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El aspirante

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Escrito por: Van Cleef24 febrero, 2019
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Eran las diez de la mañana en el Departamento de Recursos Humanos de un importante medio de comunicación especializado en deportes. Un hombre se presentó ante el encargado de captar nuevos talentos.

- Buenos días. Soy periodista y me gustaría mucho trabajar para ustedes. Aquí tiene mi currículum, por si quiere echarle un vistazo.

El entrevistador lo recogió y pidió al candidato que se sentara.

- ¿Ya ha trabajado antes como periodista deportivo?

- Aún no, pero ardo en deseos de hacerlo.

- Bien, vamos a ver ese currículum -el entrevistador comenzó a ojearlo murmurando en voz baja lo que iba leyendo-. Nombre, apellidos, dirección, teléfono, antimadridista, carnet de conducir B1 y C1, estudios realizados y tal y tal. Por el momento parece impecable. A ver qué más tenemos por aquí...

El entrevistador continuó leyendo hasta el final, asintiendo de vez en cuando con la cabeza y mostrando perplejidad en alguna que otra ocasión.

- Por lo que veo, ha desempeñado varios oficios alejados de la profesión periodística...

- Así es. Ya sabe, de algo hay que comer. Aunque de todos ellos he absorbido conocimientos que pueden ser de gran utilidad para mi carrera.

- Vendedor de coches usados...

- Sí. Tiene mucho más mérito que venderlos nuevos. Aplicado al periodismo deportivo, hay que tratar de vender la misma noticia una y otra vez, mientras surge una nueva. Se la puede presentar de distintas maneras, haciendo ver al cliente que sigue siendo muy interesante y que no va a encontrar otra mejor. Una especie de tuning periodístico, ya que de coches hablamos...

- Humm... Interesante forma de verlo... También dice que se ha dedicado a los triles en la calle. ¿Se refiere a ese juego con tres cartas dobladas en el que hay que adivinar dónde está una de ellas en concreto...?

- Sí. También se puede hacer con tres cubiletes y una bolita. Soy experto en ambas formas.

- Ya... Pero, ¿qué aplicación puede tener eso en nuestro oficio?

- Como usted sabe bien, a veces hay que inventarse alguna noticia. ¡Qué sé yo! Sobre algún jugador o miembro del Real Madrid, por ejemplo...

- Por ejemplo, sí. Continúe.

- Pues bien; si comparamos esa noticia falsa con la bolita trileril, cuando alguien la desmienta o la refute, habrá un dedo acusador señalando ese cubilete de la que parece haber procedido.

- ¿Y...?

- Pues entonces levanta usted ese cubilete... ¡Y la bolita ya no está allí! ¡Está en otra parte!

- ¡Extraordinario! -exclamó el entrevistador con genuina admiración- Eso podría sernos de gran utilidad para lavarnos las manos. Aunque, ahora que lo pienso, en realidad ya hacemos algo parecido muy a menudo...

- Lo sé. Por eso pienso que yo encajaría muy bien en su grupo.

- Bueno, ya veremos. Sigamos. También dice que es experto en tergiversación de la realidad. ¿Podría aclarar a qué se refiere con eso?

- Le pondré un ejemplo. ¿Puede decirme qué hora es?

El entrevistador echó un rápido vistazo a su reloj de pulsera.

- Las diez y veinte.

- ¿Las diez y veinte... exactamente?

El entrevistador frunció perplejo el ceño y volvió a consultar la hora con más detenimiento.

- Bueno; las diez y veintiuno exactamente. Pero sigo sin comprender qué...

- Ya está. Yo ahora ya podría escribir algo acerca suya y decir, entre otras cosas, que usted es bastante presuntuoso, vanidoso y presumido, pues no ha parado de descubrir repetidas veces su muñeca izquierda para fardar de Rolex...

- ¡Pero cómo se atreve...! ¡Ahh..! ¡Ya entiendo! De ese modo, se puede decir cualquier cosa de cualquiera, basándose prácticamente en nada verídico...

- ¡Exacto! Por ejemplo, de cualquiera del Real Madrid.

