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Anatomía de un Negreirato: Capítulo 3

Anatomía de un Negreirato: Capítulo 3

Escrito por: Rafael Gómez de Parada1 marzo, 2024
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Luis Rubiales

 

—¡En pie! Preside la sesión el honorable juez Aguilar.

El alguacil gigantón de cabeza rapada (ya apodado cariñosamente por todos los habituales como “Bull”) abrió las puertas de la sala del juzgado. Para sorpresa de todos, quien entró no fue el juez, sino el propio Joan Laporta, que venía con el rostro enrojecido, la corbata a medio anudar, y andaba con paso apurado. “Perdón, perdón, perdón”, se le escuchó entre carraspeos y jadeos. Unos pocos pasos por detrás del presidente del Barça, apareció el juez del caso Negreira, el veterano Julián Aguilar. Tomó asiento con la décima parte de estruendo del que montó Laporta al alcanzar su silla.

Revisó el expediente unos segundos y miró al frente. “Otra vez lleno. Otra vez Laporta en la mesa de la defensa, ¿por qué no lo mandé en su día al banquillo de los acusados?”. Esa misma pregunta se había hecho la noche anterior y su propia respuesta fue: “por pereza, por no escucharlo”.

—Falta uno de los principales encausados, el señor Enríquez Negreira, pero supongo que podemos proceder.

—Sí, señoría, me consta que ha entrado en el edificio y que se incorporará en breve, cuando termine… cuando despache… Pero podemos empezar —respondió Scotto—. La defensa llama como testigo a Luis Manuel Rubiales Béjar.

Se abrieron las puertas y apareció el expresidente de la Federación Española de Futbol, ataviado completamente de negro. Pantalones ajustados, una camiseta fit—fit—fit completamente negra y una americana "más oscura que el sobaco de Eto'o, jojojo", como él mismo definía ante sus amigotes. Los focos de la sala se reflejaban en su reluciente cocorota. Se dirigió con paso firme y algo chulesco al lugar destinado para su declaración.

—Le falta el revólver —dijo Estuardo por lo bajo a su compañera de mesa.

Casi al mismo tiempo, mientras le tomaban juramento, apareció Enríquez Negreira por la puerta situada junto al banquillo de los acusados. Estaba apretándose el cinturón, pues venía de “despachar” y llevaba en la mano izquierda un gurruño de papeles de baño, con los que se secó, por este orden, las manos, los mocos y la frente.

Rubiales

El abogado de la defensa comenzó el interrogatorio.

—Don Luis Manuel Rubiales Béjar, 48 años recién cumplidos, presidente de la Federación Española de Fútbol de 2018 a 2023, vicepresidente de la UEFA durante casi todo ese período, una larga trayectoria ligada al mundo del fútbol, ¿podría decirnos de quién depende el Comité Técnico de Árbitros?

(Advertencia al lector: léase la parte del diálogo de Rubiales con su tono de voz ronco habitual, como si usted desayunara orujo del malo todas las mañanas).

—Cómo no. Viene bien especificado en el artículo 28 del Reglamento de la Federación Española de Fútbol: el Comité Técnico de Árbitros dirige el estamento arbitral y depende directamente del presidente de la Federación, luego en esos años, de mí.

—Conocerá entonces las tareas que realizaba el señor Negreira durante los años en que se produjeron los pagos.

—Las tareas… no le puedo decir, apenas coincidí con él unos meses, puesto que dejó su cargo poco después de que yo accediera a la presidencia en mayo de 2018. Todo esto es algo que nos hemos encontrado de la época anterior. Lo que sí puedo decirle es que, por lo que yo sé, este señor nunca participó en nada. Este señor tenía las competencias que tenía y no participaba en el nombramiento de árbitros. He escuchado cosas absurdas, como que influía en ascensos y descensos, o que nombraba árbitros internacionales. ¡Es absurdo, si la internacionalidad es responsabilidad de la UEFA, no del CTA!

—¿Qué opinión le merecen entonces los pagos que están siendo juzgados en este caso?

—Pues verá, yo estoy plenamente convencido de la honestidad del colectivo arbitral, y que el señor Negreira no tuviera funciones no exime la responsabilidad de ese flujo de dinero de un club de fútbol a un vicepresidente de los árbitros. Creo que el mero hecho de un pago es algo nocivo, pero hay que tener paciencia antes de juzgar.

