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Anatomía de un Negreirato: Capítulo 2

Anatomía de un Negreirato: Capítulo 2

Escrito por: Rafael Gómez de Parada23 febrero, 2024
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Medina Cantalejo

 

—¡En pie! —el alguacil calló a los asistentes con su ya conocido torrente de voz—. Preside la sesión el honorable juez Aguilar.

El juez miró al frente. “Dios Santo, otra vez lleno completo, lo que no he tenido en mi vida, parezco una de esas niñatas de Operación Triunfo”. Frente al juez, a su derecha, se sentaban los nueve miembros del jurado popular. Enfrente tenía el pasillo que separaba las filas del público asistente, a la derecha del cual estaban los abogados de la defensa, representados por Jorge Carlos Scotto, y a la izquierda según miraba, el fiscal general, Jaime Estuardo, y Luisa Ramírez, la abogada del Real Madrid. Detrás de los equipos de abogados, unas quince filas repletas de periodistas, curiosos y familiares de los acusados. Incluso había gente de pie, porque no había espacio suficiente en el amplio salón de juicios. A la izquierda de la mesa del juez y los oficiales asistentes, junto a un ventanal por el que entraba un sol radiante, se situaba el banquillo de los acusados. Había dos sillas vacías: la de Joan Laporta, quien, como en la primera sesión, había decidido sentarse junto al abogado principal de la defensa, y la de Enríquez Negreira, del que nada se sabía. Varios periodistas coincidían en que lo habían visto llegar al juzgado, pero nadie sabía dónde se había metido tras pasar el umbral de entrada, lo que provocó un cierto murmullo entre ellos.

—Con la venia, señoría —pronunció Scotto—, la defensa llama a declarar a don Luis Medina Cantalejo.

Se abrieron las puertas y apareció el presidente del Comité Técnico de Árbitros. Lucía una media melena plateada bien arreglada, como recién salida de la peluquería sin el “como”, y vestía un pantalón claro, americana gris de cuadros y un grueso jersey granate de cuello vuelto que le ocultaba la papada. Antes de sentarse, el oficial del juzgado le tomó juramento:

—¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?

—Por favor, qué pregunta. Soy hijo, nieto y padre de árbitros, es una vergüenza que lo dude, pues la verdad está en mí desde que nací —respondió antes de sentarse.

Medina Cantalejo

El oficial retiró la Biblia y se sentó cerca del juez, tras la mesa. El juez apenas levantaba la vista de los papeles, pero con un leve ademán de la mano, indicó al abogado defensor que podía proceder.

—No ha jurado —dijo Luisa Ramírez al fiscal por lo bajinis.

—¿Cómo? —respondió Estuardo.

—Que no ha jurado decir la verdad, que este viene dispuesto a mentir como un bellaco.

Jaime Estuardo estaba repasando sus preguntas, por lo que no se había percatado de tal detalle, pero las palabras de su compañera de mesa le sirvieron para aguzar los sentidos, para permanecer atento a las respuestas del testigo de la defensa.

Jorge Carlos Scotto se acercó al testigo y comenzó su interrogatorio:

—Don Luis Medina Cantalejo, ¿podría explicarnos brevemente su carrera profesional en el mundo del arbitraje?

—Por supuesto, señor. Llevo cuatro décadas dedicado al arbitraje, que lo mamé desde chiquitito en casa. He sido árbitro profesional de Primera División desde 1998 hasta 2009, once temporadas en total, con 155 partidos oficiales pitados, y alcancé la internacionalidad en 2002, con solo 37 años. Llegué a pitar una veintena de partidos internacionales, e incluso fui cuarto árbitro en la final de un Mundial, en Alemania 2006.

—Un currículum admirable, sin duda, y dígame, ¿cuál es su actual cargo?

—Desde el año 2021 soy el presidente del Comité Técnico de Árbitros, es decir, la máxima autoridad del mejor equipo de árbitros del mundo.

