Mi fundación nace a través de la Ciudad de la Raqueta y de Koki Martí, mi socio. Comenzamos con el festival, a lo que sigue un torneo de silla de ruedas. Ambos eventos nos permiten captar fondos que destinamos a hacer una escuela para los enfermos de columna colaborando con el Hospital de Parapléjicos de Toledo. A través de eso, me involucré mucho más y empecé a tratar de conseguir más fondos a través de uno de los patrocinadores del tenis, Mapfre. De este modo conseguimos abrir la escuela en Sevilla para chicos que tenían Autismo y Asperger, donde tenemos más de 60-70 chicos. Es un centro espectacular porque este tipo de discapacidades son bastante severas, y una actividad como el tenis les cambia bastante el día a día, y el poder hacer algo así les entusiasma.
En Madrid tenéis cosas también, ¿no?
Aquí en Madrid empezamos a hacer una escuela con la Asociación de Síndrome de Down, después hicimos otra para ciegos. Y en Barcelona, que es donde está el centro de la academia de tenis que tengo yo, hicimos otra de discapacidad intelectual también. Y últimamente hemos hecho un centro para enfermos mentales con el hospital de San Juan de Dios. O sea, que vamos llevando a cabo diferentes actividades, tratando de conseguir recursos, sea con un patrocinador o con un evento. Siempre relacionado con el tenis, en ocasiones con el pádel… Con deportes de raqueta, principalmente. Y últimamente hemos desarrollado un proyecto muy grande de torneos que hacemos para niños de 12-14 años, a través de una experiencia dura que tuvimos con un chaval que era alumno nuestro, que tuvo cáncer de hueso y falleció. Lo hemos llamado al Casper Tour, porque este chico se llamaba Casper. Y los fondos de estas actividades de tenis con los sponsors y los eventos los destinamos a crear otras escuelas.
Por lo que conozco la inicitiva, Casper estaría orgulloso.
Pues creo que sí. Y ahora aquí en Madrid hemos hecho la primera escuela para niños enfermos de cáncer, no necesariamente del cáncer que él tenía, porque el sarcoma en los chicos jóvenes es muy severo y hay una discapacidad muy grande y una mortalidad muy alta. De manera que hemos ampliado al espectro de niños que tienen la enfermedad, para que cuando estén en tratamiento hagan una actividad diferente. El problema de estos tratamientos muchas veces es psicológico, la quimioterapia es dura… Tienen que estar mucho tiempo encerrados, y el poder brindarles una actividad para cuando pueden, o para cuando les permiten tenerla, es un proyecto que nos hace mucha ilusión.
Muy loable. Vamos con cosas insignificantes al lado de todo ese bien, a eso más ligero pero que al fin y al cabo es la razón de ser de La Galerna. ¿Podemos decir que eres madridista, Emilio?
(Risas) A ver, yo… Yo tuve una evolución.
Que si hay que ocultarlo, lo ocultamos, ¿eh?
Vamos a ver. Yo nací en Madrid y mi padre era del Atlético de Madrid a muerte. Pero yo del Madrid. ¿Qué pasa? Que nosotros a los cinco años vamos a vivir a Barcelona, y allí la situación se vuelve un poco compleja.
Tu padre del Atleti, entorno culé, y tú madridista...
Sí, mi padre de Lavapiés, mi madre de Ávila, te vas a Barcelona y entonces ya te vuelves loco… (Risas). El fútbol a mí…A ver, a mí los otros deportes, los que no son tenis, me gustan, pero no soy fanático. Yo los veo con bastante frialdad. He ido a dos finales de Champions del Barcelona y las viví con cierto distanciamiento.
¿Pero por qué te haces madridista en ese ambiente de contexto barcelonés y hogar colchonero? ¿Por llevar la contraria?
Por llevar la contraria, en efecto. Luego resulta que Arantxa se hizo culé para, a su vez, llevarme la contraria a mí. (Risas) Sí, dice “yo me hice culé porque Emilio era un pesado”. Me mantuve en mi moderado madridismo a pesar de que el doctor mío de toda la vida, el doctor Bestit, es el doctor del Barça. El entrenador físico mío es entrenador físico del Barça. Entreno con los jugadores del Barça. Es que de hecho me hice y sigo siendo muy amigo de algunos jugadores azulgrana, como Stoichkov…
En La Galerna queremos mucho a Stoichkov. Pero sobre todo eres amigo de exjugadores madridistas, ¿no? Nos cuentan que tienes muy buena relación con varios de la Quinta.
