Las mejores firmas madridistas del planeta

La noche de la sangre en el ojo

 

Hoy no podría ocurrir, pero sí ocurrió tal día como hoy. El 7 de enero de 1995 tuvo lugar la última gran goleada del Real Madrid al FC Barcelona. De entonces para acá, el Barça ha gozado su única era dorada con la amargura de contemplar al Madrid viviendo su segunda pese a no tener a Messi. Desde entonces también, en enfrentamientos directos, el saldo es favorable al Barça, que ha reventado al Madrid en más ocasiones de las deseables sin que los blancos parezcan haber tomado nota para vengarse con otra goleada al siguiente partido. La última vez en que eso ocurrió, la última vez en que el Madrid dejó claro que había tomado nota de la afrenta, que se proponía desquitarse de ella con otra afrenta equivalente, y que de hecho lo logró, fue aquel 7 de enero de 1995, tal día como hoy.

No fue un partido de fútbol. Fue un torbellino. Fue la cólera de Yahvé arrasando Sodoma y Gomorra por el mismo precio y sin necesidad de desplazarse allí. Zamorano estaba en trance, imbuido de una ira divina y totalizadora

Zamorano había sido claro en las vísperas. El equipo tenía “sangre en el ojo” desde el encuentro de ida, en el cual el Barça había destrozado a los blancos endosándoles un 5-0. Fue la cola de vaca de Romario a Alkorta, la grave lesión de Alfonso y el juego rutilante de Laudrup. Pero ahora Laudrup estaba en el otro bando, en los entrenados por Valdano, y esta era una de las razones por las cuales los blancos se sentían cualificados para devolver la moneda a los azulgrana. Quizá la sed de venganza deportiva sea uno de los sentimientos puros que la hiperprofesionalización del fútbol se ha llevado por el desagüe. Quizá sea, hoy por hoy, en el seno del Madrid, una aspiración incompatible con la exigencia del calendario, que impone el objetivo a largo plazo como rumbo innegociable de la campaña y desdeña la necesidad de la goleada por amor al arte o por odio (deportivo) al rival, conceptos ambos más cercanos de lo que parece, como se vio aquel 7 de enero en que aún era imaginable que el Madrid quisiera vendetta puntual.

No fue un partido de fútbol. Fue un torbellino. Fue la cólera de Yahvé arrasando Sodoma y Gomorra por el mismo precio y sin necesidad de desplazarse allí. Zamorano estaba en trance, imbuido de una ira divina y totalizadora. El chileno fue un tsunami que se bastó con los primeros minutos para descerrajar un hat trick. En el último de sus tres goles, Laudrup le robó un balón a Bakero (la versión destructiva del caño de Chendo a Maradona) en la línea de fondo del área culé y se la sirvió al delantero, que se zambulló en las redes de Busquets padre con el ánimo de practicar sexo tántrico con las mallas. Había que quedarse a vivir en aquel ultraje. Nunca un abrazo ha reunido a tanta gente ni ha durado tanto tiempo más allá de la línea de gol.

Zamorano Raúl 5-0

Yo estaba allí, pero no recuerdo mucho más, y es una pena porque también quise quedarme a vivir allí. Veo, en medio de una vorágine insaciable de sangre y niebla, a Luis Enrique remachando a la red un remate al palo de (otra vez) Zamorano. El asturiano celebró el gol como si el futuro que hemos vivido no constase en la historia de hoy. De hecho, si lo miras con los ojos de esa noche (ojos que supuran hemoglobina), no cuenta. Veo a Amavisca empujando una asistencia de quién va a ser, de Bam Bam (fue su noche), y a Valdano en la banda diciendo paren ya. Tenía que ser un 5-0, un 6-0 ya no servía, curiosamente. Tenía que ser un 5-0 y no ninguna otra goleada porque el marcador tenía que dictar bien a las claras que lo que había sucedido era una venganza sañuda y concienzuda sobre aquel otro 5-0.

Todo esto es imposible hoy. El tiempo lo ha confirmado. El Barça quiere siempre humillar al Madrid, pero la carretera no es de doble dirección. Será por el calendario (creo), será porque son aliados de la Superliga y las conveniencias de despacho se filtran tácitamente en el vestuario, no lo sé. No existe un solo madridista que cambiaría la historia de su club de 1995 para acá por la del Barca. Esto es indudable. Pero también lo es, en un escalón de importancia menor pero no desdeñable, que nuestros jugadores nos deben otro siete de enero. Y hay muchos potenciales sietes de enero en el horizonte.

