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El Real Madrid de Jorge Valdano (1ª parte)

El Real Madrid de Jorge Valdano (1ª parte)

Escrito por: Javier Roldán9 junio, 2019
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“¿Entonces, quién puede ser un entrenador ideal para el Real Madrid?”, preguntó Mendoza.

“Indiscutiblemente, yo”, contestó un Valdano que para finales de los ochenta hacía pinitos en el filial madridista.

“Pues vete, consigue experiencia y, si me la demuestras, esta casa te estará abierta”, concluyó el presidente.

Un lustro después, es probable que cuando el entrenador argentino dijo aquello de "espero devolverle algún día al Madrid todo lo que le he quitado" oliese que llegaba su momento. La declaración se dio tras la sonrojante derrota de los blancos contra su Tenerife en cuartos de Copa. "Un 0-3 es suficiente. Esto es el Bernabéu y era una ocasión para hacer historia", zanjó para la prensa.

Al reciente mérito cosechado por Valdano se sumaba la mala situación que Benito Floro vivía en el club capitalino para febrero del 94. Para aquellas, Jorge ya había rechazado dirigir a los merengues en 1992 cuando, tras arrebatarle la primera de las dos Ligas, un Ramón Mendoza a quien en esta ocasión le bastaron ocho partidos de experiencia, quiso que rescindiese su contrato con los isleños para tomar el puesto que dejaría Radomir Antic. “Me hizo una oferta en la que me brindaba amplísimos poderes. Pero la rechacé”, confesó Jorge en el libro Sueños de fútbol. El entonces novel técnico, dejándose llevar por la ilusión de la propuesta de uno de los clubes de su vida, pudo haberse reunido con Javier Pérez para negociar una salida, injusta pero en cierto modo lógica, hacia la capital. Pero no lo hizo. “Me quedo en Tenerife y, además, me quedo a gusto; aplazo la posibilidad de llegar al Real Madrid”.

El tiempo premió su decisión, otorgándole victorias tan prestigiosas e históricas como difíciles de digerir sentimentalmente para alguien como él. Ahora, a un tiempo iban finalizando la temporada 93/94 y el contrato que vinculaba a Jorge Valdano con el CD Tenerife. El aplazamiento llegaba a su fin, esperaba la casa blanca.

 

La llegada

Con cuatro victorias consecutivas en Liga a partir de la citada caída en Copa del Rey, Floro parecía recuperado. Pero el juicio en torno a los resultados es peligroso, e igual sirve para justificar que para condenar. Un empate nuevamente contra el Tenerife, un 0-1 como local en la ida de cuartos de la Recopa contra el PSG y la trágicamente recordada derrota contra el Lleida en la que el entrenador perdió los estribos en el vestuario, precipitaron su rescisión contractual. Del Bosque tomaría las riendas del equipo lo que restaba de temporada, pero aquella misma noche del 6 de febrero ya sonaron los posibles relevos a medio plazo.

El primero de la lista pareció ser precisamente Artur Jorge, entrenador en alza que dirigía al PSG de Ginola y Weah y había ganado a los blancos dos años seguidos, pero las negociaciones no llegaron a buen puerto. Y ahí entraron en juego las dos alternativas asequibles, de similar propuesta futbolística y parecida relación anterior con el Real Madrid. Y es que, como Valdano, su admirado Pacho Maturana había estado cerca de ser nombrado entrenador madridista poco tiempo atrás, llegando incluso a firmar en 1991 tras la salida de Di Stéfano. En este caso, solo el buen hacer del relevo supuestamente circunstancial, Antic, impidió que el contrato del colombiano se hiciese efectivo.

Tras las negociaciones, la balanza se volcó hacia el lado del argentino. Para abril de 1994, Jorge Valdano sería anunciado como nuevo entrenador madridista por los dos siguientes cursos. Del Bosque volvía a las inferiores habiendo posicionado al equipo en UEFA, dejando su opinión para la revista Don balón sobre su sucesor inmediato: “Valdano encaja con mi idea del entrenador ideal del Madrid, ya que da buena imagen, es un gran chaval y tiene condiciones”. Y es que al de Las Parejas le llegaba la alternativa con solo 38 años.

 

La propuesta

Tras prometer "trabajo y esfuerzo" y asegurar que no se permitiría aburrirse, Valdano dejó claro que con su confianza en la dupla que formaba con Cappa, el Madrid apostaba por el balón. "Mi estilo está claro. Mi idea puede fracasar, pero seguro que no cambiará". Con palabras como "estilo" o "idea" el técnico trataba de englobar un fútbol ordenado atrás, solidario e intenso en la presión, valiente y calmado en la elaboración, ingenioso y libre en la creación, vertiginoso e incisivo en el ataque.

