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Tous les garçons et les filles

Tous les garçons et les filles

Escrito por: Federico Garcia "Lurker"30 abril, 2019
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Tous les garçons et les filles de mon âge saben bien quién es Françoise Hardy. Todos (y todas) la hemos admirado. Todos la hemos adorado.

Françoise Hardy se preguntaba cuándo le llegaría el amor que conocían todos los chicos y chicas de su edad, cuándo brillaría el sol para ella. Y millones de chicos de su edad se morían por darle la respuesta.

Todos los de mi edad saben bien lo que es esperar año tras año, l’âme en peine, el beso de nuestra querida copa de Europa; viendo consumirse la adolescencia y la juventud sin poder abrazarla, mirando cómo otros la acariciaban y la disfrutaban, mientras nosotros apenas podíamos soñar, imaginar y recordar.

Todos los chicos y chicas de mi edad hemos hecho proyectos para el futuro, y hemos visto cómo se rompían, estrellados contra los acantilados de Liverpool el 27 de mayo de 1981 (y en París, que tan dulces recuerdos nos trae), o cómo se desvanecían entre la bruma y el frío de Eindhoven el 20 de abril de 1988, en la primavera más gris que recordamos.

El éxito del tema “Tous les garçons et les filles” se produjo en el año 1962, cuando aún estaba reciente la conquista de las cinco primeras copas de Europa, pero ya se había interrumpido la dictadura blanca. Quedaban cuatro años hasta que se consiguiera la sexta, después de la cual se abriría in horizonte terrible, un viaje comparable a la travesía de Shackleton y los suyos por la Antártida, el desierto blanco. Por eso, y porque fue durante esos interminables años cuando descubrí a Françoise Hardy, la melodía me sugiere imágenes de ilusiones rotas, de esperas largas y tristes, y me trae un dulce sabor de melancolía, y como el dulzor pegajoso de la fruta podrida, que se estropeó sin provecho para nadie.

Y sin embargo, aquellos años fueron mucho más que la impotencia y la frustración por no alcanzar el premio gordo. En aquellos años se forjó nuestro carácter, aprendimos a esperar esforzándonos, a pelear por lo menor si no podíamos conseguir lo mayor, pero sin renunciar a esto último; fueron años de valorar lo que teníamos y disfrutar de ello: de Velázquez y Zoco a Benito, Santillana y Stielike, de Miguel Ángel, Camacho y Gordillo a Gallego, Hugo  Sánchez y Butragueño; años de ganar mucho en España y perder mucho en Europa, de sentirnos como el señor bajito de barba recia y maleta de cartón atada con una cuerda que atraviesa los Pirineos acomplejado, canturreando “el emigrante” de Juanito Valderrama.

 

En aquellos años se forjó nuestro carácter, aprendimos a esperar esforzándonos, a pelear por lo menor si no podíamos conseguir lo mayor, pero sin renunciar a esto último

 

Poco podíamos frente a los ingleses, alemanes y holandeses de entonces, muchachotes rubios, altos, técnicos y con unos nombres impronunciables: ¿cómo íbamos a ganar a unos tipos que se llamaban Klaus Augenthaler o Karl Heinz Rummenigge, ¿qué podíamos hacer frente a Kevin Keegan o a Horst Hrubesch? También los italianos se nos subieron a las barbas (y nos las raparon), pese a que sus nombres sonaban familiares y un poco infantiles; pero Maldini, Baresi y Donadoni demostraron estar fuera de nuestro alcance.

 

 

Tous les garçons et les filles de mon âge hemos hecho a pie la travesía por esa Antártida, tarareando a Juanito Valderrama, a Françoise Hardy o a Little Richard, se nos han congelado los dedos de los pies y hemos estado al borde del abandono, pero nunca perdimos la fe. Como los hombres del Endurance (¡qué bien supo elegir Ernest Shackleton un nombre para su barco!), aguantamos lo inimaginable, perseveramos como iluminados más allá de toda esperanza razonable, y ¿saben una cosa? lo volveríamos a hacer.

Estuvimos 32 años a pan y agua, y así nos hicimos merecedores de los años de vino y rosas que siguieron. Durante tres decenios cantábamos “mes jours comme mes nuits sont en tous points pareils, sans joies et pleins d’ennuis, personne ne murmure ‘je t’aime’ à mon oreille”, y así estábamos entrenados para cantar “we are the champions” cuando pudimos hacerlo.

Que nadie se engañe: no hubo en esos años espacio para la autocompasión ni para lamernos las heridas; si al cabo de ellos fuimos capaces de volver a vencer no fue porque ninguna deidad blandengue se apiadara de nuestras lágrimas, que nunca vertimos. A lo largo de esos 32 años no reclamamos ninguna copa que nadie nos debiera; las que perdimos las ganaron otros en buena ley. Si conseguimos emerger y recuperar el trono fue porque seguimos peleando año tras año, porque nos levantamos cuando caímos y nos volvimos a alzar cuando volvimos a caer. Habría, quién lo duda, desfallecimientos y tentaciones de abandonar, de conformarnos con ser un equipo doméstico, un líder local, pero las superamos a base de esfuerzo, de voluntad, de fe y de tesón, y así esquivamos el triste destino de aquellos que no se atrevieron a conseguirlo todo.

 

Si conseguimos emerger y recuperar el trono fue porque seguimos peleando año tras año, porque nos levantamos cuando caímos y nos volvimos a alzar cuando volvimos a caer.