—Así que no ve usted nada punible en estos pagos, ni que tuvieran influencia en los arbitrajes. Lo ve más como una infracción administrativa.

—Mire, yo soy de Motril y he sido futbolista de Primera. Hay una confusión inducida, porque, cuando se genera controversia, eso vende mucho. El fútbol es pasión, es rabia, y los árbitros se equivocan, seguro, como nos equivocamos todos, pero de ahí a pensar que influyeran sería una sorpresa. Es una irregularidad que habrá que analizar. Cuando llegamos a la Federación, todos los departamentos firmamos una declaración de ausencia de conflicto de intereses. Con esto, los pagos a Negreira no hubieran ocurrido, ocultar a la Federación que una persona recibía dinero… pero estos señores tienen derecho a la presunción de inocencia.

—Muchas gracias, señor Rubiales —concluyó Scotto—. No haré más preguntas, señoría.

Una ordenanza acercó un vaso de agua a Rubiales, porque se le veía con la garganta notablemente seca.

—Gracias, guapa —se le escapó a Rubiales, quien, antes de que comenzara el turno de la acusación, se bebió el vaso sin apartar la vista de las posaderas de la joven muchacha.

Mientras la vista de Rubiales seguía el contoneo de caderas nada sensual de la ordenanza y el fiscal preparaba sus papeles, se organizó un pequeño revuelo en la sala, provocado por la entrada de dos personajes que captaron la atención de todos los asistentes: el tipo alto con gorra y sudadera de la Kings League era muy conocido, el mismísimo Gerard Piqué, y la mujer que lo acompañaba estaba vestida con un niqab negro-negrísimo que ocultaba todo su rostro y cuerpo. Solo se le veían unos ojos verdes preciosos, maquillados cual Sofía Vergara, y unas cuidadas manos en cuyos dedos lucían varios pedruscos de alto valor. Con los zapatos de tacón que portaba, la chica bajo el niqab superaba en altura a Piqué, quien disfrutaba con los grandes murmullos que se iniciaron entre los asistentes.

Rubiales presenció desde su sitio la llegada de su “amigo Geri” y se temió lo peor, “qué estará tramando este, siempre tan graciosillo, tan ocurrente”. Geri chasqueó los dedos y los dos chicos que estaban sentados en el primer banco del público se levantaron y cedieron su asiento a Piqué y a su acompañante. El exjugador soltó unos billetes indisimuladamente a los dos imberbes, que hasta ese momento habían llamado la atención por su aspecto, corte de pelo degradado, chándal, mirada perdida… unos pa-vi-sosos (pajilleros adictos a los Videojuegos y sosos como un apio).

—Orden, orden en la sala —el juez Aguilar levantó la voz mientras golpeaba con el mazo.

Desde su banco, Geri tenía una vista frontal y directa de Rubi, por cuya cabeza circulaban mil pensamientos a toda velocidad: “joer, a qué está jugando, viene con esa tía para hacer algún tipo de referencia a Arabia Saudí, seguro, para tocarme loj-kojones o por hacer una gracieta, no, ya lo tengo, seguro que me está grabando con cámara oculta por mucho que esté prohibido y luego lo subirá a sus redes sociales, joder, Geri, no me putees ahora”. La joven del niqab tenía un bolso enorme con un botón circular de unos tres centímetros orientado hacia la cara de Rubiales, que empezó a ponerse nervioso.

Piqué y Rubiales

—Con la venia, señoría —arrancó Estuardo—, me gustaría aclarar algunas de las inconsistencias que ha dejado el testigo durante su declaración. Señor Rubiales, ¿señor Rubiales? Mire aquí, por favor. Usted llega a la presidencia de la Federación en mayo de 2018. Sucede a Ángel María Villar, cuya época fue conocida por algunos medios como “Villarato”. El Villarato era un sistema, una manera de denominar la influencia para decidir campeonatos de su antecesor, que contaba con el control de los arbitrajes y de los comités, las designaciones, en favor de un equipo determinado. Un equipo que, casualmente, o mejor dicho, no por casualidad, sino por causalidad, estuvo pagando hasta ese mismo 2018 al vicepresidente de los árbitros y brazo derecho de Victoriano Sánchez Arminio, el señor Enríquez Negreira. ¿Cree posible esa influencia?

