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Yo por Pepelu Mato

Yo por Pepelu Mato

Escrito por: John Falstaff1 marzo, 2024
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Yo por Pepelu Mato. Así, a lo Belén Esteban, la princesa del pueblo. Y es que Pepelu es un poco el delantero del pueblo, un poco nuestro, un poco de la familia, como ese primo lejano que nunca encuentra una ocupación estable pero siempre se las arregla para salir adelante mediante las industrias más singulares, un día el desbravado de yeguas, el siguiente la compra de ataúdes para su posterior reventa. Pepelu lleva toda la vida dando tumbos de un lugar a otro, subsistiendo y trampeando la vida a través de sus goles trabajosos, esforzados, hijos del instinto de supervivencia. Pepelu marca goles en plan jornalero, como otros pican carbón en la mina: porque de algo hay que vivir, que la vida es muy jodida y no regala nada.

Sí, ya sé que Pepelu gira en el tráfico futbolístico —y mira que ha girado— bajo el nombre de Joselu, pero en casa le llamamos Pepelu, ya digo que es de la familia. Cada vez que le veo saltar al Bernabéu, con esos ojos muy abiertos y algo desconcertados que confieren una expresión algo desvalida a su rostro, me parece ver al niño nuevo de la clase que acaba de salir al primer recreo rodeado de desconocidos, y por un momento temo que se vaya a echar a llorar. Pero en seguida empieza a correr, a pedir el balón, a fajarse con todas las defensas y con su destino mostrando los arrestos de quien no está dispuesto a perderle la cara a la vida, y se me esfuman los temores.

Pepelu marca goles en plan jornalero, como otros pican carbón en la mina: porque de algo hay que vivir, que la vida es muy jodida y no regala nada

Hay algo en el fútbol proletario de Pepelu que tiene mucho de madridismo, esa humildad orgullosa sin tiempo para revoluciones ni lucha de clases porque bastante tiene con levantarse a las cinco de la mañana para proveer a su familia un futuro mejor. De Pepelu no hemos escuchado una queja, un suspiro, ni hemos visto una mala mirada. Sólo le hemos visto apretar los dientes, ejemplificar el mejor señorío mourinhista muriendo en el campo cuando ha tenido ocasión de jugar, y también le hemos visto fallar goles, volverlo a intentar, volver a fallar, volverlo a intentar… y marcar. Marcar goles decisivos, goles que nos han dado puntos cruciales. O sea, ambición, pelea, entereza ante la adversidad, tenacidad… y triunfo. Si eso no es madridismo del bueno, que venga don Santiago y lo vea.

Joselu

Pepelu habla tres idiomas que no aprendió en las mejores academias, sino en la escuela fría y dura de la emigración. Es la traslación de la historia clásica del emigrante español de los sesenta al fútbol en livestream de las doscientas cámaras ultra high definition. Pepelu ha ido con su maleta de Alemania a España y de nuevo a Alemania, y de ahí a Inglaterra y vuelta a España y vuelta a Inglaterra y a España otra vez, siempre dispuesto a encontrar una ocupación, siempre en esa pelea áspera y noble por labrarse un porvenir a fuerza de goles y a despecho de soledades, dudas, incomprensiones y fracasos. Contratos cortos y estancias aún más cortas, sin que nunca el desánimo haya hecho mella visible en su juego de pico, pala y gol. Los habrá más artistas y más estéticos, más talentosos y más efectivos, pero no los encontraréis más admirables.

En Pepelu hemos visto ambición, pelea, entereza ante la adversidad, tenacidad… y triunfo. Si eso no es madridismo del bueno, que venga don Santiago y lo vea

A Pepelu, que siendo joven quiso pero no pudo consagrarse en el Real Madrid, el destino, a menudo tan guasón, le tenía reservada la broma perversa de darle la oportunidad soñada ya en el ocaso de su carrera, pero bajo el cruel sarcasmo de un préstamo mercantil. “¿No querías jugar en el Real Madrid? Pues hala, hazlo ahora, a tus treinta y tres años, pero de prestado, que sólo he podido colocarte a título de prueba. Ya ves, ya eres un viejo y aún no has pasado de meritorio”, parecía decirle.  Pepelu tratado como res intra commercium de dudoso valor, o acaso como objeto de copla, falsa moneda que de mano en mano va y ninguno se la queda.

Joselu

Pero Pepelu, como sospecho siempre ha hecho, miró de frente al destino y no sólo aceptó el desafío, sino que ha obrado el milagro de transustanciar ese comodato terminal y casi clandestino de puro vergonzante, en una oportunidad para alcanzar una gloria crepuscular que tal vez sea breve y tal vez sea imperfecta, pero que está bañada por esa luz de inefable belleza con que el sol nos mesmeriza justo antes de retirarse de escena.

Pepelu, así, nos recuerda que el madridismo no está hecho sólo de brillo y coronas de laurel, sino también —y puede que fundamentalmente— de trabajo, constancia e inquebrantable voluntad de éxito. Ese es el madridismo nuclear, originario, el que más conmueve nuestras fibras, el que hace vibrar a nuestro corazón. Yo veo en Pepelu a todos los desfavorecidos por la fortuna que se negaron a aceptar su suerte a fuerza de resolución, esfuerzo y hombría, la prueba pedestre y excelsa de que el madridismo más auténtico no es fruto del talento sino de una actitud ante la vida (¿qué otra cosa es el madridismo sino una actitud ante la vida?). Pepelu es un goleador de galeras que se abre paso en el campo y en la vida a pura fuerza de voluntad, sin aspavientos, sin quejarse, sin pedir permiso ni perdón, y que acaba dándonos triunfos y gloria.

Pepelu es, en fin, una bendición para el madridismo. ¿Una bendición de Hacendado? Puede, pero bendición al fin y al cabo. Así que sí, yo por Pepelu Mato.

 

Getty Images.

En el prosaico mundo real me llaman Eduardo Ruiz, pero comprenderán ustedes que con ese nombre no se va a ninguna parte, así que sigan llamándome Falstaff si tienen a bien. Por lo demás, soy un hombre recto, cabal y circunspecto. O sea, un coñazo. Y ahora, si me disculpan, tengo otras cosas que hacer.

Tweets La Galerna

Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
¡VAMOS REAL!

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