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El que la coge se la queda

El que la coge se la queda

Escrito por: Mario De Las Heras5 agosto, 2015
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Como los futbolistas se pongan las camisetas más ajustadas vamos a acabar viendo elásticas de encaje, y eso pinta regular. Lo de Harry Kane, que tiene nombre de grupo pop, era casi lencería (igual deberían prohibirlo como los bañadores de poliuretano), y sumándole el hecho de que salió al campo como recién venido de Ruphert a mí me hizo dudar de sus intenciones, que a juzgar por lo que hizo debían de ir más allá de jugar al fútbol.

La Audi Cup, desde luego, sí que va más allá. Un espectáculo publicitario al que sólo le faltaron unas señoritas ligeras de ropa anunciando las alineaciones con carteles en alto como los asaltos de boxeo. Ramos y Marcelo se reían relajados antes del saque inicial, lo que indicaba que la tensión competitiva estaba por los suelos. Se vio pronto en los claros que dejaba el Madrid para que el Tottenham hincara sus espuelas, pero todo el partido dio la impresión de que les dejaban correr como a los niños pequeños por el parque mientras las madres charlan sentadas en los bancos.

Jesé, que se carga igual que un coche eléctrico, debió de estar enchufándose algunas horas antes del partido. Si le llega a salir ese regate de espaldas me caigo de la silla (también de espaldas) justo antes de un disparo al larguero en carrera y con el defensor a cuestas. Yo pensaba que sólo se podía efectuar un tiro así con un revólver, por lo que voy a tener que llamarle The Sundance Kid, quien sólo era capaz de acertar un blanco en movimiento.

A los arreones del Tottenham respondía el Madrid cerrando su defensa como una planta carnívora en cuyas fauces iban cayendo uno tras otro los hombres de Pocchettino. Y los que lograban eludir la trampa mortífera se encontraban con los puños de Casilla, que es de los que en las ferias de los pueblos impresionaba a las chicas con su fuerza rompiendo el marcador del sparring. Los despejes de Kiko son rotundos, monumentales, y uno ve la pelota volar como en un home round donde el que la coge se la queda.

Bale sigue desatado por el centro y eso parece tener algo desconcertado, entre otros, a Modric, que a veces incluso parece tener que pedir el balón. Hay en esa zona un embotellamiento que quizá debería mirarse. Todos los de esa zona se vuelven invisibles menos el galés, que juega tan libre, tan consentido, que cualquier día sale en taparrabos desprovisto de todo pudor.

Eriksen le obligaba a Kiko a parar con las rodillas, como un portero de futbolín, mientras se oía el sonido de los cinco duros posarse al lado de los ceniceros. Se veía otro público al de anteriores partidos. Un público europeo, muniqués y cervecero que no se excitaba como el asiático porque no habían ido a excitarse sino a tratar de ver fútbol con los brazos cruzados.

Se veían detalles, sobre todo, cómo no, del Madrid (lo del Tottenham era más bien la salida atropellada de la aldea de los galos de Astérix), y Modric se lucía en regates de fuerza y talento como trincherazos. Modric es de olé, como James, que lanzaba un córner que Gareth alcanzaba con las plumas del penacho. Luego a Isco yo le oí decir con la voz rajada que se marchaba a su propia portería, y cualquiera le dice que no con ese rapado y esa barba de convicto. Todos le creyeron menos James que se quedó allí justo donde había que estar para marcar con un giro milagroso de cabeza porque es el hijo de Dios. Lo dice en su Twitter.

Uno que no paraba por la banda izquierda era Rose quien cada vez que le venía un balón por alto ponía las manos como si lo fuera a coger, y en el último momento las quitaba. Eso lo hace en Shangai en vez de en Múnich y se produce la locura en las gradas. Activísimo este Rose, que sin embargo a mí me daba la impresión de que le habían castigado a jugar solo contra la pared.

