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Rafael Verdú: "Aún no me creo que jugué en el Madrid”

Rafael Verdú: "Aún no me creo que jugué en el Madrid”

Escrito por: Antonio Valderrama17 septiembre, 2020
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En La Asunción, un arrabal de Jerez de la Frontera generoso en cantaores flamencos, cuarteles, cárceles, carnicerías y mataderos, vive Rafael Verdú Fernández (Madrid, 1927), el hombre vivo que más tiempo hace que vistió la camiseta del Real Madrid. Aquí venía, por ejemplo, Rafael de Paula a entrenar el descabello. Me lo cuenta don Rafael, que al retirarse compró dos puestos en la plaza de abastos del barrio, uno para su mujer y otro para su suegra.

Se entra a su casa, un pisito neorrealista como el de la película escrita por Azcona, por un portal descascarillado que descansa sobre las ruinas de un bar taurino. Hoy es presidente de honor del Xerez Club Deportivo, club donde lo fue todo, e hijo adoptivo de la ciudad. Hace setenta años justos que jugó su último partido con la blanca, en la temporada 49-50. Tenía veintitrés años y era extremo diestro. En total, acumuló siete partidos oficiales. Ahora tiene noventa y tres que parecen setenta y tres años; una memoria prodigiosa y una figura enjuta, menuda y nerviosa. Su casa es un monumento al recuerdo. Dentro de ella, en un cuartito (presidido por un póster gigante de Luka Modric pegado en la puerta) lleno de fotografías, camisetas y exvotos, conserva como un tesoro el rastro de migas de pan que conduce a muchas décadas dedicadas de pasión por el fútbol, “un don con el que yo nací”. Conversamos en torno a una mesita baja. Sentado en un butacón orejero de color rojo vivo, camisa de manga corta y bermudas oscuras, Rafael Verdú no para de moverse, de incorporarse y reclinarse, de cruzar y descruzar las piernas, como si llevara dentro el rotor de una turbina. No es, en absoluto, un anciano decrépito, más bien al contrario, sus brazos y piernas son sarmientos fuertes, llenos todavía de vida. Dice que recuerda más cosas de su infancia que de lo que le pasa ahora. Me saluda con el codo y charlamos sobre el fútbol (y el mundo) de ayer.

 

-Usted debutó con el Madrid en Barcelona, nada menos, en el estadio de Les Corts. ¿Era aquella una rivalidad tan intensa como ahora?

-Uf, igual, igual. Te voy a contar una anécdota. Cuando llegamos al estadio, Miguel Muñoz me dijo “Rafa, tú tranquilo”. Yo tenía 22 años. “Tranquilo, no te preocupes que aquí el recibimiento…vas a verlo”. Al entrar la gente al estadio vi que les daban un pito a cada uno, para pitarnos. En el primer tiempo, 2-0, perdiendo. Y Miguel Muñoz, como era además paisano mío, veterano ya también, me dijo: “tranquilo, Rafa, todavía queda medio tiempo". Y en el segundo tiempo les metimos tres goles.

-Y usted marcó uno de aquellos tres goles.

-Fue un córner directo. La verdad, siendo sincero, no sé si entró o no el balón, pero me lo dieron a mí. Fue uno de esos goles que se meten de vez en cuando…

-Como el que metió Kroos en la Supercopa…

-Exacto. Me acuerdo perfectamente del equipo con el que jugamos, el que casi siempre era titular: Juanito Alonso, de portero; Azcárate, Pont, Navarro, que era catalán; Muñoz, Narro, Rafa (cuando jugaba yo, y cuando no era…ahora no me acuerdo); Olmedo, Pahíño, Molowny, el canario, que luego fue entrenador, una persona extraordinaria…y Cabrera, que era canario también. De Molowny te voy a contar una anécdota para que veas qué clase de persona era. Míster Keeping, el entrenador, apenas hablaba español. A mí me decía “Rafael, tú comer más, repetir, repetir”, en las concentraciones antes de los partidos. Entonces Molowny, que era un tío tremendo, como veía que yo le decía siempre que no al inglés, me decía "Rafa, tú dile que sí". Se ponía a mi lado y se lo comía él.

