser letal. Gran tipo, habría merecido más continuidad. La salida de PEtrovic tuvo como consecuencias unos años de confusión en la sección de basket hasta la llegada de Sabas.
Aquella temporada 88-89 fue inolvidable, con Fernando y Petrovic.
... Por no hablar de que hace 30 años ya el amigo Juanjo Neyro fue quien inició "The Tinglao". En eso la ACB le llevó la delantera a nuestra querida liga de fútbol profesional.
Abrazos madridistas
Buen apunte en relación a lo de Neyro, la ACB (siglas que corresponden al Ayudamos Claramente al Barcelona ) y demás precursores ( eduard portela , jordi bertoméu, albert agustí, victor mas, xavier amorós, joan carles mitjana...paco monjas .segoviano que con su labor pro_culer se habría ganado , sobradamente, el "francesc" -parecido a lo de francesc aguilar ,antes paco aguilar de MD-) que sirvieron de base para el posterior afianzamiento de the Tinglao.
Indignante y escandaloso aquel último partido en el vetusto y cochambroso palau, donde el Madrid acabó jugando los 5 últimos minutos con 4 jugadores sobre pista , 2 de ellos juniors (Ribas y Javi Pérez).
Pocos jugadores dejan esa huella en el Madrid habiendo estado sólo una temporada.
Magnífica entrevista. Gran jugador el pelirrojo. Y buen tipo. Una vez retirado lo he visto en algunos pabellones haciendo su trabajo. He tenido la ocasión de saludarle un par de veces.
Fue un gran deportista. Tenía mucha calidad. Muy buen tirador y también muy eficaz cerca del aro, sabía jugar de espaldas a canasta.
Si no recuerdo mal, se trata de una persona que está y/o estaba muy vinculada a la religión adventista. Cuyo perfil corresponde a alguien muy metódico y de hábitos saludables muy lejos de los desmadres que no pocos deportistas profesionales necesitan como válvula de escape. Al respecto , me han explicado alguna anécdota divertida que no voy a desvelar.