Desde que hace un mes se destapara el Caso Fútbol Club Barcelona, la atención general se ha centrado en varios nombres: principalmente en el de Enríquez Negreira, el teóricamente único hombre podrido dentro del inmaculado Comité Técnico de Árbitros de la Federación; en el de Bartomeu, el chivo expiatorio de la buena gente catalana; en el de Sandro Rosell, otro que está siempre en el centro de todos los grandes chanchullos del Barcelona contemporáneo, y por supuesto, en el de Laporta. Pero a mí, que algunas veces me pongo malpensado, me produce curiosidad el hecho de que una figura para nada menor de la historia reciente del FCB, un tipo que estuvo en el meollo del asunto cuando (supuestamente) empezó la compra sistemática de favores arbitrales por parte del Barcelona, se esté escapando, por el momento, de rositas. Me refiero a Joan Gaspart.
“Quien me la hace, la paga”, dijo Joan Gaspart una vez. Era una tarde de verano del año 2000 y el recién estrenado presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, acababa de ejecutar la cláusula de rescisión de la estrella del Barcelona, Luis Figo, tal y como había prometido largamente durante toda la campaña electoral. Gaspart, que también se estrenaba como presidente tras haber, como Florentino, ganado unas elecciones (a diferencia de Pérez en el Madrid, que constituía una revolución, Gaspart representaba el continuismo de la era Núñez), proclamó ante las cámaras, compungido, que “Florentino Pérez y el representante de Figo han hecho algo inmoral. No olvido esto nunca”. Aquella rueda de prensa hay que verla de vez en cuando. Con la perspectiva del tiempo, Gaspart, aquel señor destruido que rumiaba su rencor mientras el mundo entero miraba hacia Madrid asombrado por la hazaña galáctica del nuevo presidente del Real, era un villano de película de James Bond jurando venganza.
me produce curiosidad que Gaspart, un tipo que estuvo en el meollo del asunto cuando (supuestamente) empezó la compra sistemática de favores arbitrales por parte del Barcelona, se esté escapando, por el momento, de rositas
No era la primera vez. En 1989, en ABC, Miguel Ors recoge una confesión off the record de Gaspart, entonces vicepresidente, a “unos amigos” tras consumarse el fichaje de Schuster por el Madrid de Ramón Mendoza: “ya les devolveremos la puñalada schusteriana”. Un año después, la gran apuesta deportiva del proyecto de Barça triomfant de Núñez, Cruyff, salvó el pellejo ganándole la Copa al Madrid en Valencia con una actuación arbitral “discutible” cuando menos que, a raíz del asunto que nos ocupa ahora, ha suscitado una revisión audiovisual por parte de algunos aficionados, que encuentran sospechosas coincidencias con lo que empezaba a pasar entonces y con lo que ha ido pasando a lo largo de las dos últimas décadas en la actuación arbitral de los partidos del Barcelona.
Ramón Besa, en El País, escribe que el protagonista del “BarçaGate” es Bartomeu, pero a renglón seguido escribe también que “Laporta, cuando fue elegido, no levantó las alfombras de la gestión de Joan Gaspart, obligado a dejar el cargo en 2003”. En el mismo artículo, del pasado mes de febrero, se dice que la vinculación de Enríquez Negreira, número dos del máximo organismo arbitral español desde 1994, con el Barcelona, data por lo menos del año 2001, cuando el presidente era Gaspart, hombre que llevaba siendo, además, vicepresidente de Núñez desde 1978. Besa se sorprende de que el democratísimo Fútbol Club Barcelona, el “club más fiscalizado por sus propios directivos y socios” (sic) no aclara si de España o del Universo, participara de semejante entramado de corrupción arbitral durante casi tres décadas sin que sus muy concienciados y democráticamente comprometidos socios se dieran cuenta.