(Interviene su hijo, Rafael Verdú junior, quien nos acompaña en la salita. También fue futbolista profesional y canterano del Madrid. Echa un capote a la memoria de su padre, que en seguida recupera la frescura).

Rafael Verdú jugador del Real Madrid

-¿Puede ser Macala quien jugara por ti?

-¡Macala! Macala se lesionó. Yo estaba jugando en el Plus Ultra, en Segunda, pero entrenaba con el Madrid y jugaba partidos amistosos. Al lesionarse fui yo a jugar. Pero ya debuté contra el Racing de Buenos Aires, en un amistoso. Por las fiestas de Navidad venían equipos argentinos. Eran argentinos porque había mucho jugador español jugando en Argentina, jugadores que en la guerra civil se habían ido fuera a jugar y a vivir. Eran jugadores fabulosos. Vino el Racing de Buenos Aires y le metimos 5-0. Luego jugué contra el San Lorenzo de Almagro, que ganó todos los partidos que jugó en España por las fiestas de Navidad menos con nosotros, que le ganamos 1-0.

-Jugó usted también en el campo del Atlético, en partido oficial.

-Sí, en el antiguo Metropolitano, que estaba en Cuatro Caminos. Nos metieron 5-1. Ese año el Atlético fue el campeón de Liga. El Madrid quedó cuarto. Jugué siete partidos: contra el Barcelona, contra el Valencia, contra el Málaga, contra el Tarragona, que entonces estaba en Primera; jugué con el Oviedo, con el Atleti de Madrid y con la Real Sociedad.

 (Su hijo vuelve a intervenir para pedirle que me cuente cómo fichó por el Madrid. Entonces a don Rafael, que conserva perfectamente el acento madrileño, le sale una exclamación muy gaditana).

-Cuéntale la anécdota de cuando firmaste, lo que te dieron y todo eso.

-¡Ajú!

(Los dos se ríen y Rafael Verdú se admira ante el montón de historias que se entrecruzan en su cabeza al rememorar el pasado)

-En Madrid, todos los años, la selección castellana de fútbol hacía un equipo para jugar contra clubes de Primera División o alguno de Segunda. Solía ser como homenaje para los Reyes Magos, para Navidad, los niños y todo eso. Me seleccionaron a mí, que estaba en el Cuatro Caminos, en Primera Regional. Había muchos ojeadores de todos los equipos. Uno, conocido de mi padre, se fijó en mí. Le dijo que el Atlético se interesaba por mí. Mi padre, que era muy madridista, le dijo: “¿Y el Madrid no se interesa por él?” Este hombre le dijo que a ver qué se podía hacer, pero el presidente del Cuatro Caminos era también directivo del Atlético de Madrid e insistía. Entonces yo le dije: “Pero mire, don Alejo, que así se llamaba, yo es que soy madridista, y mi padre igual…” Ahí fue cuando finalmente fiché por el Madrid, para ir al Plus Ultra.

(La antigua Agrupación Deportiva Plus Ultra, luego Castilla, que había cerrado su acuerdo de afiliación con el Madrid tan sólo dos años antes).

el presidente del Cuatro Caminos era también directivo del Atlético de Madrid e insistía. Entonces yo le dije: “Pero mire, don Alejo, yo es que soy madridista, y mi padre igual…”