Yo no sabía lo grande que podía ser un terreno de juego. Lo comprobé con la novedosa cámara en plano, y lo que parecen simples espacios entre jugadores en verdad son como estepas. Que hay que recorrerlas a pie. Yo ya no voy a criticar nunca más en plan futbolero después de ver esas extensiones de yerba. Uno se reía de los campos interminables de Oliver y Benji pero eran fieles representaciones de la realidad. Lo que Lukita parece que hace tras un quiebro en un palmo de suelo es casi como irse a Cuenca.

La segunda parte se vino abajo con estrépito. Una demolición del juego perfectamente calculada. Chadli, del Tottenham, se dejaba ver tanto y tan bien con su lustroso pelo negro que yo pensé que, en cualquier momento, me iba a llevar al monasterio del Paciente Inglés y enamorarme como el oficial sigh a Juliette Binoche. Sergio aguantaba como un Zar un recorte de Alli para casi inmediatamente después perder los papeles como un mujik borracho, algo que cada vez se repite con mayor frecuencia. La carrera del de Camas se podría meter en un cuento de Chéjov.

Las cámaras nos enseñaban la llegada del Bayern igual que si llegara al plató desde la casa de Guadalix. El fútbol estaba ya casi perdido de no ser por la cortedad del marcador. Había salido Marco Asensio que parece un elefantito bebé con esas patas que habrá que ver cuando crezca retumbar en la sabana. El plano cenital seguía haciendo de las suyas y, con todo esos quilómetros recorridos, a mí ya me daba angustia que se me quitó con el robo de pícaro de Bale, de Barry Lindon, quien más que un disparo de balompié hizo uno de waterpolo.

Ya era pasar el tiempo observando a Lucas Vázquez parar la pelota con esas botas suyas con el pincho del casco del Káiser; a Illarra correr como Caperucita en el bosque; a Robben atravesar con la mirada esa camiseta blanca impoluta; o a los linieres levantar sus banderas tratando de poner cara de autoridad cuando en realidad se les nota que están pensando: “Ay Dios, ay Dios…”. Yo al final en lo que pensaba era en Keylor como esa bolita que el trilero escamotea bajo los tres cubiletes.

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Ha trabajado en Marca y colaborado en revistas como Jot Down o Leer, entre otras. Escribe columnas de actualidad en Frontera D. Sobre el Real Madrid ha publicado sus artículos en El Minuto 7, Madrid Sports, Meritocracia Blanca y ahora en La Galerna.

3 comentarios en: El que la coge se la queda

  1. Espectacular.
    Hasta ahora sentía verdaderos deseos de que empezara la temporada porque la vida sin futbol no es vida.
    Ahora mismo siento necesidad de que empiece también para poder leer las crónicas - presumo que aquí serán cosas del Sr de las Heras - de este gran cronista que es D. Mario. Me ha encantado, es una sensación que va “in crescendo” según voy leyendo los resúmenes de los partidos de pretemporada. Había un cronista que me gustaba bastante - en su momento hace algunos años – pero que no tiene nada que ver con lo que siento por el ahora mismo que es Asco, curiosamente el periódico donde trabaja le llaman así, ese periodista es Juanma Trueba.
    Pero D. Mario, por favor, no me lo tome como una comparación con semejante personaje, nunca he tratado de hacerlo, no era mi intención, eso sí le pido una cosa, siga así y no nos cambie nunca.
    Gracias, un abrazo.

    1. Antonio, en realidad no sé cómo agradecerle sus palabras y cómo expresar lo mucho que me alegra que le gusten mis crónicas. Intentaré que siga siendo así. sin duda elogios como los suyos son de gran ayuda.
      Muchas gracias a usted.
      Un abrazo.
      Mario.

  2. Me uno al genial bigfoot en los muy merecidos elogios. Lleva la crónica a otro nivel. La cantidad de referencias culturales que saca por crónica es de impresión.
    Un placer leerle.

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