Koeman, el VAR y el Valencia

“Para mí, no es penalti. Ojalá me puedan explicar el tema del VAR en España. Llevamos cinco jornadas y solo el VAR ha entrado en contra del Barça. ¿Por qué sólo el VAR en nuestra contra?”.

Estas palabras no fueron pronunciadas por un socio del F. C. Barcelona al calor del amor en un bar, sino por el entrenador del equipo azulgrana, Ronald Koeman, tras finalizar el Clásico del pasado 24 de octubre entre el conjunto blaugrana y el Real Madrid que concluyó con victoria madridista por 1-3; gol de pena máxima incluido convertida por Ramos tras un agarrón monumental al propio Sergio de Lenglet a la salida de un córner. Penalti sorprendente no porque no lo fuera, que lo era y clarísimo, sino porque tan solo unos meses antes, en el anterior duelo en el Camp Nou, Varane fue objeto de dos penaltis memorables que Hernández Hernández decidió ignorar completamente, sin ni siquiera consultar el VAR. De aquello, Koeman no habló, del mismo modo que no se ha hablado nunca de los despropósitos arbitrales que el Madrid ha vivido visita tras visita durante la última década al feudo de su eterno rival. Eso parece no contar.

El relato del entrenador holandés —que quedó impune por parte del Comité de Competición— caló. Desde entonces, el Madrid es el equipo de Primera División al que le han pitado más penas máximas en contra (7) sin que en el área rival suceda nada punible. Ni siquiera mereció ser sancionado como penalti un tirón de pelos de párvulos de Laguardia a Marcelo en el partido que el plantel de Zidane perdió en Valdebebas ante el Alavés por 1-2, por citar una de las jugadas que se han venido sucediendo desde que Koeman señalase al VAR como el delantero que más daño hacía a su equipo.

Pero todo comenzó en Mestalla dos semanas después de la queja sin castigo de Koeman. El inicio del Var al gusto del Barcelona —y del antimadridismo por extensión— empezó aquella tarde.

En poco más de 90 minutos, al Madrid le pitaron 3 penaltis en contra; se mandó repetir el primero de ellos que Carlos Soler había fallado o Courtois parado y, por si faltaba algo, Varane se marcó en propia puerta un gol que vino precedido de una falta bastante clara a Asensio en el centro del campo (otra cosa es que Asensio olvidase el abecé del fútbol que dice que no debes quedarte parado hasta que el árbitro no pita). De los tres castigos máximos señalados por Gil Manzano, el segundo —provocado supuestamente por Marcelo— no lo fue, y en el gol que supuso el 2-1, el de Varane, debió señalar falta previa. Por si fuera poco, en el tercer penalti señalado a Ramos, hubo mano previa del atacante valencianista, tal y como demostraron las imágenes sospechosamente aparecidas 48 horas después de los hechos.

¿Se imagina alguien que toda esta secuencia de hechos hubiera sido al revés? Es sencillamente inimaginable. ¿Tres penaltis en contra, uno de ellos repetido y un gol más precedido de una falta en un partido ante el mismo Valencia, el Sevilla, el Atlético o el Barcelona de Koeman? El escándalo hubiera sido mundial. Piqué necesitaría del concurso de Ibai Llanos y hasta de El Rubius para clamar sobre su particular visión de la vida y el Madrid; Koeman pediría empalmar dos o tres ruedas de prensa de larga duración para decir lo que viene manifestando desde que se sentó en el banquillo culé (con total indiferencia de los comités sancionadores) y las redes sociales colapsarían ante el bufido antimadridista. Todo ello, sin contar con las portadas de los periódicos y las aperturas en telediarios.

La piedra que tiró Koeman, sin duda, dio sus frutos. Son las reglas de este juego, pero conviene recordar que este fin de semana el Valencia juega en Madrid la vuelta de aquella jornada tan extraña en la que pasó de todo y todo en contra. Cosas de la vida, supongo.

Fotografías: Getty Images.