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El síndrome de Paulo Futre

El síndrome de Paulo Futre

Escrito por: Rafael Gómez de Parada22 julio, 2022
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El psiquiatra consultó el reloj que estaba en la pared frente a su sillón modelo Philippe Starck. Era un “filipestarc” auténtico, es decir, de los de mucho diseño, colorido kitsch y toda esa parafernalia, pero incómodo de pelotas. Literalmente, de los que dan caché aunque su usuario ya no sepa hacia dónde cargar el escroto. El reloj marcaba las ocho y veintisiete minutos, cerca de concluir los treinta minutos que el paciente tenía asignados para su “problema”. Sí, problema, si nos atenemos a lo que dijo nada más llegar a la consulta del psiquiatra:

—Doctor, tengo un problema. Espero que pueda ayudarme.

Tras tumbarse en el diván y exponerle lo que sentía, una mezcla de culpabilidad, de suciedad interior por un pasado que lo atormentaba, una cierta vergüenza que lo hacía retraerse en entornos determinados, el psiquiatra soltó su diagnóstico de modo categórico:

—Tiene usted el síndrome de Paulo Futre.

—¿Cómo? ¿Mi trastorno tiene nombre?

—¡Por supuesto, y es mucho más común de lo que cree!

—Y… y… —el paciente balbuceó, como si temiera encontrar la respuesta que no quería escuchar—… ¿tiene tratamiento?

—Claro que sí. No existe una terapia que pueda curarlo del mismo, tendrá que convivir con ese sentimiento, pero no se preocupe, que en dos o tres sesiones le voy a explicar cómo podrá usted llevar una vida casi normal. Y lo que es más importante: si sigue mis pautas, podrá ser aceptado en su entorno.

El paciente, un joven al que reconoceremos por las iniciales con las que se registró, P.G., volvió a su casa y gugleó con celeridad “síndrome de Paulo Futre”. Lo que encontró fue un libro que, bajo el mismo título, tenía la autoría de su psiquiatra. Del citado libro se había destacado en la contraportada un extracto que definía la patología que, siempre según el psiquiatra, lo atormentaba:

“El síndrome de Paulo Futre consiste en el sentimiento de culpa que invade a un profesional del mundo del fútbol por haber vislumbrado la posibilidad, que puede haber sido cierta o remota, pero nunca satisfecha, de jugar y triunfar en el Real Madrid. El afectado por dicho síndrome se caracteriza por tres fases:

  • Una primera, de contacto cercano con el club blanco, del que incluso puede haber sido futbolista de la primera plantilla durante varias temporadas.
  • La intermedia, tras una relación no consumada, o completa, pero poco fructífera y sin apenas éxitos reseñables.
  • Una tercera y última, en la que el afectado ha migrado a un entorno poco favorable al Real Madrid, lo que lleva al mismo a tratar de borrar su pasado o, en su defecto, mostrar públicamente un rechazo hacia lo que el club de Concha Espina representa.

El síndrome de Paulo Futre se manifiesta de manera fundamental en jugadores o entrenadores que han acabado en el Fútbol Club Barcelona o el Atlético de Madrid, siendo de mayor gravedad los pacientes de este segundo caso”.

P.G. levantó la vista de la pantalla y se quedó pensando: “¿Paulo Futre? ¿Por qué Paulo Futre?”. Tecleó “Futre” y “Real Madrid” y los resultados le mostraron decenas de declaraciones agresivas del portugués hacia el club blanco, pero también una entrevista antigua. En dicha entrevista, el portugués reconocía haber estado muy cerca de firmar por el Real Madrid cuando militaba en las filas del Olympique de Marsella: “la oferta me subió el ego”, “el Atleti me había puesto una cláusula anti-Madrid”, pero “me dijeron que era libre de negociar con ellos”. Pero luego añadía: “me fui con el contrato al baño, y estaba a punto de firmar tras hacer mis necesidades, pero finalmente salí del baño y rompí el contrato”.

Futre

Visualizar la escena no resultó cómodo para P.G. No le extrañó que Futre se fuera a jiñar con un contrato en la mano, ya que P.G. era aficionado a devorar los cómics de Astérix de una “sentada” en la taza, sino que fuera precisamente en esos momentos de desahogo corporal cuando su mente le impeliera a rechazar la suculenta oferta madridista. Desde entonces, y más tras firmar como directivo del Atleti, toda la vida de Paulo Futre había sido un compendio de ataques al Real Madrid. Gratuitos, desaforados, rabiosos. P.G. se sintió vagamente identificado.

Entre los pacientes que, al parecer y siempre según el libro, habían visitado la consulta del eminente psiquiatra, se encontraban varios a los que no costaba mucho identificar, por mucho que solo se hiciera referencia a las iniciales. D.P.S. no podía ser otra persona que Diego Pablo Simeone, y así fue como P.G. encontró unas declaraciones del argentino cuando era jugador en las que manifestaba que, si algún día dejaba el Sevilla, solo iría a jugar al Real Madrid, y que todos los jugadores “sueñan con vestir la camiseta blanca”:

Simeone

Dicho recorte incluía un anuncio sobre implantes capilares que levantó la sonrisa de P.G., el cual se miró al espejo y se sonrió por su vellosa montera natural.

