Yo iba a escribir un artículo sobre Jovic. Sobre su golazo y su sonrisa y los abrazos de sus compañeros y la alegría en sus caras y el contento de todos nosotros. Pero se nos ha muerto Gistau. Se nos están muriendo pedazos de vida que parecían estar fijados aún por un buen tiempo. Recuerdo cuando se nos murió Dolores O’ Riordan, tan joven o tan como nosotros, como Gistau, y de repente se me echaron encima, como una bandada de murciélagos, todas esas canciones que de pronto eran tan difíciles de escuchar. De pronto todo era la mudez y la imagen del rictus pálido y frío de ese bello y anodadante cadáver.
Yo escribo artículos por Gistau. No puedo creer que estoy escribiendo de él porque ha muerto. Aquellas columnas en La Razón, cuya foto parecía la de la primera ficha policial de un joven grunge de Seattle, hicieron resurgir en mí brasas bajo las cenizas. Yo tenía veintipocos y algunas querencias literarias, más bien poéticas, que se solidificaron en las columnas de Gistau. Era posible tener veintimuchos y escribir columnas en los periódicos y hablar en ellas de literatura y de cine y del Madrid o de boxeo, al mismo tiempo que se hablaba del Gobierno de Aznar y de Los Soprano. De Rociíto. De William Munny.
Un columnista bueno es el que construye al lector, como un escenógrafo, el ambiente de su vida en cuatrocientas palabras. En eso Gistau era el mejor, el primero. Mis padres compraban La Razón desde el principio porque la había fundado Ansón. Y allí apareció él. No me lo perdía nunca. Con los años fui leyéndole algo menos, un poco como (o igual que), por ejemplo, fui dejando de escuchar a U2, o al menos a sentirlos como cuando con quince años se me ponían los pelos de punta al escuchar Sunday Bloody Sunday. Supongo que es por la edad. Hay cosas emocionantes que poco a poco empiezan a perder su emoción, su juventud o la juventud que las encumbró en el interior de cada uno.
Pero Gistau era imbatible. Era el Papa, como Hemingway, de los jóvenes columnistas. Podías volver a él después de un tiempo y decirte siempre: “Por qué no vendré más”. Era (era, joder, joder y joder) un escritor estupendo. Fundacional, sujeto de admiraciones profundas y discretas y sinceras. Yo quise ser Gistau durante algunos años igual que antes quise ser Bono y llevar el pelo como en el Unforgettable Fire. A Gistau le he leído durante casi veinticinco años como para quererlo un poco, o un mucho, tal y como me estoy dando cuenta ahora que no puedo creer que ya no vaya a escribir más.
Gistau era madridista y en La Galerna hablamos del Madrid y de los madridistas. Había que escribir hoy sobre él porque era importante y señero, y porque el río donde nos refrescamos y del que aquí bebemos es el mismo río en el que se refrescaba y en el que él bebía, incluso mucho más arriba, cerca del manantial. El río de la vida en cuyos márgenes pescamos y en el que vamos desapareciendo, algunas veces demasiado pronto.
En estos últimos veinte años, David Gistau nos ha contado su vida (nos ha hablado del amor y de su mujer y de sus hijos y de sus padres y de sus amigos y de su niñez y de su madurez), que era la nuestra, a través de la actualidad. Todo lo que le gustaba a Gistau nos gustaba. O nos gustaba porque le gustaba a Gistau. Era un gran vendedor. Un magnífico vendedor de lecturas y de pasajes y de culturetas diversas, y un hermoso espejo para mirarte con palabras precisas y graciosas y bonitas.
David Gistau tenía miedo ahora, a las puertas de los cincuenta que no llegó a cumplir, de faltarle demasiado pronto a sus hijos, que es el mismo miedo que a mí me hace temblar y llorar algunas noches oscuras desde que me convertí en padre. Como si hasta los miedos te vendiese, entre otras cosas porque todo lo que vendía era tuyo, era común, era vendible, y te lo entregaba tal cual era, en su forma inconfundible, pero increíble y sutilmente embellecido y revalorizado. Cuánta tristeza. Hace un momento he leído su última columna y se me han echado encima, como las canciones de Dolores, bandadas de murciélagos de artículos que no podré volver a leer en un tiempo, por lo menos hasta que empiece a crecer la hierba en el sitio donde él pescaba.
Bonito homenaje. DEP
SIMPLEMENTE PRECIOSO.
HALA MADRID!!!!!
Precioso homenaje. Me gustaba mucho cómo escribía y también su madridismo incluso cuando discrepaba y sentía que nos regañaba...además me caía bien.
DEP
Brutal la despedida de usted D. Mario. Como madridista sólo puedo reproducir lo que he oído a D. Federico esta mañana, rememorando a D. Jorge Manrique : " Dejonos harto consuelo su memoria"
Saludos blancos, castellanos y comuneros
Joder, recuerdo esa etapa de La Razón con Gistau y Alvite, que también se nos fue por la puta parca. La vida a veces no es justa
Precioso homenaje Mario. Cada vez tengo más la sensación que se nos van los mejores.
Bonito homenaje. DEP
Excelente homenaje a un gran periodista. D. E. P.
Además de sus gigantescos méritos como periodista, Gistau fue parte de alguna forma de aquella sublevación periodística/twitera contra cierto establishment que había lanzado su fatwa contra Mourinho, Florentino y el Madrid. Entre los miembros de aquella yihad twitera hubo junto a David destacados miembros del gremio periodístico como Jabois, Bustos o Hughes, más otros madridistas más o menos anónimos, algunos de los cuales hoy leemos en La Galerna.
David era el mejor, siempre le recordaremos como a Alcántara D.E.P. El que parecia inmortal con ese aspecto de oso grande y tierno
Magnífico artículo sobre un inigualable columnista y sólido madridista. DEP. Lo echaremos mucho de menos.
Ya lo han comentado los compañeros . Pocos calificativos cabe añadir. Dentro de la profunda pena que acompaña a sus seres más cercanos; el poder saber que tuvieron la enorme fortuna de relacionarse con él, debería reconfortarles relativamente.
Gracias Mario.
D.E.P. David Gistau.
Precioso homenaje el de don Mario.
Me permito recomendar el último artículo de Gistau, que recuperan hoy en el Mundo.
En ese artículo, divertidísimo, también hay una mención al Real Madrid.
Saludos.
Escribe hace un rato Jabois en El País que Gistau le sugirió cambiar el “soy belleza” por “soy galerna” en el himno de la décima. Esto hay que moverlo.
Yo también lo he leído y secundo la moción. Precioso homenaje de Jabois, como el de Mario, como las sentidas palabras de Rubén Amón esta mañana en Onda Cero. Una pena, D.E.P.
Gistau y Jabois. ¡Que suerte tenemos los madrisdistas! (y en sí cualquier amante del periodismo y la literatura). Por cierto, si bien será conocido por gran parte de los lectores de "La Galerna", no dejen de leer "Grupo Salvaje" de Jabois.
Gracias Gistau y "La Galerna" por este homenaje.
Que pena.
Le seguía, no en profundidad. Me gustaba lo que oía. Por circunstancias, hace dos meses que no le escuchaba. No sabía nada de su enfermedad. Cuando vì la noticia. Bufff.
D.E.P. y un abrazo fuerte a su familia que le van a echar mucho de menos.