En ese momento, el juez Aguilar interrumpió el interrogatorio:

—Discúlpeme, estamos juzgando hechos acaecidos entre 2003 y 2018, ¿no sería conveniente traer al presidente del Comité durante los años de los pagos a las empresas de su vicepresidente, el señor Negreira?

—Me temo que tal cosa no es posible, señoría, el presidente de los árbitros durante esos años, el ilustre Victoriano Sánchez Arminio, falleció en diciembre de 2023, Dios lo acoja en su seno —pronunció con solemnidad y mirando hacia lo que él quiso representar como el cielo, mas sobre su cabeza solo había un lamparón enorme de color marrón amarillento, producto de unas goteras y de la acumulación de óxido y cagadas de paloma sobre el techo del juzgado.

—Vaya, qué lástima —se lamentó Aguilar—, y qué poco conveniente para entender lo sucedido.

—Así es —respondió Scotto—, una verdadera lástima. Pero si me permite… con la presencia del testigo pretendemos explicar el funcionamiento del Comité de Árbitros, su enorme profesionalidad, así como poner de manifiesto las funciones casi nulas del señor Negreira en el mismo durante el período investigado. Don Luis —continuó, dirigiéndose a Medina Cantalejo—, ¿podría indicarnos cuáles eran las responsabilidades de José María Enríquez Negreira en el CTA?

Medina Cantalejo

—Por supuesto, señor. Eran prácticamente inexistentes. Enríquez Negreira estaba prácticamente en la sombra y no sabemos qué competencias tenía. Pese a que el señor Negreira perteneció a la dirección ejecutiva del comité durante más de veinte años, lo suyo era poco más que un cargo representativo. No intervenía en las decisiones relevantes, no designaba colegiados para los partidos, ni actuaba sobre los ascensos y descensos, no tenía poder ejecutivo alguno. De hecho, durante mis veinte años en el mundo del arbitraje, apenas lo vi un par de veces, cuando nos reuníamos en Santander para hablar de los cambios en el Reglamento y poco más. Era un absoluto desconocido para todos nosotros.

En ese momento se abrió una puerta a la derecha del banco donde testificaba Medina Cantalejo y muy cerca del banquillo de los acusados, por donde apareció José María Enríquez Negreira con un paso lento y despistado. Carraspeó un par de veces, como quien intenta expulsar un gargajo. Debía venir del baño porque llevaba la bragueta bajada, por donde le asomaba el faldón de la camisa. Negreira se sorprendió al toparse de frente con todas esas miradas sobre él. Se dirigía hacia su asiento en el banquillo de los acusados cuando vio a Medina Cantalejo sentado frente al micrófono.

—¡Hombre, Luisito, ¿tú por aquí?! ¡Cuánto tiempo sin verte! Anda, ven, dame un abrazo, hombre, ¿cómo está tu hija, cómo está María?

Medina Cantalejo trató de zafarse del abrazo de Negreira con evidentes signos de incomodidad.

—Quite, señor, yo no le conozco de nada.

Se provocó un cierto revuelo en la sala, con risas y exclamaciones de sorpresa entre los asistentes que el juez trató de acallar con el mazo. Javier Enríquez Romero se acercó a su padre, le tomó por el hombro y se lo llevó a su sitio, junto a él, “ven, papá, es por aquí”.

—Pero si no me ha querido ni saludar —se le oyó decir al anciano.

Medina Cantalejo recompuso su jersey con ademanes algo amanerados y al mesarse el cabello mostró un Rolex enorme con esfera verde.

—Prosigo —continuó Scotto una vez que los Enríquez se sentaron—. Entonces, ¿por qué cree usted que el Fútbol Club Barcelona pudo pagar aquellas facturas a las empresas del señor Negreira?

