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Los cerebros de Zidane: Origen (I)

Los cerebros de Zidane: Origen (I)

Escrito por: Eduardo Ustáriz14 agosto, 2019
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Zinedine Zidane no necesitaba entrenar al Real Madrid. No necesitaba entrenar a nadie, de hecho. Su trayectoria en el terreno, incluso con sus excesos dionisíacos, permanece apolínea en la memoria. Perfecta. Virtuosa. Inconmensurable.

Pero un día decidió hacerlo. Se tomó su tiempo y, como quien se levantaba y pide huevos para desayunar, decidió que iba a ser entrenador del Real Madrid. No entrenador a secas, porque eso no tendría sentido, sino del Real Madrid. Y así, aupado en su divino pasado, abrió las puertas de Chamartín sin necesidad de pedir permiso. Y sin necesidad de demostrar nada más allá de su voluntad, se sentó en el banquillo del Bernabéu atendiendo la llamada de la mitología.

Porque pasó así, y no de otra forma, a Zidane lo envolvió la duda desde el soslayo de los que no comulgaban con la fe que lo adoraba sin preguntar. Porque, además, una vez sentado donde antes Benítez, Ancelotti, Mourinho y Pellegrini, nunca habló como ellos, los infieles dudaron más. Porque, para mayor escarnio, luego en el campo no hizo lo que todos hacían, pero ganó más que cualquiera, el escepticismo se convirtió en mofa y la mofa en un sambenito de que no tenía idea de nada.

Porque luego en el campo no hizo lo que todos hacían, pero ganó más que cualquiera, el escepticismo se convirtió en mofa y la mofa en un sambenito de que no tenía idea de nada.

Zidane llegó al banquillo del Madrid en enero de 2016, siete años y un puñado de meses después de que Guardiola, el espejo en el que lo miran, pero en el que él nunca buscó su reflejo, lo hiciera en el del Barcelona. Lo del entrenador del City fue revolucionario y arrollador. Aceleró el cambio. Después del él, el fútbol dejó de jugarse igual: forjó un nuevo paradigma. Pasada casi una década, todos nos acostumbramos a medir la virtud en razón de las reglas que estableció, finalmente, el Barcelona multicampeón. Y Zidane no les hizo mucho caso.

El francés es un entrenador extraño a ojos de 2016. Incluso cuando es agresivo en sus palabras, su tono es sibilino. No siente la necesidad de explicar nada, de enseñar, de proyectar una imagen de sabio. Tampoco es como Di Stéfano, que entre lunfardo y lunfardo dejaba aforismos para la posteridad. Y no es Cruyff: es muy difícil imaginarse a un Zidane retirado explicando apartados técnicos del fútbol de sus equipos en un programa de televisión o escribiendo un libro que instruya sobre los entresijos del juego. No obstante, eso no significa que no haya sustancia en el fútbol sobre el que se cimentó el Real Madrid supercampeón.

Para empezar, hay que entender que, aunque hubiese pizarra, aquello siempre fue lo de menos. El juego de posición se ha hecho tan importante en este siglo en parte debido a que entrenarlo crea equipos capaces de repetir patrones de juego como autómatas, algo que sirve tantísimo a los grandes equipos que disputan tres y cuatro competiciones con ambición de ganarlas todos en un calendario de sesenta y tantos partidos. Hay algo tangible detrás de ese fútbol. Algo a lo que agarrarse en la rutina. Aquellos que se desviaron de ese estándar, se entregaron a un factor de hiperactivación anímica desde el juego mismo que ayuda a que los jugadores vivan cada encuentro como el más importante. Zidane nunca fue ni lo uno ni lo otro.

Para empezar, hay que entender que, aunque hubiese pizarra, aquello siempre fue lo de menos.

El Real Madrid que conformó era un equipo que en la rutina podía perderse. Salvo el año en que contó con la mejor plantilla jamás vista, y se la jugó a tener dos equipos distintos, nunca pudo hacer del Madrid una máquina del triunfo y del juego. Aquello debía ser parte de sus cálculos porque nunca pareció buscar una pizarra salvavidas.