Para mediados de los noventa, Benito Floro era considerado "el pequeño Sacchi" por ser, en cierto modo, un seguidor de varias de las ideas del revolucionario italiano. Y a medio camino entre la admiración y la crítica, Valdano escribió en sus Cuadernos cosas así del juego de Sacchi: Si al fútbol se jugara con robots, Sacchi nos ganaría a todos. La dictadura del movimiento de Arrigo Sacchi hace de la Selección italiana un equipo simétrico que juega a un alto voltaje. Parece más ambicioso cuando no tiene el balón que cuando lo recupera; en cualquier parte del campo te aplastan con una presión insoportable que requiere de una fuerte inversión de energía física y mental (…) Si Baggio formara parte de ese equipo seguramente no sería feliz, como no lo sería Del Piero, que ayer aguantó en el campo medio tiempo haciendo tareas que no siente y tampoco sabe cumplir (…) Si no es fácil jugar (disfrutando) en un equipo de Sacchi, menos fácil aún es jugar en un equipo rival.

Con Arrigo como bandera, en la última década del siglo XX el fútbol europeo entraba en un tacticismo cada vez más radical. Con este nuevo paradigma, los entrenadores y las tácticas pasaban a ser lo más importante, limitándose el talento de los futbolistas creativos por las rígidas consignas grupales. Para los técnicos modernos, los equipos habrían de funcionar mecánicamente, como máquinas bien engrasada. La alta competitividad que fueron adquiriendo clubes europeos como el propio AC Milan hicieron que el fútbol sudamericano se contagiase de ello, llegando a Brasil entrenadores como Lazaroni o Parreira, o luego Passarella a Argentina. Pero un purista de la esencia nacional de La nuestra como Jorge Valdano, insistió en su negativa a pasar por ese aro: "No hay que olvidar que el fútbol es de los futbolistas". El buen fútbol existe, y la materia prima son los buenos jugadores, anotó en su Cuaderno europeo.

En el equipo de Floro el técnico argentino había detectado varios de los problemas que, según su manera de pensar, ningún equipo que aspirase a la gloria podía permitirse. Exceso de táctica y balón largo, cierta cobardía en la propuesta, precipitación, descontrol de los partidos o falta de relación creativa entre los futbolistas. "Al fútbol se juega bien o se juega mal", había dicho Menotti y repetido su discípulo en muchas ocasiones. Y para Jorge, jugar de ese modo no era hacer buen fútbol, ni por tanto un fútbol efectivo. Y es que lejos de lo que pudiese parecer al escuchar su verbo o leer su pluma, Jorge no era solo un romántico defensor de la estética, sino que creía en su filosofía como la más práctica. Sabía que los tiempos cambiaban y que los equipos se tenían que ir adaptando para competir, pero su única premisa era dar prioridad al talento natural. La suya era una fe inquebrantable en el genio como camino adecuado hacia la victoria. El sistema y la presión sofocan la creatividad: solo queda confiar en la capacidad de supervivencia del instinto para escapar a esa trampa. Escribió. Por fortuna, la ausencia de títulos importantes los años previos a su llegada a Madrid estaba de parte de su teoría.

 

La planificación

El Real Madrid acabó cuarto en Liga y varios de los jugadores supuestamente determinantes rindieron muy por debajo de lo esperado. A su llegada, Valdano declaró que la renovación de la plantilla era absolutamente necesaria. "Mi objetivo es apuntalar de mitad de campo hacia delante, y apostar por la creatividad".

La importancia de los fichajes extranjeros antes de la Ley Bosman era capital, por lo que estos no tardaron en ser señalados. Reuniéndose con ellos personalmente, el entrenador descartó a un mermado e individualista Prosinecki, que aceptó la decisión y partió para Oviedo, confió en el infrautilizado Dubovsky y comunicó que no contaba con él a un Zamorano que había bajado alarmantemente a 11 goles las cifras ligueras que lo trajeron al Madrid para hacer olvidar a Hugo Sánchez.

"Yo estaba empeñado en traer a Cantona, lo que dejaba fuera a Zamorano, quien no quiso irse. Dijo que se iba a quedar a ganarse el puesto", recordó el segundo entrenador Ángel Cappa recientemente para la revista Jot Down. Y así fue, la reunión con el por aquel entonces mejor jugador de la Premier, Eric Cantona, llevada a cabo el 14 de mayo, no fructificó. El plan B era Rubén Sosa, que a mediados de junio pareció prácticamente hecho pero que finalmente tampoco aterrizó en España. En un club que llevaba cuatro años sin ganar, la ruptura de las distintas negociaciones tenía denominador común: incapacidad económica. Así que, dadas las circunstancias, el descartado Zamorano acabó teniendo su oportunidad.