—Supongo que serían por asesoramiento en materia arbitral, una tarea que todos los clubes tienen encomendadas, algunos a empresas externas, y otras, a excolegiados. Cómo interpretar las circulares, los cambios en el Reglamento, pequeñas modificaciones que la IFAB incorpora cada año. Supongo que serían los honorarios por esa tarea, pero eso se podrá ver en los contratos o tendrá que preguntárselo a esos señores de ahí (dijo mientras señalaba con cierto desdén al banquillo con los presidentes del Barça).

—La Fiscalía afirma que no puede ser por ese tipo de asesoramiento porque los honorarios habituales por esa función son sensiblemente inferiores, ¿qué tiene que decir a eso?

—Pues lo mismo que antes. Serían pagos por asesoramiento, quizás alguien en el Barça pensó que esos pagos podían ayudarles a mejorar, o quizás… (balbuceó)… el señor Negreira quiso convencer al Barça de que podían obtener algo más con sus servicios, lo cual es absurdo porque, como he dicho y repetido varias veces, el señor Negreira no pintaba nada en el estamento arbitral. (Se le empezaba a hinchar una vena en la frente) De hecho, si estoy aquí es para salvar el buen nombre de los árbitros españoles y estoy bastante indignado con todo lo que se ha dicho de nosotros, porque… después de todo, ¿qué pinta el CTA en toda esta trama?

—Eso mismo piensa la defensa. Muchas gracias. Señoría, no haré más preguntas.

Medina Cantalejo se levantó para salir escopetado, pero, en ese preciso instante, Jaime Estuardo se levantó y soltó un sonoro:

—¡Disculpe, no corra tanto, señor Medina! Es el turno de la acusación.

Medina Cantalejo miró suplicante al juez, el cual le conminó a que se sentara de nuevo con un gesto.

—Me resulta curioso verle escapar de ese modo, señor Medina Cantalejo —arrancó el fiscal en su interrogatorio.

—¿Escapar? En absoluto, creí que habíamos terminado —respondió indignado—. Tengo el máximo interés en esclarecer todo lo sucedido, porque es una infamia todo lo que se ha dicho de nosotros.

—Tranquilícese, señor Cantalejo, no tengo ninguna duda de que es así. Ya vimos su enorme ayuda cuando la Guardia Civil procedió con el registro de la sede del Comité Técnico de Árbitros en la Federación, ¿podría indicarnos dónde estaba usted aquel 28 de septiembre de 2023?

—Entienda usted que no lo recuerde ahora mismo —Medina Cantalejo se llevó la mano al cuello del jersey y lo estiró ligeramente hacia su pecho.

—Vamos, piénselo un poco, ¿dónde estaba usted mientras la Guardia Civil registraba la sede del CTA? Le refresco la memoria, aquel día usted no estaba en Sevilla, había venido de viaje a Madrid.

—Ah, creo recordar. Sí, estaba en un hotel de Madrid porque teníamos unas jornadas en la Federación.

—¿Y no consideró conveniente acudir a la sede del Comité para colaborar con la investigación? ¿Qué podía haber más importante para su trabajo en ese momento? —le inquirió el fiscal.

—Tenía que revisar… eeeeh, unos informes con uno de mis colaboradores y… eeeh, creímos conveniente verlos en el propio hotel, porque de ese modo evitábamos el follón que había en la sede de la Federación.

Medina Cantalejo

—Ya. Claro, claro. ¿De verdad que esos supuestos informes, ese día concreto, eran más importantes para usted que colaborar con la justicia en las investigaciones?

—¡Protesto, señoría! —se escuchó por parte del abogado de la defensa—. Está tratando de desacreditar al testigo con juicios de valor.

—Se admite —asintió el juez.

—Lo entiendo, la retiro —aceptó Estuardo—. Hablemos pues del arbitraje y de su colectivo tan brillante, tan honesto, como usted mismo los ha definido. Señor Cantalejo, ¿podría decirnos cuánto cobra un árbitro de Primera División?

