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El Real Madrid y el fin del mundo

El Real Madrid y el fin del mundo

Escrito por: Antonio Valderrama16 febrero, 2021
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La última roca

 

El mes de enero pasó por encima del Madrid como un tsunami. La resaca de la ola se llevó consigo la Supercopa, la Copa, Jovic, Odegaard, Hazard y por último, también a Ramos. El crédito ganado a pulso con una buena racha entre el final del otoño y la Navidad empezó a irse por el desagüe con el empate en Elche al mismo ritmo que la enfermería se llenaba igual que un hospital de campaña del frente occidental de la Gran Guerra. La derrota ante el Levante, enésimo petardazo de la temporada en Valdebebas coincidía además en el tiempo con la lesión de larga duración de Ramos, concomitante con la polémica de su renovación y guinda de un pastel horneado en Alcoy con una noche de histórico ridículo copero contra un Segunda B. El Madrid de Zidane, hace una semana, parecía listo de papeles, más que nunca, cosa de mérito pues lo ha parecido un puñado de veces a lo largo de su brillante trayectoria desde 2016. El desgaste moral, sobre todo, acentuaba esta sensación de crepúsculo, de finitud, de un hastío que afectaba a todos, desde la directiva hasta el propio Zidane, pasando por el capitán y por extensión a todos los jerarcas que han puesto su nombre en esta etapa del club. Con el gol del Huesca al principio de la segunda parte, hace dos domingos, la impresión era la de estar asistiendo al principio de una gran desbandada.

El Madrid de Zidane, hace una semana, parecía listo de papeles, más que nunca, cosa de mérito pues lo ha parecido un puñado de veces a lo largo de su brillante trayectoria desde 2016

Pero al Huesca se le ganó como se soñaba aquí el fútbol italiano de entonces, cuando España no pasaba de cuartos en los Mundiales. Dos balones parados, dos barullos en el área, dos goles de un central de metro noventa. Lo mejor fue la reacción emocional del equipo, precisamente porque, sobre el verde, carecía de caudillos y todo estaba a punto de caramelo para un desplome general. Desde entonces el Madrid ha jugado dos partidos más, apenas ha permitido que le tiren a puerta y ha vuelto a recordar a ese equipo rocoso, áspero y pragmático que ganó la Liga de un tirón en el postconfinamiento. Lo asombroso es que esas notas de fortaleza las ha dado con Odriozola y Lucas Vázquez en el lateral derecho, Varane y Nacho en la médula de la defensa y probando a Marcelo, Mendy y Marvin en una sorprendente, por lo vintage, línea de tres contra el Getafe, que funcionó perfectamente. Es decir, que Zidane ha hecho caminar un Frankenstein cosiendo los jirones de una plantilla dadaísta.

Nacho

 

Zidane es un taumaturgo apegado a la mística pero sobre todo, y especialmente, es un conocedor del juego, algo que se le niega con obstinación principalmente entre muchos madridistas. Es un hombre sencillo que quizá por su clarividencia de hombre santo cabileño se empeña, negando los tiempos, en ver las cosas con sencillez. Arreció la tormenta sobre él cuando Odegaard, el niño bonito de la política de fichajes «a futuro» del club, como dicen los horteras ahora, pidió irse porque no jugaba. Pidió irse al Arsenal, que es uno de los más ilustres contenedores del fútbol de élite en la actualidad. De allí le encandiló «el proyecto» según dijo nada más aterrizar en Londres, supongo que el proyecto de ganar menos que el Leicester deglutiendo las sobras del Chelsea y apartados por completo de la aristocracia de la Premier. Lo cierto es que si Zidane ha demostrado algo como entrenador es pragmatismo: pone siempre a quienes él considera que están mejor y pueden aportarle más al equipo, por eso Odegaard empezó la temporada de titular, precisamente en Anoeta, así como en otros partidos de órdago como, por ejemplo, frente al Inter en San Siro.

