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Volver a empezar

Volver a empezar

Escrito por: Hank1 abril, 2023
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Ese era el título de la película con la que José Luis Garci le brindó a España su primer Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa. Volver a empezar nos narraba la historia de un escritor y profesor que, tras triunfar y obtener un gran prestigio en tierras internacionales, volvía a su pueblo natal español una vez restaurada la democracia para tratar de recuperar ese amor perdido de la juventud. Algo parecido a lo que está sucediendo actualmente con el Real Madrid y la competición liguera. Un equipo que arrasa como ningún otro en competiciones internacionales, pero que en los últimos tiempos no ha conseguido trasladar ese éxito al terreno español. Y ahora sabemos por qué. Bueno, en realidad siempre lo supimos. Ahora por fin lo sabe también el resto del mundo.

Volver a empezar

El equipo que más títulos posee en sus vitrinas, aquel que vivió varios idilios con este torneo, (como las 5 ligas seguidas de la Quinta del Buitre), o que tiene al jugador con el mayor número de ligas (nuestro Paco Gento, con 12 trofeos) ha dejado de creer en la competición nacional y lo cierto es que poco puede reprochársele tanto al equipo blanco como a su afición. La razón es que ahora es de dominio público que el gran rival del Real Madrid ha estado untando dinero a mansalva durante al menos dos décadas al vicepresidente del CTA para que este, junto con su hijo, influyeran en el arbitraje español y se aseguraran de que el equipo azulgrana “no fuera perjudicado”.

El equipo que más títulos posee en sus vitrinas, aquel que vivió varios idilios con este torneo, (como las 5 ligas seguidas de la Quinta del Buitre), o que tiene al jugador con el mayor número de ligas (nuestro Paco Gento, con 12 trofeos) ha dejado de creer en la competición nacional y lo cierto es que poco puede reprochársele tanto al equipo blanco como a su afición

La culpa es del Real Madrid, por supuesto. Eso arguyen con atrevimiento y desvergüenza desde el otro lado. Y si echamos cuentas y la vista atrás, tenemos que remontarnos a la época de la Quinta del Buitre, cuyo dominio nacional fue la pistola en la sien que obligó al pobre y desvalido FC Barcelona a no encontrar otra solución que pensar en cómo comenzar a corromper el fútbol español para siempre. Pobres ellos y pobres nosotros. Empatía, queridos galernautas, pues cualquiera hubiera hecho lo que el Barcelona en su situación. ¿Verdad?

Nuñez y Gaspart

La herida es profunda, de las que dejan algo más que cicatriz. De las que traen con ella una infección que suele derivar en necrosis. Y de las que no parece tener cura al alcance. Porque por mucho que el aficionado madridista sea el más acostumbrado a creer en lo imposible, poco se puede hacer cuando una de las dos partes no demuestra interés alguno ni siquiera en limpiar su imagen. La indignación del aficionado madridista no hace sino aumentar exponencialmente ante precisamente la ausencia de indignación de un colectivo arbitral que permanece en silencio y sigue realizando su labor como si no hubiera acontecido absolutamente nada que les incumba. Intentando pasar desapercibidos como si nadie estuviera reparando en ellos. Spielberg no colocó a la niña de rojo en La lista de Schindler para que nadie se fijara en ella, como parece hacernos creer el presidente del CTA, ya sin manos, Medina Cantalejo.

Spielberg no colocó a la niña de rojo en La lista de Schindler para que nadie se fijara en ella, como parece hacernos creer el presidente del CTA, ya sin manos, Medina Cantalejo

Siempre he considerado muy complicada la labor de un colegiado. Yo mismo he arbitrado partidos y soy muy consciente de la dificultad que entraña tener que aplicar el reglamento ante la presión de unos jugadores, entrenadores y aficionados a los que poco les importa si la decisión del árbitro se corresponde con lo redactado en el mismo, sino más bien si beneficia a los intereses de su equipo. Siempre he intentado, por tanto, antes de dejarme llevar por el aficionado que todos llevamos dentro, ponerme en la piel de cada árbitro en lugar de despotricar contra él como un poseso. Por ello, solía tender a valorar la posición del colegiado que acababa de cometer un error grave y fijarme en si su visibilidad era o no buena y podía justificar el fallo. Y por ello, durante muchos años he convivido con una desalentadora impotencia que me generaba la sensación de que algo olía a chamusquina ante una serie de errores injustificados que me hacían llevarme las manos a la cabeza y que acostumbraban a favorecer a un mismo equipo y perjudicar a otro.

