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La entrevista a Arbeloa

La entrevista a Arbeloa

Escrito por: John Falstaff12 marzo, 2016
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Recuerdo una portada del diario As, hace ya muchos años, ocupada en su totalidad por una foto de Hansi Krankl y el siguiente titular sobreimpreso: "Benito es un carnicero". Yo era un crío en aquel entonces, pero no recuerdo que dicha portada causase ninguna polémica particularmente áspera. Claro que entonces no había Twitter, y que en aquel tiempo una sección como el Portanálisis no habría tenido sentido porque la prensa deportiva hacía honor a tal nombre y sus redacciones las ocupaban periodistas con las raras virtudes (hoy) de un cierto gusto por la verdad y un no menos cierto aseo en el manejo de la lengua española. Pero, sobre todo, no se había impuesto la dictadura de lo políticamente correcto, que es acaso el disfraz con el que más frecuencia trata de camuflarse la cobardía en nuestros días.

Me ha venido a la memoria aquella portada al leer la excelente entrevista que Jesús Bengoechea le ha realizado a Álvaro Arbeloa y que La Galerna publicó el jueves. Las preguntas son incisivas y no rehúyen ningún asunto polémico; es decir, son las que cabría esperar de un periodista digno de tal nombre, y eso las convierte en tan extraordinarias hoy. Pero, siendo brillantes las preguntas, lo que verdaderamente eleva la entrevista a la categoría de excepcional son las respuestas del entrevistado. Lo asombroso de la entrevista, lo que la distingue y la sitúa muy por encima de la rancia acumulación de lugares comunes y opiniones inanes en que consisten casi todas las entrevistas que abundan en los medios deportivos mainstream, es un hecho singularísimo: Álvaro Arbeloa tiene opiniones propias, sabe articularlas y no las esconde. O dicho de modo más simple: Arbeloa dice lo que piensa. Tan sencillo como eso. Tan difícil como eso.

señala arbeloa

La entrevista a Arbeloa se erige, así, en un acto de rebeldía de quien no acepta que otros le impongan lo que tiene que pensar o lo que tiene que decir. Arbeloa, dando la cara frente a quienes se han empeñado en establecer un cordón sanitario en torno al Real Madrid, que una parte del madridismo incapaz de entender lo que significa el señorío todavía parece aceptar como merecido, grita una vez más -tal vez con más fuerza que nunca antes- que el rey está desnudo, y lo hace con la naturalidad y falta de complejos con que lo haría un niño inconsciente de las consecuencias de sus actos. No es de extrañar que la entrevista haya producido una onda sísmica que ha sacudido todos los rincones de la España futbolística. Leer las opiniones de Arbeloa es indeciblemente reconfortante para ese madridismo que se reconoce continuamente agraviado y escarnecido, que se siente huérfano de alguien que le dé voz y que se desespera ante la timorata política de comunicación del club. Pero también es enormemente inquietante para los sacerdotes del templo de lo políticamente correcto, esos que pastorean la opinión pública y celebran la ceremonia de adoración a la superioridad moral del Barcelona, esos que se constituyen en guías espirituales, en expendedores de carnés de buenos y malos, sin reparar en que ni siquiera deberían atreverse a hablar si su indigencia moral no fuese pareja a su indigencia intelectual. Las palabras de Arbeloa les ponen ante el espejo y la imagen que éste les devuelve les resulta intolerable. Delendus est Arbeloa, heredero moral de aquel fustigador de mercaderes del templo que respondía al nombre de José Mourinho.

