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Esprit de corps

Esprit de corps

Escrito por: Antonio Valderrama22 agosto, 2023
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El sábado, en Almería, a Lunin le metieron un gol nada más empezar, cuando todavía se estaba ajustando el velcro de los guantes. Encima, el goleador fue Arribas, una circunstancia en absoluto sorprendente para ningún madridista pues todos sabíamos que ineludiblemente estaba por cumplirse la antigua profecía de que al Madrid siempre le marcan los canteranos, cedidos y recién traspasados. Los peores presagios cruzaron la mente de los aficionados, cuentos de terror tan viejos como el mismo fútbol que hablan de catastróficas visitas a domicilio del Real en campos de España oscuros y tenebrosos como una pintura negra de Goya, detrás de las cuales se amontonan Ligas y Copas perdidas como los cadáveres donados a la ciencia en las facultades de medicina. Ya está Lunin otra vez, este chico no para ni los taxis. Sin embargo, desde ese momento y a partir del gol del empate, Lunin empezó a despejar los balones que chutaban como morteros desde la alcazaba de Almería, abajo, picadas y buscando la cepa del poste, los peores disparos de todos, como si fueran granadas de mano rusas arrojadas sobre una trinchera de Odesa. Al cabo, el portero ucraniano completó su mejor partido desde que está en el Madrid, bien es verdad que tampoco ha jugado muchos, además justo cuando el club acababa de anunciar el fichaje de Kepa.

Lunin Kroos Alaba Almería

Lunin es un tipo que lleva seis años de becario en el Madrid. Ni siquiera en la Copa del año pasado tuvo la menor relevancia: también la jugó Courtois, que es el mejor del mundo, y que hasta lo del ligamento cruzado de su rodilla tenía que jugarlo todo porque ofrecía tanta seguridad y era una certeza tal de protección que quitarlo era como tener una casa en el Raval y dejar abierta la puerta por las noches. No era concebible, creaba desasosiego. Antes le tocó vivir a la sombra del portero de las tres Copas de Europa seguidas, Keylor, y anduvo cedido con poca fortuna por Valladolid y Oviedo, buscando su destino en el fútbol duro y proletario en el que, a caballo de la Primera y la Segunda División, muy lejos del gran foco de la superélite, se cuecen las promesas del Madrid y del Barcelona o acaban meciendo sus carreras en un prolongado desvanecimiento los descartes de los grandes que, igual que los toreros sin suerte, nunca acaban de ser lo suficientemente buenos para estar en el lado bueno de la Historia.

Este verano en los mentideros se decía que a Ancelotti no le gustaba nada, que el club quería largarlo, que no tenía brazos, que estaba fichado David Soria, un veterano de garantías y por lo demás, barato. En fin, que era otro juguete roto tirado por los dioses caprichosos en el umbral del edén, cuya entrada, como a todos los abortos de la gloria que hubo antes que él, se le vedaba, hasta que una tarde de agosto Courtois se rompió la rodilla y el panorama cambió del todo. En Almería, aún más que en Bilbao a pesar de recibir un gol, Lunin ofreció una sensación de seguridad tan redonda como no lo había hecho antes. Atravesó la niebla de las dudas con dos estiradas a lo Zamora en la final del 36 en las que el aficionado pudo ver por fin el guardameta de tremenda envergadura que se anunciaba hace seis años, cuando el Madrid lo trajo sin ruido de un país en guerra. Luego blocó bien por alto y dominó córners y balones en diagonal sobre su negociado, fluyó con el balón en los pies y actuó con la serenidad propia de los titulares del Madrid, un poco de eso que Bellingham, después, con los periodistas, reconoció que le ha impactado mucho al verlo desde dentro en su llegada al vestuario del Madrid: la mirada de las mil yardas, al final de la cual hay un infierno en el que arden sus rivales.