- Por ejemplo, sí. Solo como ejemplo, claro. Me parece estupendo. Y serviría para ocupar mucho espacio informativo. Aunque creo que también lo hacemos ya, ahora que lo pienso...

- Le garantizo que yo soy un tergiversador magnífico...

- Sí, bueno; pero vayamos paso a paso. Algo que me ha llamado también la atención es que dice usted que es muy competente en alcahuetería. Eso, en principio, es algo que no suena muy bien...

- Sonar bien, puede que no suene. Pero es extremadamente útil y práctico. En los días que corren, los futbolistas ya se las saben todas y toman muchas precauciones a la hora de ser entrevistados. Pero un avezado alcahuete es capaz de conseguir ablandar lo suficiente a cualquiera de ellos y lograr que baje la guardia, para así conseguir alguna exclusiva del tipo que sea. Se puede obtener alguna declaración contradictoria, algún inoportuno lapsus de algún jugador, de, qué sé yo, por ejemplo, del Real Madrid...

- Por ejemplo, sí. Y eso vendería mucho, la verdad. De hecho, no sé si ya lo hacemos o no...

- Ya lo hacen. Pero puedo asegurarle que a alcahuete nadie me gana.

- Bien; sigamos. Aquí parece haber algún tipo de errata. Dice estar diplomado en lenguas cínicas. ¿No serán cirílicas, o algo así...?

- No; son cínicas, cínicas. Tremendamente útiles. Hay que saber utilizar ese tipo de lenguaje de manera fluida y espontánea para conseguir los objetivos deseados. Y se vuelve especialmente valioso en determinados eventos en directo, como por ejemplo en tertulias radiadas o televisadas sobre fútbol.

"estoy diplomado en lenguas cínicas"

- Explíquese.

- Supongamos que, en determinada tertulia, uno de los participantes, que a modo de ejemplo, podría ser del Real Madrid, se quejase amargamente de arbitrajes que perjudican a su equipo y que benefician al Barcelona.

- Sí. Suele ocurrir. Y es bastante embarazoso, la verdad, pues no les falta sobrada razón, por mucho que nos pese...

- Pero eso solo lo sabemos nosotros, no la audiencia de la tertulia. Y es cuando un buen uso del cinismo se hace necesario.

- ¿De qué manera rebatiría a ese simpatizante madridista?

- Es primordial interrumpir las quejas de su discurso levantando la voz con tono de enojo e ironía a la vez, al mismo tiempo que retuerces el argumento y haces ver a la audiencia que los históricamente beneficiados han sido y son ellos, utilizando expresiones del tipo que si quién fue a hablar, que si cuando el río suena, o que si a Dios rogando y con el mazo dando. El tertuliano aludido se mostrará confuso ante ese torrente oratorio y tratará de refutar de alguna manera esas acusaciones, pero gracias a un adecuado y correcto cinismo conseguirás darle la vuelta a la tortilla relacionando a su equipo con ayudas municipales, con el Gobierno, con Franco, o con cualquier otra peregrina cuestión fácil de idear y de expresar, gracias a estar plenamente empapado en lenguas cínicas...

- ¡Excelente! ¡Es usted un cínico extraordinario!

- Muchas gracias -respondió visiblemente ruborizado el aspirante a periodista deportivo.

- ¿Y qué tal anda de ecuanimidad informativa? Es algo importante a la hora de hablar de los diversos clubes sin generar suspicacias.

- Ser ecuánime es algo que me tomo con mucha rectitud y seriedad. Por ejemplo, le aseguro que me da exactamente igual si gana el Barcelona que si pierde el Madrid...

- Una actitud de imparcialidad que le honra. Estupendo; pues no se hable más. Queda usted contratado. ¿Cómo dijo que se llamaba?

- Mi nombre es...

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Madridista perdido y sin deseos de ser encontrado. Le gusta usar todos los sentidos, aunque carece por completo del común y el del humor.

6 comentarios en: El aspirante

    1. Disculpemos a La Galerna cuando las incorrecciones las escriba poniéndolas en boca de un personaje inventado... Así es el personaje quien las comete, no La Galerna.
      No obstante, todos tenemos nuestros lapsus. La Galerna, con los suyos, le da cuarenta vueltas a otros medios.

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