La selección en la que juega Gareth Bale ha sido derrotada, prácticamente en el último minuto, por la selección en la que pudo jugar Gareth Bale si hubiese sido un tipo que buscara el camino fácil a la gloria por encima de los impulsos de su corazón. Bale, sí, pudo jugar con Inglaterra pero optó por el proyecto que le ofrecía la máxima retribución emocional. A un español cualquiera, que vive rodeado de nacionalismos irracionales, le chocan semejantes arrebatos de sentimentalismo local en tipos que, por lo demás, se considera cabales súbditos de Su Majestad. Gareth se considera británico en su "orgullosa" condición de galés, y no aprecia contradicción alguna en el hecho de sentirse así mientras considera a Inglaterra el "enemigo" deportivo.
Gales está triste porque, si bien ha estado relativamente cerca, no ha podido culminar con éxito su duelo con el rival vecino en la isla. Pero la gente galesa, en nueva manifestación del sportmanship que les caracteriza, y que también señala a Gareth, reconocerá que Inglaterra ha ganado con justicia, aunque lo hiciera en las postrimerías del encuentro. En el primer tiempo casi todo el peligro (Sterling arruinando un gran contragolpe, Cahill y luego Smalling de cabeza, el árbitro ignorando un posible penalti de Davies) fue creado por los hombres de Hodgson, que sin embargo tuvieron que asumir como insoslayable Destino el que la única verdadera estrella mundial sobre el campo inaugurara el marcador al borde del descanso con una bomba inteligente que cruzó el cielo de Lens como pudo cruzar el Severn Bridge. Hart ayudó con su tardía estirada, pero no es por culpa de Hart el que en vuestra casa dijerais "la tira desde allí, y la mete".
Gales es poco más que Bale en términos de calidad estrictamente futbolística. No así en términos de corazón. Si aguantaron ejemplarmente las embestidas inglesas del primer tiempo, qué decir del segundo, en el que Hodgson dispuso un abordaje por tierra, mar y aire a la meta de Hennessey. Los goles con los cuales los ingleses lograron remontar fueron quintaesencialmente ingleses, pero lo cierto es que también habrían sido quintaesencialmente galeses. En el 56, Vardy rebañó un balón rechazado en un barullo. Estaba en flagrante fuera de juego, pero el hecho de que el balón viniese de la cabeza del dragón Williams le habilitaba. A falta de dos minutos para el final, en línea con la tónica general de esta Eurocopa, llena de goles decisivos en el último estertor de muchos partidos, Sturridge marcó. Nadie se explica muy bien cómo entró él en el área ni cómo entró el balón en la portería, aunque algo tuvo que ver la bisoñez con que en este caso se emplearon portero y defensas galeses.
Con todo, Gareth Bale estuvo a punto de empatar en un cabezazo en el descuento. Fue su segunda acción reseñable del encuentro. Pena, porque realmente Gareth no necesita mucho más para hacer que el corazón prevalezca.