Erré, pues a lo que olía realmente era a podrido, no a chamusquina. Por cierto, ¿alguno recuerda algún clásico de las dos últimas décadas en el que el Real Madrid fuera claramente beneficiado por el arbitraje (justa o injustamente)? Yo no, y miren que los he visto todos. Sí que recuerdo lo contrario. Vaya si lo recuerdo.

Lenglet y Varane

En el multiverso de enfrente, gente sin decencia alguna todavía defiende con uñas y dientes que el Barcelona no compró árbitros. Ya lo sabemos, tranquilos. Lo que hizo fue mucho peor. Lo que hizo fue pagar a alguien con poder para influir sobre ellos, amedrentándolos y conminándolos a favorecer a un determinado equipo con la perspectiva de un descenso o ausencia de promociones aleteando en un horizonte próximo. No hicieron falta amenazas como tales sino sutiles sugerencias en el asiento trasero del taxi Negreira como a las que el público ya ha tenido acceso: “El Barcelona se juega mucho y no os puede temblar el pulso. Vosotros vais sobrados. Sabéis perfectamente lo que tenéis que hacer.” A buen entendedor…

No hicieron falta amenazas como tales sino sutiles sugerencias en el asiento trasero del taxi Negreira como a las que el público ya ha tenido acceso: “El Barcelona se juega mucho y no os puede temblar el pulso. Vosotros vais sobrados. Sabéis perfectamente lo que tenéis que hacer.” A buen entendedor…

¿Y qué iban a hacer los colegiados sino favorecer, aunque fuera casi inconscientemente, al equipo que gustaba a sus patrones? Estoy convencido de que la mayoría de los árbitros, en un principio, no salían al campo con la idea de favorecer a este equipo o perjudicar al Real Madrid. Muchos de ellos simplemente querrían arbitrar de manera correcta cada partido y jugada y cometer la menor cantidad de errores posibles. Hacer bien su trabajo, vaya. Si un árbitro veía un penalti claro a favor del real Madrid no iba a dejar de pitarlo. Al fin y al cabo, sus errores también se puntúan en esa clasificación arbitral de la que tan poco hemos sabido en todo este tiempo. Eso explica que incluso en estas circunstancias, se haya podido pitar algún penalti que no fuera a favor del equipo vikingo o que alguna decisión controvertida le haya podido beneficiar en algún partido puntual. Si el árbitro en su momento creyó haberlo visto claro, ¿por qué no lo iba a pitar?

Eso sí, todos sabemos (colegiados incluidos) que generalmente la dinámica era la contraria y que, cuando esto sucedía, había consecuencias. Podían venir, por ejemplo, en forma de declaraciones del mismísimo presidente del CTA, Victoriano Sánchez Arminio, sospechosamente mudo en la actualidad, como en aquella ocasión en la que señaló públicamente al colegiado Muñiz Fernández por señalar erróneamente un penalti sobre Pepe. “No sé si Muñiz Fernández ha tenido algún problema familiar, alguna cosa que le provocara, a lo mejor, no estar en el momento propicio. Cuando uno no está bien en el campo, luego va una cosa detrás de la otra. Lógicamente no le están saliendo las cosas, así es, esperemos que mejore.” Muñiz Fernández se retiró escaso año más tarde.

Sánchez Arminio Muñiz Fernández

Las consecuencias también podían aparecer en forma de presiones, como las que dijo sufrir el árbitro Paradas Romero, forzado por Arminio y Villar al retiro tras no haber expulsado al por entonces entrenador del Real Madrid, José Mourinho, en un encuentro ante el Rayo Vallecano. Según contó en su día en el diario As, recibió “severos reproches” por cómo dirigió aquel encuentro y se vio casi obligado a dejar su puesto. Hoy sabemos que al menos, el colegiado pudo despacharse, espetándoles a ambos justo antes de marcharse: “me voy del arbitraje porque sois una organización corrupta.”

Paradas Romero

No creo que ningún árbitro fuera ajeno a lo que se cocía en las entrañas del estamento. Entiendo que inicialmente entraron con mucha ilusión en el mismo y con la intención de llevar a cabo su labor arbitral de la manera más limpia y excelsa posible, pero que se fueron dando cuenta, poco a poco, de cómo funcionaba realmente este mundillo y de lo mucho que se tendrían que ensuciar no ya para encajar sino para sobrevivir en él.