—A veces pienso que poco para lo que tienen que aguantar. Un colegiado de Primera División viene a cobrar unos 12.500 euros mensuales, más un fijo por partido en función de si pita en el campo, unos 4.000 euros, o en la sala VOR, en cuyo caso se le paga la mitad. Es un salario que puede parecer elevado, pero que a nosotros nos parece justo y equilibrado, dada la importancia de su trabajo.

—Bien, eso significa —Estuardo tecleó en la pantalla de su móvil, como si efectuara un cálculo—… que si un árbitro pita unos veinte partidos al año, quizás alguno más, se puede levantar entre 210.000—250.000 euros. ¿Y si asciende a internacional?

—Dependerá del número de partidos que pite y de la importancia de estos, pero un partido de Champions se puede ir a unos 7.000 euros, y uno de selecciones, entre 5.000 y 10.000 por partido, dependiendo del torneo.

—Entre unas cosas y otras, pueden llegar a los 300.000 euros anuales —concluyó—. ¿Y un árbitro de Segunda División?

—Pues las cifras, obviamente, son más bajas, como también lo son los presupuestos de los equipos y los salarios de sus jug…

—¿Pero, cuánto? —le apremió Estuardo.

—Entre salario y sueldos por partido, unos 100.000 euros anuales.

—Luego es un punto clave para la salud, digamos, económica, de los árbitros, permanecer en Primera, promocionar a internacional, o descender a Segunda. ¿Recuerda usted en esas reuniones de Santander que su predecesor en el cargo, Victoriano Sánchez Arminio, dijera que el Real Madrid no caía bien en el estamento, que instara a perjudicarlo deportivamente?

—Mmmmhhh… no recuerdo, no me consta. Pero le corrijo, él no era mi predecesor, era Velasco Carballo.

—Es cierto, lo contrastaremos también. Entonces tampoco recordará que en esas jornadas con todo el colectivo, el señor Negreira siempre permanecía junto a Sánchez Arminio, era su brazo derecho.

Enríquez Negreira y Sánchez Arminio

—Pues… no lo recuerdo. Solo lo recuerdo cuando parábamos para comer, que le encantaban las sardinas.

—En fin, una pena esas lagunas en su memoria. Por lo menos, podría indicarnos, si lo recuerda, de qué manera se decide quiénes ascienden en el arbitraje, cuáles bajan cada año, o cómo se accede a la categoría de internacional.

—Cómo no. Los árbitros son evaluados en cada partido por unos observadores y en función de las puntuaciones que reciben, se los promociona o desciende. Todo muy transparente.

—¿Y podría suceder que el señor Negreira influyese en esos informes arbitrales o en esas puntuaciones? Por aquello de que unos caían “mal” y otros lo retribuían todos los meses y eran mejor tratados.

Medina Cantalejo estaba visiblemente molesto con el tono del interrogatorio, pero trató de recuperar la compostura:

—Yo no lo vi nunca, me cuesta creer…

—Pero han aparecido documentos con puntuaciones —interrumpió de nuevo Estuardo, mostrando un documento al público de forma bastante teatral—, con la firma del señor Negreira.

—¡Protesto! —intervino Scotto, que vio que Medina Cantalejo empezaba a ponerse nervioso—. El fiscal está intentando acusar a mi testigo de unos hechos en los que no intervino y que desconoce.

—Se admite —contestó el juez.

—Tienen razón —respondió Estuardo, ya ha quedado claro que el señor Medina estuvo escondido, perdón, reunido en un hotel cuando aparecieron esos documentos. Reformularé la pregunta: ¿usted ha oído hablar alguna vez del “índice corrector”? ¿Concretamente del “dedo índice corrector” o del “índice corruptor”?

—Eso son insidias, una patraña inventada por los medios sensacionalistas que quieren cuestionar la honestidad del arbitraje de este país y no lo voy a consentir.

El exárbitro estaba visiblemente incómodo. Se le veía sofocado. Sacó un pañuelo del bolsillo de su americana, con el escudo del Sevilla, y se enjugó el sudor de la frente.