Le costó más identificar quién podía esconderse tras las siglas de L.S.F., pero una consulta rápida a La Galerna le llevó a concluir que se trataba inequívocamente de Monchi, el conocido como León de San Fernando. La entrevista de este medio a su prima le dio la clave: Monchi también había intentado jugar en el Real Madrid, había probado en la extinta Ciudad Deportiva y todo. Bueno, había hecho algo tan extraño como una tentativa de prueba, pues se había olvidado la principal herramienta de un portero de fútbol: los guantes. P.G. se sintió identificado con el mal recuerdo de Monchi, con su vano intento por hacer una prueba que lo ilusionaba hasta que sentía que todas las fuerzas del universo, ya fueran la vestimenta o la climatología, se conjuraban contra él.

Tras la siguiente visita al psiquiatra, P.G. comenzó a entender que su síndrome sería incurable, pero que podría convivir con el mismo si seguía a rajatabla determinadas pautas:

  • Si no llegaste a debutar con la primera plantilla, critica a los jóvenes que sí lo hicieron. O que al menos llegaron al Castilla. No tengas apuro en inventar algo inverosímil, como hizo Saúl Ñíguez:

Saúl Ñíguez

  • Si llegas a jugar varios años con el primer equipo, incluso aunque hayas ganado títulos con ellos, tienes que hacer que ese pasado no existió. Aunque públicamente hayas reconocido que tu sueño era jugar en el Real Madrid, o volver a su plantilla tras un par de años fuera. Me costó convencer a Álvaro Morata de que tenía que mostrar orgullo por sus años en Londres o Turín, o en el Atleti, y que a la vez tenía que hacer algo más complicado: desdeñar los títulos que ganó con el Real Madrid.

Morata

  • No es mi mejor paciente, lo reconozco. Nunca logré que se quitara el gesto de estreñimiento cuando jugaba en el Bernabéu o cuando en una rueda de prensa tenía que hablar sobre el equipo con el que más títulos cosechó. Mi mejor obra fue, sin duda, Luis Enrique. La terapia fue complicada, pues había jugado cinco años con los blancos, había logrado títulos y hasta marcó en el 5-0 al Barça. Es más, había reconocido públicamente el verano de su fichaje que su sueño era jugar en el Madrid, y que incluso había rechazado una oferta mejor del Barça.

Luis Enrique

  • Para mí fue un reto, pero logré superarlo. Reconozco que tuve que aplicar un tratamiento similar a la terapia Ludovico, ya sabe, la que le aplican a Álex en La Naranja mecánica: visualizar de manera forzada grandes logros del Madrid mientras le inyectaba una droga que le causaba un profundo dolor. Fue un éxito que, quizás, se me fue un poco de las manos: su alergia al blanco es tal que ahora escribe en papel sepia, pero cuando leí aquellas declaraciones en las que decía que “me veía raro vestido de blanco, el blaugrana me sienta mucho mejor”, supe que el tratamiento había sido un éxito.

El psiquiatra miró a P.G. y le pidió que describiera cómo había sido su relación con el Real Madrid para empezar a trabajar en su caso:

—Fui a Valdebebas a hacer unas pruebas, y estuve una semana completa porque me hacía ilusión.

—Cuénteme sus sensaciones.

—Yo venía de Canarias y de allí solo recuerdo que estaba incómodo, que hacía mucho frío. Sinceramente no creo que Siberia sea muy diferente de lo que viví esos días.

—Bien, trabajaremos sobre ello. Si ya tiene una sensación física de incomodidad o dolor asociada al club blanco, resultará más sencillo. Es como la terapia Ludovico, pero de modo natural, sin necesidad de estímulos. Puede que sea repetitivo y tenga que decirlo en cada ocasión en que le pongan un micro delante, pero lo ayudará a autoconvencerse.

Aquel día P.G. se volvió a su casa con una carpeta de recortes que el psiquiatra le había entregado. “Siga las pautas de todos estos compañeros, muestre públicamente su rechazo al Real Madrid y su preferencia por su actual club”:

Gavi

También había recortes de Nico:

Nico

Y de Dani Alves, quien reconoció haberlo tenido “hecho” con el Real Madrid al 95 por ciento, un fichaje impedido por la directiva sevillista, siempre tan reacia a vender a unos y tan amiga de hacerlo con “otros”:

Dani Alves

En su siguiente visita a la consulta, P.G. se presentó con una chaqueta de lana, pese a que el termómetro en la calle superaba los treinta grados. Había decidido representar el papel del hombre que vino del frío. En la sala de espera de la consulta había otro chico muy joven, cuyas iniciales eran P.T., y junto a la recepcionista había un coro de niños que al parecer le animaban a que dijera algo:

Los Simpsons

—Venga, dilo, te sentará bien, ¡vamos!

