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Superliga sí, pero para todos

Superliga sí, pero para todos

Escrito por: Hank11 abril, 2023
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Tras sufrir el último parón de selecciones y disfrutar de la vuelta del equipo con la eliminación copera de nuestro eterno y negreiro rival, el madridismo ya ha dejado de frotarse atónito los ojos ante cada nueva información que se descubre acerca del caso Barçagate-Negreira, mas no por falta de indignación sino ya por esa inercia que nos ha llevado a todo aficionado decente a la inmunidad de rebaño contra el asombro.

Saturado por la corrupción y el lamentable estado de credibilidad en la honestidad del Comité Arbitral que se vive en las competiciones nacionales, este humilde servidor dirigió su mirada hacia ese recoveco de paz que el club vikingo parece haber hallado en la única competición en la que verdaderamente se siente a gusto al tener la posibilidad de, cuanto menos, poder disputarla en igualdad de condiciones.

Apenas si se ha reparado en el hecho de que, un año más, el Real Madrid vuelve a disputar la Superliga desde febrero. Al fin y al cabo, ¿no queríamos Superliga?

Sin polémicas que cuando no rozan, directamente traspasan lo rocambolesco. Sin arbitrajes que levantan cejas y sospechas. Sin casos de racismo constantes en cada visita a campo ajeno. Sin agresiones o entradas de gravedad extrema que comprometen la salud e integridad de los nuestros y que por supuesto no encuentran la sanción correspondiente. Sin insultos de compañeros de profesión o alusiones a la vida personal de nuestros jugadores que harían perder los papeles incluso al jugador más templado que haya pisado un terreno de juego.

Me refiero, claro está, a la Superliga, esa competición que el Real Madrid lleva años disputando en secreto (a voces) y que su presidente, flamante ganador del premio especial de la Galerna, en su infinita magnanimidad y generosidad, quiere compartir con el resto de clubes de Europa. Porque entre tantos Negreiras, Laportas saltarines, Bartomeus, millones en cuentas y miles que salen de cajeros, Rolex de presidentes y demás tejemanejes en los que vive inmerso el fútbol español y que observa expectante el madridismo, apenas si se ha reparado en el hecho de que, un año más, el Real Madrid vuelve a disputar la Superliga desde febrero. Al fin y al cabo, ¿no queríamos Superliga?

Real Madrid, 2 - Chelsea, 3: Gloria al Madrid, hats off al Chelsea

Eso mismo debió pensar Aleksander Ceferin cuando hace unos años llegaban a sus oídos esos primeros rumores que traían los vientos sureños acerca de la intención del presidente del Real Madrid de crear una competición que rivalizara con la que organiza la UEFA. Si Florentino Pérez posteriormente argumentó que era necesario mostrar al público joven partidos de mayor calidad para no perder adeptos a este mundo, el presidente esloveno se anticipó a los acontecimientos y, al resto de equipos no lo sé, pero al Real Madrid le tiene compitiendo cada año en su Superliga particular. Y nuestro presidente, con ese carácter desprendido que le caracteriza, lo que quiere es brindar la oportunidad al resto de clubes de experimentar anualmente lo que el suyo vivencia cada temporada. Podría conformarse con que únicamente los aficionados blancos sean los que disfrutemos de semejante espectáculo, pero entonces no sería Florentino Pérez Rodríguez, algo más que el mejor presidente del mejor club de la historia.

Roma, Wolfsburgo, Manchester City, Atlético, Nápoles, Bayern, Atlético, Juventus, PSG, Juventus, Bayern, Liverpool, Ajax, Manchester City, Atalanta, Liverpool, Chelsea, PSG, Chelsea, Manchester City, Liverpool, Liverpool y Chelsea. Esta es la lista de equipos a los que se ha enfrentado el Real Madrid en las eliminatorias de la máxima competición europea a lo largo de los últimos 8 años. No busquen en esta lista cenicientas como el Benfica porque no van a ser capaces de hallarlas. Si acaso en los dos primeros de dicho listado. El resto, prácticamente todos cocos. Serán los designios divinos, será la magia del azar o la de un Ceferin que mucho cariño no es que le tenga al club blanco, como ha tenido a bien demostrar en cada ocasión en la que alguien le ha colocado un micro ante sí. Quizás sean las bolas calientes, aunque para bolas calientes las de los aficionados madridistas que van a tener que seguir oyendo esta expresión referida a su equipo pese a que cada año pierde más y más su sentido, si es que alguna vez lo tuvo. El caso es que ahí permanece el Real Madrid, año tras año, enfrentándose a lo mejor del continente cuando se aproxima el segundo mes del año.

