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Manifiesto contra el lapo

Manifiesto contra el lapo

Escrito por: Jesús Bengoechea22 julio, 2022
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Mestizaje. Mezcla. Simbiosis instantánea, fugaz, brillante por momentos. Las opiniones fluyen, van y vienen de un lado a otro de la mesa, a veces, con orden, y otras, a borbotones, en un enredo en el que coinciden la espontaneidad del fondo con el de la forma. Porque la mesa —formada por un científico insigne con alma de polímata; la mente sagaz de quien ha convivido en la sala de máquinas de las empresas españolas más internacionales; una doctora en Bellas Artes con marcado conocimiento de nuestros hogares ancestrales; un inquieto comunicador y escritor de viajes, de novelas abigarradas y editor de La Galerna; y este discreto cronista— concluye siempre en los equipos del Real Madrid. Y nada más espontáneo e imprevisible que un deporte.

Y aunque la agudeza Imprevisible de Juan Luis trae un orden del día inexcusable, se va retrasando por la fluencia de una conversación que podría extenderse hasta el infinito sin decaer si no fuera porque los presentes tenemos obligaciones que cumplir. Finalmente, tras unas cuantas idas y venidas, atajos, sucedidos y ocurrencias, la mesa se centra en el motivo de su convocatoria. Asuntos inocentes en apariencia pero de calado cierto, pues tienen que ver con la educación y con el pensamiento. Con el nervio que deciden la riqueza intelectual y ética de una sociedad.

Sirviendo pollo

—¿Vosotros habéis visto alguna vez escupir a Nadal?

La pregunta siembra la mesa de desconcierto, a pesar de que Arsuaga había ensayado una pausa histriónica entre el anuncio de una pregunta impactante y el propio enunciado de la misma.

—Jamás —se atreve finalmente a responder Joe Llorente, haciendo de portavoz de todos. Para ello ha tenido primero que dejar de servir pollo a todo el mundo y luego dejar de comer pollo, en este o en el orden inverso. Antes de que Arsuaga lanzara su aldabonazo, Joe llevaba un rato sirviendo y comiendo, básicamente. Lo primero, porque es un hombre educado. Lo segundo no sé por qué, aunque no descartaría que acabe de llegar de hacer esquí de fondo en Laponia, con el hambre que da eso.

—Nunca —asevera Raquel, que a su vez llevaba un rato callada pero sin comer, o sea, por pura discreción. Habla o calla según corresponda y siempre según corresponde, pero prácticamente nunca deja de sonreír.

Me ha costado encontrar el sitio. Es un lugar inhóspito de uno de esos barrios de casas bajas y descoloridas. El local es muy humilde, pero debo reconocer que el pollo, especialidad casi única, es soberbio. Pollo asado y madridismo, qué pedazo de receta.

—¿Y en el baloncesto? —prosigue Arsuaga, en esa especie de trance cuajado de suspense en el que se sumerge cuando sugiere un tema de conversación—. ¿Habéis visto alguna vez a un jugador de baloncesto escupir sobre el parqué? Joe, tú has sido medallista olímpico y campeón de Europa con el Madrid en dicha disciplina. ¿Alguna vez has visto a un colega tuyo lanzar un filardo en pleno partido? Y no será porque es un deporte que no dé cansancio.

—Jamás —repite Joe.

—Yo tampoco —refrenda Jesús Vega a mi derecha—. Imagino que vas a seguir preguntando deporte por deporte.

—¿En golf? —prosigue en efecto Arsuaga, haciendo caso omiso a mi tocayo—. ¿En balonmano? ¿En voleibol?

—No, nunca —intervengo yo, tratando de atajar—. ¿A dónde nos llevas, Juan Luis?

Juan Luis Arsuaga nos ha convocado para almorzar en ese lugar apartado del mundanal ruido para hacernos partícipes de algo importante, se nos anunció, y todo hace indicar que consumidos los primeros cartuchos de charleta inicial hemos llegado al centro del asunto.

—Muy sencillo. Si no se ven escupitajos en el tenis ni en el baloncesto ni en el golf ni en el judo ni en la halterofilia, ¿por qué tenemos que consentirlos en el fútbol?

El alegato cae sobre el mantel con contundencia suprema. Raquel asiente con fuerza y Jesús parece buscar algo, aprensivo y consternado, debajo de una patata frita.

—Tienes toda la razón, da muchísimo asco —sentencia Raquel, dando paso al pronunciamiento público de Arsuaga, que pasa a expresarse como si leyera un comunicado oficial.

—Os he reunido aquí a modo de encuentro preliminar para la redacción conjunta de un manifiesto contra el lapo en el mundo del fútbol. No hay derecho al espectáculo repugnante de futbolistas de unos u otros equipos aclarando sus gargantas para acabar emitiendo lapos tan generalmente abundantes como siempre nauseabundos. El espectáculo, con los canales de televisión como testigos, aleja de nuestro querido balompié a incontables observadores neutrales, y resulta tanto más inaceptable cuanto contrasta fuertemente con la falta de registro alguno de esta práctica en todos los demás deportes, salvo excepción que ahora mismo se nos escape.

Como la solemnidad suele llevar aparejada su propio anticlímax, la cosa deriva enseguida al terreno incómodo del off-topic o del tema paralelo, por ejemplo: ¿se dice lapo o gapo? Esta cosas se dirimen ahora via Google en un periquete, y aunque según la RAE no existe más que una de las dos opciones yo procedo a desgastarme innecesariamente en la defensa de la otra.