—¿Cómo explica que el Barcelona estuviera 78 jornadas seguidas sin que se pitara un penalti en su contra?

—Si no se pitaron, es porque no los hubo.

Se oyeron varias carcajadas en la sala.

—Señores del jurado, incorporamos como prueba número 123/02 este vídeo con imágenes irrefutables de los penaltis cometidos durante ese período, fundamentalmente por los señores Javier Mascherano y Gerar Piqué Bernabéu, con artículos en los medios sobre los, llamémoslos, errores de los colegiados al no señalarlos.

—¡Protesto! —gritó Laporta visiblemente acalorado—, ¡son medios controlados por el madridismo sociológico!

Laporta Madrid ens roba

—Señoría, trato de demostrar que los errores a favor del Fútbol Club Barcelona tuvieron influencia en las puntuaciones que recibían los árbitros evaluados por Negreira, y estas, en sus ascensos y promociones —contestó Estuardo.

—No se admite la protesta, continúe.

—Gracias, señoría. Miembros del jurado —dio la espalda intencionadamente a Medina y se dirigió a la parte contraria de la sala—, en este documento pueden encontrar las declaraciones de los árbitros sobre el dedo índice corrector, que todos señalan que era el de… —y se giró hacia el banquillo de los acusados—… José María Enríquez Negreira.

—¡Protesto! —gritaron al unísono Scotto y Laporta.

—Señor juez, trato de demostrar que el testigo ha cometido perjurio en su declaración, que ha faltado a la verdad en varias de sus manifestaciones, y que los informes del señor Negreira, que no eran precisamente de asesoramiento, pudieron tener influencia en los arbitrajes.

El juez Aguilar se había quitado las gafas y, tras dejar de chupar el extremo de una de las patillas, anunció:

—No se admite. Puede continuar.

Se escuchó un “intolerapla” en la mesa de Laporta. Estuardo se acercó al testigo, redujo el espacio físico con Medina Cantalejo todo lo que la barrera le permitía y prosiguió:

— El testigo nos ha dicho que el señor Negreira no pintaba nada y que el colectivo arbitral es un grupo de gente honesta. Bien, pues aquí tengo las declaraciones de veinte de ellos en los que afirman ¡que lo dicho por el señor Medina canta de lejos que es falso! Antonio Mateu Lahoz afirmó que “era como un general en el ejército”, Jaime Latre declaró a la Guardia Civil que el hijo de Negreira los llevaba al Camp Nou cuando arbitraban al Barcelona y les daba indicaciones sobr…

—¡No se lo consiento! —Medina Cantalejo trató de interrumpir al fiscal—. Todo eso son mentiras de árbitros que…

—No me interrumpa, por favor —le recriminó Estuardo de manera rotunda—, González González afirmó que los pagos eran para obtener beneficio deportivo, Sergi Albert explicó a la Guardia Civil que Negreira y Sánchez Arminio decidían sobre los ascensos y descensos de los colegiados, o sobre las promociones a internacional. (Mientras pronunciaba el alegato, Medina Cantalejo juntó sus manos y miró al techo como si orara en misa de doce) Podría seguir un largo rato, pero en el sumario tienen las declaraciones de veintiuno de ellos. Allí podrán consultarlas y constatar que lo que ha dicho el testigo ¡es falso!

Medina Cantalejo

Hubo un murmullo en la sala, al principio leve, luego más sonoro, y el juez tuvo que golpear nuevamente el mazo.

—Pero no quiero insistir con este tema, porque las pruebas están ahí, fácilmente accesibles. Preferiría volver a otro aspecto de su carrera. Usted pitó dos veces en el Camp Nou el partido estrella de la temporada, el Barcelona-Real Madrid.

—Sí, así es —respondió Medina tras beber el vaso de agua que un ordenanza le había acercado—. El primero fue en el año 2000.