Otro ejemplo del obscurantismo del CTA y de las formas de Arminio y compañía fue el caso de Fernández Hinojosa, considerado de largo como el mejor árbitro de la segunda división española de su época. Pese a ese prestigio que adquirió gracias únicamente a su talento y trabajo, nunca fue promocionado a primera división. ¿El motivo? Posicionarse del lado de Gerardo González en aquellas elecciones a la presidencia de la RFEF que acabó ganando Villar gracias a la traición de Laporta (y Gaspart, no olvidemos a Gaspart, en esta historia, por favor). ¿El arma del crimen? Ese factor de corrección, ahora conocido acertadamente como “factor de corrupción”, que manejaban a su antojo Arminio y Negreira para clasificar a los colegiados en función a sus intereses.

Hinojosa Arminio

Como ven, de poco sirve a un árbitro realizar correctamente su labor si al final de cada temporada los emperadores que van a dirigir su pulgar hacia arriba o hacia abajo desde el palco de su CIRCO (sí, circo con mayúsculas, déjenme escribirlo así, por favor) no van a valorar su desempeño arbitral sino la manera en la que han acertado o fallado en función de los intereses del pagador. Y en contra del que sabemos.

Los árbitros han vivenciado cómo los Muñiz Fernández, los Paradas Romero o los Fernández Hinojosa veían cortada su progresión o eran escaldados públicamente mientras que los árbitros que se “equivocaban” a favor del equipo de los Negreira eran promocionados internacionalmente o pitaban los partidos más importantes del año a pesar de que fuera de España no eran considerados para este tipo de encuentros. También contemplaban con relativo desconcierto cómo algún compañero de discutible nivel, simplemente saliendo a televisión a lamentarse de un error de su linier que perjudicó al FC Barcelona y que le dejó severamente “tocao”, acabó siendo promocionado internacionalmente y convirtiéndose en uno de los árbitros predilectos del CTA.

¿Y qué iban a hacer los colegiados sino favorecer, aunque fuera casi inconscientemente, al equipo que gustaba a sus patrones?

Ante semejante condicionamiento —ni Pávlov llegó a tanto— es complicado esperar que cualquier colegiado, cuando se encuentre ante una jugada polémica que no haya visto con claridad, tome una decisión que favorezca a los intereses del Real Madrid o perjudique a los de los culés. Como ya se ha dicho, alguna habrá habido, pero lo normal era lo contrario. Casi 80 partidos sin penaltis en contra del equipo catalán lo atestiguan. También el saldo arbitral de tarjetas rojas más exagerado que seguramente ha habido en toda la historia de este deporte (+81) entre los años en los que Negreira permanecía a sueldo por el equipo culé (el del Real Madrid fue de -16).

Ante estas circunstancias, decía nuestro compañero Javier tanto en la presentación de su enciclopedia Veteranos y noveles como aquí mismo en La Galerna que había que fumigarlo todo para volver a empezar. No seré yo el que disienta de esta opinión, pues a pesar de que el CTA se declare asimismo limpio y cargue contra la dirigencia anterior, pasándoles la pelota y desentendiéndose del escándalo, el problema sigue ahí, a la vista de cualquiera que quiera dirigir la vista hacia ellos. La gran mayoría de los colegiados que arbitraban en la última etapa del Negreirato son los mismos que saltan al campo en la actualidad. Árbitros que han sufrido ese condicionamiento clásico y que siguen dando la patita, levantando la cabeza, salivando y esperando su recompensa. Si bien es cierto que los números del saldo arbitral se han igualado bastante en estos últimos 5 años, el algodón no engaña.

No está Negreira, pero sí Clos Gómez

El Real Madrid sigue sufriendo arbitrajes sangrantes en España que no resisten la comparación cuando les colocan enfrente el espejo de los que recibe en Champions u otras competiciones europeas. El Real Madrid sigue viendo cómo el jugador más habilidoso y vistoso de la competición es el que más faltas recibe y, a pesar de eso, uno de los que más tarjetas amarillas ha visto. El Real Madrid sigue hastiado de ver cómo recibe en cada partido, una tras otra, entradas susceptibles de tarjeta amarilla sin que sus rivales la vean y, en cambio, ante la primera entrada dura del equipo blanco, la tarjeta es inmediata. También observa, por el contrario, cómo en el otro lado, un jugador que curiosamente viste de azulgrana va camino de superar el record de agresiones y entradas salvajes sin ver tarjeta roja alguna hasta ahora en posesión de Luis Suárez, curiosamente también exjugador de ese equipo.