En un reportaje para Real Madrid TV, Iván relató su situación: "Valdano fue de frente y me dijo que no me iba a necesitar. Al final me subí el último al avión de la pretemporada. En el primer entreno en Nyon, Valdano se puso de jugador con el equipo rival, yo lo tiré de una entrada para sacarle el balón con garra. "Ché, boludo, ¿siempre entrenás así o solo cuando odias a un entrenador?", me dijo. “Yo siempre entreno así, y más cuando tengo un sentimiento importante dentro”, le contesté. Ahí se dio cuenta de que conmigo se había equivocado".

En relación a las salidas, quizá el caso de Amavisca fuese el más curioso. El extremo izquierdo había cuajado tres años a gran nivel, primero en el Lleida y los dos recientes en el Valladolid. Tenía aún 23 años y el Real Madrid ejerció su opción comprar con vistas a cederlo, supuestamente al Celta. Cappa dijo más tarde que su caso no fue similar al del delantero chileno, sino que lo de que estuviese descartado había sido más invención de la prensa que realidad. Pero el propio Amavisca declaró lo siguiente: "Como Iván y yo teníamos la misma situación, nos unimos. Dijimos que teníamos que revertir la situación en pretemporada. Yo no tenía ni casa para quedarme, y estuve viviendo alrededor de dos meses con él". A diferencia de Zamorano, Amavisca empezó la Liga suplente, pero igual que aquel, poco necesitó para ganarse el puesto. "En el estreno contra el Sevilla se lesionó Alfonso, entré e hice un gran partido".

En adelante, los descartados se convertirían en los principales activos en ataque del equipo. Zamorano definió su relación así: "Nos transformamos en dos amigos, y eso se notaba en el campo. Prácticamente el 90% de mis goles venían de un pase de Emilio".

Sobre los futbolistas con instinto, Valdano escribió: "Son egoístas, calculadores, obsesivos. ¿Defectos? Al contrario: virtudes de goleador".

Al final de año, 31 goles para Zamorano y 11 para Amavisca. El entrenador estaría encantado de haber rectificado.

En la retaguardia, Ramis fue parte de la operación por Redondo y tomó un vuelo sin retorno al Tenerife. Antes que Iván, el descartado central Nando había sido la petición principal de los tinerfeños, pero rechazó salir y se mantuvo en la plantilla, sin tener minutos. Por su parte, los porteros Jaro y Cano marcharon a Betis y Celta respectivamente.

En el capitulo de altas, Valdano dio luz verde al cierre de las negociaciones que Mendoza tenía adelantadas con un Laudrup que había quedado libre. Pese a que cumplía 30 años, la llegada del danés acabaría siendo todo lo importante que, a juzgar por el gusto del entrenador, se podía prever. También rozando la treintena, Quique Flores había cuajado un buen curso con el Valencia e, igual que Michael, finalizaba contrato. El nuevo técnico lo vio óptimo para un lateral derecho que, con el hándicap de la veteranía de Chendo, venía siendo ocupado por unos Nando o Luis Enrique fuera de sitio. Y tampoco se equivocó. Para Cappa, así como Chendo era “extraordinario en la marca”, Quique fue “un lateral muy intuitivo, de los más completos que había”.

En la portería, tras pasar por las inferiores madridista años atrás, Cañizares había estado a tal nivel en el Celta finalista de Copa que se ganó tanto un puesto en el Mundial de USA ´94 como una nueva oportunidad en el Madrid. Fue repescado para sustituir a Buyo, que ya sumaba 35 años. Por desgracia para él, el veterano guardameta firmó mejor pretemporada, por lo que el relevo generacional en el arco no se produjo. Buyo siguió siendo indiscutible, cuajando una campaña soberbia.

Pero la principal exigencia de Valdano y Cappa fue Fernando Redondo, eje de su exitoso Tenerife. Se trataba de una operación económica complicada para unas arcas sin demasiado caudal, pero ellos hicieron ver a Mendoza que su fichaje era imprescindible, hasta que consiguieron contar con él. Los halagos de ambos técnicos hacia el "5" argentino han sido constantes. "Redondo era extraordinario. De los mejores que yo he visto en ese puesto. Tenía una convicción futbolística a prueba de balas. Le gustaba la pelota. Se cuidaba", destacó Cappa. "Redondo es ideal para transmitir los conceptos que queremos introducir en el equipo. Está capacitado para la distribución, tiene personalidad para dar un grito y reclamar el balón o facultad para recuperar", lo definió Valdano.