 

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  1. 75 años del Bernabéu (1): La inauguración
  2. 75 años del Bernabéu (2): El amistoso del Centenario

Va a ser cierto que veinte años no es nada… Y es que veinte años se cumplen hoy desde aquel 18 de diciembre de 2002, fecha en la que el Real Madrid casi dio por cerrado el año de su centenario con el último gran evento de ese año tan especial.

Aquel día se jugó en el estadio Santiago Bernabéu el que, según la FIFA, era el único encuentro oficial que se disputaba en todo el mundo, ya que se paralizó el fútbol a excepción de este partido (para formalizar el hecho, se declaró Día Mundial del Fútbol). Los equipos protagonistas fueron, nada menos, que el Real Madrid y una selección de los mejores jugadores del planeta.

Fue este uno de los innumerables eventos que Florentino Pérez había puesto en marcha durante todo el año para conmemorar los cien años de existencia de la institución deportiva más exitosa de la historia. Habían sido casi 365 días en los que no había faltado de nada: desde la transformación completa del Parque de Atracciones de Madrid en el Parque Temático del Centenario a la puesta en marcha de un tren que recorrió toda España contando la historia del Real Madrid pasando por el desfile de la pasarela Cibeles en el Santiago Bernabéu, un campeonato mundial de mus o la finalización de la última etapa de la Vuelta Ciclista en el interior del estadio.

EL 18 DE DICEMBRE DE 2002 SE DISPUTÓ EN EL BERNABÉU EL ÚNICO ENCUENTRO OFICIAL EN EL PLANETA. SE DECLARÓ DÍA MUNDIAL DEL FÚTBOL

Se recordará por el Centenariazo, la Novena (y el inmortal gol de Zidane), el fichaje de Ronaldo, la primera Supercopa de Europa y la tercera Intercontinental. Y aquel miércoles lluvioso se cerraba el 2002 futbolístico con la exclusividad de ser los únicos en el mundo jugando al deporte rey. Tras ello solo quedaban el Torneo de Navidad de baloncesto y la fiesta que el club había preparado para el 31 de diciembre frente al Santiago Bernabéu.

Antes del fútbol, se rindió homenaje a Ronaldo, que ofreció su Balón de Oro al público según lo recibió de manos del director de la revista France Football. Se tomó una foto histórica con todos los madridistas que habían ganado dicho trofeo: Raymond Kopa, Luis Figo, Alfredo Di Stéfano, Ronaldo Nazario y Zinedine Zidane. Se ofrecieron también todos los títulos ganados en uno de los mejores años de toda la historia del club.

Amistoso centenario Ronaldo

Vicente del Bosque eligió al once formado por Casillas; Miñambres, Helguera, Pavón, Raúl Bravo; Flavio, Guti; Figo, Zidane, Raúl y Ronaldo. A lo largo del partido también jugaron Morientes, César, McManaman, Solari, Celades, Rubén, Portillo, Tote, Borja, Cambiasso, Carlos Sánchez y Olalla. Por su parte, en la selección mundial Scolari dispuso a Cavallero; Cafú, Márquez, Maldini, Lizarazu; Nakata, Baraja, Ballack, Rivaldo; Baggio y Klose para, posteriormente, ir contando con Kaká, Wilmots, Makaay, Bizzarri, Joaquín, Naybet, Cissé, Yakin, D´Alessandro, Mijatovic, Eto´o y Fernando Torres. Mejuto González fue el árbitro designado para dirigir la contienda.

Como no podía ser de otra manera, fue más un partido amistoso que una disputa seria y, dados los mimbres allí reunidos, el cesto resultante no pudo sino ser espectacular de principio a fin; se sucedieron innumerables grandiosas jugadas tanto individuales como colectivas y el fútbol que allí se pudo ver será siempre recordado. Ambos bandos estuvieron a la altura de la ocasión, pero fue la selección FIFA quien comenzó mostrándose incontestablemente superior (o, cuanto menos, más determinante) y así sucedió que en el minuto 42 ya vencía por 0 goles a 2, gracias a un cabezazo de Klose a un centro medido de Baggio y a un tiro cruzado de Kaká tras una maravillosa jugada individual.

Amistoso centenarioMorientes

Amistoso centenario Solari

En el descanso Plácido Domingo cantó al mundo el “Hala Madrid”, el popularmente conocido como “Himno del Centenario”. Se trataba de una pieza de música clásica en la que el tenor estuvo acompañado por la orquesta de Móstoles, magistralmente dirigida por el también muy madridista José María Cano, el compositor de la obra. Los jugadores de ambos equipos se alinearon con los músicos y aquel fue, sin duda, el momento más emotivo de toda la noche ya que el estadio al completo acabó cantando al son del extraordinario tenor madrileño.

