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El fin de los días

El fin de los días

Escrito por: Carlos Garcia de Sola10 diciembre, 2022
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No sé lo que debe de ser sentirse un héroe ante una afición. Ni tampoco conozco la sensación de dejar de serlo. Pero en uno u otro caso, un futbolista pasa de ser admirado e idolatrado a ver cómo otro futbolista —normalmente más joven, más rápido, más fuerte— se lleva los elogios que antes eran para él.

Esto viene a colación del ocaso de Cristiano Ronaldo y Messi, en realidad mucho más parecido del que nos han vendido. Ambos jugadores han dejado de ser la referencia de sus clubes y han perdido las cualidades que les hacían los mejores del mundo. Es normal, el tiempo pasa para todos.

El problema con estos dos monstruos es que han sido los primeros futbolistas en la historia cuyas carreras se han retrasmitido en directo, que han sido capaces de hacerlo de manera consistente durante más de una década. Y por un momento parecieron eternos e invulnerables.

Cristiano y Messi

Y es ahora, cuando el tiempo golpea con su mazo inmisericorde, cuando vislumbramos su claro final. Posiblemente casi todos lo hemos visto con claridad en los últimos meses menos los implicados. Es este un rasgo inherente a los grandes jugadores, la dificultad para identificar sus propias limitaciones. Quizá porque ese mismo factor es lo que les hizo grandes en primera instancia, el no ponerse limitaciones, el creerse superiores a cualquiera, el luchar contra viento y marea para ser de los mejores.

La dificultad para identificar sus propias limitaciones es un rasto inherente a los grande futbolistas como Cristiano y Messi

La historia de Messi y Cristiano es la historia del fútbol. Y la hemos vivido innumerables veces. Con el Real Madrid se rompió un poco el corazón de cada madridista cuando Bernabéu le enseñó la puerta a Di Stéfano, en la que debió de ser la primera gran despedida de un jugador histórico de un club. Aquel trauma duró muchos años, y mientras que el jugador lo vivía de manera incomprendida, el resto entendía que había que dejar paso a otros y que el tiempo había emitido su veredicto.

A medida que un futbolista se hace grande e histórico más difícil es la gestión de su retirada. De manera proporcional a su grandeza, ese momento supone una terrible decisión para jugadores y clubes. Y muchas veces ocasiona problemas mayores, cuando el jugador leyenda sigue ocupando un espacio, mientras otros jóvenes tratan de opacarle. En el Real Madrid vivimos algo parecido con un Raúl ya en decadencia, a pesar de que puso su mejor disposición para destacar en la liga alemana.

Raúl y Cristiano

Porque ese es otro rasgo de estos futbolistas, su voracidad infinita. Su calidad les da para seguir marcando goles y seguir siendo diferenciales en algún momento, como hemos visto a Messi en destellos en el mundial. Pero no de manera constante y no con la expectativa previa.

Raros, rarísimos son los casos de futbolistas que cuelgan las botas voluntariamente muchos partidos antes de que se empiece a notar esa clara decadencia. Me viene a la mente el caso más señalado, el de Zinedine Zidane, que el año de su retirada fue el mejor del mundial, y que seguramente tres años después todavía podría haber aportado mucho a su club. Porque estos jugadores mantienen esa calidad sine die, incluso cuando juegan los partidos de las leyendas con 20 kilos de más y muchos años más.

Rarísimos son los casos de futbolistas que cuelgan las botas voluntariamente muchos partidos antes de que se empiece a notar esa clara decadencia. Me viene a la mente el caso más señalado, el de Zinedine Zidane

Estos futbolistas quieran jugar siempre, quieren ser importantes, como lo han sido toda su carrera. No saben ser suplentes y no entienden su papel en un equipo si no es desde el rol de titulares y referentes. Por eso, sentar a estos futbolistas en el banquillo suele ser mala solución, porque contaminas el vestuario con la frustración de la leyenda, como vemos con Cristiano Ronaldo, y dejas de contar con un jugador más joven que podría aportar desde el banquillo.

Son raros los casos donde esa gestión es pacífica. En el Real Madrid hemos visto recientemente la inaudita aportación de Marcelo desde el banquillo, como capitán en la sombra, como líder de los jóvenes, como leyenda que sostenía el valor del escudo y de la camiseta. Pero esa gestión no fue fácil porque el jugador quería jugar y el entrenador veía que su nivel ya no daba, pero a veces cedía, ante la incomprensión de la afición.

Modric Bernabéu Barcelona

Y luego está el caso de Luka Modric. Probablemente un caso entre millones. Un jugador que tiene edad de sobra para estar jubilado hace años o de plácido retiro en una liga menor. Y, sin embargo, mantiene de sobra el nivel cada partido, sabiendo que ya no tiene la capacidad de antes, pero siendo capaz de dosificar su esfuerzo y seguir aportando innumerables momentos de calidad nivel élite.

El caso del croata es un ejemplo único de cómo gestionar una carrera. Primero parecía su ocaso definitivo, como suplente, a la sombra de un incipiente Valverde. Y luego retomó la titularidad, siendo casi indispensable como el jugador que siempre había sido, pero apoyado por otros jugadores más físicos.

Modric es un ejemplo único de cómo gestionar una carrera

Mirando con el rabillo del ojo cómo el factor tiempo trata cada vez de ganarle la carrera, Modric parece no inmutarse. Lo regatea una y otra vez. Con un amago de los suyos, un movimiento de cadera, una mirada al frente que le confunde. Y así, está logrando jugar en el equipo más exigente del mundo sin que se note tanto que el tiempo le acecha cada día cuando se levanta, esperando un momento de debilidad.

Y cuando lo haga ya definitivamente, porque ha amagado un par de veces, veremos si Modric aplica su infinita inteligencia futbolística y es capaz de echarse a un lado, o sí se obnubila y cree que puede hacer lo que nadie logró jamás: vencer al tiempo.

 

Getty Images.

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Consultor estratégico y emprendedor. Apasionado del deporte y del fútbol, mantengo un blog sobre ello desde hace 10 años. Y madridista, claro.
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