Hoy, 5 de marzo de 2025, se cumplen doce años de uno de esos momentos que los madridistas guardamos en el mismo lugar de la memoria que las mañanas de Reyes de nuestra infancia: el gol de Luka Modric al Manchester United en Old Trafford. Lo presenciamos el 5 de marzo de 2013, pero en realidad ese gol ya existía, y existirá para siempre, porque es eterno.
El Real Madrid se jugaba la vida en los octavos de final de la Champions League frente al gigante inglés. El partido estaba trabado, el ambiente era hostil y el equipo blanco parecía tambalearse. Hasta que Luka, ese pequeño croata con la voz del mayordomo de Drácula —como dice Mario de las Heras— decidió que el fútbol no entiende de imposibles. Recibió el balón a unos 25 metros, lo acomodó con un toque sutil y, sin pensarlo dos veces, desató un derechazo que astilló el palo izquierdo de David de Gea y se coló hasta el lateral de la red del lado opuesto de la portería. Golazo. Éxtasis. Historia.
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— UEFA Champions League (@ChampionsLeague) March 5, 2020
Doce años después, todavía se nos pone la piel de gallina al escuchar el estruendo del poste al recibir el obús de Lukita. Aquel disparo sigue resonando en la memoria colectiva del madridismo como el símbolo de lo que Luka Modric ha sido desde que llegó al Real Madrid en el verano de 2012: una botella de agua en el desierto, un superdotado del fútbol, un hombre que transforma lo complicado en sencillo con una naturalidad insultante.
Ese 5 de marzo de 2013 no solo marcó el pase a cuartos de Champions; también fue el instante en que Modric empezó a ganarse el corazón de una afición que, al principio, lo miraba con cierto recelo. Venía del Tottenham y algunos dudaban de su capacidad para liderar la medular de un equipo como el Madrid. Entre quienes más dudaban, abundaban los expertos —de todo pelaje o ausencia de él— del fútbol, que como todo el mundo sabe son los que menos saben de este deporte tan instintivo.
Lo presenciamos el 5 de marzo de 2013, pero en realidad ese gol ya existía, y existirá para siempre, porque es eterno
Desde entonces, Luka ha tejido una carrera legendaria en el Real Madrid. Seis Champions League, seis Mundiales de Clubes, cinco Supercopas de Europa, cuatro Ligas, dos Copas del Rey… Los números son apabullantes, y aunque se trata del jugador más laureado del club más laureado de la historia, Modric es mucho más que estadísticas. Es elegancia, es inteligencia, es sacrificio. Es el futbolista que corre como un juvenil a los 39 años, que lee el partido como si tuviera Google Maps instalado en el bulbo raquídeo, que convierte pases en obras de arte. Si el fútbol es un lenguaje, Luka es su gramática.
«El gol de Modric en Old Trafford», como se le conoce habitualmente, no fue casualidad. Fue la culminación de todo lo que Modric traía en su maleta cuando aterrizó en Madrid: visión periférica, técnica depurada y una capacidad innata para aparecer cuando más se le necesita. En aquel partido, Mourinho lo sacó del banquillo en el minuto 59, y en apenas un momento ya había cambiado el rumbo del encuentro (hay cosas que nunca cambian, sirva como ejemplo el partido de anoche contra el Atleti). El 1-1 de Luka allanó el camino para que Cristiano sentenciara poco después. Fue una lección de lo que significa ser decisivo sin estridencias. Modric no grita; Modric actúa.
Y así ha sido durante más de una década en el Real Madrid. Cuando Özil se fue, muchos temieron un vacío en la creación. Luka lo llenó con creces. Cuando Xabi Alonso dejó el timón, Modric asumió el mando junto a Kroos y Casemiro, formando un tridente histórico que dominó Europa. Cuando el equipo se ahoga en transiciones rápidas, ahí está él para poner pausa, para bajar pulsaciones, para recordarnos que el fútbol también es cabeza. Cuando el equipo se duerme en la inacción, ahí está él para acelerar el ritmo, para inyectar adrenalina como Travolta en Pulp Fiction, para recordarnos que el fútbol también es corazón.