-El presidente del Plus Ultra era don Antonio Borrachero, director también de la compañía de seguros. En el sótano de la sede de la compañía, que estaba frente al edificio del Congreso, es donde yo cobraba cuando me pagaban y todo eso, y cuando iba a verle a él y todo. Allí firmamos el contrato, con don Antonio, mi padre, don Santiago Bernabéu, don Ramón Melcón, que era el que llevaba todo eso…me dijeron “bueno, Rafa, ¿tú qué quieres?” Yo miré a mi padre y mi padre dijo:” Pero, ¿qué le vamos a decir al Real Madrid, si yo soy madridista desde que era pequeño, y mi hijo igual, qué vamos a pedirles a ustedes? ¡Ustedes dirán!” Entonces nos quedamos charlando y tal, y nos dijeron: "te vamos a dar cincuenta mil pesetas por año y vas a fichar por tres años". Llamaron por un timbre al tesorero y le pidieron que trajera cincuenta mil pesetas. Yo miré a mi padre y dije uuuuh…me pagaron el año entero, allí mismo, y eso que ya había pasado media temporada. Yo miraba a mi padre más que al dinero. Pensé: le da un infarto aquí mismo. Salimos a la calle y mi padre, que no sé dónde se metió el dinero, me dijo: “hijo, ¿cómo nos vamos a ir a casa, con este dinero? ¿Qué hacemos?” “Pues cogemos un taxi”, le dije. “¿Un taxi? ¿Y si tenemos un accidente?” “Pues vamos en el metro”. “Uf, con los apretujones que hay en el metro…” (Se ríe a carcajadas, recordando). “Pues vámonos andando”. Desde Cibeles a Cuatro Caminos…y cuando llegamos a mi casa, mi madre, cuando vio aquello, no sé dónde metieron el dinero, pero al día siguiente, a las siete de la mañana, “venga, Rafa, levántate, que vamos a la caja de ahorros para ser los primeros y guardar el dinero”.

Rafael Verdú en el museo de recuerdos de su casa

-Cuando la Guerra Civil usted tenía nueve años…

-Viví la Guerra Civil, luego, la Segunda Guerra Mundial, pero lo peor, peor, es el virus este que está pasando ahora, es horroroso, la gente que está muriendo…Hay un refrán que dice: no hay dos sin tres, y a mí me han pasado esas dos cosas horrorosas en la vida, pero esta es malísima.

Messi es un fenómeno, y Ronaldo, y muchos, pero Di Stéfano era mejor. Era completo, completo. Di Stéfano defendía, jugaba en el centro del campo, metía goles, pasaba, un fenómeno, lo hacía todo. Entonces era más difícil todo: los balones, el material, los campos…no era como ahora.

-¿Cómo se hace Rafael Verdú futbolista profesional?

-Eso se nace. Por lo menos, yo. Desde que tuve uso de razón, veía una lata y le daba una patada. Hacíamos pelotas de trapo y jugábamos en la calle. Yo iba a los Salesianos, en el barrio de Cuatro Caminos, y allí jugábamos al fútbol. Llegamos a jugar en Segunda o Tercera Regional, allí en el colegio. Teníamos un campito en el que no perdíamos ni un partido. Teníamos que ir a misa, por muy bueno que fueras, llegaba el entrenador, que era un cura, y decía: a escuchar misa antes del partido. Ganábamos casi todos los partidos, pero me di un golpe en uno y me lesioné. (Me enseña una cicatriz en la tibia de la pierna derecha, que parece la señal de una cornada vieja en la piel cuarteada de un torero) Yo tendría entonces catorce o quince años. No podía ni andar. Estuve mucho tiempo recuperándome, porque no había los adelantos que hay ahora. Mi padre me dijo “se te acabó el fútbol, eh”. Pasé mucho tiempo curándome. Cuando estaba bien me preparé para volver a jugar, sin que se enterase él. Los domingos le decía que iba a misa a los Salesianos. Pero un día mi padre se encontró a un amigo que le dijo que sí, que yo seguía jugando al fútbol. Era un campo abierto y la gente se acercaba a vernos, se ponía junto a las bandas. Un domingo, un balón salió fuera y yo salí corriendo a buscarlo. Había caído a los pies de mi padre. Cuando levanté la vista y lo vi, salí corriendo, vestido de fútbol y todo, me escondí en mi casa. Mi madre, como todas las madres, ya sabía lo que yo estaba haciendo. “Métete en la habitación, que cuando llegue tu padre…” “¿Conque a misa, no?¿En el campo de fútbol qué estabas, rezando?” Mi padre era un madrileño muy así, tal… Me castigó sin comer, pero luego, como seguí yendo los domingos a jugar, le dije que el fútbol era mi pasión y él me dijo que hiciera lo que me diera la gana. Pero era el fan número uno y no se perdía ninguno de mis partidos cuando fiché por el Madrid. Quería ver hasta los entrenamientos, que le pillaban cerca de su trabajo. Y era un madridista, vamos…