Ceferin se anticipó a los acontecimientos y, al resto de equipos no lo sé, pero al Real Madrid le tiene compitiendo cada año en su Superliga particular. Y Florentino, con ese carácter desprendido que le caracteriza, lo que quiere es brindar la oportunidad al resto de clubes de experimentar anualmente lo que el suyo vivencia cada temporada

Tras haber batido en octavos con autoridad al rival que enfrentó en la pasada final de Champions, nada más y nada menos que el Liverpool de Jurgen Klopp, el Real Madrid encara por segunda vez consecutiva en cuartos de final al Chelsea. Un Chelsea más débil que el del año pasado, se apresurarán algunos a decir, ya saben ustedes quiénes.

Es cierto que en la competición nacional su temporada está siendo tan turbulenta como la del Liverpool y que el segundo cambio de entrenador va a ser un hándicap a tener en cuenta. Sin embargo, los blues venían de una buena racha de resultados en el último mes previo al despido de Potter, incluyendo la solvente remontada ante el Dortmund con la que certificaron su pase a cuartos y en la que demostraron que, a la hora de la verdad, son un equipo con un techo más que alto.

Chelsea Dortmund

Y lo cierto es que, jugador por jugador, cuentan con un plantel capaz de plantar cara a cualquier equipo de Europa. Su plantilla es más amplia que a la que se enfrentó el cuadro blanco hace un año. La baja de Rudiger ha sido suplida por el fichaje de Koulibaly y en ataque las marchas de Werner y Ziyech han dado paso a las llegadas de Sterling o Joao Félix. En el mercado invernal, Jorginho cambió el azul por el rojo de los Gunners, pero el club británico reaccionó trayendo al flamante campeón del mundo Enzo Fernández por una cifra cercana a los 130 millones.

El Chelsea mantiene una base similar a la que se enfrentó a los vikingos hace tan sólo un año, pero con un arsenal ofensivo ligeramente superior, pues una delantera compuesta por Sterling, Joao y Havertz se antoja bastante complicada de defender para cualquier escuadra. Aunque el madridismo es consciente de que todos estos jugadores pueden engordar 10 kilos y envejecer 10 años en apenas 15 días, en principio se puede considerar al Chelsea un rival más que digno de la Superliga 2023. Para un Chelsea que en los últimos años ha mezclado en las rondas finales de esta competición rivales de entidad con otros no tan potentes como Lille, Porto o un Atleti que ya empezaba a bajar su rendimiento a nivel europeo, este encuentro supone un acercamiento a la competición que nuestro presidente tan amablemente pretende regalarles.

Jugador por jugador, el Chelsea cuenta con un plantel capaz de plantar cara a cualquier equipo de Europa. Su plantilla es más amplia que a la que se enfrentó el cuadro blanco hace un año

En una hipotética semifinal, esperaría el ganador de la eliminatoria entre el Bayern de Munich y el Manchester City, que más que una eliminatoria es un auténtico choque de trenes. Cualquiera de estos dos equipos ofrecería una eliminatoria imperdible ante los blancos en el caso de que los de Carlo sean capaces de volver a derrotar a los blues. Ambos equipos, pese a ser habituales de las rondas finales de la competición, tampoco han tenido la fortuna de disputar la competición ideada por el presidente del Real Madrid, ya que en los últimos años se han enfrentado más allá de los octavos de final a rivales como, entre otros, RB Salzburgo, Villarreal, Lazio, Sevilla o Besiktas, en el caso de los germanos o Sporting de Lisboa, Borussia M’Gladbach, Basilea, Schalke 04 u Olympique de Lyon en el caso de los desafortunados citizens.

En la final podrían esperar dos miembros de la competición como Inter o Milan, que llevan años alejados de los duelos de alta competición o uno de los equipos que, según las meritocráticas reglas de la Superliga, sin duda la disputaría por merecimientos propios a tenor de la inmensa temporada que están realizando: el Nápoles.

Nápoles

No sería, por tanto, una muestra de condescendencia sino de generosidad el querer compartir con estos clubes las apasionantes noches (tanto las buenas como las malas) que el madridismo ha tenido la fortuna de vivir en los últimos años. Y la Superliga garantizaría que esa dicha que acapara en esta época el club de Concha Espina quedara más repartida por toda Europa de lo que está actualmente.

Alguno podría argumentar que existen otras razones de peso por las que abogar por la competición que defiende nuestro presidente, como pudieran ser un mayor y más eficaz control económico de los equipos europeos que impidan el libre albedrío de aquellos que pretenden reinar en el fútbol a golpe de talonario o incluso, por qué no, una mayor transparencia en el organismo que organice la competición. Por supuesto que estas son cuestiones de peso que en su momento deberán ser abordadas con el mayor de los rigores y la correspondiente cautela. Pero en estos momentos, lo primordial es acabar con esta tiranía blanca de mágicos y épicos encuentros que apenas si estamos dejando disfrutar al resto de equipos. Superliga sí, pero para todos.

 

Getty Images.

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