—Lo recordamos perfectamente. El del cochinillo, cuando no tuvo el coraje de suspender el partido pese al lanzamiento de objetos.

—¡Fue una situación que se desbordó!, tuve que parar el juego en varias ocasiones y creo que habría sido peor suspenderlo.

—Ya, pero no tuvo el valor de suspenderlo ni después del lanzamiento del cochinillo o de la botella de JB. Pero yo quería preguntarle por la segunda ocasión, en 2006. En su designación para el partido intervino ese señor de quien usted afirma que no tenía atribución alguna.

Estuardo enseñó a los asistentes un recorte de prensa.

—Señorías, el testigo fue designado directamente por Enríquez Negreira y convenientemente puntuado tras pitar un penalti a favor de los locales, expulsar a Roberto Carlos a los veinte minutos y comerse otro penalti, pero esta vez en el área del Barça.

—¡Protesto! —se escuchó desde el banco de la defensa—. Eso son valoraciones totalmente subjetivas.

—Se admite —dijo el juez.

—Tienen razón. Sobra la segunda parte de mi aseveración, mas no la primera: el señor Negreira tenía competencias importantes en el Comité Técnico de Árbitros y el testigo era conocedor de primera mano de las mismas, luego mantenemos nuestra acusación de perjurio. No haré más preguntas.

—Es usted un… —Medina se calló a tiempo.

Se levantó para marcharse, pero en ese mismo instante se levantó Luisa Ramírez, la abogada del Real Madrid, y con su voz tenue, pero enormemente clara, pidió un turno más:

—Señoría, me gustaría plantear dos cuestiones más al testigo.

El juez Aguilar estaba visiblemente agotado, y tras finalizar su bostezo, hizo un gesto con la mano para que la abogada pudiera proceder.

—Gracias. Seré breve. Señor Medina, ¿tiene usted constancia de que el señor Negreira fuera contratado por la Federación Catalana de Fútbol para realizar labores de seguimiento arbitral tras cesar los pagos por parte del Fútbol Club Barcelona?

—Eso tengo entendido —respondió el sevillano.

—El testigo ha sido demandado por el desvío o el uso fraudulento de cerca de dos millones de euros de la Federación Catalana, un dinero que debía ir destinado al arbitraje.

—Esa es una demanda que proviene de una rata y yo no me rebajo a hablar de ratas.

—Le llamo a usted al orden —prorrumpió el juez Aguilar con un ademán muy serio—. No puede insultar al demandante de otro caso que aún no sabemos qué relación tiene con este.

—Disculpe, señoría. Lleva razón, además, porque denominar rata a ese sujeto sería elevar su condición a algo que no es.

En la sala se oyeron varias exclamaciones de asombro: “hala, lo que ha dicho”, “joer, qué cabrón”, “voy a comprar palomitas”, dijo un famoso tuitero.

— Le llamo al orden por última vez. Prosiga, por favor.

—Gracias —continuó la señorita Ramírez—. ¿Es usted conocedor de que en la dependencia de la Federación Catalana había documentación sobre los informes arbitrales realizados por el señor Negreira?

—No lo sé, no me consta —respondió un descolocado Medina.

—¡Protesto! —reiteró Scotto—. Es una suposición, no tiene ninguna prueba.

—Señoría —se adelantó la abogada—, tiene razón, no tengo pruebas. La sede de la Federación fue asaltada recientemente por…

—Lo supongo —terminó la frase el propio juez—, por una banda de delincuentes seguramente venidos del Este.

—Así es. No haré más preguntas, señoría.

—Siendo así, se levanta la sesión.

Medina Cantalejo salió corriendo por el lado contrario al que se encontraba el banquillo de los acusados. Ni siquiera escuchó las palabras de Negreira: “¡Luisito, Luisito”, ni las que dirigió posteriormente a su hijo:

—Solo quería que nos pusiéramos al día. Como antaño.