Zidane es un hombre sencillo que quizá por su clarividencia de hombre santo cabileño se empeña, negando los tiempos, en ver las cosas con sencillez

Pero Odegaard no jugaba porque en su lugar —o mejor dicho, para lo que se supone que vino al Madrid — siguen a un nivel excelente Modric y Kroos, que son los mejores en lo suyo. Él, que lo hizo traer de San Sebastián a pesar de que al chaval le correspondía permanecer allí otra temporada más, se abstrajo en «el silencio divino del Islam, maravilloso silencio de los días de oración y ayuno, dulce silencio que es como un compás de espera, como una gota suspendida en la fuente de las abluciones», como dice Mauricio Wiesenthal en El esnobismo de las golondrinas, «silencio desconocido en el alboroto enloquecido de nuestras ciudades europeas». Si la política financiera y salarial del Madrid durante la pandemia cuelga del lema «esto es lo que hay», no hay empleado del club más fiel a su espíritu que Zidane, que tira para delante con lo que tiene. Odegaard se quiso ir y el «entorno» madridista zumbó como un hormiguero aplastado por la bota de un hombre.

Lucas Vázquez gol

Lo cierto es que del ruido y la furia salió cierta idea de equipo, que es lo que el Madrid había perdido al principio de esta temporada tan extraña y, sobre todo, a caballo entre el final de 2020 y el principio de 2021. Una idea de grupo, una idea colectiva, algo con cara y ojos que compite y que tiene orgullo. Se vio en la rabia con que Varane celebró sus goles en Huesca, en la determinación del equipo de no dejarse vencer por el desánimo, en la reinvención de Marcelo, que cruzó el firmamento de un aburrido y frío martes por la noche de febrero cabalgando a lomos de la esperanza de acabar su legendaria carrera en el Madrid resucitado, como el Cid, sobre el caballo blanco de la anarquía táctica, de freecampista. La mejor sensación de todas las que ha dejado el Madrid en los últimos tres partidos es que parece que quiere ganar. En una semana y sin tres titulares, también sin Valverde, que era casi-titular ya, sin Rodrigo, el jugador número 13, y sin Militao ni recambio para el lateral derecho, Zidane ha compuesto un ejército de zarrapastrosos que se ordenan con inteligencia, que mueven el balón con sentido, que ejecutan los movimientos elementales de un equipo campeón y que incluso, ¡aleluya!, mete goles, lo que en el Madrid, además de ser una novedad, sigue costando más que los bitcoins. Todo esto ha ocurrido como digo en menos de dos semanas y está por ver que cuaje en algo más duradero, pero lo sabremos pronto. La semana que viene el Atalanta testará la fiabilidad del último invento, de la última zidanada.

Del ruido y la furia salió cierta idea de equipo, que es lo que el Madrid había perdido al principio de esta temporada tan extraña y, sobre todo, a caballo entre el final de 2020 y el principio de 2021. Una idea de grupo, una idea colectiva, algo con cara y ojos que compite y que tiene orgullo

Pero hay elementos que invitan al optimismo. Las golondrinas empiezan a danzar siguiendo esas líneas invisibles que guían su vuelo por el aire, a ras de suelo. La primavera, en el Madrid, es un estado de ánimo, un fin en sí mismo. La primavera es amor y Copas de Europa, y este equipo ya ha pasado a la historia por su idilio primaveral con el ánfora griega de plata que pesa cuatro kilos y que diseñó un joyero suizo. Esta última vuelta de tuerca de la roca zidanista se encarna en dos tipos purasangre, Nacho y Lucas Vázquez, que cuando están mal dan el cante en el Madrid como un diente de oro en la boca de un gitano, pero que cuando están bien, como ahora, podrían pasar perfectamente por integrantes del once titular del Madrid que le ganó la Sexta al Partizán de Belgrado en Bruselas. Nacho y Lucas están espléndidos ahora que al Madrid le faltan referentes y que nadie da un duro por un equipo en teoría agotado. Hughes comparó la Liga pasada, desde la vuelta del confinamiento, con un torneo corto, estilo Copa de Europa, y subrayó como una de las claves la posible motivación especial que Zidane dio a los suyos para que afrontaran mentalmente aquellos once partidos como un torneo del KO. El Madrid, que históricamente suele dar lo mejor de sí cuando tiene la soga al cuello, ha subrayado esta condición suicida y funambulista bajo la dirección de Zidane, que es un hombre que a veces parece conectado al más allá, a una verdad providencial oculta para los demás tras los sucios visillos de la fea realidad material. El otro día, contra el Getafe, viendo la disposición táctica del equipo sobre el césped de Valdebebas, alguien me recordó el 5-3-2 delbosquista que ganó la Octava. Aquel año, con Helguera de líbero e Iván Campo en plan mariscal de campo, el Madrid zozobraba en los puestos UEFA de la Liga y la sensación general era de fin del mundo. No sé a qué me recuerda.

