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Diario de un madridista confinado (día 18)

Diario de un madridista confinado (día 18)

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2 de abril de 2020

Jueves. Un día más de reclusión, pero no nos quejemos, Juana de Castilla estuvo más tiempo encerrada en Tordesillas y cuando los comuneros quisieron volver a hacerla reina con poder, dijo que no para no perjudicar a su hijo Carlitos. Pues así de responsables hemos de ser, si un comunero y Stoichkov, por ejemplo, llaman al portero automático y nos pide que bajemos a la calle a jugar, le tenemos que decir que no, que Juana la Loca era muy cuerda y fue la precursora del confinamiento. Si aun así el comunero y Hristo insisten, póngales a Camarón, por aquello del flamenco, y saldrán despavoridos.

Antes de comer, nos enteramos del fallecimiento de Goyo Benito, descanse en paz. Uno de esos jugadores que nacieron sin excusas en los cuales confiarías para que custodiasen los ahorros de tus hijos. No creo que queden muchos así.

También un 2 de abril murió Juanito. Yo estaba de viaje de fin de curso de 8º de EGB en Mallorca. La noche anterior nos habían llevado a una discoteca light para críos en Palmanova. Solo estaba nuestra clase, era temporada baja y no había un alma. Por suerte, proyectaron en una pared el Real Madrid 2- Torino 1 que se jugó ese día. Partido de ida de semifinales de la UEFA y se olía que podía ganarla. Buyo fue un portero de época, pero se permitía más licencias que Juan Ramón Jiménez. Por desgracia, aquel día tuvo un desliz nada más empezar y la eliminatoria se oscureció. El partido luego fue emocionante, al menos así lo recuerdo yo. Un movimiento de Míchel de esos que te ponía los pelos de punta dejó solo a Hagi y empatamos. Hagi era como una falsificación populista de Puskas. Atesoraba mucho talento y una contundencia en el disparo temible, pero en realidad no era sólido y decisivo como siempre lo fue don Ferenc Puskas. Después, Hierro marca un gol típico suyo a un centro característico de Míchel. La victoria por dos a uno no era buen resultado, pero sí esperanzador.

A la mañana siguiente, nos levantamos para ir a alguna excursión aburrida de esas en las que te llevaban a ver cómo hacían sucedáneos de perlas o algo así. Entonces apareció mi amigo Campillo y me dijo que Juanito había muerto en un accidente. Nos quedamos impactados. De crío uno está menos familiarizado con la muerte e impresiona más. Luego de mayor relativizas y hasta se te dibuja una sonrisilla solo de pensar en la cara que pondrían tus acreedores si mueres.

A Juanito lo había visto una vez de niño. Cuando se marchó del Madrid, mi padre se enteró de que iba a ir a un local a celebrar una especie de despedida con más jugadores. Así que nos fuimos los dos a la puerta a hacer guardia nocturna. Yo tenía nueve años y me había puesto el traje de la comunión para tal ocasión. Ojo, no iba de marinerito ni parecido, era un traje tradicional, pero de la tela de un televisor sin sintonizar, color ruido blanco. Me llevé el libro del Hobbit que me acababan de regalar para la comunión —a esa edad sí me divertían esos libros— con la ilusión de llenarlo de firmas. Estuvimos en la puerta del pub varias horas y por allí no aparecía nadie conocido fuera de su círculo familiar. Hasta que llegó Juanito en un Mercedes antiguo, se acercó y mi padre le preguntó si podía firmarme un autógrafo. Él fue cariñoso, cortés y educado y me escribió en la primera página del libro: «A mi amigo Paco con afecto. Juan». No vino ningún jugador más, pero tampoco fue necesario.

 

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Redactor jefe de La Galerna.

2 comentarios en: Diario de un madridista confinado (día 18)

  1. Paco, un mix único entre fútbol y literatura. ¿Cómo se le habría quedado a Tolkien el cuerpo si se entera? A ver si lo pones de moda y sale la chavalería a que les firmen libros las estrellitas del balón. Juanito, como sabes, fue jugador del Burgos y mi padre un aguerrido socio del club, así que en mi casa se le estimó mucho y también se sintió su pérdida.
    Un abrazo confinado, nunca mejor dicho. (Se me permita la licencia)

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