-Su marcha del Madrid, don Rafael, coincidió con la llegada de las primeras figuras extranjeras al fútbol español, como Kubala…

-Eso es: Kubala venía para el Madrid y Di Stéfano, para el Barcelona. Pero en España también teníamos figuras. Como Molowny, que era un fenómeno. O Miguel Muñoz. Teníamos un muy buen equipo, pero yo era muy joven y tenía que hacerme más. Al acabar aquella temporada, con 22 años, me quedaban dos años más de contrato y me dijeron "mira, Rafa, el Córdoba ha venido interesándose por ti". Era cuando empezaban a venir las figuras ya hechas y yo iba a tener muy difícil jugar. Vinieron del Córdoba ofreciéndome fichar por un año. Para no irme del Madrid les pedí el dinero que me quedaba por cobrar de mi contrato, cien mil pesetas, siempre que el Madrid se reservara mis derechos por si me necesitaban. Me dijeron que sí y bueno, yo para cumplir mi palabra, me fui. Estuve un año pero tuve la mala suerte de que a la mitad de la temporada tuve una lesión, contra el Constancia de Inca, en las islas Baleares. Las lesiones, entonces, no eran como ahora. Tardé bastante en ponerme bien. Acabé mi contrato en Córdoba y me llamó el Plus Ultra para entrenar y jugar si me necesitaban, y estando allí me llamaron para probar en el Xerez. Me quedé cuatro años jugando en Segunda, aquí, y luego dos más en el Levante. Ya me iba para mi casa, a Madrid, donde tenía mi piso y un taxi que compré, me iba a colocar en la compañía de seguros Plus Ultra, pero estando ya en Madrid me llamaron de Jerez otra vez, “para el fútbol”, me dijo mi mujer. Toda mi familia se quería venir a Andalucía y nos vinimos. Y 66 años ya…

(En la habitación de los recuerdos hay una foto especial. Don Rafael Verdú, vestido de azul y blanco xerecista, en su último partido como futbolista profesional, con la tibia y el peroné rotos. En esa misma habitación hay una foto icónica en la que se le ve sacando un córner con la pierna derecha en una esquina del Nuevo Estadio Chamartín, hoy Bernabéu. Detrás, me señala con el dedo una cabeza tocada por un sombrero, lo observa su padre. Cerca hay otra foto que me llama la atención: Verdú, ya anciano, junto a Agustín Herrerín, el legendario delegado del Real Madrid, fallecido en 2019).

Rafael Verdú en su casa de Xerez

-¿Qué significa para usted el Real Madrid?

-No es porque yo sea madridista, pero el Real Madrid es, de verdad, un equipo señor. Yo no he sido ninguna figura y me tratan de maravilla. Como embajador deportivo de Coripe, un pueblo de Sevilla, quise llevar a unos cuarenta niños a conocer el Bernabéu y Valdebebas y nos trataron estupendamente. El Madrid ha sido un equipo señor toda la vida, desde que lo fundaron los hermanos Padrós, dos catalanes. ¿El delegado de campo, ese que tú ves en la foto? Más de medio Jerez ha ido y no han pagado por ver el Bernabéu porque él los llevaba. Era un gran amigo mío. Él decía: “bueno, en Jerez, el vino…” y yo le decía, "¿qué vino te gusta a ti?" “Vino dulce, Rafa. Canasta”. Pues todos los que iban para allá, le llevaban una botella.

No es porque yo sea madridista, pero el Real Madrid es, de verdad, un equipo señor. Yo no he sido ninguna figura y me tratan de maravilla.

-¿Qué recuerda personalmente de Santiago Bernabéu?

