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Anatomía de un instante

Anatomía de un instante

Escrito por: Jesús Bengoechea15 abril, 2021
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A mi querido amigo Pablo Drake

 

Javier Cercas debe de estar harto de que en La Galerna usufructuemos el título de su extraordinaria novela (ya lo hizo Israel García Montejo para hablar de Courtois), pero qué otra cosa podemos hacer cuando el Madrid nos depara fotos inolvidables en su camino recurrente hacia la gloria. La que hoy modestamente disecciono es un enigma sobre el que podrían escribirse libros, un lienzo de batalla con un elemento disruptivo que es un guiño, un soplo, el ademán inquietante del juglar.

Anatomía de un instante

La foto es esta y recoge el amago de tangana acontecido tras la dura entrada de Casemiro a Milner acerca de la cual mi amigo Pablo Drake, gran pintor cuya obra podéis conocer ahora mismo en su exposición en la madrileña sala Espacio Mados, me dice por WhatsApp lo siguiente: “El equipo está entrando en el trance necesario para las orejonas. Si no, mira la entrada de Case a Milner. Es que, vamos a ver, después de que Fabinho le hiciera esa entrada tan fea a Casemiro, el tipo se levanta cojeando, medio hecho mierda ya de tantas batallas, y en la siguiente jugada se lanza como un morlaco a por Milner, pegado a la cal, a dos metros de Klopp… Y sabe que le van a sacar amarilla y conoce toda la liturgia. Y a nadie que no tenga una confianza absurda en lo que hace se le ocurriría hacer eso en el minuto 24 de una eliminatoria que ganas por 3-1. A nadie que no tenga ese espíritu competitivo especial y quiera decirle al otro equipo —y al propio—: «Nenes, que somos el Real Madrid, coño». Una entradaca que no es de frustración, que no es de perdedor, sino que es de bestia parda vestida de blanco que marca su territorio y después, hasta cojo, se casca un partidazo tremendo sin tener que volver a hacer ni medio mal gesto”.

Yo no puedo describir mejor la entrada de Casemiro y lo que hay detrás, así que menos mal que solo me toca analizar lo que sucede inmediatamente después de ella, esto es, lo que sale en la foto. Lo que sale en la foto es el ritual de desafío de los búfalos en la sabana, el pecho contra pecho, la pupila contra pupila (como decía Walter Sobchak en El Gran Lebowski para definir Vietnam), los prolegómenos electrizantes del duelo. Casemiro mira a Robertson como si hubiera sido él el agraviado. Los hombres buenos miran así cuando son víctimas de una injusticia (aunque esta no lo fuera, o sí), a saber, el ceño solo ligeramente fruncido y la zona del bigote inconfundiblemente lisa, como estirada hacia el suelo. Es un gesto que está indisolublemente unido a la historia europea del Real Madrid. Repasad si no la remontada ante el Borussia de la Copa de la UEFA de 1985. En el minuto siete, Ricardo Gallego le mete un hachazo a Rahn que deja al medio punta alemán dolorido sobre el césped. Gallego, con una expresión facial idéntica a la que acabo de esbozar para Casemiro, la pide explicaciones desde arriba. Gallego a Rahn, sí, no al contrario. Cuando tienes claro, con una determinación meridiana, que vas a llevarte los acontecimientos al huerto, no hay razón para decidir que no puedas hacer lo mismo con la lógica de las relaciones causa-efecto.

Casemiro mira a Robertson como si hubiera sido él el agraviado. Los hombres buenos miran así cuando son víctimas de una injusticia, a saber, el ceño solo ligeramente fruncido y la zona del bigote inconfundiblemente lisa, como estirada hacia el suelo

Junto a los dos contendientes hay un árbitro que trata de separarles (¿es el cuarto árbitro?). Se trata del único protagonista más o menos anónimo del cuadro. Las generaciones venideras emitirán desesperadas especulaciones sobre su identidad, como aún se hace con la de Jack el Destripador, aunque las intenciones de este otro ciudadano casi sin nombre nos resulten a priori más loables. A la derecha, con su característica gorra de activista sin causa (Jorge Bustos dixit), está Jürgen Klopp, que aparece vestido de entrenamiento, como siempre, aunque luego exija que los terrenos se juego donde se disputen los partidos de su equipo luzcan en cambio como la noche prepandemia de los Oscar.