—En mi colegio se decía “gapo”. Era un colegio de hijos de aviadores militares. Quizá la variante dialectal tenga su origen en el gremio, aunque podría ser sólo geográfica, distrito Arturo Soria/Ciudad Lineal de la capital, que es donde estaba ubicado mi colegio.

Joe también dice haber oído lo de “gapo” alguna vez, pero lo considera incorrecto. Y come pollo. Y sirve pollo.

—Otra cosa —anuncia Arsuaga—. Lo del “partido a partido”.

Me encanta lo de “otra cosa”, esa manera de dividir la vida en capítulos que de repente se me antoja intrínsecamente vasco, o bien propio de alguien experto en huesos de nuestros ancestros, ni qué decir de un vasco experto en ellos.

—¿Qué pasa con lo de “partido a partido”?

—Pues que ya nadie lo dice. ¿Os habéis fijado? ¿Cuánto hace que no escucháis lo del “partido a partido” del Cholo?

—Mucho, ahora que lo pienso —admito.

-Eso es porque el Atleti ya no gana siempre. Era un lema intrínsecamente vacío, con absurdas pretensiones de originalidad. ¿Qué pasa? ¿Que el Madrid no juega partido a partido? ¿El Bayern de Múnich o el Moratalaz no van partido a partido? De hecho, la liga se juega necesariamente partido a partido. Era una perogrullada tan grande que solo les ha servido mientras ganaban. En cuanto han dejado de ganar las competiciones, ha caído en el desuso más absoluto.

—Cuánta verdad —musita Jesús Vega—. Pásame el vino, tocayo. Por cierto, el Cholo siempre fue muy de escupir, ¿no?

 

Getty Images.

 

Entradilla del artículo escrita por José Luis Llorente Gento.

Fundador y editor de La Galerna (@lagalerna_). Autor de Alada y Riente (Ed. Armaenia), La Forja de la Gloria (con Antonio Escohotado, Ed. Espasa) y Madridismo y Sintaxis (Ed. Roca). @jesusbengoechea

11 comentarios en: Manifiesto contra el lapo

  1. Se tenía que decir y se dijo.
    Por partes: lo de los escupitajos... yo me acuerdo que en una época de mi vida siempre decía "gapo" aunque ya de un tiempo a esta parte suelo simultanear entre "gapo" y "lapo" (lo de "gapo" era más en mi época de colegio/instituto).

    Respecto a lo del "partido a partido"... ahí discrepo. Por desgracia, es un mantra que yo oigo constantemente, en todas las ruedas de prensa de todos los equipos. Entrenadores, jugadores, del Madrid, del Barça, del Granada, del Rayo... es algo que ya ha calado muy hondo y lo llevan todos adherido a la piel.

    PD: entendiendo su significado (el ir poco a poco, pensando en el día a día, sin hacer planes demasiado ambiciosos...), a mi es una expresión que siempre me ha dado repelús.

  2. Ciclismo, carreras de larga distancia, y otros deportes de resistencia en general, dónde es más complicado acceder a zonas de asueto (aunque sea un triste banquillo con una toalla y una botella de agua) cada 5 o 10 minutos.

  3. Haber leído este artículo no es equiparable a departir un tiempo entre gente interesante mientras se procede a la ingesta de un buen y bien confeccionado material culinario. No, pero también es un disfrute.

    Se me ocurren un par de cosas tras sonreírme con el mensaje que envuelve lo del pollo y el lapo ( también conocidos por filardo y gapo- me decanto por este término...es lo que tiene haberse formado en un colegio privado ). Una de ellas es la excepción : un servidor ( no informático, como bien saben mis seguidores y/o admiradores ), ha visto a Rafa Nadal escupir en una cancha de tenis. Soltando fluído líquido sobre la tierra batida y la línea de saque para obtener un punto de referencia.
    Dicen que el fútbol es un deporte de caballeros jugado por villanos y el rugby es un deporte creado por plebeyos pero disputado por
    caballeros.
    No quiero concluir sin aportar el vocablo gargajo
    como modalidad de lo que ha dado origen a tan ameno y jugoso artículo.

    (*) Citando al autor, procederé a publicarlo en el foro/comentarios del rotativo de un grande de España y amante del tenis. Es posible que la popularidad de don Jesús en la región catalana suba enteros .

    1. Tus padres te pagaron el colegio privado para que acabes siendo un jilipollas, anda que si levantaran la cabeza y vieran en lo que has quedado.

  4. En mi honesta y modesta opinión, lo de "partido a partido" es una supina memez. Un tópico que se sobrentiende de lo chorra que es. En plena desinhibición , con la inercia propia de la misma, confesaré que tampoco soporto aquello de " bueno, no; lo siguiente" . "Desagradable, no; lo siquiente" o el adjetivo que sea continuado por lo de" ...no; lo siquiente ". Y, ya, si se lo escucho decir a nicolasito pertusato, gonçalito miró ( y no vio ), jj brotons, roberto "gañote" gómez, el trompetero equilibrista o uno de esos... ni te cuento la grima que da.

  5. En Madrid, distrito Ciudad Lineal en sentido amplio, gapo y lapo eran (lingüísticamente) intercambiables.
    Si ya se entiende mal su uso en los jugadores, no digamos en los entrenadores.

  6. Se nota los que debaten de esto no han jugado al fútbol....la única forma de refrenar el lapo/gapo/galipo etc, en un deporte de tanta carrera y potencial calor es bebiendo agua de forma constante, esto se puede hacer en tenis, o basket por ser deportes muy discontinuos y pistas pequeñas...en un campo de 8 hectáreas y sin interrupciones simplemente a veces no es posible beber y surge el galipazo

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