Cuando se va uno de los nuestros el corazón se resquebraja crujido por un rayo helado y cálido al mismo tiempo. No puedes evitar que así sea, porque las emociones que convocan los recuerdos se suman a las imágenes en las que lo ves en su esplendor, fino, elegante, como lo fue en vida. Casi podríamos decir que Rafa vivió como jugó, con la clase como sello, sin grandes aspavientos excepto en las injusticias, pisando firme sin hacer ruido, porque la agilidad le acompañaba siempre. Cuando resolvía una situación compleja en el poste bajo o en la vida, daba igual, en cualquier caso aplicaba un juego de pies aterciopelado, una sonrisa sincera, relajada, inspiradora de confianza.
Rafa fue un compañero excepcional, aquel al que los entrenadores colocaban junto al novato para que lo fuera encauzando, sin prisa, con el ejemplo y los consejos envueltos en sosiego. La fortuna me regaló su compañía recién llegado al primer equipo madridista, cuando era uno de los cimientos del equipo, también de la selección nacional. Uno de mis ídolos, que se había desarrollado desde la promesa a la confirmación casi al tiempo que este cronista se hacía un hombre. Así, los destellos de joven de maneras exquisitas le convirtieron en jugador de leyenda, con repertorio técnico amplísimo y de ejecución al alcance de casi nadie.
Rafa jugaba al poste bajo, medio y alto como nadie lo hizo antes y nadie lo ha hecho después. Créanme. Dominador de todas las suertes de este terreno, maestro en la pista y fuera de ella, cabal y prudente. Claro que tenía su genio, pero sabía conducirlo con soltura, con algún aspaviento cuando le pitaban una falta impropia, aunque su cara dibujaba una excusa, como si la protesta le pareciera un exceso. Nuestro Rafa, que nació con nombre rotundo, Rafael Rullán Ribera, se desenvolvió con las armas contrarias: el dominio de la técnica de los pies, tan inusual en los hombres altos, un bailarín sorprendente que ganaba las batallas a los tanques.
Nuestro Rafa, que nació con nombre rotundo, Rafael Rullán Ribera, se desenvolvió con las armas contrarias: el dominio de la técnica de los pies, tan inusual en los hombres altos, un bailarín sorprendente que ganaba las batallas a los tanques
La vida del deportista es cruel, porque la madurez del hombre anticipa la jubilación del fútbol, del baloncesto, aún más en los deportes individuales. Para nuestra fortuna, Rafa pasó de maestro a delegado del equipo. Desde esta posición nos brindó su ayuda con su carácter detallista, conciliador, con su sonrisa casi perenne, con su sentido del humor. Después, entró en los despachos del club junto a Ramón González, y culminó su vida madridista en la Fundación, nadie mejor que él para contribuir a la excepcional labor de esta entidad.
Se nos fue el amigo, un arquetipo de los que escasean, un madridista clásico, forjado en la escuela de Bernabéu y Saporta, un hombre que siempre estuvo en su sitio, y cuando digo siempre me ciño a mis recuerdos y a lo que me contaron. Cada uno con su personalidad, uno de los gigantes que levantó al Real Madrid de baloncesto hasta la cima del baloncesto FIBA, escribiendo una era legendaria, la que sólo los pioneros pueden escribir.
La vida puede ser más injusta que el baloncesto, y a un hombre bueno le trajo desgracias que nunca cicatrizan del todo: la muerte de su hijo Jaime, joven prometedor, fue un golpe terrible, un mazazo del destino, de los que caen para recordarnos que dependemos de un hilo evanescente. Como la última enfermedad que se lo ha llevado, larga, invalidante, que, para compensar nos ha descubierto un ángel en la Tierra, su Belén, no me atrevo a llamarla nuestra Belén. A ella, y a sus hijos, mis condolencias en forma de columna de palabras sentidas, de un homenaje a un gran amigo que fue genio y maestro, que nació con nombre rotundo, que en seguida pasó a ser Rafa, y que desplegaba tanto cariño a su paso, que pronto le llamamos Rafita.
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Bonito homenaje a una leyenda de nuestra sección de baloncesto, algo que no supo hacer la directiva que ayer ofreció en el Bernabeu un minuto de silencio...al papa que murió hace dos semanas y no al jugador que lo dió todo por el club y había muerto esa misma mañana. Qué vergüenza!
D. E. P
Felicidades por reflejar de manera tan acertada lo que muchos intuíamos de Don Rafael Rullán. Lo recuerdo como uno de mis primeros ídolos gracias a mi señor padre, que me contaba como eran de intensos aquellos duelos de Rafa Rullán con Dino Meneghin. Es triste que se vayan tus primeros ídolos, los de tu padre, pero sobretodo las grandes personas. Siempre lo recordaré con cariño y siempre le estaré agradecido por acercarme al baloncesto.
DEP. Un saludo y un abrazo fuerte para todos los que sentís su ausencia.
Muy buen obituario, querido Joe.
Pleno de cariño y exacto en tus exposiciones.
Me sumo al dolor de todos sus amigos, enviando mis condolencias a su familia.
Tantos años a su lado dejan una herida abierta muy difícil de cicatrizar.
Muchos abrazos a ti y cariñosos saludos a tus lectores.
DEP
Excelente obituario, Joe.
Mis primeros recuerdos baloncestísticos corresponden exactamente a la época de esplendor de Rafaél Rullán, Mis conocimientos del deporte eran entonces insuficientes, sin duda, para valorar su magisterio sobre la cancha. Lo que sí me mantenía pegado al televisor cada jueves eran esos míticos encuentros de Copa de Europa, casi siempre de favorable resultado. Verle torear al mito de Dino, que le doblaba en anchura, quedó para siempre en mi recuerdo. Eran los años postreros de Ramos o Luyk, pero aquel Madrí nos cautivó a toda mi generación, cosechando triunfos en cada rincón de Europa (o de Israel, aquel Maccabi...).
No me sorprende que su persona fuera tan elegante como su juego, bien dice Joe.
Descanse en paz.
Hola familia. Éste precioso comentario lo he leído por ser muy amante del deporte y entrar a diario en prensa deportiva y hoy Facebook. No es momento de comentar mi vida deportiva. Si quiero resaltar la pena que sentimos los Rullán familia y no cabe duda los aficionados a todo deporte. Soy primo hermano de Rafa, cinco años mayor que él; cuántos días he vivido su vida deportiva, tardes incluso con sus hermanos, sus padres, frente al televisor, qué tiempos.
Agradecer a Llorente Gento éste escrito. Esos apellidos avalan la grandeza de deportistas leyenda. Rafa, te recordaremos mientras vivamos. Aprovecho para mandar mis condolencias a su familia madrileña, la de Palma está muy cercana a mi. Un abrazo a los deportistas y lectores