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Por qué amamos a Vinicius

Por qué amamos a Vinicius

Escrito por: Antonio Valderrama30 mayo, 2023
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En esta temporada execrable en España, indigna del fútbol que un día amamos y conocimos, se han sucedido tantas iniquidades que a veces cuesta enumerarlas todas. Quizá la peor, desde el punto de vista humano, es la persecución ad hominem que los enemigos del Madrid han desatado sobre Vinicius Júnior, una caza al hombre tan, tan abyecta, tan sucia y mezquina, tan llena de mentiras descaradas y de abominable bajunería, que ha convertido a España entera en una monstruosa tribu neolítica. Pero de todo eso se ha hablado mucho, mayormente como si Vinicius tuviera la culpa. Se han analizado hasta la náusea los motivos que pudieran tener quienes odian a Vinicius, pero yo quiero hablar de algo mejor. Al fin y al cabo, esta temporada, con todo, también ha sido la de la consagración definitiva de Vinicius como superestrella mundial y líder del Madrid presente y futuro. Por eso me he puesto a pensar en por qué nos gusta tanto un futbolista como él.

Vini, Modric y Alaba

Vinicius ha devuelto el fútbol al centro del deseo infantil, de donde lo había sacado la época: Internet, Youtube, las videoconsolas, la globalización, los pelmazos. Vinicius es la alegría salvaje del fútbol original, donde el único límite estaba en la imaginación. Y en la imaginación, como es sabido, nunca hay límites. Por eso todos los niños del mundo quieren ser como él, porque Vinicius ha llevado de nuevo el fútbol a la línea de banda. La línea de banda es un país en sí mismo, una república independiente de lo mágico. Es una calle de adoquines bajo la cual hay un jardín, el territorio de los artistas, de los incomprendidos, de los genios cuyo arte es fugaz, una escultura de hielo. La banda es la frontera de los escapistas.

Vinicius ha devuelto el fútbol al centro del deseo infantil, de donde lo había sacado la época: Internet, Youtube, las videoconsolas, la globalización, los pelmazos

Allí donde se acaba el terreno de juego es donde él, Vinicius, danza como un fantasma, ensanchando el campo hasta el infinito, dilatando el tiempo como los toreros cuando reciben a la verónica. Sus manos bajas son los tobillos, flexibles y gráciles, extremidades de gran felino, capaces de diabluras imposibles, de gambetas extraordinarias que pueblan los sueños eternos e inasibles de los que están hechas las noches de invierno. Él lleva una playa dentro, una playa de Río de Janeiro: ancha, luminosa, de arena fina y blanca, rodeada de árboles y palmeras, llena de mujeres hermosas. Su espíritu limita a un lado con el océano Atlántico, que es inmenso, azul y tenebroso, y al otro, con el espacio exterior.

Por el medio está el mundo de las criaturas ignominiosas, pequeñas y miserables, que luchan denodadamente en cada partido por coserlo a patadas. Ése es un mundo sórdido que él atraviesa como el gigante de Goya, dejando los campos sembrados de sal. Vinicius no conoce el desaliento. España lo quiere reducir a su concepto absurdo de niño bien, España quiere que oposite y que se saque una plaza fija en el ministerio de la nada. Pero Vinicius es una fuerza de la naturaleza, es el rayo y la tormenta. Es capaz de golpearse contra un muro durante horas hasta que acaba doblegando el muro, hasta que el muro acaba bailando samba con él, acaba cantando tô te querendo / como ninguém / tô te querendo / como Deus quiser.

Vinícius bailando

En él, el fútbol es ese fenómeno individual y egoísta que aprendimos a amar antes que cualquier otra cosa: un juego de uno contra todos, intuición pura, instinto; un combate absurdo con el destino, el futuro y la humanidad entera librado sólo con la sangre, nunca con la razón, pues la razón nos termina engañando siempre, ofreciéndonos enarbolar la bandera blanca. Vinicius no enarbola la bandera blanca, nunca. O triunfa, o lo aniquilan, pero no hay componendas.