 

Hoy quedan muy lejanos aquellos tiempos de sequía y frustración, aquella adolescencia y aquella juventud que nuestra nostalgia embellece. Ya no parece que haya que esperar treinta años para volver a levantar una copa de Europa o para oír “je t’aime” susurrado al oído. No sacamos un disco microsurco de su funda y lo ponemos en el tocadiscos a 33 o a 45 rpm, sino que escuchamos a Françoise Hardy por youtube. Las formas han cambiado, el envoltorio es otro, pero lo esencial permanece: el Real Madrid es eterno, con triunfos o sin ellos, y Françoise Hardy me sigue emocionando.

Y a fin de cuentas, con años de risas y años de llanto, mi balance es claro y simple: Je ne regrette rien.

Que no lo decía la dulce Françoise, sino la frágil Piaf. Pero ésa es otra historia.

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Yo en el siglo me llamaba Dionisio, como todo el mundo. Fue al abrazar la fe madridista y profesar en la orden de los hermanos galernautas, cuando adopté el nombre de Federico García Lurker. Me gusta ver el fútbol en el bar. Sobre todo, los días de partido.

8 comentarios en: Tous les garçons et les filles

  1. Tienes razón, tras esa peregrinación por el hielo mis primeras lágrimas madridistas fueron en los últimos minutos de la séptima, cuando ya se veía que llegaba. Llorando me encontró mi mujer cuando vino al salón a felicitarme. Ese si que fue un equipo que me dió ganas de llorar y no lo que hemos padecido este año. Por eso no suelo participar en duelos, reclamo de agravios o denuncias de expolio. Si no se puede ganar pues se vuelve a esperar hasta que se pueda, las expectativas que tenía para el resto de mi vida se superaron con la décima. ¿De qué pelotas puedo quejarme?

  2. lo importante de caer, no es como caes,sino como te levantas........... y en eso tiramos de orgullo,toda esa travesia en la blanca antartida,y llevas razon,,,,,,,,,,,,NUNCA,NUNCA reclamamos ese ridiculo,,, nos debe una.PARIS 27 de Mayo 1981............. si EL GRAN CAPITAN,Camacho llega a meter la que tuvo y se fue por poco por encima...........la travesia de la antartida habria sido mas ligera.HALA MADRID GALERNAUTAS S IEMPRE .HALA MADRID¡¡¡¡¡¡

  3. François Hardy, Ernest Shackleton y el Real Madrid en un mismo artículo. Imbattable, o como se diga, que el francés no es lo mío. Entre lo poco que escucho hoy de la música en ese idioma está la cantante ZAZ, que de modo inmediato asocio a Zinedine and Zidane, o Zizou and Zascas a la prensa. Y creo que esta parte de la canción Je Veux simboliza también parte de nuestro pensamiento actual, al menos de nuestros anhelos:
    je veux d´l´amour, d´la joie, de la benne humeur,
    ce n´est pas votre argent qui f´ra mon bonheur
    moi j´veux crever la main sur le coer,
    allons ansemble découvrir ma leberté
    oubliez donc tout vos chichés bienvenue dans ma réalité

  4. Qué estético y qué fácil de leer. Tus artículos son para disfrutar.
    Sólo un apunte, que ya he repetido varias veces: me niego a ningunear dos copas de la UEFA ganadas en un tiempo cuando la mayoría de los que la jugaban hoy estarían disputando Champions, mientras en la Copa de Europa a veces participaban los "Leicesters" de turno, dejando a los favoritos de sus ligas en la UEFA pero reforzados para que no les volvieran a sorprender. Aquello no era la Europa League.

  5. Sigo enamorado de Françoise Hardy. Cuando he visto la foto que encabeza el artículo, he sentido el leve estremecimiento de quien recuerda una antigua pasión.
    Yo escuchaba de niño "Tous les garçons et les filles" porque mis hermanos mayores la escuchaban. Era la época de los guateques.
    En los años ochenta, cuando ya pude, me compré una reedición del disco con otros "grandes éxitos" de Françoise. La foto de portada nos muestra a una mujer madura, pero que sigue siendo una belleza. Conservo el LP entre mi colección de vetustos vinilos.
    Nunca se me habría ocurrido relacionarla con el RM, pero me parece una revelación luminosa. Durante esa larga travesía por el desierto europeo, en la que cualquier equipo alemán, holandés o del norte de Italia, nos parecía tan inaccesible como subir al Himalaya, hubo una excepción en la que pareció posible. Fue la final que jugamos en París contra el Liverpool y perdimos por uno a cero, por un gol que nos marcaron a seis minutos del final. Estuvimos tan cerca, que quedarnos así, con la miel en los labios, fue tan doloroso como comprender que Françoise nunca nos iba a susurrar al oido.
    Aquella Copa de Europa que "nos debe el fútbol" fue para el Liverpool, que hace un año se quedó sin la Champions a pies de Bale y Benzema. Pues bien, quiero que esa copa que el fútbol le debe al Liverpool, y la que el fútbol nos debe a nosotros, se la cobre este año el equipo de Kloop y que haga felices de una sola tacada a los reds y a los merengues.
    En estos tiempos, para nosotros ganar la Copa de Europa ha sido tan accesible como es ahora para cualquier turista subir al Himalaya. Tanto es así que ha habido que limitar el acceso, para que no llenen la cumbre de desperdicios.
    Espero que el Liverpool limite el acceso a la cumbre de la Champions a determinados turistas indeseables.
    Saludos y enhorabuena por el artículo.

  6. Uno continúa pensando que las tendencias e influjos políticos tienen mucho que ver con lo que lleva pasando desde hace bastantes años en esto del fútbol español.

    Dicho lo cual, me parece muy bien que no se entre un una dinámica de victimismo y que los que tienen que cortar el bacalao, jugadores, entrenadores y directivos, en todas las categorías y secciones, se arremanguen y estén por lo que han de estar. ¡ Qué son unos privilegiados !.

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