EL AMISTOSO DEL CENTENARIO FUE EL CIERRE DE UN CICLO, LA SEGUNDA MEJOR ETAPA DEL CLUB ENTONCES, HABÍAMOS VUELTO AL LUGAR QUE NOS CORRESPONDÍA TRAS GANAR TRES CHAMPIONS

En la reanudación, “los fifos” continuaron el ritmo de la primera mitad a pesar de los numerosos cambios y Cissé, en el minuto 48, anotó tras un pase de Kaká, quien fue la estrella de la noche. La derrota local no hubiera empañado la fiesta, pero, y así lo entendieron en el césped, había que evitarlo. Los blancos se pusieron manos a la obra, incrementaron el ritmo, aumentaron la presión. Así ocurrió que Solari marcó de penalti e, inmediatamente después, se vivió otro de los momentos de la noche: saltó al césped Predrag, nuestro Pedja. Su gol en Ámsterdam era en un porcentaje muy alto el culpable de todo lo que se había vivido en los años anteriores. Tote, tras un rechace de Bizzarri y Cambiasso, de impresionante zurdazo con efecto, lograron el empate.

Amistoso centenario McManaman

Se puso así el colofón a una noche perfecta en lo que, obviamente ignorábamos, era el cierre de un ciclo. Aquel gol culminaba un año excelso en lo deportivo y lo institucional pero también lo hacía con la segunda mejor etapa de la historia del club: habíamos vuelto al lugar donde nos correspondía, habíamos ganado tres Champions y nuevamente éramos el equipo en el que todos los futbolistas soñaban con jugar algún día; curiosamente, algunos de ellos estaban ese día allí. Un ciclo que, visto hoy, hemos de convenir que fue ciertamente corto pero crucial en el devenir del Real Madrid. No en vano comenzó con aquellos Laudrup y Redondo que empezaban a parecer cosa del pasado para pasar a los Figo, Zidane y Ronaldo y toda la universalidad que destilaban y representaban. Fue el paso del viejo fútbol, el del siglo XX, al nuevo que estaba comenzando a llegar y en el que el Real Madrid fue pionero. En apenas cinco años se había pasado del fútbol de siempre, el de “las mocitas madrileñas” al deporte que iba a colonizar el siglo XXI (hoy ya podemos confirmarlo), el de “juegas en verso, que sepa el universo”.

Tras el pitido final, tuvo lugar un emotivo espectáculo de luz y sonido que comenzó con Emilio Aragón animando al público, que acabó coreando el nombre del equipo. Posteriormente, en las pantallas se proyectaron imágenes de la final de Glasgow jugada ese mismo mes de mayo para por último, mostrar imágenes de toda la historia del Real Madrid desde sus primeros años de fundación. Tras el repaso a ese siglo de madridismo finalizó uno de los días más especiales del Real Madrid Club de Fútbol. Un día en el que no se homenajeó a ningún jugador, como tantas veces había ocurrido; se homenajeó al mismísimo Real Madrid.

 

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  1. 75 años del Bernabéu (1): La inauguración

Hoy se cumplen exactamente 75 años del día de la inauguración oficial del Nuevo Estadio Chamartín. Fue el 14 de diciembre de 1947, fecha a memorizar por todo madridista que se precie de tal.

Tres cuartos de siglo han pasado desde entonces, en los que el club más laureado del planeta ha vivido cientos de partidos, la gran mayoría victoriosos, y nada menos que 33 de los campeonatos de liga de los 35 que posee (los otros dos fueron en los años 30, con los Zamora, Ciriaco, Quincoces, Regueiro y compañía) y las 14 Copas de Europa que enarbola con orgullo.

Por razones obvias de edad, este articulista no estuvo el día de la inauguración, pero tiene el privilegio de conservar memorias de aquel día, ya que su padre estuvo allí presente y le narró con detalle lo que allí sucedió.

Hoy se cumplen 75 años del día de la inauguración oficial del Nuevo Estadio Chamartín. Fue el 14 de diciembre de 1947, fecha a memorizar por todo madridista

Tras más de 3 años de obras, desde que se consiguió en 1944 un crédito por medio del Banco Mercantil (presidido por Rafael Salgado, que da nombre actualmente a la calle del fondo norte del estadio) a la entidad, presidida desde el año anterior por D. Santiago Bernabéu, para comprar los terrenos colindantes al viejo Chamartín, por fin llegó el día de la inauguración oficial del nuevo recinto. Todo ello tras haber jugado el Madrid desde el 13 de mayo de 1946 (un año y medio antes), todos sus partidos oficiales en el Stadium Metropolitano del Atlético de Madrid, es decir toda la liga 1946-47, más las correspondientes eliminatorias de Copa, y los primeros meses de la liga 1947-48. En el verano de 1946 el viejo estadio de Chamartín había pasado a la historia y se procedió a su demolición.