Vinicius no enarbola la bandera blanca, nunca. O triunfa, o lo aniquilan, pero no hay componendas

Vinicius es como el Madrid, por eso su identificación con la camiseta blanca es absoluta: una pelea irracional contra todo lo establecido, una refutación plena de la existencia. No hay ni ayer ni habrá mañana en Vinicius, criatura creada para los 90 minutos que dura cada partido. Juega al fútbol para flirtear, seduciendo, como si estuviera siempre enamorado. Su fantasía libera el juego del estreñimiento de los estrategas, que se han apoderado del fútbol para hacer de él una cosa aburridísima, reglamentada y burocrática que cada vez gusta a menos gente, sobre todo a menos chavales. Vinicius es el antiGuardiola, que con razón es el héroe de nuestro tiempo, un tiempo acobardado que prefiere la seguridad de los sistemas y el amparo de un Gran Padre que lo controle todo por nosotros. Vinicius es el hombre solitario que se adentra en la llanura, en lo incierto. Se abre camino en la selva a machetazos, desbrozando la oscuridad, sin miedo a las fieras que en el fondo de ella aguardan.

Vini

Vinicius es la imprevisibilidad que rompe con la monotonía, la salsa de las cosas, el instante fugaz que reconduce las situaciones, que abre nuevas vías insospechadas, nuevas oportunidades. Ha recuperado el regate, que es el arte primigenio del fútbol, junto con el pase y la defensa: el regate, igual que el capote y la muleta para el torero o la katana para el samurái, es la única arma que tiene el futbolista de ataque. Es un hombre desnudo y con la cabeza erguida que se enfrenta al horror del cosmos con el único apoyo de sus pies. Su única fuerza es el instinto, que le hace tener los pies alados de Aquiles. El regate es hurtarle el cuerpo a la muerte, zafarse de su abrazo con esa felicidad ingénita que da la conciencia del poder del propio cuerpo, la conciencia de la destreza. Con su destreza, Vinicius engaña, cita, se defiende y ofende, que es su cometido principal: guiar a su equipo hasta el gol.

Vinicius es como el Madrid, por eso su identificación con la camiseta blanca es absoluta: una pelea irracional contra todo lo establecido, una refutación plena de la existencia

El gol, muchas veces, es sólo él, sólo Vinicius. En el Madrid, desde luego, Vinicius es el horizonte infinito, la pradera abierta a Monument Valley, vía sagrada de acceso a la gloria y pulmón que sostiene la respiración del equipo cuando un rival lo acogota con fuerza. En eso su presencia sobre el césped también devuelve al fútbol a un hermoso estado arcaico: patadón a Vinicius y a correr, a estirarse, a vivir. Vinicius reduce el juego a las formas originales, como el cubismo con el arte: una esfera, una línea y un rectángulo. La inventiva y lo imprevisible, la facultad de hallar una puerta abierta en mitad del laberinto, lo inimaginado un segundo antes, es Vinicius y es el fútbol, que nos seducía por realizar lo que los libros consideraban irrealizable. Simplifica problemas muy complejos, ese es su gran balón. A veces, necesita para ello tan sólo una chicuelina, como Hughes llama a ese regate extraordinario, sin tocar el balón, siempre el mismo, siempre imparable, con el que se zafa de su marcador recibiendo el balón de espaldas al sentido del juego, haciendo que la bola se escurra bajo las piernas del defensa a la vez que gira y pone en marcha la locomotora. Vinicius actualiza a Pelé, es Pelé y Ronaldinho, la quintaesencia de lo que, cuando éramos niños, creíamos que era un futbolista brasileño. La belleza de la anarquía y el desorden generador de vida y esperanza es lo que sienta frente al televisor a la gente a ver un partido de fútbol, espectáculo por lo demás cada vez más insoportable.

