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Aprenda a ser un buen negro

Aprenda a ser un buen negro

Escrito por: Rafael Gómez de Parada30 marzo, 2024
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Tras algunas declaraciones de estos días me resulta imposible no recordar algunas escenas de Django unchained, o Django desencadenado, como se distribuyó en España, aquel peliculón de Quentin Tarantino ambientado en la época de la esclavitud en Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Samuel L. Jackson interpreta a otro de esos personajes secundarios tan potentes que se come por momentos al protagonista. Responde al nombre de Stephen y es el mayordomo del gran amo blanco Calvin Candie, personaje interpretado por Leonardo di Caprio.

- ¿Ha visto, amo? ¡Ese negro tiene un caballo!

- ¿Tú quieres un caballo, Stephen?

- ¿”Pá” qué coño quiero yo un caballo? ¡Yo lo que quiero es que él no lo tenga!

Stephen es el mejor defensor de los privilegios del patrón blanco, el que se comporta de forma más dura con los de su raza. Es el colaboracionista necesario, el mayor azote de los de su misma condición, quizás para negar a los de su raza que exista esa discriminación. Les asegura que el hombre blanco los maltrata porque no saben comportarse, no porque sean esclavos negros sin derechos. Para Stephen “Candie” el amo no es racista porque a veces le deja sentarse a su mesa y fumarse un cigarrillo.

Stephen “Donato” Candie le dice a Vinícius que no hay racismo en proferir el grito del mono, como le ocurría a él en su época de futbolista, que solo era una provocación, como llamarle “negro” con desprecio. Donato respondía con unas risas y seguía jugando, porque eso es lo que corresponde hacer como “buen negro”. Se permite incluso aconsejar al “negro díscolo” de Vinícius: “Puede solucionar su problema haciendo buenos partidos. Olvidar, cambiar de actitud”. Si te comportabas de ese modo, te dejaban sentarte en la mesa de los buenos, te daban la nacionalidad y hasta podías jugar con su selección. Suponemos que a Donato también le hacían mucha gracia los insultos de Jesús Gil y Gil o las amenazas de muerte del Frente Atlético a Adolfo “Tren” Valencia. No iban en serio, eran solo una motivación para que rindiera más en el campo. Al fin y al cabo, Valencia no había sido un negro ejemplar, Candie o cándido, como él.

Es el colaboracionista necesario, el mayor azote de los de su misma condición, quizás para negar a los de su raza que exista esa discriminación. Les asegura que el hombre blanco los maltrata porque no saben comportarse, no porque sean esclavos negros sin derechos

Stephen “Balboa” Candie aconseja a Vinícius que no se encare con los que lo insultan, que se dé la vuelta, agache la cabeza y meta tres goles. Quizás porque eso es lo que se espera de un negro bueno, que se le insulte y no deje que los ataques influyan en su rendimiento. Algo así como el Stephen de Samuel L. Jackson: el negro azotado y encadenado puede seguir produciendo, aunque sea considerado una piltrafa humana.

En Mississippi no había racismo ni esclavitud, como bien podría explicar Stephen Candie: bastaba con comportarse como un negro ejemplar para mantener unas condiciones de vida más o menos dignas. En España no hay racismo, porque Parejo te dice que a él también le llamaban borracho y se dedicaba a jugar al fútbol, que es solo parte de un juego y en ese juego entra la provocación. Luego debemos entender que el insulto racista es lícito, del mismo modo que lo era el latigazo de Stephen Candie a los de su misma raza.

El amigo blanco del patrón, Manuel Juliá, anima a Vinícius en el diario Marca a que practique el silencio, que experimente su valor, que “debe aprender” a agachar la cabeza y callar para no alimentar a los racistas. José Antonio Abellán, otro habitual de las fiestas del patrón, nos cuenta que no hay un problema de racismo en Mississippi porque ahí tienes a Stephen, míralo, él no se queja, es un negro dócil y lo tenemos integrado en el sistema. Y aparte de todos ellos están los encapuchados que aparecen en la película de Quentin Tarantino portando antorchas, con la diferencia de que en la realidad los medios de comunicación españoles actúan de modo ufano y a cara descubierta. Los Senabre, Cotino, Lluís Carrasco, Pedro Morata, Superdeporte y compañía que afirman convencidos que no hay mayor conflicto que el que genera el propio jugador, “un blanco perfecto” para sus ataques. Seguro que las leyes locales de Mississippi también ayudaban lo suyo y permitían ciertos latigazos porque se daban “solo durante unos segundos” y “en un contexto de máxima rivalidad”.

El verdadero problema es que Vinícius es un negro que monta a caballo. Y lo hace mejor que los blancos. Es Django desencadenado, es Jamie Foxx que escapa de la uniformidad, viste ropajes caros y se comporta del modo que no se esperaba (ni se desea) de uno de los suyos. Es el negro que no agacha la cabeza, se rebela contra el patrón y denuncia los ataques que sufre. Y los Stephen de la vida quieren que no monte a caballo. Lo quieren sumiso, cómplice, que cumpla con las normas imperantes.

Aunque sinceramente creo que lo que les mueve a actuar de ese modo no son las recompensas del patrón, sino la envidia. O la mala conciencia. Stephen quiere que Django deje de montar a caballo porque le enfrenta a su propio reflejo en el espejo. Le demuestra que otros tienen el coraje que él no tuvo para enfrentarse al poder establecido, al blanco cabrón que lo tiene sometido. Balboa y Donato piden a Vinícius que se calle, que agache la cabeza, siga rindiendo y no incomode al patrón, seguramente porque lo que más les duele es darse cuenta de que ellos mismos no tuvieron el valor de Vinícius para enfrentarse a los racistas que los insultaron durante su carrera, ni a los que quitaron hierro al asunto desde los medios.

Me gusta Django desencadenado, me encanta su final. Exagerado, salvaje, desproporcionado. La hacienda del patrón arde, es destruida por completo.  Los disparos de Django son certeros. Con lo que se reían de él al principio de la película. De su aspecto y de su puntería.

 

Getty Images

Rafael Gómez de Parada
AFKAB. Artist Formerly Known As Barney. Dice que corre maratones, juega al fútbol y al baloncesto, pero todo con nivel medio, como en el inglés. Nivel alto solo para escribir y portanalizar en La Galerna. Autor de "Volver al asfalto".

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Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
¡VAMOS REAL!

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