Pero no son esos despreciables manipuladores los únicos a quienes las palabras de Arbeloa deberían hacer reflexionar. La defensa valiente, incondicional e inteligente que Arbeloa hace del club debería sonrojar a esos madridistas que durante años han protagonizado murmullos de desaprobación cada vez que Arbeloa fallaba un pase, o que incluso se han prestado con entusiasmo a la denigrante tarea de tratar de humillarle con el pretendidamente ingenioso mote de cono. Tal vez no sea ésta una de las enfermedades menores del madridismo actual: la ingratitud, la incapacidad de reconocer el compromiso de lo que siempre se ha llamado un jugador de club. Acaso sea ésta la mayor victoria de los enemigos del Real Madrid: haber inoculado en buena parte de su masa social el veneno del desprecio por lo propio y la necesidad imperiosa de hacerse perdonar, de buscar la palmada condescendiente del enemigo. La renuncia al legítimo orgullo y su sustitución por el sometimiento moral al enemigo, los silbidos a Cristiano o a Bale y la ovación cerrada a Fernando Llorente.

No se trata de pedir a esos aficionados que posean los conocimientos futbolísticos más rudimentarios para saber que hay jugadores que, sin estar extraordinariamente dotados técnicamente y, por tanto, sin ser buenos atacantes, resultan ser sin embargo excelentes defensores. Ni siquiera cabe esperar que tengan la humildad intelectual para aceptar que, cuando un jugador posee un historial como el de Arbeloa y ha contado siempre para todos los técnicos que ha tenido, incluidos los seleccionadores, alguna virtud futbolística debe de atesorar, aunque ellos sean incapaces de atisbarla. Pero lo que sí sería exigible, ya que se declaran madridistas, es que tengan una mínima idea de la historia y del alma del Real Madrid, y que sepan que su gloria no está hecha sólo de la clase de figuras como Di Stéfano, Gento, Puskas, Velázquez o Zidane, sino también, y en pie de igualdad, de la entrega, pundonor, compromiso y espíritu ganador de jugadores como el mencionado Benito, Pirri, Camacho, Stielike, Santillana, Chendo o Arbeloa. Como muy bien apuntaba éste último en la propia entrevista, lo que siempre ha distinguido al Madrid es el espíritu de lucha, el no darse nunca por vencido. Ese es el modelo, como también decía muy acertadamente Fred Gwynne en estas páginas hace pocos días recordando las palabras de Gento. Resulta increíble y muy desalentador que haya tantos aficionados madridistas que parezcan desconocerlo por completo.

Arbeloa, que ha mostrado tener más educación que la que exhibió en su día el delantero austríaco del Barcelona, no ha necesitado llamar carnicero a nadie para sacudir muchas conciencias. Dio en el clavo Jean-François Revel cuando señaló que la mentira es la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo. Pero la entrevista de Bengoechea a Arbeloa ha venido a demostrar una vez más que, pese a ello, todas las mentiras del mundo jamás podrán con un solo hombre, con un valiente, que se ponga de pie y grite la verdad. Ojalá el madridismo tome nota.

En el prosaico mundo real me llaman Eduardo Ruiz, pero comprenderán ustedes que con ese nombre no se va a ninguna parte, así que sigan llamándome Falstaff si tienen a bien. Por lo demás, soy un hombre recto, cabal y circunspecto. O sea, un coñazo. Y ahora, si me disculpan, tengo otras cosas que hacer.

12 comentarios en: La entrevista a Arbeloa

  1. Me ha encantado tu artículo, que suscribo íntegramente pero como siempre me gusta añadir algo.
    Dices que Arbeloa pone ante el espejo a esos que pastorean a la opinión pública, a los que van de guías espirituales, los predicadores de la moral, pero para mí se te ha olvidado decir que también pone frente al espejo a nuestros directivos, a los que deberían defendernos de esos pastores que nos quieren llevar a su redil. La indolencia o la cobardía del club a la hora de defendernos es tan grave como los sermones machacones de los pastores de la nueva moral futbolera.
    Por lo demás sólo repetir que me ha encantado tu escrito.
    Saludos

