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Corintios e indepes

Corintios e indepes

Escrito por: Padre Suances19 julio, 2015
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Reparé por primera vez en la cercanía existente entre fútbol y cristianismo cuando, con seis o siete años, escuché a mi padre decir:

- Corintios 4, 7.

-¡4-7, qué locura de partido!- cuentan que dije yo algo aturdido.

Años después comprobé que, a pesar de no ser estrictamente un resultado futbolístico, la Segunda Carta a los Corintios, en su capítulo cuarto, versículos siete al dieciocho, encierra uno de los mayores tesoros de las Sagradas Escrituras:

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”. Puro Real Madrid.

Vamos descubriendo juntos, en esta serie de dominicales, la relación estrecha entre madridismo y teología, pero a lo largo de la historia reciente son muchos quienes han relacionado, de manera aprovechada y sin nuestro buen ánimo, lo futbolístico con otro tipo de sentimientos o dogmas.

Tenemos, por no ir más allá, el caso del F.C. Barcelona. Esta semana los presidenciables culés se ponían de acuerdo en una única cosa: el Barça se compromete ahora con la independencia de Cataluña. No como un actor político, dicen, sino “haciendo país”. Ya me explicarán ustedes la diferencia, señores míos.

El objetivo no es otro que asociar los sentimientos de pasión del hincha barcelonista a la idea política de una Cataluña independiente. Por mucho que no entienda ni lo uno, ni me guste lo otro, soy capaz de empatizar (Dios me perdone) con el seguidor de Messi. Hay que reconocer que el chico no juega mal. Ahora bien, jugar con la pasión del hincha arrastrándolo a la cuestión política es inmoral. Son campos diferentes. La política requiere análisis y sangre fría. El fútbol es, casi, la única esfera de la existencia humana donde se debe volver a ser un niño: gritos descontrolados, indignaciones con el colegiado ante penaltis obvios hechos por nuestra defensa y, qué se le va a hacer, algún que otro desahogo en forma de palabra malsonante aunque sin poner un pie en el paraje de la blasfemia, inhóspito para la paz de nuestra alma. La política, en cambio, debe ceñirse a la más estricta observancia de un civismo escrupuloso.

 

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La pasión futbolera politizada nos lleva a terrenos peliagudos. Creo (creo) que no me gustaría ver a Bartomeu y Laporta zurrándose a las puertas de la LFP como en su día hicieron Jesús Gil y José María Caneda. Reclamo, desde esta humilde tribuna, un poco de coraje a aquellos barcelonistas que disientan de esta asociación. Ya no digo que se opongan a la independencia, ni siquiera que se conviertan al Madridismo (si bien rezo por ello habitualmente). Les pido que denuncien esta torticera mezcla de sentimiento y política, que tanto daño nos hace a todos.

Esta mezcla de sentimientos también aparece de manera habitual entre las aficiones. “El Madrid es de derechas y el Atleti es de izquierdas”, dicen algunos listillos. Oiga, ni el Madrid ni el Atleti son más que de sus aficiones y en éstas abundan católicos, ateos y mediopensionistas, perroflautas y gatoviolines. No me venga con zarandajas.

Supongo que el lector avispado ya estará subiendo la ceja cual Carletto preguntándose entonces qué hace un cura mezclando lo religioso con lo futbolístico. “¡Ve usted la paja en el ojo ajeno, páter…!”. Quizá peque de soberbia en muchas ocasiones pero creo que mi objetividad es absoluta en esta cuestión.

El objetivo de esta columna no es ideológico. Aquí se busca adelantar un poquito el Reino de los Cielos, que no nos haga falta del todo morir para ver la gloria. Y lo hacemos con tres poderosas armas: la teología, la risa y el Real Madrid. Pero que nadie se equivoque, no diremos que un madridista ha de ser por fuerza católico ni que un católico deba ser madridista, por más que sea esta combinación la que más agrada a Dios.

Cuando ustedes lean esta columna el Real Madrid ya habrá debutado en pretemporada. Sean las sensaciones las que sean, se haya ganado o se haya perdido, no perdamos la perspectiva. Esto acaba de empezar. No nos dejemos llevar excesivamente por las pasiones, no sea que acabemos como Laporta con una rubia a hombros descorchando botellas de Champagne y fumando puros en alta mar.

En lo futbolístico (a veces), en lo político (siempre) y hasta en lo divino es necesaria la cabeza fría. Y sí, el partido de los Corintios fue una locura. Una bendita locura que, como la final de la Primera Copa de Europa, nos llena de inspiraciones e ilusiones para el día a día. Que cada uno ponga su tesoro allá donde quiera, claro está. Pero no dejemos de mirar más allá sólo porque las pasiones mundanas parezcan colmarnos.

Hala Madrid.

 

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No soy la respuesta madridista a mi querida amiga Sor Lucía Caram. Hay planteamientos tácticos mezquinos que entusiasman el corazón de Dios.

4 comentarios en: Corintios e indepes

  1. Querido Galahad, me alegro. Y ya sabe que los caminos del Señor son inescrutables, quizá su conversión comienza en La Galerna 😉

  2. Maravilloso artículo sobre fútbol y política. Por cierto, ¿no sería también obra de la "casualidad divina" que el origen de la equipación merengue estuviera inspirado en el del Corinthian Football Club? Sin dudas que sí. Un saludo, y Hala Madrid!!

  3. Muy bonita la metáfora y bien escrita, pero deberíamos de preocuparnos más de nuestro Madrid y ser más críticos con él (de la crítica salen las buenas decisiones) y menos por el de listas azules y rojas.
    Saludos (buen artículo, me gusta como está escrito)

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