La gran mayoría de los colegiados que arbitraban en la última etapa del Negreirato son los mismos que saltan al campo en la actualidad. Árbitros que han sufrido ese condicionamiento clásico y que siguen dando la patita, levantando la cabeza, salivando y esperando su recompensa

El arbitraje sigue sucio, porque nunca se limpió. Negreira se marchó, pero los vicios permanecieron. Porque no basta con quitar a la manzana negra de la canasta que pudrió al resto para que las demás recuperen su pureza. Y menos si la sombra de Negreira permanece en cada rincón de ese estamento. La primera acción del CTA tras saltar por los aires el mayor escándalo de la historia del fútbol fue salir su presidente Medina Cantalejo a mentir a todo aficionado español declarando que Negreira era un desconocido sin influencia alguna en el arbitraje y que no conocía ni a los árbitros. A día de hoy ya sabemos incluso que el propio Medina contrató los servicios de coaching del hijo de Negreira, Javier Enríquez. Dentro de unos días igual nos enteramos hasta de que los árbitros pitaban con Negreira al otro lado del pinganillo. Como ven, está el CTA como para poner un meñique en el fuego por ellos.

Medina Cantalejo

Uno de los célebres doce trabajos de Hércules fue limpiar los establos de Augias, que nunca habían sido saneados desde su creación y cuya cantidad de excrementos y desechos de los animales que lo habitaban no intuía fin. Para ello, el héroe griego tuvo que desviar el cauce de los ríos Alfeo y Peneo para que el agua entrara en los establos y se llevara toda la suciedad. Bien. Tuvo suerte el hijo de Zeus de que Euristeo le ordenada limpiar aquellos establos en lugar del actual CTA, porque seguramente no lo hubiera logrado obtener el éxito que consiguió en los establos de Augias. Cada día descubrimos alguna nueva información que huele peor que lo que había en eso establos y que a estas alturas ya ni siquiera nos escandaliza y hace que el aficionado blanco tenga más y más difícil creer o tomarse en serio las competiciones nacionales.

El arbitraje sigue sucio, porque nunca se limpió

No dispongo de información acerca de cómo podrá acabar todo este escándalo ni me atrevo siquiera a aventurarlo, pero si de verdad se pretende que no sólo el club blanco, sino también el resto de equipos y aficionados a los que han estado engañando durante todos estos años quieran participar en estos torneos, el único camino a seguir es el del héroe griego. Todo debe ser limpiado y purificado. Todo el CTA y la RFEF deben ser renovadas al completo y quedar ocupadas por personas que no hayan tenido relación alguna con los que han contaminado el fútbol español durante a saber cuántos años con exactitud. Porque volver a empezar es muy bonito, pero nunca es fácil ni debe serlo, y en ocasiones como estas, las medidas a tomar deben ser tan drásticas como necesarias.

En cuanto al elemento corruptor de toda esta trama, el FC Barcelona, me remitiré a una cita del poeta alemán Heinrich Heine: “debemos perdonar a nuestros enemigos, pero nunca antes de que los cuelguen”. El equipo que ha destrozado la imagen del fútbol español debe sufrir un castigo proporcional al daño que ha provocado antes de poder mirar siquiera al resto de clubes a la cara y competir de nuevo contra ellos.

Todo el CTA y la RFEF deben ser renovadas al completo y quedar ocupadas por personas que no hayan tenido relación alguna con los que han contaminado el fútbol español durante a saber cuántos años con exactitud

Mientras no se produzcan estas circunstancias y castigos, seguiré viendo y animando al Real Madrid en liga y copa porque mi amor hacia el club blanco es bastante más grande que toda la corrupción que sea capaz de abarcar cualquier club o competición, pero nadie podrá obligarme a creer en ella.

 

Getty Images.

3 comentarios en: Volver a empezar

  1. Excelente artículo. No se puede recoger mejor la realidad de este sistema corrupto durante más de 30 años. Enhorabuena

    1. Muchas gracias, pero la verdad es que se me han debido de quedar muchas cosas en el quintero. Tanta mugre y más hay al respecto de este tema.

  2. En mi opinión mucho árbitros son culpables también. Conocían el sistema y se han beneficiado de él.
    Evidentemente, los árbitros que no ascendieron son perjudicados también de este entramado, pero yo me refiero a los árbitros que hoy en día están en el primer nivel. Éstos son parte del sistema, son los que aceptan e, chantaje o se ofrecieron para aceptarlo. No hay disculpas para ellos.

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Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
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