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Juanito: genio, corazón y mito

Juanito: genio, corazón y mito

Escrito por: Salva Martín28 marzo, 2024
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El Real Madrid no puede explicarse sin tres protagonistas que le otorgan su indiscutible relevancia histórica: Santiago Bernabéu, Alfredo Di Stéfano y la figura de Juan Gómez, Juanito. La visión del gran presidente elevó al club a una nueva dimensión; el impulso del hispano-argentino colmó las vitrinas de títulos; y la energía de Juanito, de cuyo fallecimiento se cumplen 32 años el próximo martes, dotó al equipo de una fuerza casi mística que sostiene su principal valor: no rendirse jamás.

Por ello, en estos días en los que recordamos su adiós, queremos hacerlo con un extracto del libro Historias de las míticas remontadas del Real Madrid (Almuzara) que, como no podía ser de otra manera, glosa su legado para tratar de explicar su irrepetible espíritu.

Juanito Real Sociedad Celayeta

"Vivió deprisa y a corazón abierto. Un futbolista con un carisma especial, explosivo, sincero hasta el derroche, inolvidable compañero. De espíritu travieso y talento arrollador, capaz de saltar por los aires cualquier plan establecido. El filo de la navaja era su hábitat natural. Así era Juanito. Hoy ausente, siempre vivo.

Juanito fue uno de los últimos fichajes de Santiago Bernabéu. El dirigente ansiaba traer a un futbolista que despertara de nuevo la ilusión entre la afición, que sacudiera el estadio, pues el equipo no atravesaba su mejor momento. Quería un «nuevo Amancio». Y acertó de pleno.

El de Fuengirola era el tipo de jugador que alteraba el guion de los partidos. Un estratega de la improvisación cuya técnica y cambio de ritmo le hubieran convertido en diferencial en cualquier época. El fútbol de Juanito fue útil y bello a un tiempo. Estético, imaginativo, punzante, de sus botas nacía un arte no exento de mortífera efectividad. Porque, no nos engañemos, cada finta, regate o taconazo sólo tenía un objetivo para Juanito: ganar. El lucimiento era consecuencia, nunca causa de su juego.

En lo emocional, arrastraba a sus compañeros y al público. Vivía los partidos inflamado de pasión y cargado de una conexión única con el Madrid, hecho que cautivó a la mayor parte del graderío blanco. Juan era su extensión en el campo, pero con el talento de un genio en las botas. Su único estimulante, la camiseta blanca. «Pasamos mucho tiempo en la Ciudad Deportiva», recuerda su hijo Roberto Gómez, «y veíamos cómo le quería la afición, los compañeros y la gente del club. Mi padre era puro Real Madrid y nunca le hizo falta ni una palabra para que heredásemos su sentimiento».

Durante sus diez años como portador del icónico 7, Juanito coincidió con dos exitosas generaciones. En la primera, integrada por jugadores españoles (Del Bosque, Pirri, los García…) y sólo algunos fichajes extranjeros de renombre, como Cunningham o Stielike, formó una pareja inolvidable con Santillana. Se entendían sin mirarse; eran mecha y dinamita, garra y gol. Esencia del fútbol de entonces. Ya en sus últimos años convivió con el poderoso nacimiento de La Quinta del Buitre, que trajo consigo a su digno heredero. Juan entendió el momento, no se escondió ante las críticas hacia los veteranos y, gracias a su calidad y visión de juego, incluso retrasó su posición para jugar de excelso centrocampista adelantado.

Con La Quinta protagonizó las remontadas de las dos Copa de la UEFA, destacando junto a Camacho como principales motivadores. Ríanse de los coaches de ahora. Su personalidad podría definirse con las palabras utilizadas por Estrabón para enjuiciar la de los galos: «Es belicosa, se enardece fácilmente y no tarda en presentar batalla». Ese era Juanito, imprescindible en aquellas noches mágicas que él mismo se encargó de prologar en 1980 ante el Celtic.

Idolatrado, temido, odiado… el de Fuengirola nunca pretendió ni resultó ser uno más. Todo lo hizo a lo grande. Como símbolo del Real Madrid, fue objeto y diana de las iras rivales, especialmente entre las aficiones del norte de España y de Barcelona, donde nunca perdonaron su frustrado fichaje. Sin embargo, en justo reconocimiento al gran enemigo, la grada de San Mamés le despidió en pie en su último partido disputado allí con el Madrid.

Juanito en Hyde Park

El objetivo de Juanito, una vez colgadas las botas, estaba claro: entrenar al Real Madrid. «Para él, ganar la Copa de Europa que no consiguió como futbolista desde el banquillo del Madrid hubiera sido la gloria», asegura Roberto. Inició el camino en Mérida, antigua ciudad romana fundada por orden de Augusto para licenciar a los soldados. Qué mejor destino. El equipo, como él, era descarado y atrevido hasta la temeridad.

Su corazón le guiaba y su corazón se lo llevó. No pudo reprimirse de ver a su Madrid contra el Torino y, en un trágico accidente en la madrugada del 2 de abril de 1992, se fue Juanito y nació su inmortal espíritu. Desde entonces, El Cid Blanco consigue que los madridistas miren al menos un par de veces el reloj en todos los partidos del Bernabéu buscando el minuto 7, el momento de Juanito Maravilla. «El hecho de que en situaciones complicadas el mejor equipo del mundo recuerde la figura de mi padre es lo más grande», reconoce Roberto emocionado, y añade: «Mi padre, donde esté, no podría estar más orgulloso»”.

 

Getty Images

Salva Martín
Periodista. Autor de Historia de las míticas remontadas del Real Madrid (Almuzara).

2 comentarios en: Juanito: genio, corazón y mito

  1. Totalmente de acuerdo con el artículo. Fué genio y figura de aquel Real Madrid. Lástima de esa noche fatídica, hubiera sido un gran entrenador para el Real Madrid.

  2. Santiago Bernabéu, Di Stefano y mi padre... Vale, luego Juanito o Miguel Muñoz, Pirri, Puskas, Del Bosque... Son muchos los ídolos del madridismo que han representado, con personalidad, los valores del club pero si hay que buscar un tercero en la ecuación (presidente, futbolista y la X) para entender los éxitos, esa es la grada...y mi padre ya se colaba en el estado de Chamartín cuando era joven.

Tweets La Galerna

Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
¡VAMOS REAL!

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