En Almería, aún más que en Bilbao a pesar de recibir un gol, Lunin ofreció una sensación de seguridad tan redonda como no lo había hecho antes

En Almería Lunin brilló por fin pero también se pudo ver algo curioso, una nota de las que pasan inadvertidas pero que el ojo sagaz detecta como esclarecedoras del comportamiento de un grupo humano. Como en el partido anterior en San Mamés, sus diez compañeros sobre el campo se esforzaron particularmente en el afán de protegerlo. Conscientes de que tras la lesión de Courtois, el chico alto, callado y defenestrado pasaba a ocupar el primer plano, y atentos también al hecho de que el Madrid trabajaba con las ventanas abiertas en la búsqueda de un reemplazo, todo el equipo, empezando por los delanteros, redobló las coberturas, corrió un poco más, tiró con más ojos los fueras de juego y, en general, se empeñó en defender mejor. Durante la pretemporada, el Madrid de Ancelotti ha sido muy criticado por la facilidad con la que los rivales les han metido gol. Con la lesión de Militao, la zaga también se pone en el centro de la diana. Tras cada acción solventada con eficacia por Lunin, todos corrían a aplaudirle, a mostrarle cariño y respeto, como aquella vez que Arbeloa se encaró con la grada del Bernabéu para pedirle su apoyo a Benzema, en vez de sus pitos. Este tipo de cosas hablan del equipo que tiene Carletto entre manos, que puede jugar mejor o peor, pero que tiene una alta conciencia de sí mismo, un maravilloso y saludable esprit de corps.

Real Madrid Almería

Me recordó al todos para uno y uno para todos de los mosqueteros de Dumas. Un espíritu colectivo así es la base de cualquier triunfo y el Madrid lo tiene. El equipo ha cambiado su pieza fundamental, el 9 que hacía girar al equipo y cuadraba todos sus movimientos desde la salida del balón de los centrales como si fuera un gran relojero universal, por un chico de 19 años recién llegado de la Bundesliga que empieza como cinco para acabar, casi siempre, rematando los ataques como un box to box, en el sitio de los delanteros centro clásicos. Un cambio así, tan drástico, puede llegar a descabalarlo todo si el resto de las piezas no están engrasadas con esmero. En fútbol, muchas veces, las cosas funcionan apoyadas en el sistema, pero cuando un día el sistema se gripa llega el caos. Es entonces cuando surgen las personalidades fuertes y el sentido comunitario del equipo, aquello tan espartano del escudo protegiendo el lado vulnerable del que está conmigo, pues otro protege con el suyo, el mío. La camaradería. Benzema puede estar satisfecho al contemplar desde Arabia que su testigo de jerarca está en buenas manos. Carvajal es ahora el capitán y en estos dos partidos se le nota como más autoritario y patriarcal, como si en el brazalete llevará un peso real que le recordara, como a los padres la existencia de sus hijos, que tiene siempre algo puesto en el fuego. Esa camaradería es un resorte que desde dentro ha protegido de inmediato a Lunin en el momento en el que Lunin, que hasta ahora parecía un personaje portuario contradictorio y atormentado de Conrad, ha sido puesto en la línea de fuego.

El Madrid sigue hablando así un lenguaje universal y prístino muy alejado de todo lo que a su alrededor regurgita la España de nuestro tiempo, como la zafiedad grotesca de Rubiales o la sinvergonzonería de muchos periodistas empeñados en robarle el mérito del triunfo en el Mundial femenino a unas jugadoras en beneficio de doce señoras que públicamente, hace un año, proclamaron un ridículo ultimátum a la federación para preservar sus privilegios dentro del grupo

El Madrid sigue hablando así un lenguaje universal y prístino que no necesita traductores, un idioma muy alejado de todo lo que a su alrededor regurgita la España de nuestro tiempo, como la zafiedad grotesca de Rubiales o la sinvergonzonería de muchos periodistas empeñados en robarle el mérito del triunfo en el Mundial femenino a unas jugadoras en beneficio de doce señoras que públicamente, hace un año, proclamaron un ridículo ultimátum a la federación para preservar sus privilegios dentro del grupo. Un grupo que, a la luz de los hechos, no las han necesitado para nada. Ahora que el fútbol, gracias al éxito del femenino, ha dejado de ser un espectáculo de orangutanes para convertirse en un ejemplo nacional, nuestra intelligentsia de pacotilla debería anotar el hecho de que un grupo de chavales, egocéntricos y caprichosos multimillonarios según el cliché, demuestre un compañerismo emocionante en la defensa del miembro más débil y expuesto, revelando que el bien común puede estar por encima de todo, en tanto es imposible si alguien se queda por el camino.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

Un comentario en: Esprit de corps

  1. Conclusión
    El Sr. Ancelotti en el próximo partido lo dejara en la grada cuando el único responsable del gol del Almería fue el , como muy bien apunto un compañero de la Galerna, por su deficiente posicionamiento de sus jugadores en un saque de falta a nuestro favor en campo del Almería

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Tweets La Galerna

Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
¡VAMOS REAL!

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