Sin embargo, durante ese tiempo el Barcelona ya fue condenado como persona jurídica por el quilombo del fichaje de Neymar y la deriva económica del club, ante los ojos de todo el mundo (sobre todo, de la muy democrática y abierta y libre sociedad de Catalunya), alcanzó niveles de disparate que lo han puesto al borde de la quiebra técnica sin que casi nadie levantase la voz y desde luego se decidiese por votar masivamente a otros presidentes. Pues como dijo una vez Lluís Bassat, para ser un buen presidente del Barcelona, al parecer, había que “hacer cosas” que no todo el mundo sabe o puede hacer, cosas que a la vista de la trayectoria penal y judicial de los últimos presidentes de la institución, conducen irremediablemente al banquillo de los acusados.
Gaspart, como decía, fue el hombre fuerte de Núñez desde el 78 hasta el año 2000. Fue quien se trajo a Barcelona a Maradona, a Romario o a Ronaldo. También a Messi, cuando sólo era un niño de Rosario. Gaspart era también el perro de presa del nuñismo ante los medios, el rottweiler con el que se peleaban Ramón Mendoza y Lorenzo Sanz. Su antimadridismo era (es, supongo que los amores más profundos, y desde luego los odios, que son su reverso, nunca desaparecen) motivo de dominio público. Su imagen pública de forofo bocachanclas proclive al esperpento, tan de aquel tiempo de presidentes inefables en el fútbol español, contrastaba con su trayectoria profesional. Gaspart era un businessman de manual.
Su imagen pública de forofo proclive al esperpento, tan de aquel tiempo de presidentes inefables en el fútbol español, contrastaba con su trayectoria profesional. Gaspart era un businessman de manual
Su abuelo fue un hijo de payeses que empezando como aprendiz en La Boquería fundó hace cien años uno de los grupos hoteleros más importantes del siglo XX en España, HUSA. El negocio se fue y volvió a la familia precisamente por el nieto, que lo recuperó en 1974. Hoy Gaspart sigue siendo el propietario, aunque la sociedad ande de capa caída, acosada por las suspensiones de pagos y las querellas multimillonarias con sus antiguos socios árabes. Hombre de fe profunda, su perfil público es poco político: de tradición conservadora y moderada, alejado del catalanismo pujolista y por supuesto, separatista, trabajó sin embargo con eficiencia, según los círculos periodísticos barceloneses, por que Barcelona acogiera los Juegos Olímpicos del 92. Lo hizo desde el Consorcio de Turismo de Barcelona, el cual presidía.
Filántropo implicado activamente en la vida civil de Barcelona, es un tipo que ha destacado siempre por “encontrar soluciones”. Es decir, que a pesar de su rol de clown fanático en su época de vicepresidente y presidente, enfrentado con grandilocuencia casi todas las semanas con los presidentes del Madrid, Gaspart era, en realidad, un negociador, un tipo flexible e inteligente capaz de llegar a acuerdos con todo el mundo, imaginativo, resolutivo y poco intransigente. El perfil perfecto del valido que Josep Lluís Núñez necesitaba para enrocarse en la presidencia de la institución más prestigiosa de Cataluña sin el apoyo, más bien al contrario, de las élites políticas y económicas tradicionalmente rectoras de la vida en la región, es decir, del catalanismo convergente y su matriz, la burguesía clásica vinculada al textil.