Nuevo y viejo Chamartín Obras nuevo Chamartín

El rival que escogió Don Santiago para el magno acontecimiento de su inauguración fue el club portugués Os Belenenses, cuya morada se encuentra en la periferia de Lisboa (en la localidad de Oeiras) y que había sido campeón de la liga inmediatamente anterior, la de 1945-46.

En 1947 el estadio se encontraba bastante lejos del centro de la ciudad, en pleno descampado, cercano a la colonia de El Viso (en esa época se estaba procediendo a construir la prolongación del Paseo de la Castellana, que llegaba hasta donde hoy en día se encuentran los Nuevos Ministerios) y la mayoría de la gente acudió en tranvía o en autobús desde las plazas céntricas de Cibeles o de Colón. O bien caminando desde Cuatro Caminos o desde el barrio de la Guindalera.

Cartel inauguración nuevo Chamartín Os Belenenses

El encuentro, que comenzó a las 3 y media de la tarde, ya que aún no disponía de iluminación artificial (tardaría 10 años en instalarse, en mayo de 1957), contó con una magnífica asistencia, más de 55.000 espectadores según narran las crónicas, aunque no se llegó a completar el aforo total de 75.145 localidades, 27.645 de las cuales eran entradas de asiento (y 7.125 de éstas eran cubiertas, todo un récord en su momento). 7 años después, en 1954, hubo una ampliación hasta 125.000 localidades. El árbitro designado para la contienda era el más prestigioso con diferencia de su época, D. Pedro Escartín.

El rival que escogió Don Santiago para el magno acontecimiento de su inauguración fue el club portugués Os Belenenses, campeón de la liga inmediatamente anterior, la de 1945-46

El Real Madrid de aquel año transitaba por la liga en posiciones modestas, tras haber acabado la temporada anterior en el séptimo puesto, pero habiendo ganado la Copa de España de 1947 en La Coruña, el 22 de junio ante el Español, por 2-0, con goles de Vidal y de Pruden en la prórroga. Con aquel título, el Real Madrid revalidaba el conquistado el año anterior en Barcelona, en el estadio de Montjuic, ante el Valencia (3-1), el cual había supuesto el primer gran éxito del club desde la copa conquistada en Valencia aante el Barcelona unas semanas antes del estallido de la Guerra Civil, el 21 de junio de 1936 en el estadio de Mestalla, en Valencia.

La alineación que presentó el Madrid aquella fría tarde de domingo, entrenado por una leyenda como era el fabuloso defensa Jacinto Quincoces, fue la siguiente: Calleja en la portería (el titular Pepe Bañón estaba lesionado), Clemente y Corona como defensas, Pont, Ipiña (el histórico capitán) y Huete en la medular, y, como delanteros, Alsúa, Chus Alonso, Barinaga, Molowny y Vidal.  El uniforme era, como desde 1931, blanco en camiseta y pantalón y las medias de color negro.

Real Madrid Os Belenenses

El partido, por lo que nos contaron quienes lo presenciaron, fue muy entretenido y ambos equipos desplegaron un juego ofensivo y llamativo. El Real Madrid había empezado mal la liga, pero en este amistoso jugó sin ataduras y sin los nervios de la competición. Sabino Barinaga, el delantero vasco nacido en Durango (Vizcaya), tuvo el honor de inaugurar el marcador con su gol en el minuto 15. Tras empatar a 1 los lusos, por medio de Teixeira da Silva, finalmente el partido concluyó con un 3-1 a favor del equipo anfitrión, con dos goles anotados por Chus Alonso. Curiosamente, los dos goleadores blancos habían participado 4 años antes muy activamente en el célebre 11 a 1 infligido al Barcelona, con “póker” de Barinaga y doblete de Alonso, el asturiano nacido en La Habana, Cuba.

14 días después, el 28 de diciembre de 1947, se disputó el primer encuentro oficial en el Nuevo Chamartín (oficialmente llamado al principio “Estadio Real Madrid Club de Fútbol”), en competición liguera, ante el Atlético (todavía no Athletic) de Bilbao, con victoria de los merengues por 5-1, y cuyo primer gol oficial sería de Chus Alonso, a pase de Sabino Barinaga.

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