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Diarios del Cherengueti (2)

Diarios del Cherengueti (2)

Escrito por: Mario De Las Heras7 mayo, 2018
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Un amanecer en el Cherengueti es de una belleza única. Uno apenas da unos pasos más allá del campamento y enseguida empieza a oír los primeros sonidos selváticos, casi ansiosos, como quien escucha los primeros cantos gregorianos de una abadía cisterciense. La vida en el Cherengueti tiene mucho de vida monacal, a pesar de las apariencias, desde el punto de vista de la observación y de la reflexión y de la fe. Los habitantes del Cherengueti son mayormente seres observadores, reflexivos y fehacientes, aunque a cualquiera podría parecerle lo contrario al desatarse, sin mayores preámbulos, ruidosas hostilidades entre Tommy (el más vociferante miembro del cherenguetismo madridista) y un miembro destacado del bando contrario al que llamaremos Kim de la India.

Prometía la mañana en el Cherengueti, después de la sangrienta cacería nocturna en el Camp Nou. Me preguntaba cómo estaría la sabana. Kim de la India (es Un Kim kiplingiano que en lugar de por Lahore deambula por el Cherengueti, pero no solo sino presumiblemente de la mano de mamá) hablaba de la cronología de los ataques para posicionarse (menudo pícaro, Kim) y Tommy se enfurecía. Yo creo que ese enfurecimiento era más bien por el tono de Kim que por su argumento. Kim unas veces parece un C3PO con acento de Sabadell, y otras un coro de Daft Punk que pretendiera versionar a toda costa el tot el camp. Eso a Tommy lo rebela, por supuesto, porque Tommy es un rebelde. Y con causa. Lo que sucede es que a mí oírle decir de pronto, por ejemplo “desisto”, me sorprende. Y eso que para ello hay que pasar horas de observación.

En realidad, “desisto” no es una palabra usual en el Cherengueti. “Tangar”, por ejemplo (otra vez), sí que es una palabra habitual, que suena como “tanga”. En tanga van siempre vestidos, metafóricamente, en el Cherengueti. Y cuando esa metáfora se junta con la música de peligro de Pasión de gavilanes yo, por si acaso, suelo subirme a un árbol ante la incapacidad de vislumbrar, ni siquiera mínimamente, la gravedad del peligro que me acecha. Cuando se produce esa conjunción, yo tengo la impresión de que me están contando un cuento de Carver donde aparentemente no sucede nada más que la común naturaleza humana, que bajo esas palabras sencillas está podrida de sordidez y de horror.

Ya una vez en el árbol me siento más o menos seguro, pero entonces es cuando empiezo a oír música de bandoneón, que no es otra cosa que la voz (ininteligible) de tango de Freud-el sonoro psicólogo argentino-, lo cual suele anteceder al primer plano de la boca puntiaguda y sicalíptica de Calcetines, con el que a menudo Freud ejecuta en directo una danza sensual. Pueden imaginarse que esos momentos no son fáciles. Suelo tranquilizarme, como todos en el Cherengueti, cuando Benito toma la palabra. A Benito lo llamaré Cocodrilo Dundee porque cuando habla es como si les pusiera a los demás delante de los ojos su mano cerrada salvo los dedos meñique y pulgar con los que suele calmar los ánimos. Calcetines se somete con frecuencia (y casi se diría con obediencia) a esa voluntad, no así Kim de la India que se resiste mediante fruslerías que acompaña Freud (ayer más Jung si se me permite) con su bandoneón.

He dicho antes que el día en el Cherengueti prometía fuertes emociones que sin embargo se fueron diluyendo en el tiempo. El bando barcelonista, liderado en esta ocasión por Kim de la India, se fue mostrando cada vez más cansado. Menos comprometido con su clan, quizá saturados por la incoherencia atroz de sus razonamientos. Su lucha era una lucha a trompicones, en la que Calcetines y Jung trataban de arrancar sin éxito, uno a base de levantarse de pronto como un energúmeno, y el otro a fuerza de intentar darle al teclado de su bandoneón un toque heavy. Yo a esas alturas ya había decidido pasar el día en el árbol. No me gustaba esa extraña calma, esa extraña rendición, que también sentí que percibía el Dr. Rydell -maestro de ceremonias de la terapia de grupo-, quien pinchaba y pinchaba para que fluyera la corriente del psicoanálisis y lo único que conseguía es que Tommy se revolcase por el suelo y Kim de la India saltase delante de la pantalla como si intentara alcanzar los frutos de las jirafas.