Por supuesto. Yo tengo una anécdota, y me sucedió en este mismo hotel donde nos encontramos, precisamente. Tenía que jugar aquí en Madrid pero sufría de fascitis plantar. No sé si sabéis lo doloroso que puede ser eso. Vamos, que estaba casi cien por cien convencido de que no podría jugar. Y de repente suena el teléfono de mi cuarto. Era Michel. Que él había tenido ese problema y que ahora mismo venía al hotel a intentar curarme. Y viene y no sólo viene él, sino que además se trae a Pirri. Y me enseña Míchel en la habitación del hotel, de este hotel, a hacerme un vendaje con una forma de ocho en la planta que te hace como que no te deja dolor. Pues bueno, en la planta del pie, con este vendaje a ocho, empiezas a hacer estas vueltas con esparadrapo, que lo vas cortando y te empieza a hacer como si fuera un yeso que no te dejaba dolor al pisar.
Y Michel, ¿cómo se entera de que tiene ese problema?
Por la prensa. Me llama, se viene al hotel con Pirri y me enseñan a hacer esto.
Y gracias a eso puedes jugar aquel día?
Gracias a eso puedo jugar.
¿Has contado esto antes alguna vez antes?
No sé. No recuerdo.
michel y pirri aparecieron de pronto en el hotel y curaron mi fascitis.
Es muy buena la historia. Pero vosotros ya os conocíais de antes, ¿no?
Sí, vagamente. Admiraba a la Quinta. Claro, era la época en la que estaban arriba. Y era gracioso porque ellos todos pensaban que yo era del Barça.
Y aun así te ayudaban (Risas).
Aun así me ayudaban. Empezamos a tener también bastante relación, sobre todo con Emilio Butragueño. Con Emilio siempre hemos mantenido muy buena dinámica y cualquier cosa que he necesitado y le he pedido siempre ha estado disponible. A través de Emilio, y después con Cayetano de Alba, y después entran Carlos Sainz, Raúl Chapado, Joe Llorente (aquí presente), etc. se van gestando asociaciones de deportistas que antes no teníamos. Pero claro, los de fútbol, los de básquet, los de atletismo ya tenían su propia asociación de atletas de tal o de cual. Llegamos a hacer una asociación de deportistas que incluía a las asociaciones de deportistas, y le dimos un empujón bastante fuerte. Entre todos revolucionamos el asosiacionismo. En aquel momento se estaban negociando cosas muy importantes: la Ley del Deporte, la ley del dopaje, etc., y a mí me eligieron presidente y yo tuve la suerte de estar representando a los deportistas hasta que me fui en 2012. Fue un proyecto que Emilio Butragueño empujó de manera decisiva. Emilio siempre ha albergado esta inquietud para el bien de la gente. Los deportistas necesitábamos representación en ese momento de tanto cambio.
¿Y a nivel institucional como es tu relación con el Madrid?
El trato con el Madrid siempre ha sido exquisito. Creo que solo he ido una vez al palco; sí, una vez que había una eliminatoria de la Copa Davis. Y otra vez que fui a hacer un evento benéfico con Luis del Olmo, con actores y futbolistas. Ese día jugué en el Bernabéu. Fue bonito. En realidad yo siempre he jugado al futbol.
¿De qué jugabas?
De medio estorbo (risas). Yo jugaba al fútbol en el colegio y hacía natación. Mi padre estaba obsesionado con que practicáramos distintos deportes. Fui campeón de natacion de Cataluña para menores de categoría benjamín. En Barcelona iba a nadar dos o tres días a la semana, y tenía buena aptitud, pero era psicológicamente agotador. Me acuerdo de la línea que vas viendo todo el rato, la línea pintada abajo, como cuando conduces en la autopista y vas viendo las luces. Yo solo veía la línea por la noche, al cerrar los ojos, cuando se suponía que tenía que relajarme. Era demasiado duro. Yo admiro a los nadadores. Es de comecocos total.
Tú solo con el infinito.
Exacto. Entonces dejé la natación pero seguí jugando al fútbol en el cole. Ahí todavía jugaba de 7, de extremo derecho. Pero no me convencía el tema de que el entrenador te quitaba de repente, que si te ponía, que si no te ponía y... ¿sabes? De repente vi el tenis que no tenía esas variables externas o no en tanta medida. El tenis solamente dependía de ti mismo. Así que me decanté por la raqueta, pero siempre he tenido esta cercanía con el futbol.
