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Álvaro Urquijo, Premio Viento de Galerna

Álvaro Urquijo, Premio Viento de Galerna

Escrito por: Manolo Castro8 marzo, 2024
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La década no pudo empezar peor para los Urquijo y sus amigos.

Según amanecía el primer día de 1980, un coche arrollaba a Canito, el batería de Tos, en una curva de la Nacional VI (a la que más tarde Enrique cantaría que ‘ya no volveré más’ ).

Por aquel entonces Javier Urquijo era el líder del grupo que empezaba sus pasos a espaldas de sus padres, a pesar de que la vocación musical se había despertado en casa gracias a los discos que el progenitor, ingeniero, traía de sus viajes a Estado Unidos. El crecer con Crosby Still Nash & Young o Jackson Browne generó que los tres Urquijo empezasen a practicar a escondidas en una fábrica de caramelos en la sierra de Madrid.

El deseo de recordar a Canito unió en Febrero de 1980 en la Escuela de Caminos de la Politécnica de Madrid a unos imberbes Nacha Pop, Mamá, Paraíso, Los Bólidos o Manolo Tenia con Los Solitarios, entre otros. Ese concierto ha pasado a la historia por considerarse el punto de partida de la llamada ‘movida’, y fue el arranque de la evolución de ‘Tos’, que ya sin Canito pasaron a llamarse ‘Secretos’.Los Secretos

Un jovencísimo Álvaro Urquijo empezaba a demostrar su maestría dominando una guitarra de 12 cuerdas, en concreto una Hofner President de los ’60 con la que posaría orgulloso en la portada de su primer disco. En el debut de Secretos quedó claro el dominio compositor de Enrique, pero la personalidad de las guitarras la aportó Álvaro, como se demostró en el riff de inicio de ‘Déjame’ o en la versión de ‘Sobre un vidrio mojado’.

En el debut de Secretos quedó claro el dominio compositor de Enrique, pero la personalidad de las guitarras la aportó Álvaro, como se demostró en el riff de inicio de ‘Déjame’ o en la versión de ‘Sobre un vidrio mojado’

Es curioso que se englobe a Secretos como un grupo de la movida, cuando la realidad es que eran más de la ‘nueva ola’, y más cuando tuvieron en buena parte de esa sobrevalorada década una transición por el desierto, alejados de los sintetizadores y defendiendo su estilo. Sí es cierto que la repetida frase de ‘la banda sonora de nuestras vidas’ pasa por ellos; y que en esos años éramos de Radio Futura o Polanski y el Ardor, pero todos (en público o privado) de Secretos.

Su coherencia en ‘El primer Cruce’ (con la joya ‘Quiero beber hasta perder el control’) marca un renacer cuando se les daba por desaparecidos o fagocitados por una caja de ritmos, pero lo cierto es que buena parte de la supervivencia del grupo reposa en Álvaro, aunque él, discreto y sin buscar el foco, proyecte este sobre su llorado hermano.

Los discos ‘Continuará’ o el ‘Directo’ del ’88 podían haber tenido mejor sonido con un profesional más rodado en ese oficio al frente; y fue Álvaro el que buscó a Joaquín Torres para dar forma desde la producción a los siguientes álbumes, que se convirtieron en tres de los discos más populares de la formación: ‘La Calle del Olvido’,  ‘Adiós Tristeza’ y ‘Cambio de Planes’.

Álvaro y Enrique Urquijo

El pequeño de los Urquijo, desde la discreción, supo dar un paso al frente en esos LPs para completar la labor de su hermano y ganar peso en la composición.

En esos trabajos despacha temazos con Enrique como ‘Qué solo estás’, ‘Soy como dos’, ‘Y no amanece’ o ‘Bailando en el desván’, se asocia con el gran Manolo Tena en ‘El hotel del amor’ o ‘Aprendiendo a soñar’, y firma en solitario himnos como ‘Amiga mala suerte’, ‘He perdido el tiempo’ o ‘Dos caras distintas’.

La Galerna le premia por su excepcional carrera y su irreductible madridismo. No pueden haber elegido mejor

Por si fuese poco, le da tiempo a rubricar un excelente y recomendado trabajo en solitario en el que ofrecía su versión de ‘Por el Boulevar de los Sueños Rotos’, compuesto junto a Sabina y que el jienense había estrenado en 1994.

La vida aun iba a poner a prueba la capacidad de liderazgo discreto de Álvaro al privarle de su hermano a finales de 1999, teniendo que recomponer el ánimo y la moral del grupo tras un año en el que tuvo que recuperarse de la tragedia. La desgracia se cebó en lo personal y en lo profesional, pero de ambos salió junto a sus inseparables Ramón Arroyo, Jesús Redondo y Juanjo Ramos para seguir ofreciendo exhibiciones de su maestría a la guitarra.

La Galerna le premia por su excepcional carrera y su irreductible madridismo. No pueden haber elegido mejor.

 

Getty Images.

Manuel Castro
Periodista musical de Radio 5 y de Radio Exterior
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