Gaspart era el perro de presa del nuñismo ante los medios, el rottweiler con el que se peleaban Ramón Mendoza y Lorenzo Sanz. Su antimadridismo era (es, supongo que los amores más profundos, y desde luego los odios, que son su reverso, nunca desaparecen) motivo de dominio público
Núñez, el hombre a cuya sombra Gaspart fue vicepresidente durante veintidós años, era el clásico self-made man que probablemente a Gaspart tanto le recordara a su propio abuelo. De la nada, Núñez levantó un imperio inmobiliario sacándole todo el jugo al desarrollismo franquista en Cataluña, de la que llegó a ser primer constructor y promotor. Al final de su vida, muchos años después de abandonar la presidencia del Barcelona, Núñez fue finalmente condenado a seis años de cárcel por el Caso Hacienda, uno de los escándalos de corrupción más importantes de la España democrática. Quedó probado judicialmente que Núñez y su constructora, de la que participaba también su hijo, sobornó a importantes cargos de Hacienda en Cataluña a cambio de eludir sus obligaciones fiscales. El modus operandi, desde luego, recuerda al que la Fiscalía ha empezado a reconstruir en el “BarçaGate”: comprar a hombres clave de la administración (inspectores y jefes de Hacienda en Barcelona, en el Caso Hacienda) para asegurar una influencia positiva y estructural a lo largo del tiempo.
Núñez ya está muerto, como también Josep Contreras, otro directivo histórico del Barcelona a través de cuyas empresas, según la Fiscalía de Barcelona, el FCB pagaba al vicepresidente del Comité Técnico Arbitral. Contreras, según la investigación, también se llevaba su propia mordida de estos pagos. Contreras llegó al Barcelona con Núñez y siguió con Gaspart. Luego volvió con Bartomeu, pero en ese lapso de tiempo se convirtió en el gran prócer de la Federación catalana, pieza fundamental del control de Ángel María Villar en el fútbol español. Gaspart, cuando deja la presidencia del Barcelona, se incorpora a la Federación de Villar en 2004 como vicepresidente de asuntos internacionales e institucionales, casualmente después de que Villar, con el voto indispensable del Barcelona del nuevo presidente, Laporta (un crítico histórico del nuñismo) salvase su reelección como presidente de la RFEF venciendo al candidato respaldado por el Madrid de Florentino Pérez.
Gaspart, cuando deja la presidencia del Barcelona, se incorpora a la Federación de Villar en 2004 como vicepresidente, casualmente después de que Villar, con el voto indispensable de Laporta, salvase su reelección como presidente de la RFEF
Villar doblegó aquella oposición, que amenazaba seriamente con descabalgarlo por fin del puesto de mando federativo, con la ayuda inestimable de Gaspart. De aquel modo, Gaspart realizaba una de las aspiraciones originales del nuñismo, que era influir en los organismos reguladores de la competición, aspiración verbalizada en 2012 por Alfons Godall, vicepresidente de Laporta durante su primer mandato: “Creo que Laporta cultivó mucho, y muy a fondo, las buenas relaciones con estas instituciones y eso nos ayudó. Tuvo una actuación decisiva en el mandato de Villar. Se pretendía cambiar el comité. Lo tenía clarísimo. No estar bien con la federación nos perjudica a nivel deportivo”. En ese sentido, nuñismo y antinuñismo coincidían, lo cual puede resumirse en que el democratísimo “club de los socis” siempre ha pretendido jugar con las cartas marcadas, dada la conducta de todos sus mandatarios desde 1978.
Gaspart, a todo esto, dice que si estando él en el Barcelona, el club pagó por algo a Negreira, él “no lo sabe” pero que, si se llegó a pagar, “seguro que no fue por algo ilegal”, lo cual es sorprendente. En una entrevista reciente se contradice de sus propias palabras, recalcando el manido “todo el mundo pagaba por asesoría arbitral” como pretexto para soslayar el hecho, a estas alturas incontestable, de que el Barcelona pagaba como “asesor” al lugarteniente del organismo rector del arbitraje español, uña y carne del presidente de la Federación. Cuando terminó el Villarato, en 2017, abruptamente y bajo la lupa judicial, Gaspart también finiquitó su larguísima vinculación con el fútbol profesional.
