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El retorno del rey

El retorno del rey

Escrito por: Alberto Cosín13 diciembre, 2016
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El Real Madrid ya está en Japón con el objetivo de regresar con una nueva copa para sus repletas vitrinas, la del Mundial de Clubes de la FIFA. Sería la segunda de esta competición tras la lograda hace dos años en Marruecos, aunque del antecedente de este torneo, la Copa Intercontinental, tiene tres trofeos, los conquistados en 1960, 1998 y 2002.

El Real Madrid fue además el encargado de inaugurar la Copa Intercontinental en un duelo contra Peñarol. La UEFA y la CONMEBOL se pusieron de acuerdo con sus secretarios generales al frente, Delauney en la Europea y de Freitas en la Sudamericana para retar a los campeones de sus torneos en una doble eliminatoria a partir de 1960. Los merengues habían arrasado al Eintracht de Frankfurt en la mejor final de Copa de Europa de la historia y los carboneros, por su parte, derrotaron en la final de la Libertadores a Olimpia de Asunción.

La ida se celebró en Montevideo un 3 de julio en un Centenario embarrado por las lluvias. El estado del terreno de juego no favoreció al Madrid, que sufrió para mantener a cero su marco. El argentino Rogelio Domínguez cuajó una actuación soberbia y fue clave para mantener el empate sin goles, que daba un gran favoritismo a los madrileños para la vuelta.

Dos meses más tarde, en septiembre, los manyas visitaron la capital española, donde fueron enormemente agasajados. Se fueron de compras, visitaron Chicote y les llevaron a contemplar una corrida de toros en Las Ventas. Sin embargo, en los genes uruguayos va a competir al máximo siempre y así lo hicieron cuando saltaron al coliseo blanco. Pero enfrente estaba el plantel dirigido por Muñoz, en un año extraordinario con todas las figuras en perfecta forma. A los Santamaría, Gento, Di Stéfano o Puskas se iba a sumar un protagonista inesperado: Chus Herrera. Hijo de Herrerita, gran interior del Oviedo de antes de la Guerra y sobrino de Chus Alonso, exjugador blanco en los 40, el extremo, que falleció joven a los 24 años en 1962 por un cáncer, realizaría un partido soberbio ante Peñarol.

La táctica aurinegra fue detener la velocidad de Gento descuidando el carril diestro, lo que aprovechó Herrera. El vendaval de juego blanco no tardó en iniciarse y a los tres minutos Puskas, tras servicio de Del Sol, hace el primero. No se habían sentado muchos aficionados aún cuando Di Stéfano desvía un tiro de Puskas para marcar el segundo. El magiar en el minuto 10 firma el tercero con un fenomenal tiro libre y el cuarto lleva la rúbrica de Herrera al aprovechar un fallo de la zaga visitante. En el quinto el protagonista fue Gento, que se escapó de la vigilancia a la que estaba sometido e hizo bueno un pase en largo de Puskas para fusilar a Maidana. El tanto del honor de Peñarol lo anotó el potente ariete ecuatoriano Alberto Spencer. De esta forma el Madrid se proclamaba de forma oficial como el mejor equipo del mundo y Zárraga recogía el trofeo rodeado por la muchedumbre que había invadido el césped.

Tuvieron que pasar 38 años para que el conjunto blanco volviese a cosechar otra Intercontinental. El sistema de competición era distinto y se jugaba un único partido en terreno neutral con Japón como sede. Seis meses antes los merengues levantaron la 7ª en Ámsterdam y en Sudamérica Vasco de Gama se impuso al Barcelona ecuatoriano. En el estadio Nacional de Tokio el 1 de diciembre Raúl impresionó al mundo del fútbol con un regate para la historia llamado el ‘aguanís’. El equipo dirigido por el neerlandés Hiddink no atravesaba un buen momento distanciado de la cabeza en la Liga y con algún problema interno (Iván Campo y Seedorf llegaron a las manos unos días antes).