 

(Próximamente capítulo 3: Luis Rubiales)

 

Capítulos anteriores: Anatomía de un negreirato (Prólogo) 

Capítulos anteriores: Capítulo 1 (Los alegatos previos)

 

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Rafael Gómez de Parada
AFKAB. Artist Formerly Known As Barney. Dice que corre maratones, juega al fútbol y al baloncesto, pero todo con nivel medio, como en el inglés. Nivel alto solo para escribir y portanalizar en La Galerna. Autor de "Volver al asfalto".

17 comentarios en: Anatomía de un Negreirato: Capítulo 2

  1. Después del contenido de los comentarios de hoy la dirección de la Galerna debería decir BASTA YA, y aplicar decisiones drásticas al objeto de no convertir este foro EN UN MULADAR, ya en su día tomo la decisión de suspender la difusión de comentarios a la vista de la deriva que iban tomando los mismo aunque pagamos justos por pecadores.
    En aquellos momentos se levantó la veda transcurrido un tiempo pero con la convicción de que si se producían acciones semejante tomaría la decisión de prohibir comentarios a sus artículos y yo desde aquí y creo que muchos otros, les pido
    TOMENLA YA.

    1. "Pagan justos por pecadores". Recuérdeme cómo pagan, Gabriel, porque a nosotros no nos llega nada. No obstante, haremos lo posible. Gracias.

      1. D. Jesús el dicho "pagan justos por pecadores" no es un reproche hacia Vds, ni un castigo a los que se sientan "justos", sino rechazar la deriva que se viene observando de la lectura de los contenidos de los comentarios de ciertos intervinientes. Comentarios fuera de lugar, de lo que entiendo la Galerna no estará conforme.
        El motivo mi comentario es rechazar de igual manera los mismos y que por su parte ponga coto a los mismos previa advertencia y si continúan los mismos en el sentido de no seguir las reglas impuestas por esa dirección,que por su parte se adopte la drastica decisión de prohibir los mismo, como hace tiempo adoptaron por motivos similares.
        Aquella decisión tuvo su efecto y después de un corto periodo decidieron suspender la misma y permitirnos reanudar la exposición de nuestros comentarios
        Yo por mi parte seguiría disfrutando de las plumas de sus articulistas aceptando esa , si quieren , impopular decisión. Que todo sea por el sano fin de este extraordinario foro
        Reciban un cordial saludo de mi parte

    1. Muchas gracias, Yebrita. Lástima que los boicoteadores del foro estén por aquí. Hay tanto material del que tirar solo con lo publicado, tantas falacias soltadas alegremente que el tiempo ha demostrado falsas que me lo están dando todo hecho. ¡Hay que hacer que rule!

      1. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio...
        La historia está genialmente urdida, y es un toque cómico de la cruda realidad. Son tan patéticos como muestras aquí.

    1. ¡Muchas gracias! Pues me alegro, en eso consiste, en engancharnos a esta serie porque, si no tiramos de la ficción, esta comedia se quedará sin contar. A ver si logramos enganchar a más lectores, un saludo.

  2. El que algunos no comentemos sobre esa magnífica serie, puede que se deba a que nos tiene tan enganchados y maravillados que no se nos ocurre otra cosa sino alabanzas a su creador. Esperando ya el próximo capítulo.

    1. Muchas gracias, Alekhine. Pues en el próximo capítulo tendremos a otro de esos personajes patéticos de nuestro fútbol. No necesito ni inventar sus palabras, son grandes guionistas involuntarios. Un saludo.

  3. Estoy encantado con esta serie, pero quiero saber si cómo oigo a los culés José Plaza era o fue socio del Real Madrid. Ayer no quise discutir en una cafetería con un culé que afirmaba esto. Sé que aunque fuera verdad, en nada cambia el caso Negreira, como si hubo terrorismo o no, en nada cambia el golpe de estado que supone la amnistía que propugna Sánchez.

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Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
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