¿Algún jugador favorito antes de entusiasmarte con la Quinta?
Me llamaba mucho la atención Juanito. Con Santillana tuve muy buena relación porque trabajaba en la empresa que me patrocinaba. Ellos me ficharon para jugar con Reebok. Era gracioso porque en Reebok estaban Santillana y Asensi, Madrid puro y Barça puro, y habían jugado juntos y se apreciaba una relación espectacular. Con mi amor posterior por la Quinta llega también mi devoción por Hugo Sánchez. Pero por lo guerrero que era, era la batalla pura...
Muy Sánchez Vicario. Hugo Sánchez Vicario.
(Risas) Cuando después ya aprendí un poco más y me contaban y tal todo lo que utilizaba para… (Risas)
Sí, él jugaba un poco al límite. Un poco al límite siempre. Aquello que les decía a los centrales que le marcaban: "sígueme, corderito".
Era muy de las triquiñuelas.
Como tu amigo Stoichkov, también te digo.
(Risas). Admiré mucho a Luis Aragonés. Yo entrenaba junto al Barcelona, compartíamos medicos, fisios y tal. Recuerdo una conversación mientras nos trataban los fisios. A mí me estaban tratando y en las camillas de al lado estaban Julio Alberto y Marcos. Y Luis entro y se puso a contarles cosas mientras les daban masajes, y yo escuchaba atentamente. Les estaba hablando del talento, de si tenían talento o no tenían talento, de qué narices es el talento. Entonces ellos le decían que el talento era el estar ahí. Yo no sé qué es el talento. Es como si yo me pongo a discutir con Santana de talento. Yo soy curro puro, meterlas todas a toda fuerza. No me puedo comparar con Santana y Luis es parecido en el fondo, porque el tipo, cuando chutaba, le hacía así la pelota. Y eso pues no lo hace mucha gente, que le haga así la pelota. (Risas).
El sabio de Hortaleza.
Luis tenía verdadero talento, creo yo. Él le decía a Julio Alberto: “si usted -porque les trataba de usted- corre mucho, corre toda la banda y tal, pero luego va a centrar y le pega siempre al defensa, eso no es talento. El talento no es llegar allí. El talento se demuestra precisamente cuando llegas allí. Si usted fuera talentoso, sería capaz de salvar el obstáculo del defensa”. Se me quedó grabado.
Interesante. ¿Alguna otra anécdota futbolera pero propiamente madridista? Perdónanos, la cabra siempre tira al monte.
Camacho. Coincidí con Camacho, y con su preparador Lorenzana, en una concentración antes del Mundial de Corea. No olvidaré la bronca que les montó a los jugadores, que estaban allí para jugar un amistoso. Acababan de terminar un entrenamiento y Camacho estaba muy disgustado con la laxitud con la que se habían empleado los jugadores. “Se van a enterar estos cabrones”, le oía mascullar. Así que los mandó reunir a todos en una sala del hotel y les pegó un chorreo descomunal. Yo andaba por ahí escondido. Estaban los capitanes, Raúl, Hierro, y creo que alguno del Barcelona, tal vez Guardiola. ¿Y sabes lo que me fascina de esto? Que ya estaban clasificados.
¿De verdad?
Era un simple bolo previo al desplazamiento a Corea. Pero claro, es que si él no le mete esa tensión al tema, los jugadores se le van. Esto me recuerda mucho a la preparación de los grandes torneos de tenis. Aun no estás en lo gordo, pero debes tener la mente como si ya lo estuvieras. Esto es fundamental en las fases de pretemporada o de puesta a punto, en cualquier deporte. Tú no te puedes permitir el no dar lo mejor de ti en todo momento. Absolutamente en todo momento. Los demás no se daban cuenta, pero Camacho sabía que perdía mucho si no conseguía que sus jugadores tuvieran esa tensión en un simple partido pre-Mundial. Camacho conseguía así que un colectivo de superdotados funcionara también como una máquina de guerra perfectamente ensamblada. Que fueran todos a una.
Observo que ese perfil te gusta, ¿eh? Un Camacho, un Santillana, un Hugo. Muy guerreros. En la actualidad podríamos hablar tal vez de Casemiro.
