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Consideraciones ante la inminencia de Guardiola

Consideraciones ante la inminencia de Guardiola

Escrito por: Antonio Valderrama2 abril, 2024
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En la misma semana que a los madridistas nos llamaron racistas, homófobos y fachas los tuitstars de izquierdas por defender a Vinícius, el club decidió que contra el Bilbao, en casa, el equipo jugara de morado. Racista, homófobo y facha, en una palabra, antimoderno, es lo peor que se le puede llamar a alguien en esta época aquí, en España. Es como si en la Europa cristiana de la Edad Media a alguien se le acusara de negar el misterio de la Santísima Trinidad, en la Rusia de Stalin alguien fuera tachado de contrarrevolucionario o en la Alemania nazi hubiera sospechas sobre la pureza racial de cualquier hijo de vecino. O sea, lo peor que se puede ser en la vida, el sambenito.

Sin embargo ceder en el color de la equipación local, por dinero, es lo más moderno que hay, desde luego. Es una gran contradicción esa en la que vive instalado el antimadridismo: por un lado defiende que el Madrid es un nido reaccionario desde su fundación, allá por la tercera guerra púnica, y por otro, que es una organización turbocapitalista vendida a los poderes infernales del dinero, sin corazón ni alma. Hay, empero, que sacar dinero de debajo de las piedras, se dice y con razón. Pero ¿tanto ha pagado Adidas para que de blanco, en el Bernabéu, jugara el equipo contrario?

Brahim

Hay cosas por las que no se debería pasar nunca, a pesar de que el Madrid ya jugara de local con otra camiseta en más de una ocasión anterior: de verde aquella aberrante vez que la niña Greta apareció en Madrid para salvar el mundo y de negro yamamoto hace dos temporadas, frente al Barcelona. Que ciertas cosas, por simbólicas, se preservaran de la mercantilización debiera hacer subir la cotización de la “marca”, pero a lo mejor yo soy un idealista.

¿Tanto ha pagado Adidas para que de blanco, en el Bernabéu, jugara el equipo contrario?

El caso es que se jugó y se ganó aunque el Bilbao fuera de blanco y en ocasiones fuera contraintuitivo y antinatura seguir las jugadas. Los optimistas dirán que se rompió un mal fario y tendrán razón. Es el espíritu del tiempo que nos ha tocado vivir, uno en el que decir la verdad es un acto subversivo. La grada de animación sostuvo el domingo por la noche una pancarta en la que se reclamaba que dentro de una semana larga, el día del City, todo el Bernabéu vista de blanco. Ocurría el mismo día, como digo, en que el Madrid, de local, recibía de morado yamamoto. Pero no era el club el que tenía razón esta vez, sino la grada, aunque el mensaje perdiera fuerza lógicamente dada la manifiesta y visual incongruencia: de blanco iban los otros.

Kroos y Rüdiger contra el Athletic

El empeño en defender este tipo de cosas puede parecer una chorrada pero, ¿no es acaso el fútbol en sí una grandísima tontería? La más importante de las cosas que no tienen importancia, dijo una vez Valdano que era el fútbol. O fue Bill Shankly. O acaso Vujadin Voskov: con ciertas frases canónicas del fútbol pasa ya como antes con las citas célebres de los toreros, atribuibles a cualquiera, en cualquier época. En todo caso, esconden verdades profundas, por sencillas, como las leyendas, que siempre envuelven con su dulce velo un retazo de realidad, de historia ocurrida y vivida de verdad.

De morado japonés de diseño industrial alemán redebutó Militao y renació Rodrygo. Al primero había tantas ganas de verlo que la tribuna, ya con 2-0, le tributó una ovación magnífica. ¡Lo que ha cambiado el mundo sin que nos demos cuenta! Hace veinte años los centrales madridistas en el Bernabéu solían ser asados vivos por la grada. El cambio de percepción de la figura del central en el Madrid es una de las grandes revoluciones culturales de las últimas décadas. Desde el mítico y por qué no decirlo ya, mitológico, Peperramos, el central ha cogido un peso tremendo en la psique colectiva del madridismo.

El cambio de percepción de la figura del central en el Madrid es una de las grandes revoluciones culturales de las últimas décadas. Desde el mítico y por qué no decirlo ya, mitológico, Peperramos, el central ha cogido un peso tremendo en la psique colectiva del madridismo

Ya no es una criatura vulnerable y desvalida sometida al despiadado devenir de los acontecimientos. Ahora es un pretoriano, un ser de talla, de altura, respetable y respetado, que impone por su físico pero también por sus extraordinarias condiciones técnicas, de salida de balón, de juego aéreo, de mando. Es un líder del que emana autoridad. Eso lo consagró Ramos. Antes de él y de Pepe estuvieron Hierro, sobre todo, y Sanchís, en la era moderna digo, pero eran, digamos, jefes excepcionales por sus dotes. Desde el Peperramos se instituye la figura del central estructural, que adquiere, en la casa, las condiciones del gran capitán. Recordemos que Militao fue Eder Mareao. Fue un brasileño de aspecto extravagante al que le dio un vahído al verse dando una rueda de prensa en el Santiago Bernabéu. La evolución es total y se puede ver, en grados mayores y menores, en los demás. Rüdiger es un sultán africano, un jefe tribal. Tchouaméni fue jugar en el eje de la zaga y tener de pronto algo, ese nosequé de auctorictas.

Rodrygo volvió a meter golazos y a ser determinante. El otro día imaginé un rombo que partía de Bellingham, que tenía a Mbappé por la izquierda y a Endrick por la derecha, y que terminaba en la cúspide de Vini, transformado definitivamente el nueve puro, en capocannoniere. En mi fantasía no estaba Rodrygo. La realidad, en el Madrid, siempre acaba mejorando la imaginación, de tan promiscuamente fusionada con ella que está. Rodrygo, que aparece ya en algunos carteles como una superventa clara para pagar la gran fiesta de Mbappé, es una de esas formas aéreas de la arquitectura cuyo secreto está en la ingravidez.

Rodrygo ingravidez

Desde luego que es muy diferente a Vinícius no sólo por su carácter, alemán y frío, sino por su juego, de pasamanería. Regresó a las redes olvidado debate: él o Vini, como si no fueran compatibles o, por demás, como si Vinícius Junior no hubiera demostrado ya ser el motor inagotable del caudal ofensivo y de la respiración amazónica del Real Madrid de Carlo Ancelotti. Como si, yendo al fondo del asunto, Vinícius no llevara tiempo asimilando la redirección de su juego hacia el centro del ataque, hacia la conversión en algo parecido a lo que terminó siendo Cristiano Ronaldo: un 9 tan puro como puede serlo un futbolista total.

Pero, en fin. Vinícius, cuando no es por una cosa, es por otra, está siempre bajo sospecha, como todo lo que es desmedido, como todo lo que tiene un aliento salvaje y lo que no cabe en una categoría simple. Es un río que se desborda y hasta cuando un compañero recupera el tono él tiene que salir perjudicado. ¡Qué país, qué afición!

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

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Cuento en @lagalerna_ el asombro que me produce que los rivales sigan atribuyendo a la suerte nuestras victorias y que piensen que no jugamos a nada. Por mí, y seguro que por Carletto, que sigan igual.

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