Vini regate típico

El fútbol, desde que es un reino de autómatas cuyos movimientos preprogramados sólo ofrecen la novedad de su ejecución cada vez más veloz, es un coñazo. Un coñazo que sólo salvan los individuos ajenos a cualquier escuela como Vinicius, que indiferentes al mundo se regatean a sí mismos por el puro placer de hacerlo, en una continua búsqueda del más allá. Alimentado por el fuego antiguo que llevó al hombre desde una gruta hasta la Luna, la alegría feroz de su sonrisa (blanca, de marfil, impagable) lo ha convertido en el enemigo de todos los tristes del mundo, que le han declarado la guerra por ser la grieta en el techo del zulo por la que entra la luz de Dios.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

7 comentarios en: Por qué amamos a Vinicius

  1. CONTIGO A MUERTE VINI
    CUANDO ESTES EN EL CAMPO MALTRECHO POR TUS CARROÑEROS RIVALES Y POR SUS MISERABLES AFICIONADOS PIENSA QUE NUNCA ESTARÁS SOLO

  2. Vinicius no es un jugador del Real Madrid... Vinicius es el Real Madrid hecho carne, es de los pocos jugadores donde es evidente esta conexión, no lo logró casillas, ni Ronaldo, Raúl Lo logró temporalmente pero lo fue perdiendo. Zidane si lo logró y sin jugar a fútbol Rafael Nadal Parera, de hecho si el tinglado logra echar a vino de la Liga echará al Madrid mismo, que se lo piensen

  3. Vinicius no es un jugador del Real Madrid... Vinicius es el Real Madrid hecho carne, es de los pocos jugadores donde es evidente esta conexión, no lo logró casillas, ni Ronaldo, Raúl Lo logró temporalmente pero lo fue perdiendo. Zidane si lo logró y sin jugar a fútbol Rafael Nadal Parera, de hecho si el tinglado logra echar a vino de la Liga echará al Madrid mismo, que se lo piensen un poco

  4. Aquello que se dijo siempre de que el espíritu Del Real Madrid es no rendirse nunca pues eso es este futbolista incansable por eso representa al Real Madrid con trabajo y vergüenza
    Ala Madrid

  5. Vinicius, el ejemplo de lo que el fútbol ha dejado de ser: alegría, belleza, imaginación. Ves a los pequeños jugar y ya los están encorsetando en esas infames “escuelas” de la disciplina. Vini, eres puro fútbol. Eres el que levanta a tu afición, y a la contraria, y eso es lo bonito…sin llegar al insulto, por su puesto. Hasta el moño de los “eruditos” del juego.
    Vini, NUNCA CAMINARÁS SOLO (you’ll never walk alone). Te vamos, al menos yo, a querer siempre…aunque te marches de este estercolero de liga.
    LaOvejaBlanca

  6. Tengo dudas sobre que los niños de esta generación quieran ser como Vinicius, o como cualquier otro futbolista. Algunos seguro que sí. Porque es muy bueno. Pero es que el fútbol se está muriendo. Los gustos e intereses de los niños y adolescentes , en general, están cambiando. Y eso es algo que a medio plazo va a pagar el deporte rey. Añádele el hecho de que otras generaciones adultas y/o veteranas se han quitado d
    esa droga tan adulterada en que se ha convertido el fútbol español. Muchos apasionados del fútbol ya no quieren saber nada de seguir los partidos por televisión. Segurísimo que las audiencias y pagos por ver partidos , vía TV, han bajado una barbaridad.
    * Hay una jugada , magníficamente descrita por el autor del texto, que uno cuando jugaba a fútbol siempre tenía en mente y realizaba,
    ;consiste en zafarse en carrera ,dejando pasar el balón entre las piernas propias o por el lado, al girarse 360 grados y encarar la portería rival. Vinicius la ha llegado a hacer rizando el rizo , fintando y aprovechando que el balón pasase por debajo de las piernas de su marcador. Es un excelente futbolista que , al igual que el Real Madrid, no merece el fútbol negreiril.

  7. Querido y seguido Antonio, felicidades por tan portentoso artículo, me identifico y envidio tu escritura, difícil saber qué mejor destacar, pero ahí va:
    "...porque Vinicius ha llevado de nuevo el fútbol a la línea de banda. La línea de banda es un país en sí mismo, una república independiente de lo mágico. Es una calle de adoquines bajo la cual hay un jardín, el territorio de los artistas, de los incomprendidos, de los genios cuyo arte es fugaz, una escultura de hielo. ...". Magnifico.
    Y por supuesto, ¡siempre con Vinicius!

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Tweets La Galerna

Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
¡VAMOS REAL!

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