Casemiro me fascina. A mí me gusta la gente que lo da todo siempre, en cada partido. El Madrid como institución es perfecto en eso, y Casemiro lo representa muy bien, es el ADN del Madrid.
La duda es a quién estábamos echando de menos, a Cristiano o a Zidane. Porque Zidane ha vuelto y está recomponiendo la cosa.
¿Tienes la sensación de que Casemiro es el líder o uno de los líderes en este momento? Es lo que transmite.
Pertenece a esa raza de jugadores que no deja crear al rival , y eso permite que los encargados de crear en tu propio equipo lo hagan con mayor despreocupación. En el tenis, por ejemplo, ganas con tu patrón, con lo que tú haces bien, con tus fortalezas, pero incluso encontrando las debilidades del otro. Tú tratas de compaginar. El fútbol, para mí, es similar. Tú necesitas jugadores que creen, pero también que no dejen crear al otro. Pero es que Casemiro además ha madurado mucho. Juega muy bien la pelota. Y está metiendo goles.
Tanto en fútbol como en tenis es esencial el ambiente que crea el público. Hablemos de la energía en contra. Copa Davis 2008, jugamos la final en el Mar del Plata, sin Nadal, con un calor horroroso y en una pista rápida que no nos viene nada bien. Todo el público en contra, y vamos y ganamos. Sale en ese libro precioso que escribiste y que se llama Soñar para ganar.
La gente se acuerda mucho de esa final. Rompimos una barrera muy grande para el tenis español. No se ha vuelto a hacer nunca más. Teníamos el trauma de no saber ganar fuera de casa. En España, llegamos a ganar 29 eliminatorias seguidas. En cambio, fuera perdimos 13 veces 13, seguidas. Y había esa psicosis de no poder, principalmente porque en Copa Davis las condiciones las elige el equipo local. Siempre nos ponían en las peores superficies, donde nosotros no podemos rendir, lo que dificultaba mucho y por eso perdíamos. No teníamos la capacidad. Entonces el primer objetivo mío era tratar de ser competitivos fuera. Una de las causas es que no competíamos nunca el punto de dobles. Y en el mundo de dobles yo quería que España compitiese. No podías estar en el equipo y a lo mejor ganar sin dobles. Yo quería tener un doble. Y tenía un plantel de jugadores en ese momento top y había una camada joven que estaban ya jugando, pero no jugaban dobles. De los 15 jugadores que podían jugar, ni un doblista.
¿Ni siquiera Feliciano?
Muy poco. Sí, un poco, pero no le daban la importancia que le tienen que dar para aprender, para después jugar. Nadal dejaba algunas pero jugaban así como no para ganar, sino para para participar en los torneos. Y entonces ahí fue una batalla convencer a uno, convencer a otro. Con Nadal, primero, con Verdasco. Me decía “Pero ¿por qué quieres que juegue con Verdasco?” (risas) ”Porque creo que podéis jugar bien”. Pero claro, yo quería que Nadal participase en esa pareja, porque claro, tener a Nadal en la pareja supone el poder elevar el momento clave, porque sabes que te va a meter las bolas. Y probamos en Santander y ganaron el partido, pero era muy gracioso. Me decía Rafa: “¿por qué quieres que juegue con él?”. Al final no sabía qué decirle y le dije “¡Por intuición! Me da igual, ¡yo creo que vais a jugar bien!”. No se llevaban muy bien. Tampoco mal, pero siempre había resquemor entre ellos.
Sería un reto importante, porque en dobles entiendo que hace falta una cierta afinidad, un entendimiento.
Sergio y yo al principio no conjugábamos. Hemos quedado para la posteridad como la pareja de dobles por excelencia. Pero al principio nos costaba.
Y aquella eliminatoria legendaria en Perú...
No fue Nadal, no iba nadie. Se cayó Ferrer también en el último momento por lesión. Feliciano se apuntó a última hora aunque me estuvo vacilando hasta el último minuto diciéndome que no viajaba. Poco a poco íbamos haciendo equipo y mentalizarnos para ganar fuera. Y en Perú ganamos 0-5 pese a una pista infame y un público en contra insoportable, súper duro. Yo sabía que si tú te metías, por la experiencia, si en la Copa Davis te metes en contra del público, si le retas y tal, el público todavía se enciende más y la energía choca más.
Y llega la final en Mar del Plata contra Argentina.