Hoy, con casi 40 años, sigue siendo un pilar insustituible en un Madrid rejuvenecido con jóvenes estrellas de talento descomunal. Eterno, incansable, inmortal.
Si el fútbol es un lenguaje, Luka es su gramática
Más allá de su talento, a Modric lo define su humildad. Nunca busca titulares ni reclama protagonismo. Hace lo que tiene que hacer porque sí, porque esta convencido de que es lo mejor y lo necesario, porque es su maldita obligación. Su grandeza está en los pequeños detalles, que son lo más importante de la vida: un giro imposible para zafarse de la presión, un pase al hueco con el exterior que nadie más ve, una recuperación en el minuto 90 que evita un contragolpe, un córner perfecto en el 93. Es el antihéroe perfecto en un deporte lleno de egos desmedidos. Y no es un héroe porque es un dios. Un dios que de vez en cuando baja del Olimpo para cosas mundanas como arrebatar un Balón de Oro de los pies a Cristiano y a Messi.
Doce años después de aquel gol en Old Trafford, Luka Modric sigue siendo el alma del Real Madrid. Su contrato termina en junio, y aunque el tiempo no perdona ni a los genios, cuesta imaginar el césped del Bernabéu sin su figura menuda llenándolo por completo. Luka no es solo un futbolista; es un símbolo de lo que este club representa: resiliencia, excelencia, magia. Aquel derechazo en Manchester fue el primer capítulo de una historia interminable. Modric para seguir soñando con que lo imposible, como aquel 5 de marzo de 2013, vuelva a ser posible.
Gracias, Luka.
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Por Ozil más bien vino Isco, que lo mejoró sin duda hasta que en la 18-19 bajó los brazos como profesional por el motivo que sea.
En ese partido de Old Trafford se produjo algo insólito que en palabras de Mourinho se catalogaría como un cuarto tipo de entrenador, si en su día habló de los que se quejan de los árbitros cuando les perjudicaban (el más mayoritario y en el que él dijo que se encontraba), luego los que no hablaban del arbitraje y por último un grupo donde solo estaba Pep y que se quejaba de un acierto arbitral (al hacerlo de un gol anulado a la farsa en la final de copa que si que era fuera de juego), pues igual Mou aún no sabía que el inventaría un cuarto tipo de entrenador, el que se queja de un acierto arbitral que además le favorecía y es una expulsión de un jugador del United clara que hizo inclinarse el partido a favor del Madrid antes del gol de Modric, ¿se estaba vendiendo a la premier y el United sabiendo ya que ese era du último año en el Madrid? No lo sé, de hecho acabó entrenando al United, pero lo que está claro es que era una expulsión como una catedral y él en rueda de prensa después del partido se quejó por eso.
Luka Modric, un futbolista excelente y leyenda del Real Madrid. Al madridismo auténtico no hay que explicarle el porqué. Sí matizaría una secuencia que se me quedó grabada. en los momentos mágicos e históricos que precedieron al gol del 93 anotado por Sergio Ramos. Definitivos de Modric. La porfía del croata en la acción que originó el córner de
nuestras vidas y como se apresuró , acelerando el ritmo de los pasos para después decelerar debidamente , a ejecutar un lanzamiento sublime.. El córner de nuestras vidas y también el de las vidas de los colchonetas.
Precioso y merecido homenaje a nuestro Modric. Me he partido de risa con lo que piensa Mario de las Heras sobre su voz; estoy de acuerdo.
Cuando se habla de los mejores jugadores de la historia, suelen aparecer Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona, Ronaldo, Zidane, Cristiano Ronaldo, Messi,...yo añado uno más: Luka Modric. La cabra del mediocampo.