Pero el equipo sacó su carácter y obtuvo el triunfo por 2-1 en un partido de alternativas. Los brasileños que practicaban un juego muy europeo contaban con Juninho Pernambucano, Felipe o el veterano zaguero Galvão como jugadores más reconocidos. Fue Roberto Carlos el que abrió la lata con la colaboración del defensa Nasa que desvió a las mallas con la cabeza un disparo del lateral izquierdo. El Madrid que jugó con defensa de tres centrales (Sanz, Hierro y Sanchís) repelía los intentos regatistas hasta que un zambombazo de Juninho entró por la escuadra de Illgner en el minuto 57. El gol dio un impulso a los brasileños que estaban mejor hasta que apareció Raúl. En el 83 Seedorf vio el desmarque del punta y le puso un balón en largo perfecto. El 7 la pinchó, vio que llegaba Vitor y le hizo un ‘dribbling’ manteniendo el balón pegado a su bota en un escorzo hacia la izquierda, en ese momento pensó en disparar pero Odvan apareció en la cobertura para comerse otro amago del delantero blanco que ya con Germano medio caído le pegó con la diestra para anotar un gol mítico. Fernando Sanz sacó bajó palos el esférico en los instantes finales y el Madrid “volvió al lugar en que lo llevaron Di Stéfano y Gento” en palabras de Roberto Carlos.

Tras la decepción del año 2000, donde se perdió con Boca, en 2002 el cuadro merengue aterrizó en Yokohama para volver a ser el mejor equipo del mundo. Era el Madrid de los ‘Galácticos’, que en mayo doblegó con angustia al Bayer Leverkusen en Glasgow en el día de la volea de Zidane. A una plantilla extraordinaria le faltaba la guinda que se produjo el último día del mercado en forma de fichaje fantástico: Ronaldo Nazario, recuperado de su lesión de rodilla y héroe brasileño en el Mundial de Japón y Corea del Sur. Enfrente estaba el Olimpia de Asunción que había vencido en la final de la Libertadores al São Caetano pero que hincaría la rodilla en la ciudad nipona.

Figo con un partido excelente y Ronaldo lideraron al Real Madrid en la victoria por 2-0 ante unos guaraníes que jamás se rindieron y pudieron marcar en alguna ocasión. Los pupilos de Del Bosque salieron al campo con el gol entre ceja y ceja y este llegó en el minuto 14 por mediación del ‘Fenómeno’ que en su estadio mágico (la final del Mundial fue allí) batió por bajo a Tavarelli. El marcador pese a las oportunidades se mantuvo inalterable hasta las postrimerías del choque cuando Guti que había sustituido al delantero carioca remató con la testa un perfecto centro de Figo desde la diestra. El Madrid levantaba su tercera Intercontinental y ponía el broche de oro a su Centenario.

El primer Mundialito de Clubes en el palmarés de la entidad de Chamartín tuvo lugar hace dos años en Marruecos. La ‘Décima’ había caído en Lisboa y tras vencer también en la Copa del Rey y la Supercopa de Europa solo restaba este torneo para coleccionar un magnífico póker de entorchados. La competición en sistema de partido único reúne a los campeones de África, Asia, Centroamérica, Sudamérica, Europa, Oceanía y al campeón de la Liga local. Los dos vencedores de la Champions y la Libertadores entran directamente en semifinales donde se ven las caras con los ganadores de las eliminatorias de cuartos.

El Real Madrid tuvo como primer rival a los mexicanos de Cruz Azul en Marrakech que recibieron un castigo de 0-4. Sergio Ramos anotó el primer tanto de cabeza a la salida de una falta botada por Kroos y Benzema aumentó distancias antes de que Torrado errase un penalti para los aztecas que paró Casillas. En la segunda mitad Bale e Isco certificaron el pase a la final para los chicos entrenados por Carlo Ancelotti.

Por el otro lado del cuadro San Lorenzo sufrió para ganar los neozelandeses de Auckland City en la prórroga. La contienda por el título se celebró el 20 de diciembre en Marrakech con casi 40.000 almas en las gradas del campo marroquí. El único cambio en el once del técnico italiano fue la inclusión de James Rodríguez en lugar de Illarramendi. La dureza y continuas interrupciones del juego por parte de los cuervos impidieron la fluidez blanca que de nuevo anotó su primer tanto en jugada a pelota parada. Y el protagonista fue el mismo que en Lisboa y ante Cruz Azul, Sergio Ramos. El de Camas en un córner introdujo el cuero en la red al rematar solo en el área pequeña. Al poco de iniciarse la segunda mitad el galés Bale superó a Torrico en un grave fallo del arquero argentino y el Real Madrid volvió a reinar en el mundo futbolístico.

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Apasionado del balompié, me hubiese gustado ver en directo a las figuras de los años 30, 40 y 50. Gato y madridista, en mi primera visita al Santiago Bernabéu pude contemplar a Diego Armando Maradona.

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