El público argentino es el más metido de todos, como en fútbol, el más inteligente que existe por la manera de hacer las cosas en su beneficio propio.. Y los argentinos tenían varias personas en las diferentes zonas para crear situaciones de tensión para el rival. Recuerdo cuando Feliciano empezó a darle la vuelta al partido con Del Potro. Gana el segundo set y le empiezan con cantos de “os vamos a ganar”, como en el fútbol. Empiezan a cantar y empiezan a ir en contra, como cuando juega Boca contra Vélez, que empiezan a decirle cosas al otro equipo con los cantos. En ese momento llega Feliciano al cambio y me dice “es que están insultando a mi madre, pero me estoy emocionando y me están poniendo la piel de gallina porque lo hacen tan bien...” El tío estaba tan metido que estaba positivizando la situación, porque es una especie de “no me lo creo, estoy jugando contra esto y no me está afectando”.
La clave para ganar esa Copa Davis es que os juntasteis Emilio, Feliciano y Fernando Verdasco, los tres madridistas. (Risas). Y la importancia de jugar y competir para España. Tu hermana Arantxa lo dice mucho también.
Es que para mí el recuerdo de los momentos de estar ahí y de sentir eso, esa situación, es una de las cosas que más me ha llenado en mi carrera en el deporte. Porque hay 40 millones de personas pendientes de ti, pendientes de un sentimiento. Hasta aquellos a los que les caes mal van contigo. Haber podido representar a mi país, primero jugando y luego capitaneando esta increíble generación de jugadores, que también tenían ese sentimiento, es tremendo. Todos unidos aun siendo de equipos diferentes, pero la mayoría madridistas, como bien dices, todo hay que decirlo (risas).
Vamos al principio de tu carrera. Cuando se retiran Manolo Orantes y Pepe Higueras, hay un vacío en el tenis español, al final de los 70. Hasta los ochenta y tantos no apareces tú. Evidentemente no eres el pionero, pero eres el que resucita un poco la afición al tenis en España.
Estaban Santana, Orantes, que eran superdotados para el tenis y tenían un juego sobrenatural. No formaban parte de ninguna estructura o escuela y eran únicos. A partir de ahí, hay una transición. Con la llegada de la democracia, se empiezan a crear clubs más asequibles para la clase media- media baja, para que pudiesen tener acceso al deporte. Y ahí entramos nosotros, gente de familias medias que van a los clubs un poco a socializar, pero también a hacer tenis.
Se democratiza el tenis, de alguna manera.
En efecto, y se empieza a trabajar mejor, con estructuras, y mucha más gente juega y empieza a haber sistemas para desarrollar jugadores. Empiezan a hacer más torneos, mucha más actividad. Junto con Sergio Casal, que tiene tres años más que yo, cojo un poco las riendas de eso, y paso a representar otro modelo del jugador español: muy aguerrido, muy entregado, trabajando más que los demás, más tiempo, que es el modo de sustituir el don natural que tenían Orantes y Santana, que hacían lo que querían. Nosotros en lugar de eso aportamos tesón y sobre todo mucha, mucha hambre y muchas ganas de conseguir algo. Voy a los 18 a la Olimpiada de Los Ángeles, donde coincido con Joe. El tenis aún era un deporte de exhibición en los Juegos Olímpicos. Pero fue una gran experiencia. Y cuatro años después, en Seúl, también España, como en Los Ángeles, ganó cuatro medallas y nosotros ganamos la primera medalla de tenis en dobles. Y ahí fue un poco como la consagración, digamos, no dentro de tu mundo, que ya ganabas muchos torneos y ganabas muchas cosas, pero das el salto a la globalidad de la Olimpiada, que te catapulta a otro nivel. De esas estructuras de los clubes privados empieza a salir gente… Sale Bruguera, sale mi hermana. Después vienen Juan Carlos, Moyá, Albert Costa. Toda esta generación que ha ido a más y a más, Ferrer, y aún no ha terminado, pues seguimos con Nadal, y que ha hecho que España sea el país número uno en el mundo de producción de jugadores a nivel profesional en los últimos 30 años. Un honor forma parte de esa cadena.
Vienes de un deporte en el que el uso de la tecnología ha estado a la orden del día desde siempre, y ahora se intenta aplicar la misma al futbol con resultados que de momento no parecen convencer.
