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Toni Kroos: el último crooner

Toni Kroos: el último crooner

Escrito por: Álvaro Martín Gallego6 enero, 2023
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“To croon”: Hablar o cantar con voz suave, especialmente sobre amor.

 

Un buen crooner nunca se pone nervioso y no le tiembla la voz ante los espectadores más exigentes. Te embelesa con su potente pero sosegada voz, vibrante y templada. Si se equivoca, sonríe y te enamora. No necesita presentación, la expectación le calma. Su seguridad te hipnotiza, su tono adormece a las bestias.

Siempre gana.

ES un estilo de canto popularizado por Bing Crosby y llevado al más allá por Frank Sinatra. Tony Bennett, Tom Jones, Michael Bublé e incluso nuestro Julio Iglesias son algunos de los máximos exponentes de esa religión más multitudinaria que el cristianismo. Cantantes superdotados que han superado cualquier record de la industria con sus baladas románticas, sus whiskies y sus sensuales guiños.

Para acudir a un espectáculo de un crooner debes vestir tus mejores trajes; pieles, sedas, joyas y perfumes. Pajarita, siempre pajarita. Y no hay mejor manera que entrar al show como lo hace Henry Hill en “Uno de los nuestros”: sin esperar cola, a través de la cocina, saludando a todos, regalando algún cachete en la mejilla y pagando las mejores propinas. Y, a poder ser, que te pongan una mesa extra en primera fila ya que te van a dedicar una canción.

Italianos, americanos, españoles, franceses… pero el único crooner alemán que conozco no es cantante, es jugador de fútbol. Heredero de Redondo, Zidane y Pirlo. Elegantes, pausados, enemigos de la taquicardia, obsesos del gesto. Prestidigitadores del ritmo. Pero este crooner alemán es un cantante evolucionado,  ya que se ha adaptado a los ritmos acelerados de las siguientes generaciones. Ha liderado apisonadoras de la presión y capitaneado tanto estilos rígidos como endiablados. Pero nunca ha desafinado.

Con todos ustedes: Toni Kroos.

Toni Kroos, Man of the match (borrador)

Como buen crooner Toni pisa fuerte, pisa estable. No tropieza, no se perturba. Saluda lo justo y sonríe si el receptor está preparado para recibir su sonrisa. La balada comienza en el momento del pitido, no antes. Nada de parafernalia ni estridencias. El ritmo fluye a través de él y si hay que elevar el tono es porque la noche lo pide. Los esfuerzos se miden, el sudor se seca con un pañuelo blanco. Si el saxo desentona, lo mira fijamente un segundo y todo vuelve a fluir. Los crooners son fiables, precisos. Si lanzan un beso es porque están seguros de que llegará a su destino. Si señala, estate atento, porque algo va a pasar. Eso lo sabía Vinicius contra el Liverpool; el alemán fijó la mirada, señaló y todo acabó en el primer gol importante en la Champions del brasileño. Todo orquestado. Y encima el blanco le sienta como a un dandy con su mejor esmoquin en las grandes veladas. Tiene percha.

 

El fútbol moderno está dejando obsoletos a estos cantantes finos. Son una especie en peligro de extinción. Ahora se lleva el hard-rock en los campos. Ritmos potentes, dinámicos, menos eficientes en el pase pero que ganan por avasallamiento. Levantan pasiones con sus sonidos atronadores. Cantantes lanzándose al público, rompiendo las guitarras; públicos enfervorecidos gritan y mueven la cabeza. Mucho sudor y poca entonación. Tras la última Eurocopa los alemanes le dijeron a la cara a Kroos que ya no servía para el fútbol moderno y este respondió ganando una Liga y su quinta Champions. Sin despeinarse.

Si hay un distintivo especial para estos cantantes es que mejoran con los años. Las arrugas les sientan bien, los whiskies y el tabaco acumulados aumentan el atractivo de su voz. Y es que el alemán este año sigue aterrorizando a las estadísticas con sus porcentajes de pases, fluye entre los oponentes musculados, enseña a los más jóvenes.

Pero, ¿por qué te quieres retirar, Toni?

La única respuesta que encuentro es que no quiere ser un crooner al uso ya que muchos de ellos acaban arrastrándose en Las Vegas, entre on the rocks y  chicas fáciles, sin asumir que hasta a los caballeros más imperturbables les llega la hora del deceso. Toni quiere irse en la cúspide, con el Music Hall a sus pies; quiere que le recuerden en lo más alto. No le va eso de Arabia.

Dentro de mi ansiedad anticipatoria al vacío que dejará, hoy me he levantado optimista porque no hay mayor Music Hall que el Nuevo Bernabéu. Un lugar donde su voz resonará mejor que nunca. Anfiteatros repletos para recibir su último tarareo, su mejor entonación. Todavía queda un baile y la orquesta está más afinada que nunca. Habrá filas de personas esperando para comprarse su último disco. Y creo que eso Toni lo sabe y le hace sonreír. Empiezo a creer que le queda un año más.

Tócala otra vez, Toni.

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360 grados de campeón (It wasn't a fucking goal).

Recomendamos la lectura del fucking #Portanálisis de hoy y os deseamos que paséis un fucking great day.

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