—Ya le he dicho que el señor Negreira no tenía competencia alguna, lo veo altamente improbable.

—Sí, le hemos escuchado, pero en su declaración se ha quedado usted en el artículo 28, ¿sabe lo que dice el 29? Habla de las competencias del Comité Técnico de Árbitros, entre ellas, literalmente, “clasificar técnicamente a los árbitros a tenor de las correspondientes evaluaciones, y proponer al Presidente de la RFEF los ascensos y descensos”. Es consciente de que, durante el registro en la sede de la Federación, ya bajo su presidencia, aparecieron actas firmadas por el señor Negreira en las que se evaluaba el papel de los árbitros en cada partido y su clasificación durante la temporada para determinar los ascensos y descensos. ¿No le extrañó?

—Supongo que sería parte de su trabajo, aunque esa labor la realizan normalmente los vicepresidentes, no solo el señor Negreira, y durante esos años eran tres.

—Ya. Bueno, no exactamente así. Uno de los tres vicepresidentes se encarga solo del área económica y el otro durante aquellos años, Franco Martínez, falleció en febrero del año pasado. No podremos contrastar cuáles eran exactamente sus funciones, si bien no hemos encontrado actas con su firma puntuando a los árbitros.

“Vaya”, pensó para sus adentros el juez Aguilar, “otra muerte inconveniente”.

—Lo que sí sabemos —continuó Estuardo— es que el señor Negreira tenía la capacidad de sancionar a los árbitros que consideraba que no habían pitado de acuerdo con sus indicaciones.

—¡Sí, claro! —contestó Rubiales con vehemencia—, por el artículo 33.

—Exactamente, no es broma, veo que su formación de abogado le sirve para recordar estas cosas —Rubiales cambió su gesto de perplejidad a uno de asentimiento, para visible solaz de Piqué—. Según el artículo 33, el vicepresidente del Comité, Enríquez Negreira durante décadas, como encargado de la Comisión de Disciplina y Méritos puede “ejercer las facultades disciplinarias en lo que respecta a aquellas actuaciones que se consideren técnicamente deficientes”, como hicieron, por ejemplo, con Pino Zamorano, Muñiz Fernández, Daudén Ibáñez…

—¡Protesto! —saltó Laporta—, eran árbitros del sistema, madridistas de cuna, como tod…

—¡Señor Laporta, le llamo al orden de nuevo! —interrumpió el juez—. No se admite, le ruego que deje terminar al fiscal.

—Gracias, señoría. Decía que se castigaba a todo aquel que no arbitrara al dictado de Negreira, el brazo derecho de Sánchez Arminio, el mismo que declaraba al resto de árbitros que el Real Madrid no caía bien en el estamento. Por cierto, ¿ha dicho usted que es la UEFA la que nombra internacionales a los árbitros?

—Así es —contestó Rubiales, que no dejaba de quitar el ojo a Piqué y, sobre todo, al bolso de su acompañante.

—Artículo 29, punto c. Es competencia del Comité de Árbitros “proponer los candidatos a árbitros internacionales” a la UEFA, que se limita a aprobar dichas propuestas. ¿Acaso nos ha querido mentir u ocultar esta parte?

—¡Protesto! —dijo Scotto—. Está tratando de desacreditar al testigo, y nuestro testigo no ha mentido, simplemente ha resultado algo… impreciso.

—Se admite —resolvió el juez.

Gerard Piqué se reía mucho con los nervios de Rubiales, que pidió otro vaso de agua con un gesto.

—De acuerdo, no mintió, solo fue poco preciso. Según el artículo 29, punto f, también es competencia del Comité la designación de los equipos arbitrales para dirigir los partidos, un punto clave del llamado Villarato. Yo no sigo mucho el fútbol, pero, por lo que sé, se premiaba a los árbitros que se confundían a favor del Barça o en contra del Real Madrid. Su testimonio puede ser de gran utilidad para aclarar al jurado el funcionamiento de este organismo y depurar responsabilidades de los acusados. ¿Qué tiene que decir al respecto, es posible que Negreira designara a árbitros afines a sus intereses para los partidos clave y que los premiara en función de sus actuaciones?