Fíjate. Yo, al principio, con el ojo de halcón no estaba muy convencido, Dices: "Imagínate, el árbitro ese va a estar ahí sentado, se va a lavar las manos todo el rato, no va a participar, el árbitro tiene que ser el jefe de la situación y equivocarse, no lo puedes dejar en manos de la tecnología.” Pero claro, qué pasa, que al final ponen el ojo de halcón y les sacas otros beneficios, aunque haya que darle una pausa. La gente está esperando pero mientras les ponen la musiquita, el mensaje del sponsor... Creas otras dinámicas del deporte diferentes.
Al final te convenció el ojo de halcón.
Claro, claro que sí. El fútbol es un deporte de equipo. Y creo que el que ha hecho más evolución en eso es el fútbol americano, que es donde el VAR debe tal vez mirarse para alcanzar la excelencia que se pretende. El fútbol americano ha sabido sacarle mucho provecho. Pero hay que reformar el uso del VAR. En fútbol americano cada equipo puede reclamar dos o tres incursiones de la tecnología para decidir sobre jugadas, y se articulan como el tiempo muerto en el baloncesto, en los últimos minutos puedes hacer una reclamación extra…
Volvamos al fútbol para finalizar. Tú que has capitaneado brillantemente a un equipo de Copa Davis. ¿Qué te parece Zinedine Zidane en sus dos etapas como técnico?
Zidane tiene un gen motivador único. Los jugadores no estaban ahí, abrumados por el criticismo. Cuando se conjuntan los jugadores y se meten, y están todos en una, a los partidos que van 0- 1 les das la vuelta. Eso lo consiguió Zidane en su primera etapa, y puede que lo consiga de nuevo en ésta.
¿Qué impresión tienes tú de la importancia que tiene Zidane en ese logro? Él es el motivador y él es el que tiene que…
Cien por cien. Muy alta. Zidane lo consigue de forma muy inteligente, involucrando a todo el equipo. A lo mejor yo no sé la dinámica, pero el equipo es fundamental. Yo, por ejemplo, en la Copa Davis me llevé todos los elogios, que si yo era el gurú que había puesto a uno u otro y tal, pero yo con los cuatro entrenadores estaba mano a mano. Los cuatro entrenadores de los cuatro jugadores. Gente muy distinta entre ellos. La clave es motivar. Fíjate Simeone, ¿qué ha hecho en el Atlético? Es otro motivador nato. La motivación mucha veces está en ti mismo, en cada uno de nosotros. Tú tienes un trabajo en el que te quitan la motivación, te cambian no sé qué, no te dan presupuesto, no te dejan hacer cosas, y ya no puedes dar el extra para lo que estás ahí. Y ahí es fundamental la labor del líder espiritual.
¿Cómo ves esta segunda etapa de Zidane entrenando al Real Madrid? (Nota: le entrevista tiene lugar antes del estallido de la crisis del Covid-19).
Es admirable cómo está recomponiendo el equipo, sobre todo después de la salida de Cristiano. El año pasado fue muy malo, pero al principio tampoco estaba Zidane. La duda es a quién estábamos echando de menos, a Cristiano o a Zidane. Porque Zidane ha vuelto y está recomponiendo la cosa. No estamos como cuando estaba Cristiano, pero el equipo está bastante sólido. No era fácil competir sin un jugador como Cristiano que te mete 50 goles al año. Tú dejas ir a un señor que te mete 50 goles y eso se va a notar. Y no hay mucha gente en el mundo que te meta 50 goles. Están Messi y Ronaldo. Si se va Ronaldo, son 50 goles. ¿Cómo los sustituyes, 50 goles? Pero la clave no es ganar. Aquí la clave es competir. Y, si compites bien, al final ganas mucho más que pierdes. Cuando tú vas a la pista y no das un punto por perdido, da igual si ganas o pierdes. El otro día, el entrenador del básquet del Madrid lo estaba explicando, el entrenador éste que gana siempre, Pablo Laso. Decía “yo lo único que exijo a mis jugadores, no les digo que tienen que ganar, es que tienen que competir, que si tú sales a la pista y compites, a la gente no le importa en el fondo el resultado. Bueno, quieren que ganes, pero si no lo haces dicen estos tíos lo han dado todo, y es lo que cuenta”.
Entrevista: Athos Dumas, J. Bengoechea, Joe Llorente
Fotos: Pablo Estelles
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Gran deportista. Gran entrevista.