El gran libro de las mentiras barcelonistas

Son tiempos duros para el barcelonismo rampante. Acechados por deudas, tras años siendo arrastrados por el suelo en sus andanzas por el continente y enfrentándose a una crisis reputacional sin precedentes, encontrar argumentos para defender la honorabilidad de esta institución es una labor que requiere una fe inquebrantable, tiempo y carencia total de escrúpulos. Especialmente porque la razón de que los escándalos rodeen al Barça ha sido su propia corrupción. De hecho, buena parte de las quejas de los aficionados azulgranas tienen que ver con que las acusaciones y malas noticias surgen en los peores momentos.

Si no se hubieran cometido irregularidades como el pago continuo al número 2 de los árbitros, nadie comentaría nada

Es algo que podría tener cierta base, siempre y cuando fuese verdad. Las desvergüenzas se destapan cuando el Barcelona gana, cuando pierde, cuando empata, cuando levanta títulos y cuando es eliminado, con mucha frecuencia, de competiciones europeas. Y su aparición en los medios es una simple consecuencia de su existencia. Si no se hubieran cometido irregularidades como el pago continuo al número 2 de los árbitros, nadie comentaría nada. De hecho, sufren una importante disonancia cognitiva: si a algo se están dedicando la inmensa mayoría de periodistas y medios de comunicación (incluyendo a los dos grandes diarios deportivos madrileños) es a intentar mitigar el impacto negativo que el escándalo Barça-Negreira tiene.

Los barcelonistas sufren una importante disonancia cognitiva: si a algo se están dedicando la inmensa mayoría de periodistas y medios de comunicación (incluyendo a los dos grandes diarios deportivos madrileños) es a intentar mitigar el impacto negativo que el escándalo Barça-Negreira tiene

Tiempos turbulentos exigen medidas desesperadas, y en su batalla eterna del control del relato, único campo en el que llevan décadas siendo sobresalientes, han tenido que acudir a una serie de mantras, casi todos mentiras y tergiversaciones, para intentar contraatacar y reflotar su maltrecha imagen. Aunque no estén teniendo demasiado éxito en esta campaña, cosa que se demuestra con el eco internacional de su impudicia, viene bien identificar y desmontar sus recursos argumentales más habituales, aunque para ello quizás haga falta una serie en lugar de un único artículo.

• Estamos solos contra todos. Unir a una masa en torno a la amenaza externa es más antiguo que el hilo negro. La tozuda realidad es bien distinta. El Barça no está enfrentado a la LFP que preside el madridista Tebas. De hecho, en la última Asamblea votó a favor de la sustancial subida de sueldo del presidente de la competición, como viene haciendo en prácticamente todas las votaciones desde hace años y años. Es precisamente el Madrid el único que siempre se ha enfrentado a la patronal desde que Tebas accedió a su presidencia. Tampoco la RFEF, que hizo negocios con el capitán en activo del Barcelona, paralizó sanciones a uno de sus jugadores o se apresuró a defenderles en el escándalo Negreira parece una oposición frontal. Por no hablar de los árbitros, enfadadísimos con los vídeos de RMTV, y benévolos cuando se trata de criticar el pago millonario al número 2 de su colectivo. Con el CSD modificando normativas al gusto de la directiva culé y medios, presidentes y aficionados de otros equipos callando mayoritariamente cuando el escándalo no deja de crecer, podríamos decir que el barcelonismo está acompañado, muy acompañado.

• Todo sale del madridismo sociológico. Aquí hay que quitarse el sombrero con Laporta, genio dialéctico a la altura del político más trilero. Si fue capaz de convertir la ruinosa venta de activos en una flamante palanca, cómo no iba a poder achacar todos sus males a un ‘madridismo sociológico’ que se ha convertido en la coartada universal. Podríamos señalar el pequeño detalle de que el escándalo ‘Barça-Negreira’ se destapó, se investiga y se instruye en Barcelona. Lo que si existe es un antimadridismo patológico que culpa de todos los problemas una institución que nada tiene que ver en el hecho de que el Barça haya estado alquilando todo el sistema para ponerlo a trabajar a su favor.
• El Barça habría ganado exactamente igual. Eso es algo que nunca sabremos, como no sabremos si Ben Johnson era en realidad más rápido que Carl Lewis o si Armstrong hubiera ganado siete Tours sin haber competido dopado. El Barça tuvo un equipo excelente que recibió ayudas durante muchas temporadas, sin las cuales probablemente hubiera tenido mucho menos éxito. Ahí está el saldo arbitral, datos que no tienen explicación posible sin que existiera una mano corruptora. Nos intentaron hacer creer que lo que ocurría es que el Barça ejercía tal dominio que era imposible que les señalaran en contra penaltis o tarjetas y muy sencillo que sí llegaran en masa a favor. Una fábula contada para convencer a acólitos, pero sin base real.

• No hubo un pago directo a ningún árbitro. Ya se ha explicado muchas veces, pero insistiremos. No hace falta comprar a cada colegiado, cuando has sobornado a aquel que condiciona quién sube, quién se mantiene y quién consigue la escarapela de árbitro UEFA y FIFA, y la diferencia entre estas categorías implica un importante cambio en cuanto a remuneración. El sistema premió a aquel que se equivocó en contra del Madrid, y favoreció a aquellos que le perjudicaron. Ahí tienen como evidencia a los Clos Gómez, Hernández Hernández o Puentes Leira.
• Fue blanqueo de capitales. Es una hipótesis prácticamente descartada por los investigadores por su carencia de lógica. Nadie usaría al número 2 de los árbitros, una figura muy relevante, para limpiar dinero negro. En todo caso, sorprende que parte del barcelonismo haya abrazado esta posibilidad con algarabía, en lugar de pedir explicaciones a los directivos que habrían usado el club para delinquir si esta inverosímil teoría resultase cierta.

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