 

Fotografías: Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

9 comentarios en: El Real Madrid y el fin del mundo

  1. Desde el 0-1 en Sevilla el equipo es el del año pasado, solo un penalty en elche en contra una encerrona en Pamplona con penaltazo escamoteado y la amarilla que el var tiñe de rojo con el levante nos han quitado puntos. La línea es buena pues por largo tiempo y con suerte arbitral especular donde al aleti no le piten lo de Eibar y le anulen alguno dudoso con celta iríamos 5 puntos delante con dos partidos menos s. Con esos arbitrajes de hablaría de la gran remontada..ahora de echar a zidane. Lo de siempre

  2. Buenos días, estoy de acuerdo con el fondo de su comentario, no deja de admirarme la capacidad de Zidane, para recomponer y rearmar a este grupo de profesionales del balón, que dan muchas veces la impresión de ser vagos y pasar de todo, es un misterio como los hace correr y defender que es la única manera que tenemos de ganar partidos, porque partido que encajamos un gol o dos perdemos o empatamos, además de usar un sistema el obsoleto 4-3-3, para el cual ni tenemos centro campistas, ni tenemos extremos, y los dos que juegan( Lucas Vázquez y Vinicius) son de una calidad justita, algo que el gallego compensa con su polivalencia, lo cierto es que estamos estirando la cuerda más de lo deseable y lo admisible, veremos cuanto dura.
    Salud

  3. Poco, muy poco, en comparación con lo sustancial de the Tinglao, servirá mejorar lo meramente deportivo. Tengo claro que, tal cual, con estos futbolistas y sin el necrótico y purulento estado del fúbol español , sin VAR y "àrbitres" prevaricadores, el Real Madrid marcharía de forma holgada a la cabeza de la tabla clasificatoria. Lo más importante es desmontar el Tinglao. Y que, luego, gane el que mejor juegue, más dinero o mas suerte tenga...pero, ya está bien de politiqueo-mamoneo y de que el Real Madrid interprete ese papel de dar lustre al triunfo de los representantes impostores de la "llibertat i democràcia" y/o de los proletarios . Vale ya de fraudes pamplinescos. Y lo de la prensa... forma parte del mismo lodazal de purines. Una cosa es estar vendida y, otra, estarlo alcanzando a un extremo de desinformación y manipulación deleznable . No hace mucho me encontré en Collserola a un hombre de edad bastante avanzada. Un sujeto entrañable que me estuvo explicando detalles de los torrentes, rieras y bosques de la zona. Un ciclista en su momento y amigo de Miquel Poblet, "la flecha amarilla". El primero en tener un coche de marca inglesa en su localidad natal. Ese individuo en un momento de la conversación me reconoció que la época actual era la de las mentiras. Vivimos en la mentira. Me ha venido a la mente el mito de la Caverna de Platón y un artículo que un galernista escribió al respecto.

  4. Muy buen artículo. Y aunque no creo que lleguemos muy lejos en la Champions, siempre nos queda el recuerdo de la lamentable Liga 99-00 y la victoria en la final de París contra todo pronóstico.
    Y aprovecho, ya que lo citas, para recomendar el maravilloso libro de Mauricio Wiesenthal, "El esnobismo de las golondrinas". Pura belleza, literatura de muy altos vuelos.

  5. Tal como es el fútbol actualmente, donde el físico y el ritmo vertiginoso que se imprime al balón es lo más importante, no veo yo a nuestros jugadores con mucho recorrido en esta edición de la Champions. Y menos, aún, ganándola. Ojalá me equivoque.

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