Tras lo cual, el chaval, visiblemente tímido, pronunció las palabras mágicas para combatir el síndrome de Paulo Futre:

Pablo Torre

—¿Lo ves? No es tan difícil.

 

Getty Images

Rafael Gómez de Parada
AFKAB. Artist Formerly Known As Barney. Dice que corre maratones, juega al fútbol y al baloncesto, pero todo con nivel medio, como en el inglés. Nivel alto solo para escribir y portanalizar en La Galerna. Autor de "Volver al asfalto".

9 comentarios en: El síndrome de Paulo Futre

  1. El mundo del fútbol es un mundo hiper profesionalizado, los jugadores juegan donde mejor creen que les puede ir (si pueden) en base a temas económicos principalmente y son unos bienquedas con el club donde están, todos éstos que ha mencionado amiguete barney si por lo que fuera hubiesen jugado en el Madrid o no se hubiesen ido por ejemplo en el caso del hijo de amunike dirían o harían cosas muy parecidas pero de otros clubes, es todo una mentira, aquí los fieles somos los aficionados que no nos llevamos un euro del club.

    1. Estoy de acuerdo con lo que dices sobre la supuesta filiación de la mayoría de futbolistas, que en el fondo "son" del que les paga, pero la broma (porque este artículo no es otra cosa) consiste en la necesidad constante que tienen culés y atléticos de demostrar su rabia, cuando no odio, hacia el Madrid. Hay muchos más ejemplos. Ante Tomic, nada más llegar a Barcelona, dijo que allí sí podría mostrar su talento y ganar títulos, lo cual, según parece, no podía hacer en Madrid. Peor fue lo de Mirotic, criado deportivamente en la cantera del Madrid, que dijo que el Barça despertó en él "el fuego interior" que no sentía en Madrid, donde además, dijo que no se lo pusieron fácil por ser extranjero. Que no le daban balones y que tenía que demostrar más que los nacionales. Claro, como Doncic, Klavzar, Spagnolo, Radoncic,... seguro.
      Y uno más, muy claro: Samuel Eto'o. Llegó a Barcelona y tuvo que soltar muchas "perlas" sobre el Madrid hasta acabar con el famoso "Madrid, cabr..., saluda al campeón". Ya fuera del entorno culé, ha podido demostrar su orgullo por haber pertenecido a la plantilla blanca. Pero solo cuando ya estaba fuera. Esa necesidad de renegar del pasado no la veo en los que llegan al Madrid. El síndrome de Paulo Futre, puesto en broma.

  2. Sin duda es un trastorno imposible de superar. Hay clubes que llegan a erigir sus señas de identidad no mirando a su propia historia , a sus valores.
    Hay momentos raros de clubes en los que se llega a elevar un mantra particular que tiende a confrontar directamente contra un muro.
    Ese muro, me imagino que ya se saben cual es. Si señor , acertado.Es es ese muro que se ponen enfrente no es el muro de Berlín . El muro que con morro cariturizarían los Pink Floyd una vez derretido en veinticuatro horas, casi en una mañana, por los dos polacos .Crucifijo en mano, como en las películas.
    El muro impenetrable no es material.El muro resistente es un ideal, es el Real Madrid.
    El Barcelona intenta siempre ser el más grande . Resulta que como el listón de clubes está demasiado alto, pues el Barcelona no se corta. Contrata un creativo para distorsionar la percepción de sus seguidores.
    El diseñador de slogans culé eligió un mantra imposible de abatir . El Barcelona , pase lo que pase , es " más que un club".Insuperable decisión. Una definición que abarcará todas las decepciones fumándose un puro.
    Por otro lado tenemos otro club que también remeda de mala manera al Betis , cuyo slogan es un elogio a la modestia y una locura que solo podría nacer del espirítu de Sevilla. Un brindis al ilustre marqués que erigió la normativa del "juego limpio" por encima del resultado.
    El Atlético de Madrid intenta convencer sin éxito a sus seguidores de la belleza de la derrota siendo del Atlético,no de la belleza de la derrota.
    Esto no puede ser. El Atlético debería marcarse a fuego la pasión del sabio de Hortaleza. Un visionario que inculcó la seña de identidad que llevó el nombre del Atlético de Madrid con orgullo por Europa . Luis Aragonés y la derrota eran antítesis y trago difícil.
    Lo de Futre es una caricatura , no tiene gracia. Tampoco la tenía como futbolista. Si recuerdan , jugaba a trompicones. Eso tiene guasa , pero si lo hace con salero Cantinflas.
    Donde esté José Elogio Gárate , no hay comparación posible

    1. A Futre nunca lo quise. Y, menos, para el Madrid.
      El "Zapatones" es la antítesis del malakito; recordemos que se formó en la cantera blanca. Concretamente en el Plus Ultra. Todo tiene una explicación , hasta las 14 Champions/Copas de Europa del Real Madrid .Otra cosa es que no se sepa...

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