Lo que sí buscó desde el minuto uno en el banquillo del Madrid fue crear un equipo. Desde el primer partido, el Madrid de Zidane tuvo sus consignas claras: se trataba por un lado de ganar a través del balón y su uso. Pero no al estilo de otros grandes equipos de la década, con secuencias de pases y movimientos tácticos sempiternos, sino a partir de unos principios de juego firmados como manifiesto. El Real Madrid poseía entonces quizás la plantilla de mayor calidad técnica existente en las tres líneas y seguro la más creativa. Y sobre ello cimentó Zidane el fútbol de su Madrid. Recuperó la confianza maltratada de sus jugadores y los sedujo, recordándoles de lo que eran capaces.

Así, salvo el particular caso de James Rodríguez, los jugadores del Madrid comenzaron a jugar con una confianza desbordante en su técnica y, desde ahí, en su fútbol. Una vez liberado ese potencial, les inculcó la cautela. Como individuos, debían atreverse a todo; como colectivo, sopesar todos los riesgos. Aquello, añadido a un Cristiano Ronaldo que bajo la guía de Zidane redujo su campo de acción, tanto en lo territorial como en lo táctico, para enfocar su juego al remate, el gol y el desequilibrio más individual, dio forma a un equipo que navegó las aguas de la Champions y los partidos de exigencia máxima con superioridad sin perjuicio de las siempre transitorias circunstancias adversas.

los jugadores del Madrid comenzaron a jugar con una confianza desbordante en su técnica y, desde ahí, en su fútbol. Una vez liberado ese potencial, les inculcó la cautela.

En la pizarra, en lo puramente táctico, el Madrid de Zidane cambiaba. Se adaptaba. Más que a los rivales, a los momentos propios y del campeonato. Las lesiones, por ejemplo, eran el pistolazo de salida de los cambios de sistema. Su Madrid podía saltar a cualquier partido a presionar arriba y al siguiente a replegar. Un día de ataque exterior, otro de juego más por dentro. La táctica y la estrategia variaban, los principios que regían el juego del Madrid… no mucho. Exuberancia técnica y creativa, poso y control. Tal y como jugaba el Zidane futbolista.

Y eso no es baladí: a la larga, Zidane confeccionó un equipo que se parecía a él y a los equipos en los que jugó, separados solo por el velo del tiempo y las circunstancias. El Zidane jugador era un cerebro. Una torre de control y poderío técnico que ganaba partidos con imaginación y ayudaba a no perderlos con circunspección y calma. Ese sello estuvo presente en el Real Madrid de las tres Champions. Tanto en el colectivo como a nivel individual. En el gran día de la obra, la final de Cardiff, Zidane alineó en el centro del campo a tres futbolistas cerebrales. Tres playmakers. Cada uno un pedazo de su alma. Como futbolista, Zidane vivió en tiempos de caza y derribo de los jugadores creativos. Retirado en 2006, vio cómo volvía el culto a ellos, con condicionantes como las cuotas de balón y la posición. Una década después, en una exhibición legendaria, Zidane alineó a tres que eran como él y no les puso límites. A continuación, cómo fue eso posible.

Los cerebros de Zidane:

    I. Origen.

  II. El gran director.

III. Modric, el Blanco.

III. Sucedió una noche en Cardiff

 

 

 

16 comentarios en: Los cerebros de Zidane: Origen (I)

  1. Hola,

    Creo que jamás he leido un artículo, en el que se ensalce y ponga en virtud el talento de ZZ para dirigir un equipo de futbol, como se hace en este que nos ocupa. Esto no es ni bueno ni malo, si bien es cierto que yo soy de LQDZ, pero me ha dejado fuera de lugar.
    Acostumbrado a la crítica simplista, al cumplido ramplón o incluso desganado. Que una publicación ensalce sin tapujos a un técnico tan ninguneado por propios y extraños. " Me llena de orgullo y satisfacción"...

    Estoy deseando leer las próximas entregas, quizá tengamos motivos de estar orgullosos de un técnico que es leyenda viva del RM

    Un saludo

    1. Amén. Hasta las narices estoy de ver comentarios despreciando, ninguneando y hasta insultando a nuestro Zidane. No digo que no haya que criticar, por supuesto, pero hay comentarios que critican por criticar, sin razonar. Así no.