Antes de contestar, se le fue de nuevo la vista a la mujer del niqab, la cual se abrió el vestido a la altura del pecho y le mostró una lencería rosada bajo la cual se adivinaban sus senos. Luego se levantó el velo y se pasó la lengua de modo lascivo por unos labios maquillados como en un anuncio de cosmética. Rubiales se quedó en blanco, mientras Piqué trataba de aguantar la risa.

—Yoooo, ya le he contestado al señor Escroto —se puso de pie para quitarse la chaqueta, porque empezaba a sudar—. No lo creo, ¿me pueden dar un poco de agua, por favor?

La ordenanza volvió a acercarse con el vaso de agua y Rubiales, agradecido y nervioso a la vez, la tomó por los hombros como si fuera a darle lo que en su argot era “un piquito consentido”. Por suerte se dio cuenta a tiempo, pidió perdón y logró sentarse sin meter de nuevo la pata.

—Mire, yo vengo aquí como testigo, vengo a ayudar, pero de mí se han dicho tantas cosas… cualquier día me van a encontrar un saco de cocaína en el maletero.

El juez, que hasta entonces estaba aburrido viendo que el interrogatorio no iba a ningún lado, levantó inmediatamente la vista de los papeles y lo miró fijamente.

—He sido un luchador toda mi vida, me partieron las piernas de pequeño… —balbuceaba, divagaba—. Usted quiere que emita una opinión desfavorable al arbitraje y escúcheme bien, aunque se la voy a repetir: ¡No voy a emitir, no voy a emitir esa opinión! ¡No voy a emitirla!

—Bien, lo entiendo, la época juzgada es anterior a su presidencia, pero ¿sabe una cosa, sabe en qué me recuerda su etapa a la del llamado “Villarato”? En que Villar se procuró la ayuda del Barça en forma de vicepresidencia para Joan Gaspart en 2004, y se mantuvo ahí durante todo el período Negreira, pero usted hizo lo propio con Laporta según llegó a la presidencia del Barça a principios de 2021. Y al igual que Villar mantuvo a Gaspart pese a los escándalos que se sucedían alrededor del Fútbol Club Barcelona, usted mantuvo la vicepresidencia de Joan Laporta aunque el escándalo de Negreira le hubiera reventado ya en sus narices.

Rubiales y Laporta

—Se han dicho tantas cosas de mí… que no son ciertas que… —trataba de defenderse Rubiales.

Rubiales estaba ido, más aún cuando vio que la mujer volvió a abrirse el niqab y le mostró el pecho izquierdo. Si se trataba de algún juego privado entre Geri y Rubi solo lo sabrían ellos, el caso es que la gracieta del primero descolocó totalmente al segundo. Si fuera un boxeador, estaría atrapado en la esquina, noqueado por su oponente.

—Usted ha hecho hincapié en los conflictos de intereses y en cómo, desde que llegó a la Federación, toda la junta directiva firmó una declaración en la que se comprometían a evitarlos. ¿No le parece que hay un conflicto de intereses cuando se adjudica el VAR a una empresa dirigida por un socio y avalista del Barça? ¿Qué cree que quería decir Negreira con aquello de “puedo ayudaros con el VAR”?

La suerte que tuvo Rubiales fue que el alguacil se dio cuenta de lo que estaba haciendo Piqué con la modelo contratada para el numerito, así que se fue hacia ellos y les dijo:

—¡Abandonen la sala ahora mismo!

Bull intentó llevárselos, y la mujer, inteligentemente, se levantó presta para irse, si bien no soltó el bolso, que mantuvo orientado hacia la acción, pero Gerard Piqué se puso farruco ante el alguacil, tú no sabes con quién estás hablando, tú no eres nadie y te jode que yo gane millones de euros y sea más guapo y famoso que tú, buscas tu minuto de gloria, pero mañana voy a hablar con tu jefe y te vas a cagar… Bull, que le sacaba media cabeza y una espalda, le arrancó la gorra de un sopapo en la visera, aunque el cuerpo le pedía dárselo en la jeta, y le tiró de la oreja con fuerza:

—¡Fuera, ahora mismo! Y no te lo diré dos veces.

Lo arrastró en esa postura hasta la puerta de la sala. La modelo bajo el niqab prefirió abandonar la sala por sus propios medios y logró grabar un vídeo que se haría viral en pocas horas en los canales de Twitch, X, TikTok, YouTube y demás redes sociales del humorista metido a empresario, lo cual le reportó varios cientos de miles de euros en publicidad.