    1. Estoy totalmente de acuerdo contigo, Uxi. Tal vez por eso muchos pedimos que Arbeloa se quede en el club como portavoz, tendríamos garantizada esa defensa al club de forma directa, clara y respetuosa. Emilio Butragueño, extraordinario jugador, a mi gusto, es muy educado y elegante, pero demasiado políticamente correcto. En ocasiones eso es lo ideal, pero lamentablemente las más de las veces necesitamos a alguien que ponga los puntos sobre las íes, que bastante tenemos que aguantar.
      Arbeloa como portavoz sería un gran paso, pero no es óbice para que el club, como institución, también comience a tomar otro tipo de medidas más contundentes, de defensa al club y a tanto improperio y ofensa, que parece que sale gratis. Juicios, retiro de credenciales, cero tolerancia al vilipendio a nuestro club, a nuestros jugadores y a todo nuestro cuerpo técnico.

      1. Lo de tener a Arbeloa de portavoz estaría muy bien, pero por desgracia no va a ocurrir. Un mandamás que quisiera como portavoz a alguien que llame al pan pan y al vino vino (y que lo haga gritando, si es necesario) no habría puesto a Butragueño.

  2. Por desgracia, ese sector del madridismo que pita a Cristiano pero aplaude a jugadores que nunca han tenido nada que ver con el Real Madrid, como Silva o Llorente, no va a desaparecer de la noche a la mañana. Yo hace tiempo que estoy resignado a convivir con ellos en el estadio y en la calle. Lo que sí es un avance es que ahora existan portales como La Galerna, para contrarrestar en la medida de lo posible la sumisión a la línea oficialista de pensamiento marcada por la prensa deportiva tradicional.

  3. ¡Excelente artículo, Falstaff, enhorabuena! Bueno, en tu caso, ¿cuál no lo es? Si hasta los comentarios que dejas en algunos artículos ya son joyas per se (como aquel perfil que hiciste de Benzema en el de Mario, entre otros). Pero volvamos a este que nos ocupa: Extraordinario análisis de la entrevista de Jesús a Arbeloa, de las repercusiones, del entorno, tanto de la prensa como de ese *madridismo*. Tal vez esta es la parte que a mí personalmente me duele más, porque la prensa no deja de ser lo que es y como es; y cada vez a peor: en sensacionalismo, en manipulación y en falacias todo por la venta o el clic fácil. ¿Pero los madridistas? Qué poco sentido crítico que se comen todo lo que les vende esa prensa y los sálvame tertulianos; qué poco cariño y respeto por el que dicen que es el club de sus amores. Yo si veo que alguien trata así a lo que quiero, mi primera reacción es alejarme, la segunda es preguntarle de qué va y sacarle sus incoherencias e intereses bastardos; la tercera, difundirlo de la manera que sea para que más gente lo vea. Pero hacer lo que los enemigos del Real Madrid piden soterradamente (y a veces ni eso) se llama traición. Como bien dices, han inoculado el mal dentro y hay que sacarlo más a la luz. Y yo veo a Álvaro Arbeloa con las credenciales más que suficientes para esa labor, de pedagogía, de llamado a la reflexión y de denuncia.
    Club, por favor, queremos a Álvaro Arbeloa de portavoz.

  4. Artículo genial por los cuatro costados. La verdad que Arbeloa nunca me ha caído bien, pero leyendo tu artículo no tengo más remedio que darte toda la razón . Gracias.

  5. Muchas gracias a todos por sus comentarios elogiosos. Escribir, qué duda cabe, es un ejercicio de vanidad. Y mi vanidad es una señora tan gorda (aún más gorda que yo) como impertinente, de la que no consigo librarme ni un momento. Así que, habida cuenta de que estoy condenado a mantenerla y de que tiene un apetito insaciable (también en eso me supera), les agradezco mucho que me ayuden a alimentarla.

  6. Caramba, Marco Atilio, muchas gracias. Me ha alegrado usted el día. Y encima me toca la fibra sensible hablándome de destilados...

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