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Lector y redactor de textos históricos de fútbol.

9 comentarios en: El Real Madrid de Jorge Valdano (1ª parte)

  1. Esa liga de Valdano me pilló en 6º de la EGB ,lo recuerdo por qué en clase apenas si éramos 3 del Madrid y el resto culés. Así que tras años de aguantar las bromas y chanzas de los culés nos tomamos cumplida revancha.

    1. Os pilló mala época, sí Más por mérito del Barça que por demérito blanco, ya que no olvidemos lo competitivo que fueron los Real Madrid de Antic, Leo y Floro.

  2. Aquella liga, además del 5-0 al Barcelona y después de romper la sequía de ligas (incluidos los robos de Tenerife), la recuerdo como la pareja Zamorano-Amavisca, la elegancia de Laudrup, la clase de Redondo y la seguridad de Sanchís y Buyo.
    Meritoria liga, sin duda.

  3. Más allá del 5-0 al Far$a, de esa liga recuerdo un 4-0 al Sporting de Gijón en una de mis primeras visitas al Bernabéu, allí de pie en el gallinero (3 anfiteatro) El tercer gol fue un pase de Laudrup mirando al lado contrario y gol del... no me acuerdo quién marcó, lo mejor fue el pase, jeje. Durante muchos partidos se jugó un fútbol muy bueno. El rival fue el Depor de Arsenio.
    Otro dato de interés de esa Liga es que Redondo duró 10 partidos, el tiempo en que un criminal apellidado Mendiguren le dejó K.O. hasta la siguiente temporada. Su sustituto fue Milla, y el rendimiento de éste fue excelente.

    En serio, una liga tremenda. Si bien Valdanágoras y el inefable Cappa derivaron al lado oscuro de la fuerza, justo es reconocer sus méritos. Y al igual que decimos que Mou rompió la racha del Guardo-Farsa, Valdano aqúi acabó con los Cruyffboys y el hiper-sobrevalorado drim tim. En su contra, la bochornosa eliminación contra el Odense en la copa UEFA.

    Después Valdano ya no tendría otra oportunidad. En el verano de 1995 fue el lío de los avales y la quiebra técnica del Real Madrid de Mendoza, que acabó con Lorenzo Sanz como vicepresidente. Se vendió a Alfonso a Lopera para poder pagar las nóminas. Creo que qel único fichaje fue Freddie Rincón. Terrible. Deberíamos recordarlo, todos, y en particular los anti-florentino. Ésto que os relato no fue hace tanto.

    Saludos

  4. Raúl y Redondo, que pedazo jugador Redondo, de los mejores.
    En esa época el Madrid no podía competir. Capello y los fichajes que se hicieron de una tacada con Lorenzo Sanz; Mijatovic, Suker, Roberto Carlos, Seedorf, Panucci, con un Hierro, un Redondo, un Raúl...Equipazo. Luego ya Florentino estabilizó e hizo crecer las finanzas y poder optar a los títulos. Con Mendoza y Sanz, a la ruina, aunque Don Lorenzo hizo un equipazo y nos empezó a dar gloria...La Séptima (y la Octava) la primera que ví y con 24 castañas, a partir de ahí...La Gloria.

  5. La verdad es que algo bueno sí aportaron, faltaría más. Pero en esta dupla se cumple el típico dicho de los argentinos (sálvese el que pueda): hay que comprarlos por lo que valen y venderlos por lo que ellos creen que valen. No he visto en mi vida a un equipo de fútbol jugar mejor que el Milán de Sacchi. Y tirar por tierra ese fútbol total con filosofadas baratas, con exaltaciones de taconcitos y ruletas sin sentido en el medio campo, me pone de los nervios.
    Lo he pasado mal leyendo la primera parte de un artículo por otra parte muy bien escrito y documentado.
    En cuanto a la famosa eliminatoria contra el Odense, es fruto de la mejor virtud, para mí, de Valdano: dar oportunidades a los canteranos. En la vuelta de un partido que habíamos ganado a la ida 0-1 no puso al equipo B, puso al C. Se pasó de rosca con los experimentos. También subió a Guti al primer equipo.

  6. Ver jugar a Redondo fue lo mejor de aquella época. Le preguntaron una vez a Guardiola quien era el mejor y dijo que no había comparación. El mejor medio centro que yo haya visto. Recuerdo un partido en semifinales contra el Dortmund... él solo acalló todo el Iduna Park. Y la final contra él Valencia. Una maravilla.

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