Tuvo una actuación decisiva en el mandato de Villar. En ese sentido, nuñismo y antinuñismo coincidían, lo cual puede resumirse en que el democratísimo “club de los socis” siempre ha pretendido jugar con las cartas marcadas, dada la conducta de todos sus mandatarios desde 1978
Igual que hoy (a no muchos) causa estupefacción el hecho de que la empresa que realiza audiovisualmente las retransmisiones de la Liga pertenezca a un socio y capitalista esencial del Barcelona (Roures), en su día causó (tampoco a demasiados) alguna sorpresa que siendo Villar vicepresidente de la UEFA, con Platini, y presidente del Comité Europeo de Árbitros, su segundo en este órgano, así como el responsable también del Comité de responsabilidad social y juego limpio de la UEFA, fuera Şenes Erzik, responsable de proyectos de UNICEF. UNICEF, en aquel tiempo, era el patrocinador del Barcelona, quien jugaba con su logo en la pechera, una pechera valorada por entonces en 20 millones de euros anuales y por cuya publicidad UNICEF no sólo no pagaba nada, sino que recibía casi dos millones del Barcelona en concepto de “donación”. Cuánto humanitarismo.
Este Erzik, también es casualidad, era el presidente de la Comisión de Árbitros de la FIFA durante el Mundial de Corea y Japón, probablemente la Copa del Mundo con mayores sospechas de corrupción arbitral en favor de uno de los países organizadores de toda la historia de los mundiales. En la UEFA de Villar, Platini y Erzik, Gaspart formaba parte del Comité de competiciones.
Getty Images.
Gran artículo, señor Valderrama. Por cierto que en la época de Unicef había otra marca que convivía con la agencia de la ONU en la camiseta del Barça. Esa marca era Nike, que entonces, como ahora, era la encargada de "vestir" al Barça y diseñar sus camisetas. El "swoosh", el mundialmente conocido logotipo de Nike, convivía en la camiseta con Unicef, y se relacionaba con ella. En una época en la que a Nike se le empezó a echar en cara el emplear a niños en talleres de fabricación de ropa y calzado en el tercer mundo, Nike aparecía junto a Unicef, la agencia de la ONU para la infancia. Brutal operación de lavado de cara, en mi opinión.
No me creo que justo ahora , después de tanto tiempo salga toda esta basura (barçagate) , por casualidad. Esto , aparte de que ya se veían las consecuencias por parte de muchos meros aficionados, lo sabía gente que estaba dentro de las tripas de la FEF, de la LFP, del Ministerio de Cultura y Deporte, del CSD, de otros clubs de las 2 principales categorías del fútbol español; entre ellos el Real Madrid, por supuesto. ¿Y, ahora, sale esto...? vamos tarde, muy tarde. De momento solo sirve como reality show , una especie de "panem et circenses" que mueve mucha pasta , a nivel informativo y publicitario. Creo que uno de los resúmenes de todo este escándalo que en cualquier otro país europeo ya habría supuesto la aplicación de medidas severas , aunque fueran cautelares, contra los corruptores , es que "mucho ruido y pocas nueces".
* Tengo malas vibraciones para el partido de mañana vs Liverpool.
** Veo al granuja de enríquez negreira como un híbrido de juan gaspart y sergi albert (celebérrimo trencilla cataculé ,durante mucho años en nómina de tv 3 y otros diarios deportivos catalanes). Especialmente por sus fisonomías. Mucha semblanza en sus faces y cuerpos serranos. Me parece muy llamativo. Especialmente curioso y significativo. Un mensaje tan demoledor como definitivo.
***No tengo la menor duda , y eso es lo más desesperanzador, que todo ese Tinglado responde a un marco socio-político. Intentarán hacernos creer, como poco, que el fútbol se va a regenerar. Cambiarán todo , a nivel de personajes y piezas, para que nada cambie.
Ojalá hubiera una mutación al azar que nos liberara de tanta putrefacción en la élite del fútbol. Eso o una intervención extraterrestre o, me extrañaría mucho, de la UE ...pero sí ha de ser vía UEFA...el esperpento será mayúsculo.
El fútbol ha muerto, RIP.