  2. Fue vergonzoso el supuesto penalti contra el Tacón y eso que era un amistoso. Las espera exactamente lo mismo que a sus colegas chicos. The tinglao, que tan bien ha explicado Floquet. El primer partido de liga lo tienen contra la Farsa. Me gustaron las chicas del Tacón, no se rindieron en ningún momento.

  3. Todavía me sorprende que haya defensores de ZZ entrenador. Es como serlo de Valdano, Lillo, Floro, Setién... pero, por supuesto, respeto todas las opiniones.

    1. Pues a mí sí me sorprende que haya gente como tú porque, básicamente, creo que tienen bastante con no hacerse sus necesidades encima. Y encima escriben, oye.

  4. No podemos creernos nada de lo que se diga. Se está creando un entorno tóxico alrededor de Zidane y sus supuestas decisiones. Hay que dejarle trabajar.

  5. Yo, al igual que Toni, estoy ojiplático. Y coincido con él. El problema no es que se critique a Zidane, que, como todo el mundo, motivos dará para la crítica.

    El problema que rodea a ciertos madridistas y a toda la prensa, es que solo critican, y así es imposible establecer ningún tipo de diálogo puesto que se están usando premisas equivocadas, si no directamente falsas

  6. Cuando dejas de ver solo el resultado del partido de turno y analizas con un poco de perpectiva y objetividad, puedes llegar a darte cuenta de el autentico valor de Zidane como entrenador.
    No es el Madrid un equipo en el que se tenga paciencia. De echo Zidane no la necesitó en su primera etapa, pero dejemos que trabaje. No siempre se consigue acertar a la primera.
    Empiezan a aparecer artículos en La Galerna en los que se analiza y reconocen los méritos tácticos de Zidane. Aleluya! Pensaba que nos quedaríamos en la flor y gestor de egos, que es lo que argumentan desde el antimadrilismo y muchos madrilistas compran.
    Me da la sensación que se han pedido jugadores que no han llegado. Las declaraciones de Zidane diciendo varias veces "esta es la plantilla que hay y estoy con mis jugadores" parecen dar a entender que le faltan piezas, pero que no se queja.

  7. Pues a mí me parece imprescindible tener una rutina de juego, una serie de movimientos, un esquema, un sistema que potencie a los jugadores, porque en temporadas como las actuales donde se alternan noches históricas con partidos en Butarque, necesitas algo a lo que aferrarte, más allá de la inspiración o motivación del momento

  8. El Real Madrid de Zidane ha jugado mucho mejor que el barsa de guardiola. Hay que recordar que con ZZ en el banquillo y CR7 en el campo, no hemos sido derrotados en Europa, el equipo legendario acabó en lo más alto. La única estrategia que podían usar nuestros rivales era salir al 300% e intentar meter 1 o 2 goles al principio para noquearnos, y no lo conseguían : ni Juve ni Liverpool, sólo el Atlético estuvo cerca hasta que Karim se disfrazó de Redondo, bailando en la última noche europea del Calderón como el argentino lo hizo en el Teatro de los Sueños. Alguien dijo que el Real Madrid tricampeon es como un examen interminable que sus rivales jamás pueden aprobar, y cuando te conoces las respuestas, te lanza preguntas inesperadas que te dejan en blanco.

  9. Enhorabuena al autor por el artículo. Enhorabuena por el fondo y enhorabuena por el timming a los editores, porque en este momento no es fácil; no ahora. AHORA es tiempo de criticar e insultar, es ahora tiempo de vilipendiar a LOS NUESTROS, que parecemos imbéciles, oye. Mientras, otros se descojonan a gusto.
    Es ahora tiempo de dar protagonismo a los que no han formado parte del equipo de su barrio y, por supuesto, de aquellos que están alejados del fútbol profesional y de élite. Es ahora tiempo de gritar y quejarse. Es ahora tiempo de gatillo fácil , del insulto básico y cuñadista deTwitter y de seguir la senda ruin y destructora de los programas y líderes de los medios deportivos. Es AHORA y es así de simple. Y así de fácil.
    Es un tiempo de mierda.

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