-Era una gran persona. Te voy a decir una cosa. Cuando los niños venían, de siete, ocho, nueve, diez años, vistos por los ojeadores del Madrid por toda España, para firmar, lo primero que les decía Bernabéu, porque siempre estaba presente con el ojeador, el niño y los padres, era: “¿este niño qué hace, está estudiando? Bueno, pues aquí cuando venga, lo primero es que no tiene que perder los estudios, nosotros le ponemos para que siga estudiando, lo suyo, lo que sea. Porque si no, ya puede ser una figura o lo que sea, que lo primero es ser futbolista y tener una formación, las dos cosas”. Era como un padre, un señor al que todo el mundo quería. Lo primero que decía era que un futbolista tenía que ser una buena persona.

-¿Se parece Florentino a Bernabéu?

-Hombre, son distintos. Florentino es uno de los hombres más listos que yo he conocido. Lo está demostrando. Hasta ahora, afortunadamente, nadie ha dicho que Florentino haya cogido esto o lo otro. Es un señor. Yo lo puedo decir porque voy allí y me tratan fenómeno. Siempre va con Butragueño, un hombre muy educado al que no se le ha oído hablar jamás mal de nadie. Y a Florentino igual. A Emilio siempre le llevo miel de un amigo mío de Jédula cada vez que voy a Madrid todos los años, a las reuniones de los Veteranos del Madrid.

Rafael Verdú con Florentino Pérez

-Se quedó usted cerca de jugar con Di Stéfano.

-No tuve la suerte. He comido con él muchas veces, cuando los Veteranos. Un día comí yo en su mesa, precisamente, ¡y tenía un carácter! Contaba cada cosa que, joé, era tela marinera. Decía “a mí, a mí me va a decir el entrenador, Fulanito, cómo tenía que jugar, ¡tequieiyá! Yo le decía que sí y luego hacía lo que yo quería”. Para mí es el jugador más completo de la Historia. Messi es un fenómeno, y Ronaldo, y muchos, pero Di Stéfano era mejor. Era completo, completo. Di Stéfano defendía, jugaba en el centro del campo, metía goles, pasaba, un fenómeno, lo hacía todo. Entonces era más difícil todo: los balones, el material, los campos…no era como ahora. Cualquier lesión que tienes ahora, como la de Asensio, entonces podías despedirte. No había los adelantos que hay ahora. A nosotros antes nos llevaban a ducharnos a unos baños turcos que había allí en Cuatro Caminos. Y ahora, joder, veo los gimnasios que tienen, todo lo que tienen, los de baloncesto y todo. Todo era muy distinto y ha cambiado, afortunadamente.

-He visto que tiene usted un póster de Modric. ¿Es su jugador favorito de los de ahora?

-Me encanta, claro, pero me gustan todos. Aunque el que me encantaba de verdad era Zidane. Cuando jugaba, me gustaba mucho verlo, las cosas que hacía…Di Stéfano para mí ha sido el mejor. Kubala llevaba el balón y no había quien se lo quitara, ¡tenía unos muslos, una habilidad!

-¿Ve mucho fútbol por la tele?

-Claro, veo todo, también partidos antiguos. Y me quedo esperando a ver si echan uno mío, pero cuando yo jugaba no había ni televisión.

 (Se ríe)

-¿Qué significa para usted ser el decano de los futbolistas que han pasado por el Real Madrid,el hombre vivo que hace más tiempo que jugó un partido con el Madrid?

-Cada vez que veo al Real Madrid en la tele, me parece mentira que yo haya jugado ahí. En el Real Madrid, en el mejor equipo del mundo, el que más trofeos tiene. No es que lo diga yo, es que es verdad.

 

Entrevista: Antonio Valderrama "Fantantonio"

 

Leer: "Rafael Verdú, el décano", de Alberto Cosín

 

 

 

 

 

 

 

 

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

8 comentarios en: Rafael Verdú: "Aún no me creo que jugué en el Madrid”

  1. Que gracioso Juan A.
    Pero te perdono porque veo que eres tan madridista como yo David.
    Eso es lo mas importante a pesar de las discrepancias.
    Un abrazo muy fuerte
    Hala Msdriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiid

    1. Hombre, me hace gracia que cada vez os echáis más años de socio... pero sí, madridista te considero (no sé si eres david, Gabriel, o los dos), aunque creo que tienes el criterio algo torcido.

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