Pero hubo un momento en que Kim de la India se reanimó por última vez. Fue a propósito de una supuesta mano de Keylor Navas que derriba a Suárez. Se montó allí una performance (las performances del Cherengueti son de las cosas más hermosas que se pueden contemplar en el mundo) por la que todos aprovecharon como para empezar a tocarse. Y se tocaron. Desde el árbol yo apreciaba el ambiente principiante de bacanal que Jung admitió que no le gustaba. El único que entiende a Jung es el Dr. Rydell, que hace las veces de traductor. Jung es como un indígena que cada vez más a menudo parece desviarse de las cuestiones, unas cuestiones empíricas, para abandonarse al delirio entre frotamiento y frotamiento con Calcetines, del que empiezo a intuir que sobresale un conflicto por el choque interno entre ese dandy con abanico y el forofo de Nervión.

Cómo van a hacer caso en ese estado al meticuloso analista de fueras de juego. La meticulosidad les aburre, aunque es cierto que ese análisis tecnológico rompe abruptamente el ecosistema del Cherengueti. Ya era muy tarde cuando decidí bajar del árbol aprovechando la relajación de sus habitantes. Apenas se oía el tango, ni la sintonía de los gavilanes; no se apreciaban los morritos como de malo de Ivanhoe de Calcetines, al que otro doctor, el anestesista Rodríguez, había estado inyectando todo el día fuertes calmantes verbales. Se podía sentir el aroma vivo de un Cherengueti declinante, anochecido y somnoliento. Faltaba poco para que viniese la madre de Kim de la India y se lo llevara a casa para arroparlo. Encendí una hoguera y a través de las llamas casi pude ver a todos regresar con placidez a su cobijo. A todos menos a Jung al que, antes de cerrar los ojos, me pareció ver bajo la nieve de su cabellera explicándole un complejo contraataque a un pobre ratoncito de las praderas.

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Ha trabajado en Marca y colaborado en revistas como Jot Down o Leer, entre otras. Escribe columnas de actualidad en Frontera D. Sobre el Real Madrid ha publicado sus artículos en El Minuto 7, Madrid Sports, Meritocracia Blanca y ahora en La Galerna.

7 comentarios en: Diarios del Cherengueti (2)

  1. Kim de la India es el verdadero catalán por antonomasia. Se vale de un argumento y de su contrario, con una facilidad pasmosa para apoyar sus tesis. Y no le da ni vergüenza, y siempre termina diciendo que la culpa es del resto. Él es un santo varón.
    Ayer empezó diciendo que nadie olvidara que se había anulado un gol a Suárez legal, y que todo empieza (tal y como sugería calcetines) por la entrada salvaje de Bale no sancionada. Que el resto vino por culpa de esto.
    Cuando les demuestran con vídeos que el fuera de juego de Rakitic es real, y que no se anula ningún gol, porque se pita antes de que Rakitic pase el balón, entonces dice "si el árbitro quisiera perjudicar al Madrid este gol no lo anula". Fantástico...siempre tiene razón él.
    Respecto a que Rakitic se había ganado la roja, que Piqué fue a lesionar de gravedad a CR, o que Messi buscó la roja y la mereció, no se pronuncian. La culpa era de Bale. Con eso tienen para aguantar un año.
    También dijo que este árbitro fue el responsable de que el Barça perdiera la liga el año pasado por el gol anulado al Barça contra el Betis. Cuando no fue anulado, si no que no concedido (no es lo mismo) y el Barça perdió por 3 puntos la liga. Ese gol hubieran sido dos...y olvidar el resto de partidos, como por ejemplo los dos clásicos con penalties sin pitar, y hacer ver que ese árbitro les hizo perder la liga...es lo que demuestra como son los culés en general, y Kim de la India en particular. Son criaturillas dignas de lástima.

  2. Yo también pienso que el único que entiende a Jung es el Dr. Rydell jajaajajajaja....es curioso que tenga que ser el médico de cabecera el único que consiga aplacar los brotes del psicoanalista jajaajajaj...

    Yo ya no me asomo al Cherengueti y dudo que lo haga incluso si ganamos la champions porque sé que buscarán la forma de montar una polémica para afear la victoria del Madrid...y yo estaré muy ocupada en celebrarla y disfrutarla como para querer perder el tiempo en oír los desgarradores chillidos de esos animalillos por la cautividad que les generará otra champions blanca 😉

    Saludos y ¡Hala Madrid!

  3. El Cherenguetti solo mola verlo cuando gana el Madrid, así se ve toda la bilis que vomitan, sobretodo el zeñorito Calcetines xD

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