El juez Aguilar no dejó de golpear con el mazo y pedir “orden” a los asistentes, muchos de ellos periodistas que lamentaron no haber presenciado bien el incidente. Las palabras que más se escuchaban entre ellos eran las de “niñato” y “pibón”. Una vez recuperado el orden, Jaime Estuardo trató de retomar su interrogatorio:

—No crea que me he perdido, señor Rubiales, hablábamos de conflictos de intereses y aquí tenía, delante de usted, a un exjugador que, mientras estaba en activo, negoció con la Federación, directamente con usted —lo señaló con rabia—, que se repartirían varios millones de euros, de “palos”, como los llamaban, si el Barcelona se clasificaba para la Supercopa. ¿No cree usted que ese tipo de acuerdos influyeron en los arbitrajes, como se pudo comprobar según accedió Xavi Hernández al banquillo azulgrana?

—¡Protesto, señoría! —exclamó Scotto—. No tiene nada que ver con el hecho juzgado.

—¡Y el dinero era también para el Madrid! ¡También el Madrid! —se desgañitó Laporta.

—Se admite —sentenció Aguilar, y dirigiéndose a Estuardo, le indicó:—, cíñase a los hechos juzgados, por favor.

—De acuerdo, señoría. Solo trataba de demostrar la falta de consistencia del testigo traído por la defensa, un tipo juzgado por apropiación indebida, cobro de comisiones, agresión sexual y coacciones. Creo que la defensa debería seleccionar mejor sus testigos, porque, al igual que con Medina Cantalejo, nos estamos planteando solicitar una condena por perjurio. No haré más preguntas.

Rubiales se levantó para marcharse, pero le frenó el juez.

—La acusación particular quiere continuar con el interrogatorio, señor Rubiales.

Como no se había separado lo suficiente del micrófono mientras se ponía la chaqueta, se le oyó mascullar un exabrupto perfectamente. La abogada del Real Madrid, Luisa Ramírez, se acercó al asiento del testigo y procedió:

—Señor Rubiales, ¿conoce usted el Código Ético de la Real Federación Española de Fútbol?

—Pues… a grandes rasgos, señorita, no en su integridad, como comprenderá.

—Bien, sabrá usted que en el actual Código Ético no hay sanciones para delitos como los investigados.

—Eso me dijeron los asesores jurídicos de la Federación, sí —respondió Rubiales.

—Una pena, porque sabe usted que esto sucede en el actual Código Ético de la Federación, que se aprobó en mayo de 2021. ¿Cuándo ha dicho que entró Laporta como vicepresidente de la Federación Española de Fútbol? —rebuscó en sus papeles—, ah, aquí lo tengo, en marzo de 2021.

—Supongo que el anterior Código no sería muy distinto, lo habitual es copiar unos de otros y mejorar lo que conviene cambiar.

— Pues resulta que sí lo era, mire, le dejo este informe del famoso despacho FG—Hechi, en el que se ven los cambios introducidos, así como la supresión del artículo 12, que indicaba que los delitos de corrupción no prescribían. Una pena, ¿no fue consciente de esta modificación?

—Yo… de eso se encargarían los expertos legales de la Federación, yo estaba en otras cosas.

—Sí, ya lo hemos visto, estaba cerrando el reparto de “palos” en Arabia Saudí. No haré más preguntas, señoría.

El juez Aguilar levantó la sesión, recogió sus papeles y, antes de abandonar la sala, miró al público congregado: todos estaban mirando en sus móviles cierto vídeo sobre un suceso ocurrido en un juzgado de Barcelona. “La madre que me parió”, pensó.

 

(Próximamente capítulo 4: Ángel María Villar)

 

Capítulos anteriores: Anatomía de un negreirato (Prólogo) 

Capítulos anteriores: Capítulo 1 (Los alegatos previos)

Capítulos anteriores: Capítulo 2 (Medina Cantalejo)

 

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Rafael Gómez de Parada
AFKAB. Artist Formerly Known As Barney. Dice que corre maratones, juega al fútbol y al baloncesto, pero todo con nivel medio, como en el inglés. Nivel alto solo para escribir y portanalizar en La Galerna. Autor de "Volver al asfalto".

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Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

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