Klopp parece tenso, iracundo. Parece gritar algún improperio. Casi nos atrevemos a asegurar que su cólera se debe a razones radicalmente opuestas a las que motivan el rostro ofuscado de Casemiro. Klopp sabe que va a perder, y por eso no juega al trapecio con la lógica, en un antigiro mediocre de los acontecimientos: se enoja con Casemiro por la hostia a Milner, o quizá para gritar al cielo su propia frustración al intuir (es perro viejo) lo que todos ya sabemos ahora: que en ese mandoble del brasileño a su lateral izquierdo estaba el punto de inflexión del partido, el que llevaría al Madrid a la clasificación. Klopp lo intuía, pero el último de los protagonistas de la foto, el elemento disruptivo del que hablábamos, no es que lo intuya: es que lo sabe desde el principio de los tiempos, y por eso sonríe incomprensiblemente, crípticamente, con una maliciosidad ligera, de entremés cervantino. Sonríe para nuestra intriga desde el fondo de la foto, su imagen levemente difuminada por la distancia, pero sonriente sin equívoco. Es el cuadro/espejo dentro del cuadro donde aparecen los reyes en Las Meninas, en pequeño, en la negrura del trasfondo, pero protagonista absoluto de la composición aunque no quiera serlo.

Klopp

En una reciente entrevista, otro de los protagonistas del lienzo, el propio Casemiro, le cuenta a Jorge Valdano una anécdota de Zidane. Llevaba poco tiempo el brasileño a sus órdenes, pero no rascaba bola. Zidane no lo ponía en las alineaciones. Case buscó en el vestuario al francés, con ánimo naturalmente reivindicativo. “Tranquilo, Case”, explica el centrocampista que le dijo el técnico. “Vas a jugar algún día. Y, el día que empieces a jugar, ya nunca dejarás de hacerlo”. La profecía se cumplió de manera pasmosa. Casemiro no ha dejado de jugar (casi literalmente) desde aquella charla que tuvo lugar hace ya cinco años. Hay que estar muy seguro de un vaticinio tan a largo plazo para exponerlo de modo tan taxativo. Casi tiene más mérito verbalizarlo de manera tan rotunda que acertar. El hecho es que acertó, pero tampoco se puede argüir que el acierto del profeta que nos ocupa se circunscriba al largo plazo. También la clava, de guisa abracadabrante, cuando se trata de eventos discretos. La misma sonrisa en la banda y un susurro en el oído de Marco Asensio, cuando está a punto de ingresar en el terreno de juego tras muchísimos meses de lesión. “Va a ser gol”, trasciende después que es el travieso secreto. A los quince segundos, Asensio toca su primer balón del partido para enviarlo a la red.

Klopp intuía que en ese mandoble de Casemiro estaba la clasificación del Madrid, pero el último de los protagonistas de la foto, el elemento disruptivo del que hablábamos, no es que lo intuya: es que lo sabe desde el principio de los tiempos, y por eso sonríe incomprensiblemente, crípticamente, con una maliciosidad ligera, de entremés cervantino

Esta otra sonrisa, la que el difuminado de la distancia nos permite justo delimitar como tal, tiene misterio, tiene picaresca, pero sobre todo emana un conocimiento de causa que, si se piensa, se queda a punto de resultar escalofriante. ¿Por qué demonios puede sonreír el portador de la sonrisa, cuando sabe que la entrada le va a costar una peligrosísima amarilla a su hombre, sino porque la acción no representa sino el cumplimiento de lo que estaba escrito, y que solo el portador de la sonrisa conocía? Es decir: que en el minuto 24 el barrido de su hombre escoba al lateral izquierdo rival iba a modificar radicalmente, de un plumazo, el desarrollo del partido, desembocando en las semis ante el Chelsea.

Sonrisa Zidane

Quizás no lo supiera así, palabra por palabra. Quizá hablemos de conceptos ligeramente más difusos, tan borrosos como la propia sonrisa al fondo del daguerrotipo. Quizá la sonrisa no sea tanto un “aquí está” como un “ah, era esto”. Qué sé yo. Lo que sí sé es que a Zidane no se le explica (“solo hace falta que se explique el que pierde”, reflexionaba Orel Morales en Twitter), sino que se le deja brillar. Pertenezco a la pretenciosa estirpe de idiotas que intentaron (ya nunca más) entenderlo.

