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Fútbol imprevisible

Fútbol imprevisible

Escrito por: Itxu Díaz14 febrero, 2023
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El Real Madrid se presentó el sábado en una final y no le quedó más remedio que ganarla. Habrá quien piense que es un título menor, y algo de eso hay, pero lo cierto es que cada vez que nos plantamos ante la posibilidad de levantar una copa o no, un espíritu legendario, un viento victorioso procedente de la galaxia blanca, solo comprensible para los madridistas, nos obliga a levantarla o levantarla; algo que yo, abandonado de la práctica balompédica por incomparecencia de fortuna física, mantengo ahora con escrupulosa fidelidad en bares, pubs, y discotecas, donde también hay que llevar a gala el manual de estilo del buen madridista.

En medio de un calendario que parece diseñado por el Estado Islámico, el equipo comienza con buen pie los primeros metros de la montaña rusa del año que vivimos peligrosamente, que será este 2022, y en la sonrisa de Fede Valverde podemos encontrar más de un millón de razones para la esperanza y las buenas sensaciones. Ocurre, sin ánimo de aguar las celebraciones, que el Al-Hilal no es el Liverpool, ni el Atlético de Madrid, ni siquiera este Barcelona que suma puntos en la liga haciendo un fútbol plúmbeo, irregular, y soporífero que avergonzaría a un candidato a descender de categoría pero que, de todos modos, los suma.

Al ver el festival de goles y “desgoles” —con permiso del poseedor de la letra T de la RAE—, me rascaba la cabeza buscando el modo de consolarme al ver aparecer en el horizonte rivales de una categoría que, por lo general, no permiten los deslices que últimamente combinamos con alegría con las usuales genialidades. Y, de pronto, un magistral movimiento táctico de Modric me dio la respuesta: es la imprevisibilidad.

Modric imprevisibilidad

Si analizas el mejor fútbol del Real Madrid de esta etapa de Ancelotti verás que, junto a la fortaleza de un vestuario unido, la suma de talentos individuales, y planteamientos tácticos más o menos serios, lo más rompedor y decisivo del equipo es lo que solo acierto a acuñar como fútbol imprevisible. Se trata de un fenómeno que se produce de manera aparentemente espontánea y que puede presentarse sin avisar incluso en los momentos de mayor embotamiento mental del equipo, o tras algunos minutos de zozobra, o en partidos donde el cerrojazo rival parece echar al traste nuestras armas ofensivas. De pronto, no ya una genialidad individual —eso obviamente siempre es imprevisible—, sino la veloz combinación colectiva de movimientos y pases inesperados hacia huecos creados unos segundos antes de manera indetectable por el rival, culminan con el balón en el fondo de la red sin que al árbitro le haya dado tiempo aún a encontrar la pelota.

El rey del inicio de jugadas imprevisibles es sin duda Modric, pero también hemos visto en ese papel a Vinicius Jr., a Rodrygo, a Benzema, a Camavinga, y últimamente, en casi todos los partidos, a nuestro gran Ceballos. Se trata de jugadas de ruptura con cambios de velocidad, balones al primer toque y desconcierto absoluto de la defensa, que tiende a creer que la bestia se ha dormido, momento favorito de cualquier madridista para partir en dos el encuentro, como con tanta alegría comprobamos en la última Champions.

Si analizas el mejor fútbol del Real Madrid de esta etapa de Ancelotti verás que, junto a la fortaleza de un vestuario unido, la suma de talentos individuales, y planteamientos tácticos más o menos serios, lo más rompedor y decisivo del equipo es lo que solo acierto a acuñar como fútbol imprevisible

Es quizá la característica más letal de este Real Madrid porque, a fin de cuentas, las individualidades se pueden tapar en una alto porcentaje —a costa de dedicar demasiados futbolistas a esa tarea dejando otros flancos abiertos—, el portento físico de jugadores como Valverde o Camavinga podría no ser suficiente sin el talento de una delantera inspirada, e incluso la magia infinita de Modric es difícil de mantener al cien por cien todos los partidos de la temporada y uno de los aciertos de este Madrid es que sabe disfrutarla sin agotarla, es decir, trabaja siempre buscando otros recursos como si esa magia no existiera, multiplicando su efecto. Pero el fútbol imprevisible en el que están implicados jugadores casi de forma aleatoria, que en ocasiones me recuerda a los cambios de ritmo en la frontal que marcaron la diferencia en el Madrid de la Quinta del Buitre, aparece en más de la mitad de los encuentros y deja al rival, sea cuál sea su envergadura, completamente en pelotas, y a la parroquia blanca en éxtasis.

Me consta que Ancelotti insiste desde el pasado año en ese tipo de juego de combinación rápida ofensiva en los entrenamientos, pero solo en esta temporada, volviendo la vista atrás, he logrado ligar los acontecimientos del entreno al partido oficial, y ponerles un nombre, por el que sin duda no me darán el Pulitzer, pero que a mí me ha dejado sobradamente satisfecho.

Mi pronóstico, tras celebrar por todo lo alto el nuevo título, es que si logramos que la luz del fútbol imprevisible se siga encendiendo unas cuantas veces por partido, el calendario penitencial que se nos viene encima puede terminar siendo un atracón de felicidad.

 

Getty Images.

Itxu Díaz
Del mar. Journalist and writer. @amspectator @NRO @thedailybeast @WestJournalism @amconmag @gaceta_es @mundo_cristiano. A la venta/Order now: http://cutt.ly/DhcQJSf

Un comentario en: Fútbol imprevisible

  1. Ayer el Bayern dio una lección, al menos en la primera parte, de lo que puede llegar a aportar un entrenador. Un equipo con una personalidad tremenda que se plantó en el Parque de los Príncipes como si del Allianz se tratara y dominó al PSG sin problemas. Presión alta. Agresividad. Verticalidad. Jugando con 3 atrás cuando atacaba… todo un manual de fútbol ofensivo. Luego pueden pasar muchas cosas porque el PSG tiene grandes jugadores pero la propuesta está ahí. Es un equipo que no espera a ver qué pasa, sale y se impone. Sinceramente no creo que el Bayern tenga mejor medio campo ni mejor delantera que el Madrid, a veces es el entrenador el que tiene que aportar ese trabajo para que un equipo se exprese en el campo con todo su potencial.

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Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
¡VAMOS REAL!

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