Cuentan que en los años 50, con el nuevo estadio de Chamartín ya construido, pero con un equipo pre Di Stéfano que no terminaba de despegar, Bernabéu soñó con un ángel nubio que apaciguó su descanso. “No pasa nada, Santiago. Es verdad que aún no ganáis. Pero tranquilo. Una vez que empecéis a ganar, ya nunca dejaréis de hacerlo”.

 

Fotografías: Imago.

Fundador y editor de La Galerna (@lagalerna_). Autor de Alada y Riente (Ed. Armaenia), La Forja de la Gloria (con Antonio Escohotado, Ed. Espasa) y Madridismo y Sintaxis (Ed. Roca). @jesusbengoechea

25 comentarios en: Anatomía de un instante

  1. Sólo una aclaración. La entrada fue a Milner, que era el que estaba metiendo más caña (desde la entrada a Benzema en el primer minuto)

  2. Excelente foto y formidable artículo.
    Lo mejor es el contraste entre el gesto crispado del señor de la gorra y esa sonrisa misteriosa que exhibe Zidane.
    Uno podría ser protagonista de pelea a garrotazos y el otro es La Gioconda.
    Saludos.

  3. Qué gran artículo, Jesús. Por eso en tuiter ya te he dicho que nunca dejes de escribir de fútbol, y que desistas de escribir de política, de la que no tienes ni puta idea.
    Un abrazo.

  4. Muchísimas gracias querido Jesús por dedicarme este magnífico artículo.

    Pero debo decir que el párrafo que te he mandado esta mañana lo escribió algún usuario de fansdelMadrid, por otra parte mi segunda página favorita del madridismo.

    Un fuerte abrazo y hala Madrid!!

  5. En el artículo están bien hasta los errores: “No pasa nada, Jesús. Es verdad que se escapó un gazapo de nombre errado. Pero tranquilo. Una vez que empezaste a escribir tan maravillosamente bien del Madrid, ya nunca dejaréis de hacerlo”.

  6. Orgullosisimo de mi equipo de su entrega de su lucha de su fe esa lucha contra las lesiones, las cesiones ventas y alguna mala decisión por qué no nos abogaban al fracaso .Pero Salió el Madrid y esa genética luchadora que no tiene ningún equipo del mundo .El Madrid de Nacho de Casemiro,,Mendi Militao en fin todos Grandes muy Grandes no puedo estar más orgulloso como seguidor de Nacimiento y socio más de treinta años Orgullosisimo

  7. D. Jesus, hablando de profecias cumplidas, recuerdo un gol de Nacho, de cabeza, ZZ le indica que vaya a por la ocasion, que se meta en el area, y Gool!

  8. Maravilloso artículo, Jesús. Si el otro día os censuraba (y censurasteis mi comentario borrándolo) por el término polla-vieja que utilizabas en el portaanálisis (mi voto a que lo escribiste tú (te tuteo porque nos hemos conocido y tomado alguna copa juntos)), con este artículo sí que se demuestra, orgulloso, eso de madridismo y sintaxis.
    Excelente, tanto por la forma como por el acierto de las reflexiones. Al futbol lo hacen épico momentos como éste, y nada es más épico que el Madrid en Champions. Y si un pintor (o un fotógrafo) lo inmortaliza, el instante será eterno.
    Algunos no lo podrán entender.

  9. En lo que yo no había reparado en directo fue en la sonrisa de Zidane en segundo plano... esa imagen no vale 1.000 palabras, vale 1.000.000.

    Abrazos madridistas

  10. Siento pinchar el globo, pero en gran ZZ no está sonriendo sino mordiéndose el labio inferior. El relato ha quedado muy bonito, pero parte de una premisa falsa. Lo siento. Dicho lo cual, bonito relato.

    1. Estoy de acuerdo contigo, Elías. No es una sonrisa mefistofélica o maquiavélica. Ha quedado así al resaltar este frame, pero es un gesto de preocupación por el hecho de que a tu stopper le van a sacar tarjeta amarilla muy pronto. Otro tema es que Case decida marcar el terreno diciendo a los ingleses que si daban palos, recibirían palos. De todas formas, buen artículo bien escrito.

  11. Don Jesús, un artículo impresionante. ¿ Seguro que es completamente suyo , de obra y gracia ?. ¿ O está detrás un negro malpagado ?. Si realmente es auténtico, es admirable.

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